A punto
de terminar un año más. Menos de dos meses y el dos mil dieciocho habrá
concluido. Creo que aún no es tiempo de hacer el acostumbrado balance anual.
Dejemos que llegue el último mes que, según mi opinión, es el más propicio para
ello. Comento lo anterior porque empiezan ya los clásicos síntomas del final de
ejercicio. En muchos sentidos se nota que este año ya no da para más. Se siente
la inseguridad de los empleados del gobierno estatal y los municipios por el
pago de aguinaldos, ya que el gobernador atizó el fuego de la desconfianza
recientemente con sus desafortunadas declaraciones de la quiebra del gobierno,
y aunque se pagó la primera quincena de noviembre, aún existe la duda de la
segunda de ese mes, las dos de diciembre y por supuesto el aguinaldo, ahorro y
demás prestaciones de fin de año.
Esa
desconfianza asoma por todos lados. En los niveles de gobierno mencionados y
también en la máxima casa de estudios del estado. Ahí también, en la
Universidad Autónoma de Nayarit (UAN) se escucha el castañeo de los dientes por
el miedo a una nueva “Amarga Navidad” como sucedió el año anterior. Se supone
que las autoridades universitarias siguen haciendo gestiones para conseguir la
liquidez que permita subsanar el periodo más crítico del año, el tiempo de los
pagos extraordinarios.
En
términos generales me parece que es un fin de año con bastantes expectativas.
Por un lado, la incertidumbre que ya mencioné anteriormente y, por otro, la
gran ilusión que existe en torno al arribo al poder de Andrés Manuel López
Obrador (AMLO). La situaciones locales, creo que de ninguna manera se pueden
aislar del efecto AMLO. La mayoría de personas simpatizantes del nuevo proyecto
de nación, creemos que, además de los cambios que se esperan en la política
nacional, los pendientes de todo tipo que se tienen en nuestro estado serán empujados
por la misma inercia de la esperanza. La idea es que se sacuda de nuestro país
ese espeso y pegajoso vaho maloliente de
la corrupción y empiece poco a poco a verse un nuevo rostro social en nuestro
país. Existen muchos malestares en la sociedad que están fundamentados en ese
factor. Se requiere pues, que el nuevo gobierno empiece a apretar las tuercas
en todos los ámbitos y asuntos que han sido por décadas dominados por ese
binomio infernal e inseparable: Corrupción-Impunidad.
Se
presiente al alcance de las manos la posibilidad de un cambio verdadero, de una
trasformación profunda en la forma de gobernar e impartir la justicia. Es
necesario recuperar la confianza perdida en las instituciones, indispensable
sanear las áreas podridas que han sido permeadas por la delincuencia organizada
y desbaratar los oscuros entramados creados por la maligna colusión de los
funcionarios corruptos. No es fácil esa tarea, eso todo mundo lo sabe, pero
también existe la certeza de que la simple voluntad de querer hacerlo ya es un
gran avance. Se espera que no le gane la impaciencia o la ansiedad de querer
hacer las cosas por estímulo visceral, sino mediante la sobriedad del
detenimiento y el quehacer inteligente y patriótico que anteponga siempre y en
todo momento las necesidades, la seguridad, el bienestar y la justicia en favor
del pueblo.
La
nueva administración federal tendrá que enfrentarse a muchos obstáculos.
Algunos muy obvios dispuestos por la oligarquía y sus secuaces y otros que
tienen que ver con la confusión y el aturdimiento de muchos ciudadanos que aún
no perciben la posibilidad de una nueva realidad política y social. Ciudadanos que viven aún del cobijo de un
régimen autoritario que, en un momento de la historia, les dispensó el favor
del empleo, la comodidad o la dádiva. Otros, a los que habrá que reconocerles
su convicción de estar en contra de ese proyecto, por antipatía, por intereses
o por ideología, pero que deberá respetarse ese derecho. No será una tarea
fácil y quizá no haya el tiempo suficiente. Pero, será necesario que las
personas que dimos sustento a esa plataforma electoral nos sumemos al proceso
de cambio. Es indispensable que esos más de treinta millones de mexicanos,
mantengamos la bandera de cambio en lo más alto y nos sumemos al acompañamiento
que protegerá ese proyecto más que el ejército y la marina. Desde mi punto de
vista, esa es una condición indispensable para lograr los objetivos deseados.
Acompañamiento y apoyo al liderazgo elegido y, al mismo tiempo, vigilancia
social para señalar cualquier tipo de desvío indeseable.
Aún
antes de la toma de posesión, que ya está a tan solo unos días, se han
experimentado aires de cambio. Se han enviado señales que sugieren que la cosa
va en serio, por parte de quien asumirá el mencionado liderazgo nacional. Pero
sólo han sido indicios, pequeñas escaramuzas políticas que indican un rumbo, lo
cual es muy lógico, porque no hay que atrabancarse, lo correcto es esperar a
tomar el mando y actuar en consecuencia.
En
el ámbito local, como comentaba antes, hay muchos problemas que también habrán
de resolverse con el apoyo del gobierno federal. La tendencia que se puede
apreciar es a desactivar, dentro de lo posible y respetando la soberanía de los
estados, los escandalosos cacicazgos que existen en los distintos ámbitos de gobierno.
El discrecional y abusivo manejo del poder, por camarillas plenamente
identificadas que actúan con un gran nivel de impunidad. Una especie de
virreinatos, en donde lo menos que importa es el bienestar social y económico
de los gobernados.
La
expectativa está a todo lo que da. Se espera que con la llegada de la nueva
administración federal, se les pidan cuentas de esos abusos y se les castigue
por proteger a los funcionarios delincuentes que han saqueado, hasta ahora
impunemente, al erario. Que se destraben y se saquen del hoyo negro las
carpetas de investigación que se han llenado de polvo en los archivos de la
Procuraduría General de la República (PGR) y en la Fiscalía General del Estado
(FGE), que se pongan a trabajar a favor del pueblo que los eligió, que se dejen
de revanchitas tontas y acciones dolosas y dejen en paz a los trabajadores. Que
asuman una postura de verdaderos estadistas y protejan a su pueblo de la
delincuencia, la interna y la externa, que dejen de andarse exhibiendo cual vedetes que hacen el ridículo con poses y
actitudes veleidosas. Que dejen todas las vísceras en su casa, excepto el
corazón, ese sí, hay que traerlo bien puesto en el centro del pecho, siempre por
delante, con orgullo y amor por el pueblo que los llevó al poder, el mismo que
les entregó su confianza. En fin, ahí están las tremendas expectativas, como
solemnes ofrendas, puestas al pie de quien decida dar el gran paso, el firme, el
decidido, el positivo, el leal, el comprometido, el justo, el democrático, el paso
capaz de darle un nuevo rostro a nuestra realidad social, poner una luz a la
negra noche, un brillo a la mirada y una sonrisa en el rostro de los mexicanos.
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO EN LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.