Empecé
a escribir una historia pueblerina, un relato que evocaba las andanzas de un
amigo de juventud que me parecía muy aleccionador, pero borré el párrafo y
cambié por completo la temática debido a un detalle que me sucedió. Decidí
compartirlo con ustedes y a continuación les platico.
Estaba
embalado escribiendo ya la historia que traía en esta hueca cabeza mía cuando
recibí una solicitud de amistad en Facebook. Se trataba de un gran amigo de
juventud que, aunque ya tenía una cuenta, supuse que estaba abriendo otra con
su mismo nombre. Vi su foto y de inmediato le di aceptar. Todo parecía normal,
lo único que pensé fue: “Seguro tuvo problemas con su cuenta y abrió otra”. Una
vez que acepté, se comunicó por inbox (mensaje privado) me saludó con la
cortesía característica de siempre lo cual me pareció muy normal, seguí
escribiendo una línea más del texto que cancelé, y me vi precisado a atender a
“mi amigo” porque, después de los saludos y bendiciones recíprocas, me pidió mi
número de teléfono móvil para que mejor platicáramos por WhatsApp porque quería
pedirme un favor, lo que también encontré normal y enseguida le escribí el
número diciéndole que si estaba en mis manos con gusto accedería a ayudarlo
(Espero no sea de dinero porque no ando muy sobrado que digamos, jejeje).
Una vez
que eso sucedió, de inmediato pasamos a la aplicación del telefonito blanco con
un fondo verde (El Whats, pues). Igual todo normal, una conversación natural de
la que destacó la solicitud de un favor. Me dijo que tenía entre su planes poner
próximamente un negocio de tecnología aquí en Nayarit, es decir de aparatos
electrónicos y comunicación, teléfonos celulares, iPhone, drones, tabletas,
computadoras, entre otras cosas (seguía siendo lógico), que el favor consistía
en que le ayudara a recibir unas cajas con la mercancía con la que iba a
iniciar su negocio. De momento, me sentí un poco sorprendido y pensé que si se
trataba de la mercancía para montar un establecimiento debían ser muchas cajas
y hasta dije para mis adentros ¿Dónde metería un montón de cajas en esta casita
de interés social que es tan pequeña que mi ángel de la guarda duerme en el
patio? Ese sería un problema inicial, luego vino otra especulación. ¿Dónde
tendría que recoger tamaña mercancía? Pensé de inmediato en decirle a mi amigo
que por la pandemia no podía salir a ningún lado. No sirvió de mucho pensar eso
porque me dijo que mandaría la mercancía a mi domicilio y que eran tan sólo dos
cajas emplayadas, mismas que me
mostró por medio de fotografías. Para ello, era necesaria una copia por ambos
lados de mi credencial de elector (INE) y, por supuesto, mis datos personales,
si es que no eran los de la identificación.
Por
poco y si me convence, dije ¿Qué tanto son dos cajitas? total las recibo y
espero que mi “estimado amigo” pase por ellas a mi casa. Entonces, como un
verdadero acto de magia, se desempolvaron y empezaron a moverse con bendita
oportunidad las dos neuronas útiles que me quedan y empezó a carburar la
poderosa arma que me ha sacado a flote muchas veces en situaciones críticas en
mi ajetreada vida: “El sentido común” (el menos común de los sentidos).
Decidí
hacer un poco de tiempo, aunque podía sentir el apresuramiento de mi “estimado
amigo”. Le hice con disimulo preguntas aparentemente bobas como ¿Dónde estás
ahorita? Él me contestó acá son las 22:09, yo continué haciendo preguntas y él
contestando en un tono que pretendía hacerme sentir un “mala onda”. ¡Cómo así
que no sabes dónde estoy! ¡Sabes que estoy
acá en Los Ángeles! “Bueno sólo quiero saber si puedo contar contigo, José.
Porque necesito realizar este envío lo más rápido que pueda, porque yo viajaré
tengo todo programado” y yo seguía haciendo tiempo: ¿Cuándo llegas acá? Y
contestaba: Viajaré el miércoles, por
qué haces estas preguntas, si tú me conoces, o ¿no quisieras ayudarme?.
En
cuanto mi cerebro se medio conectó iniciaron las conclusiones detectivescas al
puro estilo Sherlock Holmes. A ver, a ver (a mover la colita) ¡Que chiste tan
malo! Primera conjetura: mi amigo no suele llamarme José, el siempre usa el
segundo de mis nombres. Bueno, pero qué tal si está en proceso de cambio.
Segunda conjetura: Me dijo, estoy en Los Ángeles, cuando mi amigo siempre dice
“vivo en Covina”, aunque ésta sea parte de ese condado. Tercera conjetura: Es
improbable que mi amigo viaje a Nayarit, son años que él no viene, ni siquiera
a eventos de altísima importancia y ¿Ahora viene en esta semana porque piensa
poner su negocio? Cuarta y última conjetura: ¿Por qué tendría que enviar las
dos cajas a un domicilio equis, si él iba a viajar ya en breve? Por si fuera
poco, el INE tendría que pedirse al momento de recibir el paquete, ¿Por qué
razón lo pedirían para enviarlo?
Mientras
todo eso giraba como remolino en mi locochona
cabeza, yo me comunicaba por Messenger, inicialmente con un hermano de mi amigo
y posteriormente logré hacerlo con el “verdadero amigo” de USA. Desde que
contestó mi mensaje con un simple: ¡Hola amigo Manuel, espero que estés bien!
Supe que éste sí era el bueno y con el otro estábamos ante la presencia de un
estafador, cosa que me confirmó al decirme que alguien clonó su cuenta.
Afortunadamente no le di mi INE, ni acepté que me enviaran esas dos cajas cuyo
contenido podría no ser mercancía electrónica si no alguna de esas cosas que
envenenan a las personas o algo por el estilo. Al menos veinte personas han
recibido mensajes de este vivales, según me comentó mi estimado amigo de
verdad. Ya fue reportada la cuenta y debidamente bloqueada en Facebook y
WhatsApp, pero que cerca estuve de caer en el garlito. No cabe duda que es uno
de los varios riesgos que tienen las redes sociales.
Quise
escribir esta incidencia cibernética no para enaltecer mis habilidades
deductivas ni exaltar la fineza de mi sexto sentido, si no para dejar
constancia de una de las tantas formas que existen de engañar la buena fe de
las personas en las redes sociales. Es una vivencia real y actual, de hace
apenas un par de horas, que dejo a mis amables lectores como una especie de
alerta que pudiera considerarse una modesta aportación de servicio a la
comunidad. Por favor tengan mucho cuidado con los estafadores.
RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA SIGUIENTE
SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO
ACTIVO FRECONAY, A.C.