Por: José Manuel
Elizondo Cuevas.
Los recientes
acontecimientos violentos en Boston, Massachusetts, Estados Unidos, cayeron
literalmente como una bomba sobre mi tranquilo estado de ánimo de inicio de
semana. De momento creí haber escuchado mal y tuve que poner mucha atención
para poder dar crédito a lo que estaba escuchando, dos explosiones en pleno
maratón de la ciudad de Boston.
Me resultaba difícil
creerlo, no porque ese país esté exento de casos de esa naturaleza, por el
contrario, cada vez se dan con mayor frecuencia. Tiroteos en cines, escuelas,
oficinas, templos, muertes, violaciones y otros sucesos sangrientos, plenos de
violencia, son algo casi cotidiano en el vecino país del norte.
La razón por la que me
impactaba, era que sucediera de nuevo en un escenario deportivo, como lamentablemente
ya ha ocurrido muchas veces en la historia.
Puedo recordar los
casos de los juegos olímpicos de Múnich Alemania en 1972, cuando un grupo
terrorista palestino atacó a la delegación deportiva de Israel, resultando 17
muertos entre deportistas, policías y terroristas. Los olímpicos de Atlanta en
1996, donde un terrorista hizo estallar una bomba en el Parque Centenario,
matando a dos personas e hiriendo a más de cien. En el 2002, explotó un carro
bomba cerca del estadio Santiago Bernabeu del Real Madrid hiriendo a 17
personas y ocasionando daños materiales considerables. En años más recientes,
en el 2010 para ser más preciso, se suscitó un ataque en un campo de fútbol de
la localidad de Tel Afar, en el norte de Irak, explotando un coche bomba en
pleno terreno de juego matando a 25 personas e hiriendo a otras 100, en ese
mismo año hubo 92 muertos en partido de voleibol en Lakki Marwat, Pakistán al
estallar también un vehículo cargado de explosivos y en el presente año, en un evento
deportivo de gran tradición que celebraba la edición número 117 de su historia,
de nuevo un ataque con bombas, dos artefactos que hicieron explosión en sitios
cercanos a la meta de la competencia, con el fatídico saldo de 3 muertos, entre
ellos un niño, y aproximadamente 150 heridos, contabilidad que sigue creciendo.
La mayoría de los
ataques mencionados, por no decir que todos, registran una bien identificada
connotación política, quizá muy radical o extremista pero, a pesar de ello, se
puede observar la carga ideológica que representa a los que reivindican esas
acciones. Pero, ¿Qué hay detrás de estos nuevos ataques? ¿Acaso es el inicio de
una nueva estrategia de ataques terroristas en serie para desestabilizar a los
Estados Unidos?
Yo, como buen
mexicano, siempre desconfío de esos planteamientos. Será porque ya estamos
“curados de espanto” o acaso será porque ya hemos visto muchas “regadas” de los
gabachos cuando han manejado estos asuntos dizque de seguridad nacional y hasta
internacional. No es que sea muy suspicaz, pero pues ya se vio lo que pasó con el
atentado a las torres gemelas, un ataque medio sospechoso que generó una odisea
bélica que careció de toda credibilidad en el medio internacional: La invasión
a Irak.
Con el pretexto de
que éste país contaba con armas de destrucción masiva, que Saddam Hussein
estaba apoyando al terrorismo y la “abnegada” decisión de darle libertad al
pueblo iraquí, los Estados Unidos en coalición con el Reino Unido y otros
países europeos, apoyados por algunas fuerzas iraquíes, entraron en conflicto
armado hasta derrocar a Hussein. Finalmente nunca se pudo comprobar la
existencia de las supuestas armas, ni se logró la libertad ni la tranquilidad
de ese pueblo agraviado por la violencia, lo cual nos hizo pensar que los
móviles de estos episodios imperialistas fueron los intereses económicos y
políticos de los Estados Unidos y sus vasallos.
Quien va a querer desestabilizar
a Estados Unidos más de lo que ya está. Parece que son los “güeros” los que
están tratando de usar una “nueva” estrategia para salir de la tremenda crisis
económica y política en que se encuentran desde finales del año 2007. Aquí
aplica ese famoso dicho “para muestra basta un botón” si volteamos a ver la
deuda externa de los Estados Unidos y
vemos que ocupan el primerísimo lugar en la lista de naciones del mundo, con
una descomunal cifra que agotaría el espacio disponible de esta nota, nada
menos que 15.22 billones de dólares, lo que en buen cristiano significa más de
quince millones de millones de dólares (cifras al 30/12/2011).
Este inmenso e
irresoluble problema económico sigue teniendo como fondo la pugna política
entre los republicanos y los demócratas quienes no se ponen de acuerdo acerca
del modelo de sociedad ideal para su país y mientras eso sucede, los Estados
Unidos sufren una de sus peores crisis que los tiene al límite de la
gobernabilidad.
Mientras tiene lugar
esa lucha sorda, entre las corrientes políticas de la cámara de representantes,
el gobierno del presidente Obama ha tenido que poner en marcha recortes presupuestales del orden de
los 85,000 millones de dólares en el ejercicio fiscal actual. Este recorte
obligado, afectará a varios rubros de su administración, seguridad nacional, las
inversiones internas, la asistencia social, el empleo, la educación y las funciones de gobierno, principalmente.
Ante el oscuro
panorama económico actual y el poco prometedor futuro, no sería difícil pensar
que los Estados Unidos, en el paroxismo de su miedo a la quiebra y el fracaso,
pudieran intentar cualquier plan emergente, por maquiavélico que éste fuera,
incluyendo la inducción de la violencia o mejor dicho la generación de ataques
terroristas contra ellos mismos, que los
obligue a buscar “culpables” que paguen la afrenta con la invasión de su
territorio y su sometimiento. Deben tener mucho cuidado los países que posean
petróleo u otros recursos naturales de valor. Por ejemplo. ¿Venezuela? ¿Será?
RECIBAN UN SALUDO
AFECTUOSO – LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA- COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com