JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS /
Periodismo Nayarita
"El caballo fantasma"
Me
dolió hasta el alma cuando escuché el fuerte impacto en la parte baja del
automóvil que conducía. Fue tan solo un instante, un momento fugaz. El potente
tronido y la inclinación del automotor hacia uno de los lados en el que se
metió casi la mitad del neumático. Había caído en uno de los miles de baches
que adornan nuestras vialidades en la
capital del estado nayarita.
Duele
tanto el alma como el bolsillo porque, cuando bien te va, sólo queda en una ponchadura, sea que se rompa la llanta o
sea que se enchueca el rin y sólo se le sale el aire. Evidentemente que la
pena, toda ella, en sus diversas connotaciones, queda para ser absorbida por el
conductor o propietario del vehículo. Gastos que pueden ir desde el arreglo de
una simple llanta o hasta un problema mayor por el averío de la suspensión. De
esto, obvio que deriva el golpe económico y la consabida molestia de quedarte
uno o varios días sin tu medio de transporte, situación que vuelve a incidir en
lo económico, al tener que pagar los costos de taxis o algún otro medio
similar.
Pasas
malos momentos en todos los sentidos, pero, creo que uno de los más pesados es
el tremendo coraje que te tienes que tragar. La méndiga impotencia de no poder cobrársela al responsable de ese
incidente en ninguna de las formas posibles, en ese momento. Lo único que te
queda, y lo haces a placer, es mentarles la madre a las autoridades hasta que
te quedas sin aliento. Esto, aunque sirve de desahogo, no tiene ningún otro
tipo de resultado efectivo ni remedia tu maldita contingencia. Primero, porque
ni siquiera te escucha el susodicho, a quien invocas a través de su
progenitora. Segundo, si te escuchara lo más probable es que ni caso te
hiciera y tercero, que se me hace que ni madre tienen, pa´ acabarla de amolar. En fin, este episodio es increíblemente
recurrente en estos días lluviosos recientes, y no lo digo porque en temporada de secas
no suceda o no haya hoyancos en las calles sino porque con el agua no se ven y
eres más fácil presa de estos accidentes.
Así las cosas en Tepic, pero pues que
podríamos esperar si esa historia ya la sabemos de memoria. A los funcionarios
públicos de este municipio poco les importan esas nimiedades de los baches,
ahora mismo la calentura política es más alta que la atmosférica. En su
mayoría, los prestigiosos miembros de
la clase política están montando ya sus trampolines o, ya de perdis, sus brincolines para tomar impulso en su
loca carrera de asegurar el seguir succionando de la ubre pública. Los
regidores ya buscan ser diputados locales, éstos ya se quieren federalizar o
ser presidentes municipales, y los federales quieren treparse al senado, el
presidente municipal quiere ser gobernador y así, sucesivamente. Nadie se
quiere quedar fuera de la danza del poder y, aunque pareciera ser aún temprano
para ello, muchos le apuestan al madruguete y desde sus posiciones públicas
empezaron a hacer campañas. Lástima que sigan sin entender que no habrá nunca
mejor campaña que su buena actuación en las responsabilidades que les fueron
encomendadas. Pero no, al parecer, salvo contadísimas excepciones, nunca lo
van a entender.
Creo
conveniente no meterme el día de hoy en el escabroso mundo de la política
electoral porque si de por sí todavía no digiero el entripado por el «Trágico
rescate en el hoyo 18» nombre pelicular de mi propia peripecia, filmada en los escenarios naturales de la avenida
Lagos del Country (mejor nombre no pudo tener por aquello de los inmensos y
caudalosos lagos que hay en vez de calles) me imagino como me atacarían las
náuseas al recordar a unos cuantos especímenes de la política local que,
generalmente, suelen ser región cuatro.
Regresando
a los condominios de topos que
tenemos por calles y, a manera de consuelo, se podría decir que éste es más
ágil y efectivo si usas los términos comparativos. Es decir, si pones en la
balanza las dimensiones de la tragedia de otros menos afortunados que tú,
o que, en su defecto, las
características del suceso a comparar son sumamente peculiares o increíbles. Eso
exactamente me sucedió, cuando en ese ejercicio, todavía un día después rumiaba
mi mala suerte de haber caído en el temible bache de Lagos del Country, me
percato de una noticia del colega Miguel Ángel Luna, en la que hace constar en
video que en un bache de una calle de la colonia Valle Verde de esta ciudad
capital ¡Cayó UN CABALLO! El pobre animal desapareció de pronto de la escena y
tuvo que ser rescatado por personal de Protección Civil. Un auténtico y
original acto de magia en el cual desaparece un caballo con todo y jinete ante
los ojos estupefactos de algunos testigos. ¡Qué bárbaros, que impresionante
acto de prestidigitación! Ni al mismísimo David Cooperfield se le ven eventos
de esta envergadura. Aplausos a Frank
Castellonni Fonsi Productions Circus, por regalarnos este nunca antes visto
espectáculo del «caballo fantasma».
Creo
que el chiste se cuenta solo, como se suele decir. Así que una vez que vi la
desenfrenada parafernalia del acto del caballo fantasma, como que me dije: “Ves, no te fue tan peor”, pudiste
desaparecer con todo y coche y caer a los intrincados túneles del inframundo
tepiqueño en un instante. Pudo resultar tan lamentable como una visita
inesperada a los dominios de Hades y entonces sí saber de los infortunios del
tormento y el terrible dolor del sufrimiento. ¡Qué consuelo!
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO EN LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.