miércoles, 14 de diciembre de 2016

"El balance de la felicidad"


JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / Periodismo Nayarita



"El balance de la felicidad"


Las madrugadas frías de este mes me indican que, con la invernal temperatura, ha llegado también el final de este año 2016. Me indican también que llegó el momento de cerrar el ejercicio anual de esta su columna “De todo como en botica” que ustedes han hecho posible tenga más de un lustro de llegar a sus manos. Créanme que estar vigente ese tiempo no es cualquier cosa. Por tanto, es también tiempo de agradecer a cada uno de los lectores que con su preferencia, comentarios y sugerencias, han alentado la permanencia y la mejora continua de los contenidos de este espacio de lectura.

No puedo evitar sentir algo de nostalgia durante el espacio que queda entre la aparición de la última edición del año, ésta que estás leyendo ahora mismo, y la próxima que será el miércoles once de enero, ya del año siguiente. En el ejercicio de la comunicación se forma un vínculo de extrema solidez entre el que emite y el que recibe un mensaje. Parece una frase trillada pero es absolutamente cierta. Sobre todo cuando el comunicador respeta, en el mejor de los sentidos, al lector. Me refiero cuando éste le da su lugar y entiende a la perfección la valía de aquel. Cuando el mensaje enviado, se reconoce, se entiende, se asimila y se utiliza, se puede decir que se ha dado el paso fundamental. Cuando eso sucede, se ha logrado establecer el contacto y desde ese momento se puede decir que ambos ya se consideran “viejos conocidos” o “nuevos amigos”.

Sé que hay mucha información que aún podría traer hoy aquí, pero el agradecimiento siempre ha sido una parte fundamental en mi forma de ser, un valor incrustado en las profundidades de mi corazón, y decidí presentárselos con humildad el día de hoy. Muchas gracias por ser parte de mi quehacer periodístico, por tanto apoyo mostrado a mis textos, por ser parte esencial de este proyecto informativo que espero dure muchos años más.

Es también parte de mi estilo realizar una especie de balance,  o si se prefiere un recuento de los hechos principales ocurridos en el año que termina, aunque algunas veces no sea tan agradable hacerlo. Esto último lo digo porque algunos balances resultan muy deficitarios en relación a lo que deseáramos. En ciertas ocasiones las historias no resultan ser como en los cuentos de hadas, en donde los finales suelen ser muy felices. Pero eso no debe desanimarnos, siempre hay años peores que otros y siempre vendrán tiempos mejores.

Hay situaciones difíciles, extremadamente perniciosas, en las que parece ser que el villano se saldrá con la suya, pero no es así, lo que sucede es que, aunque lo parezca, aún no es el final del cuento. Ese villano despreciable, con cara de garapiñado, enfermo de poder y de soberbia, cuya espesa, maloliente y escurridiza baba contamina los peldaños de la escalinata de su propio palacio, será derrotado y sufrirá su castigo. Aún no alcanzamos a ver el desenlace, pero el bien siempre triunfa sobre el mal, por más que se tarde en llegar. No sabemos aún si será una luz divina que surja del sol, la que traspase el corazón malévolo de ese sátrapa despiadado o será un príncipe valiente con su reluciente espada justiciera la que acabará con él, pero estoy cierto, aún sin ver el final de este cuento, que de alguna manera pagará sus atroces villanías.

Bueno, dejemos de lado esa parábola que seguramente no encaja en ninguna realidad cercana, y sólo es producto de mi trastornada imaginación. Mejor les invito a que cada quien haga su propio balance. Que cada uno de nosotros pondere los sucesos del año y en función de eso elabore su tabla de valores.

Por mi parte, estoy de acuerdo en que ha sido un año difícil, sufrido de manera estoica, aunque algunas veces exageradamente conformista, por el pueblo mexicano. Una de las razones principales de este sufrimiento es la crisis económica causada por la oligarquía, que ha actuado maquiavélicamente para someter a su poder a la nación, cruelmente, como si fuera uno de los jinetes de la apocalipsis, con sus diferentes agentes y brazos ejecutores: el crimen organizado en sus dos variantes, el privado y el público, o sea la delincuencia común y la delincuencia pública, es decir, los malhechores con careta y con pistolas y los sin careta y con legisladores y demás cómplices.

En todo el país se han dado situaciones reprobables, en las que el actor principal ha sido el gobierno, sus patrones y sus secuaces. Ya no es nuevo hablar de tanta injusticia en contra del pueblo, lo malo es acostumbrarse a ello. Lo grave es que la ciudadanía pierda su capacidad de asombro y permita en su realidad cotidiana el robo del erario y el saqueo de sus recursos naturales como algo normal. Que sean la corrupción y su hija, la impunidad, sus vecinos preferidos. En el ámbito social y económico ha sido un mal año para el pueblo, porque ha sido muy golpeado por el rigor de las fuerzas malignas del poder. Aunque ese mismo abuso, ese mismo exceso en el ejercicio del poder ha propiciado, en contraparte, que muchos sectores de la población empiecen a despertar de su prolongado letargo. Ese es el juego de los balances, lo negativo y lo positivo.

En fin, sería interminable traer todo lo sucedido en este largo año. Les reitero mi invitación a que lo hagan en calma, cada quien desde su lugar más asequible. Con rigor introspectivo, con sinceridad absoluta, con examen de conciencia.  Ahí, en la profundidad de tu sentimiento, y a la luz de tu conocimiento de causa y vivencia, encontrarás la respuesta a las interrogantes que puedan inquietarte. Intenta ser sincero contigo mismo, no te compadezcas de ti y tampoco te flageles. Mejor piensa que la vida es una secuencia interminable de cosas y casos, pero muchas de ellas se pueden inducir. Haz un recuento de las cosas que hiciste bien y acomódalas en tu lugar favorito. Las que hiciste mal colócalas en una caja de cristal para que no las pierdas de vista cada que pases delante de ellas.

No te aplaudas por lo que hiciste bien, más bien piensa que es tu deber y cuando mucho amerita una palmadita en el hombro, pero sí, échate en cara lo que hiciste mal. No con el afán de hacerte sentir incómodo sino con el firme propósito de no repetirlo.  Los aplausos grandes llegarán al final de la obra y no antes, hoy tómalo como un ensayo. La recompensa es muy grande y debes llegar a ella. Pero siempre dando los pasos adecuados en la ruta de lo fructífero, lo legal, lo correcto, lo anhelado, lo hermoso, lo bueno, lo feliz, lo ideal.

Bien amigos y amigas, sólo quedó espacio para desear que estas fiestas navideñas signifiquen el motivo perfecto para unir a la familia y pasar momentos de armonía, paz, alegría y concordia. Busquen acercarse a quienes por distintas cosas están fuera del círculo cercano, vale la pena sentir el calor hermoso del perdón en el corazón. Que en la víspera del año por llegar fortalezcan sus deseos por ser mejores y alcanzar todos los sueños que han quedado debajo de la almohada. Nada mejor que renovar las fuerzas, perseguir y conseguir las metas trazadas y este año que se avecina puede ser el mejor de los escenarios para ello.

Gracias por su preferencia, por su lealtad y su apoyo a mi columna. Deseo para ustedes y su apreciable familia una Feliz Navidad y un Maravilloso Año 2017.

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