SAÙL ARMANDO LLAMAS
LÒPEZ
El
pragmatismo es la postura filosófica que defiende que un conocimiento filosófico
y científico solo puede ser considerado verdadero en función de sus
consecuencias prácticas. Esta postura emerge entre la atmósfera cultural y las
inquietudes metafísicas de intelectuales estadounidenses en el siglo XIX, y
alcanzó su auge dentro de las corrientes filosóficas que reaccionaron ante el
positivismo.
Actualmente, el pragmatismo es
un concepto bastante utilizado y extendido no solo en la filosofía, sino en
muchos ámbitos de la vida social, incluso comienza a ser identificado como una
actitud filosófica, con lo cual podemos decir que sus postulados se han
transformado y aplicado de muchas maneras distintas. A continuación haremos un
repaso muy general por su historia y algunos conceptos clave.
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¿Qué es el pragmatismo?
El pragmatismo es un sistema
filosófico que surge formalmente en 1870 en Estados Unidos y que, a grandes
rasgos, propone que sólo es válido el conocimiento que
tiene una utilidad práctica.
Se desarrolla principalmente
bajo las propuestas de Charles Sanders Peirce (quien se considera el padre de
pragmatismo), William James y posteriormente John Dewey. El pragmatismo
está influenciado también por los conocimientos de de Chauncey Wright, así como
por los postulados de la teoría darwiniana y el utilitarismo inglés.
Llegado
el siglo XX, su influencia declinó de manera importante. No obstante, volvió a
ganar popularidad hacia la década de 1970, de la mano de autores como Richard
Rorty, Hilary Putnam y Robert Brandom; así como Philip Kitcher y How Price,
quienes han sido reconocidos como los “Nuevos pragmatistas”.
Algunos conceptos clave. A lo
largo de tiempo nos hemos servido de muchas herramientas para asegurar que nos
podemos adaptar al entorno y que podemos hacer uso de sus elementos (es decir,
sobrevivir).
Sin duda, muchas de estas
herramientas han surgido de la filosofía y de la ciencia. Precisamente, el
pragmatismo sugiere que la principal tarea de la filosofía y de la ciencia debería
ser generar conocimientos que sean
prácticos y útiles a
dichos propósitos.
En otras palabras, la máxima
del pragmatismo es que las hipótesis deben trazarse de acuerdo con las que
serían sus consecuencias prácticas. Esta sugerencia ha tenido repercusiones en
conceptos e ideas más específicas, por ejemplo, en la definición de ‘la
verdad’, en cómo delimitar el punto de partida de la investigación, y en la
comprensión e importancia de nuestras experiencias.
La verdad.
Lo que hace el pragmatismo es dejar
de poner atención en la sustancia, la esencia, la verdad absoluta o la
naturaleza de los fenómenos, para atender a sus resultados prácticos. Así, el
pensamiento científico y filosófico ya no tienen como finalidad conocer
verdades metafísicas, sino generar las herramientas necesarias
para que podamos hacer uso de lo que nos rodea y adaptarnos a ello según lo que
se considera adecuado.
En otras palabras, el
pensamiento sólo es válido cuando es útil para asegurar la conservación de
ciertos modos de vida, y sirve para garantizar que tendremos las herramientas
necesarias para adaptarnos a ellos. La filosofía y el conocimiento científico
tienen un propósito principal: detectar y satisfacer necesidades.
De esta manera, el contenido de
nuestros pensamientos está determinado por la manera en que los usamos. Todos
los conceptos que construimos y utilizamos no son una representación infalible
sobre la verdad, sino que los encontramos verdaderos a posteriori, una vez que
nos han servido para algo. En contraposición con otras propuestas de la
filosofía (especialmente el escepticismo cartesiano que dudaba de la
experiencia por confiar fundamentalmente en lo racional), el pragmatismo
plantea una idea de verdad que no es
sustancial, esencial ni racional, sino que existe en tanto que
es útil para conservar modos de vida; cuestión que se alcanza mediante el
terreno de la experiencia.
La experiencia.
El pragmatismo cuestiona la
separación que la filosofía moderna había hecho entre la cognición y la
experiencia. Dice que la experiencia es un proceso mediante el cual obtenemos
la información que nos ayuda a reconocer nuestras necesidades. Por eso, el
pragmatismo se ha considerado en algunos contextos
como una forma de empirismo. La experiencia es lo que nos da el
material para crear conocimiento, pero no porque contenga por sí misma una
información especial, sino que adquirimos esa información cuando entramos en
contacto con el mundo exterior (cuando interactuamos y lo experimentamos).
Así, nuestro pensamiento se
construye cuando experimentamos cosas que suponemos que están causadas por los
elementos externos, pero que, en realidad, adquieren sentido solo al momento en
el que las percibimos mediante nuestros sentidos. Quien
experimenta no es un agente pasivo que solo recibe los estímulos
externos, es más bien un agente activo que los interpreta. De aquí mismo se ha
derivado una de las críticas al pragmatismo: para algunos parece mantener una
postura escéptica hacia los eventos del mundo.
La investigación.
En línea con los dos conceptos
anteriores, el pragmatismo sostiene que el centro de las inquietudes epistemológicas no debería ser demostrar cómo es que se
adquiere un conocimiento o una verdad absoluta sobre un fenómeno.
Más bien, estas inquietudes
deben estar orientadas hacia entender cómo podemos crear métodos de
investigación que contribuyan a hacer factible cierta idea de progreso.
La investigación es entonces una actividad comunal y activa, y el método de la
ciencia tiene un carácter autocorrectivo, por ejemplo, tiene la posibilidad de
ser verificado y ponderado.
De esto se desprende que el
método científico es por excelencia el método experimental, y el material es
empírico. Así mismo, las investigaciones comienzan con plantear un problema
ante una situación que es indeterminada, es decir, la investigación sirve para reemplazar
dudas por creencias establecidas y bien fundamentadas.
El investigador es un sujeto
que obtiene material empírico de las intervenciones experimentales, y plantea
las hipótesis de acuerdo con las consecuencias que tendrían sus propias
acciones. Así, las preguntas de investigación deben estar destinadas a resolver
problemas concretos. La ciencia, sus conceptos y teorías, son un instrumento
(no son una transcripción de la realidad) y están destinadas a alcanzar un
propósito específico: facilitar una acción.
OTRA DEFINICIÓN.
El pragmatismo es un movimiento filosófico surgido en Estados Unidos a finales
del siglo XIX. Sus creadores fueron Charles Sanders Peirce, John Dewey y
William James.
Proviene de la palabra griega ‘pragma’, que significa “hecho”, “acto”, ”situación
concreta”.
Su ideología se basa en que sólo es bueno aquello que tiene una utilidad
práctica en el mundo real, en la vida humana, es decir, todo aquello que
es eficaz. De esta forma se opone a las escuelas filosóficas del
racionalismo y el formalismo (éstas basan la verdad en el intelecto y en
raciocinio humanos).
Para el pragmatismo, ninguna verdad es absoluta o eterna: las verdades son
temporales, están sujetas a los cambios y a la evolución del entorno en el
tiempo.
El pragmatismo afirma que la mente humana es un tipo de herramienta que debe
ser usada para solucionar problemas, y el conocimiento se obtiene superando
esos problemas. O dicho de otro modo, la mente humana no está destinada a
conocer la verdad filosófica ni a investigar, existe simplemente para adaptarse
lo mejor posible al momento y al entorno.
En algunos casos podemos asociar el pragmatismo a “ser práctico”. Se relegan
los ideales y se prioriza la utilidad, la efectividad en un momento preciso.
EJEMPLOS:
Ejemplo 1: Cuando una persona hace algún tipo de negocio/transacción con
otra persona que no le agrada en absoluto. Preferiría no verla ni tratar con
ella, pero la utilidad / beneficio del negocio es prioritaria. Esa persona está
siendo pragmática.
Ejemplo 2: Cuando un partido político hace un pacto con otro partido
político (de ideología muy distinta a la suya) para aprobar una ley concreta.
Ambos partidos renuncian a sus ideales porque creen que la ley es necesaria
para su país.
Ejemplo 3: Las mismas leyes, de todos los países, son de alguna manera
pragmáticas. Hoy en día no hay leyes que estuviesen vigentes en el siglo X.
Algunas de ellas serían, en el mundo actual, muy injustas. Las leyes se hacen
para adaptarse a su tiempo.
Ejemplo 4: Comprar en el desierto una botella de agua por un precio de
1000 euros.
Ejemplo 5: A un estudiante le gusta mucho la filosofía, pero tiene elige
estudiar economía porque tendrá más opciones de encontrar un trabajo mejor
pagado.
Ejemplo 6: Los habitantes de un país están pasando hambre. El gobierno
decide deforestar una zona de su país para alimentarlos. Dicha zona tardará
años en volver a ser productiva, pero la hambruna temporal se soluciona.
Ejemplo 7: Un hombre no soporta a su suegra, ni las tonterías que dice.
Pero sabe que si discute con su suegra y le dice lo que piensa, su mujer se
enfadará con él, así que opta por tragarse sus opiniones y callarse para evitar
problemas.
Ejemplo 8: En una ciudad está prohibido matar palomas. Pero en poco
tiempo llega una plaga y las palomas se multiplican por cien. Se aprueba una
ley que permite matar palomas.
Ejemplo 9: Un equipo de fútbol contrata al entrenador de su equipo
rival, a pesar de que su afición se enfada mucho, porque piensa que es el único
entrenador que le puede ayudar a no descender de categoría.
Ejemplo 10: A un hombre se le cae una moneda de 1 céntimo de euro por la
alcantarilla. Es su dinero y le molesta perderlo, pero es demasiado costoso
intentar recuperarlo y en ese momento no necesita el céntimo.
OTROS
ARCHIVOS, SI GUSTAS SEGUIR LEYENDO:
https://www.significados.com/pragmatismo/
https://es.wikipedia.org/wiki/Pragmatismo
Referencias bibliográficas:
Stanford Encyclopedia of Philosophy (2013). Pragmatism.
Recuperado 3 de mayo de 2018. Disponible en
https://plato.stanford.edu/entries/pragmatism/#PraMax
Sini, C. (1999). El
pragmatismo. Akal: Madrid.
Jos, H. (1998). El pragmatismo
y la teoría de la sociedad. Centro de las Investigaciones Sociológicas.
Recuperado 3 de mayo de 2018. Disponible en https://revistas.ucm.es/index.php/POSO/article/viewFile/POSO0000330177A/24521
Torroella, G. (1946). El
pragmatismo. Caracterización general. Revista cubana de filosofía, 1(1): 24-31.