viernes, 17 de febrero de 2023

"Cerebros reprobados"

 




JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"Cerebros reprobados"

La nave se posó suavemente sobre el mullido césped del pequeño llano entre cerros. La noche era densa y en su manto negro destacaba la hilera de luces de forma circular que giraban velozmente. Solo el zumbido ligero del aparato rompía la monotonía del silencio.

 Después de unos minutos, dos figuras humanoides descendieron de aquel aparato que recreaba las formas del típico plato volador que me habían descrito las personas cuando yo era un niño. Los misteriosos viajeros descendieron, dieron unos pasos y apuntaron un rayo de color verde fosforescente hacia su transporte, acto seguido se formó una especie de burbuja que lo cubrió totalmente desapareciendo de la vista de cualquier persona.

 Los visitantes eran oficiales de alto rango del ejército interestelar de un planeta lejano y desconocido por los terrícolas (por los “Pasteles verdes” y los “Ángeles Negros”) Después del chiste baboso, les diré que el planeta se llamaba “Fantasy” (hasta hoy nadie sabe por qué).

 El caso es que los extraños seres, que no les describo con detalle por si algunos niños llegaran a leer esta historia y pudieran sufrir pesadillas, venían en una misión especial: investigar al planeta tierra. La idea concreta era recabar muestras diversas para analizar la posibilidad que fuera un hogar alterno en un futuro no tan lejano.

 La estrategia era muy clara. Llegaron a las orillas de esa ciudad, capital de uno de los estados más pequeños del país. No les diré de cuál se trata, únicamente diré, como pista, que posee una enorme costa bañada por un océano que tiene nombre de cerveza. Tampoco les diré como se llamaba la ciudad en la que descendieron, solo diré que si hubieran llegado por tierra y circulado por sus calles se les hubiera borrado la sonrisa.

 Volviendo a la historia de estos valientes expedicionarios del espacio, les transcribo su primera conversación:

 —¡Hola Six! ¿Cómo te sientes en esta atmósfera?

 —Perfectamente, Pack. Los ajustes que hicimos en nuestro sistema operativo fueron  correctos, pero con el viaje me dio mucha hambre.

 —Muy bien, veremos que podemos comer por aquí.

 Los hambrientos visitantes se dieron a la tarea de allegarse un bocadillo y se internaron en la mancha urbana, no sin antes camuflar su apariencia para no despertar sospechas. Ellos podían comer cualquier cosa como aperitivo, pero para alimentar de verdad su organismo había que comer cerebros, debían ser de los mandatarios de los lugares que visitaban, esas eran las únicas muestras que les servirían a los extraterrestres. Six y Pack, portaban sofisticada tecnología en sus equipos que  les permitía hacer rastreos especializados para ubicar a los “candidatos” a formar parte del menú que sofocaría su apetito y, además, aportaría las muestras para que sus avanzados científicos hicieran sus investigaciones. Obviamente esos cerebros tenían que aprobar un examen de calidad.

 En sus aparatos vieron la ubicación exacta de los personajes que su computadora seleccionó como los dignatarios idóneos del análisis de acuerdo con el rango de poder que ejercían. Entonces se dieron a la tarea de ir por ellos, el hambre arreciaba y la misión también agotaba su tiempo. Afortunadamente para ellos parecía que habría suficiente material para el cumplimiento de su tarea.

 Antes de ir por los objetivos superiores, se atascaron con unos taquitos y unos camarones sabrosos pero ni a melón les supieron, así que checaron en la pantalla de su localizador y caminaron (bueno, flotaron a ras de suelo) a un sitio donde al parecer se congregaba una gran cantidad de dignatarios. El sitio estaba ubicado a plenitud, era la avenida que divide en dos la gran ciudad (bueno la pequeña gran ciudad) haciendo perpendicularidad con otra calle con considerable movilidad de oeste a este.

 Six y Pack llegaron con cierta ansiedad y mucha ilusión al lugar. Desde afuera, avistaron en la pantalla una masa informe de damas y caballeros. Sin demora alguna aplicaron el selector de calidad comestible. Se suponía que habría muchas opciones. El sensor debía ponerse en verde al momento de elegir a los candidatos o candidatas a ser comidas (bueno nada más su cerebro) por los extraterrestres. Una vez que eso ocurría, inmovilizaban a todos los demás y procedían a merendarse los cerebros seleccionados, pero ¡Oh, sorpresa, rojo! solo el color rojo apareció. ¡Ninguno pasó la prueba de calidad cerebral. Habría que utilizar el plan “B”, el procedimiento mayor. Eso implicaba acudir al máximo nivel del poder en esa entidad.

 Caminaron (flotaron pues) por la misma avenida y pronto se vieron junto a unas “maxi-letras”. Enfrente estaba el objetivo, esa sección del catálogo no podría fallar, era la punta del iceberg, formado por un selecto grupo, podría decirse la casta de semidioses del poder. Apuntaron hacia aquella imponente y palaciega edificación. De inmediato la computadora seleccionó los cerebros de los tres principales dignatarios, era la opción generalmente infalible. A los extraterrestres “se les hizo agua la boca”. Por fin, podrían saborear unos ricos bocados de sesos selectos. El aparato empezó a hacer unos raros zumbidos intermitentes, luego un ruido estruendoso como el rugido de un motor de tractor “John Deere”, pronto una pequeña explosión y la mini computadora se envolvió en fuego azuloso hasta convertirse en un montoncito de cenizas. Los desconcertados viajeros siderales se llenaron de terror y utilizaron el recurso de la “teletransportación”. En un instante estaban subiendo a su nave, arrancaron los motores y, después de un efímero relámpago, la nave desapareció en el cielo. Un poco antes del despegue espectacular, Six, exclamó nervioso: ¡Qué chasco nos llevamos. Vámonos pronto, antes que muramos de hambre, Pack!

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