jueves, 16 de mayo de 2019

"Santa Tregua"



JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"Santa Tregua"


Deseando que el periodo de vacaciones haya sido de mucha utilidad a mis amables lectores. Digo lo anterior, considerando que algunos gozaron del merecido asueto de la Semana Santa y la de Pascua. Dos exquisitas semanas de descanso y alejamiento de la rutina laboral y citadina. A los que sólo pudieron disfrutar del tradicional puente de la semana mayor pues algo es algo.

En el caso de los que aquí escribimos para ustedes, colocados en cualquiera de las opciones mencionadas,  por razones obvias tuvimos que suspender nuestras entregas periodísticas, mismas que desde esta semana se regularizan con la periodicidad de siempre. Es un gusto estar de nuevo tundiendo el teclado con el ánimo de restablecer nuestro contacto semanal. Una vez más se enciende la emoción de poder llegar a todos ustedes a través del maravilloso ejercicio de la comunicación.

Espero que sus actividades hayan sido muy  exitosas y que regresen, si es que salieron de la ciudad, con la mejor de las suertes, sin contratiempo alguno, con salud y seguridad. No importa el tipo de programa que hayan realizado, si fue itinerario playero, cultural, familiar, de reventón o de recogimiento (en la más espiritual acepción de la palabra), lo importante es que usaran de la mejor manera posible la oportunidad de sus tiempos.

En esos días, a veces más a veces menos, pero la ciudad muestra otra cara, el rostro de la tranquilidad. Es imposible no percibir la calma que se respira en las calles y lugares de habitual aglomeración. El ritmo de la vida se siente en moción de pocas revoluciones porque es una especie de tregua pactada con antelación.  Los planes surgen desde distintas motivaciones. El aspecto religioso, que es digamos el que da origen a esta especie de conmemoración, la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. El económico que, sustentado en las vacaciones de las distintas dependencias educativas del país, genera una efervescencia que mueve las actividades que conforman la industria del turismo, sea de playa, cultural, ecológico, histórico, religioso o deportivo, entre otros. Así que en ese lapso se puede observar un extraño fenómeno social que semeja una especie de éxodo, como aquel del pueblo hebreo liberado de la esclavitud en Egipto por su líder Moisés, sólo que esta marabunta desea escapar momentáneamente de la esclavitud laboral, de la opresión de algunas autoridades despóticas o de situaciones agobiantes y, en esta metáfora, la tierra prometida suele ser la cálida playa, con su mundo alegre, festivo y jacarandoso.

Es muy importante que se mueva la economía para que se generen fuentes de trabajo, aunque muchas sean de carácter temporal, pero en algo ayudan a las familias que lo necesitan. La industria del descanso, descansa a su vez, en la actividad turística. Mientras las personas que salen de vacaciones piensan en la tranquilidad y el reposo, las cadenas productivas se mueven en ese mismo sentido, buscando proporcionar los satisfactores que ellas necesitan. Es por ello que se mueven los eslabones de la industria alimenticia, los productos comestibles a gran escala, carnes, pescados, mariscos y aves. La industria cervecera muestra en esa temporada su mejor sonrisa. El transporte, la ropa, accesorios, combustibles y refacciones para vehículos automotores aumentan su demanda y, así también, una serie de nichos comerciales que se ven impactados por el fenómeno del momento vacacional.

Se podría decir que mientras unas áreas de la economía se activan, otras cierran sus puertas por unos días. También, se puede observar una especie de modorra oficial. En los días principales de la conmemoración religiosa, hasta los malos gobiernos descansan de la presión social, laboral y sindical a que son sometidos por la falta de cumplimiento de sus responsabilidades, aunque están más que convencidos que es una tregua muy breve que se terminará en cuanto pase ese periodo. En breve, se volverán a ver las marchas y protestas en demanda de justicia laboral, máxime aún que, cuándo este ejemplar llegue a sus manos, se estará conmemorando el “Día del Trabajo”, fecha en la que se rinde homenaje a los trabajadores caídos en la lucha por sus derechos laborales, hecho histórico acaecido en Chicago, USA, de donde se origina la nominación de los “Mártires de Chicago”.

Pero, regresemos a la Semana Santa, con todas sus implicaciones. Se entiende que es un momento propicio para la reflexión y la contrición. Por tanto, un tiempo propicio para el acercamiento entre los seres humanos. Entonces, por añadidura, se podría decir que es el momento ideal para el diálogo leal y sincero, de buenos propósitos, entre partes de un conflicto.

No quiero pecar de iluso, pero sería el momento perfecto para que las autoridades estatales y municipales asumieran una postura conciliadora en el afán de proponer respuestas o soluciones a los conflictos laborales que mantienen con los trabajadores. En primer lugar, considerando que esta tregua obligada y la naturaleza ya señalada del momento, brindaron el espacio para la reflexión concienzuda de la problemática y el análisis de las circunstancias y las disposiciones, por ende, podrían generar un propuesta atractiva a los intereses de la base trabajadora, antes de que se llegue al desfile del día de los trabajadores, en el que, por su propia naturaleza, se verán acciones combativas y directas, conformando un reclamo social de alto espectro, mismo que se considera de lo más normal y legítimo en una lucha que no es de hoy, sino se arropó desde hace muchísimas décadas, pero que, por la forma obvia de la demanda social y política, pudiera herir la caprichosa susceptibilidad de los patrones gubernamentales.

En fin, esperemos que este hermoso tiempo de reflexión haya pesado en el ánimo de los titulares de los gobiernos estatales y municipales y hagan un examen de conciencia (aunque sea examen extraordinario) y tengan algo bueno que ofrecer a sus maltratados trabajadores. No vayan a resultar como el dicho aquel del cantante basquetbolero de Guatemala, el tal Arjona: “De mi barrio, la más religiosa era doña Carlota, hablaba de amor al prójimo y me ponchó cien pelotas…”


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