JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / Periodismo Nayarita
"Detectives y ladrones"
Hay una
vieja frase que dice: “A veces me siento y pienso, otras nada más me siento”.
Esta sentencia se explica por sí misma. Yo la interpreto como que hay ocasiones
que tenemos la intención y la inspiración, por ejemplo de crear algo, o como yo
que me senté a escribir un artículo. Te acomodas ante tu teclado e
inmediatamente inicias tu aventura epistolar, sobre todo si ya tienes muy clara
tu idea. Pero otras veces, te sientas ante el teclado y empiezas a ver que la
flechita de la derecha ya no funciona, que una mosca ya hizo sus gracias cerca
de la barra espaciadora, que ya se está acabando la batería de tu computadora
portátil, etcétera y no logras escribir una sola línea. Hay casos así, aunque
afortunadamente son muy esporádicos en lo que a mis intentos de escritor se
refiere, pero sí que los hay.
Por
ejemplo, por la cercanía de la fecha, pensé en la conmemoración de la “Batalla
de Puebla”. Pero, casi de inmediato me detuve porque pensé, ¿Qué les puedo
contar de esa épica batalla? Si ya los libros de texto gratuitos se encargaron
de darle otro sentido a esa historia. Que se puede resaltar de esa epopeya, y
pensé que quizá el valor de los mexicanos. Pero luego me acuerdo de que ese
valor solo existe en los libros. Que los valerosos mexicanos que enfrentaron en
inferioridad de circunstancias al otrora mejor ejército del mundo, esos ya se
murieron y, tristemente, si pudieran vernos desde el cielo, se morirían de
nuevo, pero no de agujeros de balas sino de boquetes en el alma. Azotarían de
nuevo por efecto de la tristeza de vernos humillados y arrodillados ante los
traidores a la patria y sus patrones extranjeros. Seguramente algún fantasma
travieso, con un puñado de nubes blancas, nos escribiría en el cielo un: “Cobardes,
ya se rindieron”. Además, terminé desechando esa idea porque para hablar de
trancazos y caballos mejor les contaría del Canelo y del gobernador,
respectivamente.
Luego
pasó por mi mente escribirles algo divertido, cómo para hacer menos sufridos
nuestros momentos, algo así como un buen cuento. Por ejemplo de reyezuelos,
ogros panzones y bufones. Pero me acordé que ya he escrito mucho sobre algunos funcionarios
de la gente y especialmente de un tal Pepe Atoles, que decidí que no valía la
pena “gastar pólvora en zanates” o “chanates” como dicen en mi rancho. Después,
se me ocurre escribir de la corrupción, la prepotencia, el cinismo y la
impunidad, pero de inmediato me doy cuenta que es como decir: “Otra vez la
burra al trigo” y se me pasa.
Así
estuve piense y piense (bah, que presumido). En serio que le estuve dando
vueltas al asunto. Me enfrasqué en un activo soliloquio. Enfilaba hacia lo
serio luego viraba a lo frívolo. Era
como querer encontrar chistes blancos de Polo Polo o creer que la “Cruzada
contra el Hambre” sirva de algo. Mis pensamientos giraban cual veleta impulsada
por un fuerte viento campirano con olor a pino. Era tan patético e
incomprensible el momento que no sabía qué extraña fuerza movía los hilos de mi
mente. Pasaba por un estado de verdadero desconcierto. Todo giraba
vertiginosamente alrededor, pero no sabía qué sentido dominaba, si era la
centrífuga o la centrípeta la fuerza que realmente me mareaba.
Así
estuve durante largo rato. Pensaba en desistir, levantarme y dejarlo para
mañana, pero los recordaba a ustedes, sí a ti que en este preciso momento me
estás leyendo y también en el vecino de allá y el de acullá. Entonces regresaba
de inmediato a mi intento y seguía pensando. Los temas pasaban de prisa por mi
mente cual carrusel de feria o como aquellos viejos tocadiscos que hacían girar
los discos de acetato, pero ninguno se quedaba conmigo. Asomaban vagamente como
inestables aproximaciones temáticas. Pero nada digno que contarles.
Un poco
después una idea pareció tener sentido. Eso fue porque me dio sed y tuve que ir
a prepararme una rica agua fresca de Jamaica. Pero me doy cuenta que no había
agua en el garrafón y eso me trajo la idea de la escasez del vital líquido en
un futuro no tan lejano, de la inminencia de su privatización, de que actualmente
cuesta más un litro de agua embotellada que un litro de petróleo y de que es
casi un hecho que las guerras del futuro ya no serán por los hidrocarburos sino
por la posesión del agua. Pero a la luz de mi análisis inmediato de las causas
que originan estos problemas, no van a creer que fue lo que volvió a aparecer
ante mi vista. Sí, adivinaron. Otra vez la corrupción, la impunidad y el
desmedido afán de lucro de quienes gobiernan el mundo. La manipulación
asquerosa y la sobreexplotación de los recursos naturales, por auténticos
depredadores disfrazados de empresarios, apoyados por traidores a la patria
disfrazados de diputados y senadores.
Así las
cosas, buscaba comentarles sobre asuntos importantes, locales y nacionales y en
todas partes aparecía la corrupción y la impunidad, ese atroz binomio que tanto
ha dañado a nuestra sociedad. Existe mucha corrupción porque existe mucha
impunidad y existe mucha impunidad porque hay mucha corrupción dentro de las
autoridades que debieran acabar con ese flagelo histórico. Un auténtico círculo
vicioso.
Después
de múltiples despistes, pensaba en lo ridículo que resulta toda esa perorata
sobre comisiones, sistemas y programas anticorrupción en México. El mundo de
comentarios, dimes y diretes sobre las reformas a la ley de transparencia y una
sarta de cosas relacionadas. Todo eso a la mayoría nos parece un chiste malo de
un comediante en decadencia. Cómo creer en que el gobierno impulse iniciativas
de ley para frenar la corrupción, y que los legisladores de ambas cámaras las
aprueben, si en realidad los principales corruptos son ellos mismos.
Es para
miccionar de la risa que el contralor de la nación investigue a su patrón y
esperemos que lo castigue por corrupción. Ya vimos esa película y resultó una
blanca gaviota, perdón paloma. En nuestro estado no es la excepción, ya hemos
visto casos muy sonados en los que se han tenido “los pelos de la burra en la
mano” y simplemente no se castiga a nadie. Otro ejemplo son las auditorías
fiscales, que por cierto son exhaustivas, pero sólo les aprietan las tuercas a
los peces pequeños, pero a los tiburones, los grandes depredadores del erario,
a esos los premian con diputaciones o delegaciones.
Ya por
último, lo más reciente. Personal de la contraloría y demás, haciendo de
Sherlock Holmes, cámara en ristre, tratando de cazar in fraganti a los
“peligrosos” trabajadores de gobierno del estado cometiendo el horripilante
delito de recibir en horario de trabajo, su camiseta y su cachucha para
desfilar el primero de mayo. Bah, que ridículos se ven. Movilizar tanto
personal, amenazar a los empleados con levantarles actas administrativas,
cuando hay tantos casos interesantes que atender en los centros de trabajo,
existen muchas cosas y casos. Sería más loable que pusieran interés en el
manoseo de los recursos, en “el moche”, en el acoso laboral, la represión, la
prepotencia de muchos jefes, sus prolongadas ausencias, el maltrato a sus
subordinados, y aquí le dejo porque no alcanzaría el espacio para las
recomendaciones.
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.