La
cita a las cinco de la tarde, en el patio de la Secretaría de Obras Públicas,
no fue del agrado de muchos trabajadores de campo de la misma. Desde que se dieron por
enterados iniciaron las rabietas, los pretextos y las ideas ingeniosas para
tratar de evadir la charla sobre adicciones. Las trabajadoras sociales
encargadas de ratificar personalmente el contenido de la convocatoria se
convirtieron al instante en el blanco de los ataques verbales, reclamos y toda
clase de rezongos.
Cómo
en otros ámbitos u ocasiones, el sólo hecho de leer la palabra OBLIGATORIO, fue
motivo de una oposición casi alérgica. Trato de entender que así somos los
seres humanos, un poco “contreras”, pero a veces pienso que también somos un
tanto “chiquiados”. Me gustaría ver si la reacción ante esa palabra sería la
misma si, por ejemplo, el comité enviara una circular diciendo que pasen a
recoger “obligatoriamente” su arcón navideño. ¿Cuántas personas dejarían
de ir por su arcón? Casi estoy seguro que ninguna dejaría de recogerlo tan sólo
por esa razón. Creo que encontrarían muy “razonable” esa obligatoriedad y no se
quejarían de manera alguna. ¿Qué indica lo anterior? Desde mi punto de vista,
dos cosas. Una, que no es tan “natural” esa contrariedad de las personas al
término obligación, y dos, que estamos muy mal acostumbrados al equilibrio
entre los derechos y las obligaciones en el ámbito sindical. En otras palabras,
que muchos sólo desean tener derechos pero no cumplir con ninguna de sus
obligaciones. ¡Vaya comodidad de algunos!
No
sólo en este aspecto sino en muchos casos de la vida sindical se da esa triste
pobreza de la conciencia social y del sentido de pertenencia.
Desafortunadamente son muchas las personas, hombres y mujeres, que no valoran
el privilegio de pertenecer a un sindicato como el SUTSEM, que es el ÚNICO que
ha enfrentado históricamente a los gobiernos represores y ha luchado por tener
las prestaciones sociales y económicas que se disfrutan en la actualidad,
después de casi ocho décadas de esfuerzo y sacrificio sindical. Pero dejemos
este asunto y vayamos al que, el día de hoy, es el más importante en este espacio,
el tema de las adicciones; y también a explicar la razón de esta campaña de
prevención y rehabilitación.
Cuando
se trata de reconocimientos por triunfos o logros en cualquier materia es muy satisfactorio
pregonarlos y disfrutarlos. Pero, es muy difícil reconocerlos o aceptarlos
cuando se trata de algo negativo o vergonzoso. La Secretaría de Obras Públicas
siempre había estado a la vanguardia entre las dependencias del poder
ejecutivo, manteniendo por años un ejemplar liderazgo en los ámbitos del
quehacer técnico y administrativo, sirviendo de guía y de apoyo a otras
secretarías y dependencias descentralizadas.
Pero, hoy, por razones ampliamente conocidas por la sociedad nayarita,
esta misma dependencia está caminando por situaciones muy penosas que son
producto de condiciones desfavorables e inhumanas provocadas por manejos
impropios y abusivos de administraciones pasadas que dejaron secuelas
importantes del ocio y la corrupción, esas situaciones son las adicciones al
alcohol y a sustancias prohibidas. Por esas razones, y en base al interés
mostrado por ambas partes del binomio laboral: el patrón y el sindicato, se ha
convenido implementar un programa para combatir ese grave problema.
No
es fácil reconocer una situación de esa naturaleza, eso se sabe. Pero si el
problema está detectado, sería imperdonable no intentar resolverlo. Desde esa
perspectiva, es loable el interés y la determinación del Gobernador, del
Secretario de Obras Públicas y de la Dirigencia Sindical del SUTSEM, de
enfrentar decididamente el problema, intentando socializar, primeramente, el
asunto, y aplicar de manera preventiva la primera fase, con pláticas semanales
de orientación, el internamiento en centros de rehabilitación como “Marakame” y todo lo que fuera necesario, con
el auspicio de gobierno y sindicato.
Me
parece una excelente forma de abordar un problema de esa magnitud, dado que la
ley es muy clara en ese sentido y bastaría con aplicar los controles
anti-doping sorpresa a los operadores de vehículos y maquinaria pesada y de
resultar positivos podrían ser despedidos. La idea de iniciar con una fase
preventiva, de concientización y rehabilitación voluntaria, garantiza, por un
lado, la eficacia del resultado, y por el otro, el intento de no golpear el
ingreso económico de una familia, y de hecho, intenta protegerla de una muy
probable desintegración.
Dejando
ahora de lado los aspectos legales y administrativos que genera ese grave
problema de las adicciones, me gustaría comentar otros ángulos del mismo asunto
que quizá suelen resultar más crueles o más trágicos. He conocido en mi vida
varios casos que han terminado de una manera por demás trágica, triste y muy
dolorosa. El primero que llega a mi mente es de un viejo amigo mío, casi
hermano, que teniendo familia, amigos, buena fama, buen trabajo, se deslizó por
el macabro tobogán del alcoholismo, viviendo un penoso deslizamiento social al
grado de terminar como miembro activo de un “escuadrón de la muerte” y acabar
sus días en un charco de sangre producto de una cirrosis hepática a una edad
temprana, en plena juventud.
Recuerdo
otro caso de alcoholismo, en el que el protagonista fue un hombre del Estado de
Guanajuato, profesionista recocido en su medio, catedrático universitario, políglota,
adinerado, bien parecido, de edad madura, pero no un viejo, que cayó también en
las garras del vicio y terminó abandonado, sucio, muerto en una callejuela de
mi pueblo, tras haber tomado agua de un charco.
Otro
caso más, un viejo conocido del barrio, quien en uno de sus críticos episodios
de experimentación sicotrópica en pleno “Parque a la Madre” gritaba a los
transeúntes que paseaban tranquilos que no le pisaran su lengua que él, en su
paroxismo, veía gigantesca, según comentaba después del exótico momento, que se
extendía como alfombra por toda la superficie adoquinada de los pisos del
parque popular. Este individuo, al parecer sí se rehabilitó y vive una vida
familiar feliz.
Recuerdo
otro caso, de alguien que, cuando se ponía loco por el consumo de sustancias,
golpeaba a su esposa y a sus hijos al grado de lastimarlos gravemente.
Finalmente fue abandonado por ellos, que desaparecieron para siempre de su
miserable vida. El enfermo terminó sus días colgado de un árbol en el patio de
su casa. Hay otro caso de un joven, en su desesperación por las drogas se
disparó en la sien derecha con un arma que había robado, contando apenas con
escasos veintiún años.
En
fin, historias de ese género existen muchas, unas de verdad impublicables por
el grado de dramatismo y de ofensa a la naturaleza humana. La mayoría de personas
estamos conscientes que el primer paso para combatir una adicción es reconocerla, pero también es muy sabido que esa
es la más difícil de las decisiones. Así que hay que tener confianza en las
personas y optimismo en las buenas voluntades. Este texto es un modesto intento
de contribuir en algo, hacer conciencia de que existe ese problema entre
nosotros y que podemos resolverlo entre todos. Es también un reconocimiento a
la disposición de las autoridades administrativas y la dirigencia sindical de
apoyar a quienes lo necesitan y por supuesto al grupo de trabajadoras sociales
y personal especializado en la materia, deseándoles a todos el más contundente
de los éxitos y que logren cerrarles a muchos “Una puerta hacia el infierno” ¡Enhorabuena por la labor!
RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO EN LA
PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y
SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.