JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / Periodismo Nayarita
"Trompetas lo anuncian"
Esta
semana sucedieron varias cosas que merecen ser comentadas. En realidad estas
noticias o acontecimientos de la vida local, nacional e internacional constituyen
una gran cantidad de material que valdría la pena analizar para emitir un punto
de vista. Es evidente que en un espacio de esta naturaleza no es posible
desmenuzar todo lo que ocurre en cierto periodo, pero también es cierto que mi
intento por traer algunas de esas cosas que suceden en nuestro entorno, sobre
todo aquellas que impactan de manera directa o indirecta, es con el propósito
de entregar algo que sea útil, además de oportuno.
En este
contexto, considero que una de las noticias más relevantes de la semana es la
relativa a la elección del próximo ocupante de la Casa Blanca (le puse letras
mayúsculas para diferenciarla de la casa blanca de La Gaviota). El evento en
sí, significaba un suceso que acaparaba reflectores de la prensa y le daría de
manera natural un auditorio ansioso. Un gran número de espectadores se
declaraba ávido de conocer el desenlace de este suceso político electoral de
los vecinos del norte. Razones hay muchas para decir eso.
Una de
esas razones que llamaba mucho la atención es el tipo de campaña que realizó
quien a la postre resultó ganador de la elección, el extravagante empresario
Donald Trump. Creo que no es necesario explicar que dicha campaña se distinguió
por el espíritu racista del discurso del magnate inmobiliario que, si no ocurre
un milagro, se convertirá en el presidente número 45 de los Estados Unidos de
América.
Cuando
este artículo esté al alcance de mis amables lectores, este tópico estará más
seco y roído que un hueso de gobernador saliente y por el tiempo que pasó, el suceso
estará más visto que las películas de Pedro Infante. Pero aun así quise
dejarles mi opinión o compartirles mis preocupaciones.
El
discurso amenazaba de facto el futuro de los migrantes y particularmente el de
nuestros paisanos. Digo esto en razón de que, no obstante que manifestó el odio
a los latinos en general, a los mexicanos les endilgó de manera directa
epítetos muy ofensivos, además que la idea emblemática de esa campaña electoral
fue la construcción del famoso muro fronterizo con nuestro país. Esto es
ampliamente conocido por toda la gente, pero no encuentro otro modo de
contextualizar el asunto si no es dando un panorama muy general de la
situación. Pero en aras de avanzar diré que me daba la impresión que el tono
xenofóbico del discurso “Trumpiano” le hacía campaña gratuita a la Sra. Clinton
que, aunque no es exactamente una perita en dulce para los mexicanos ni para el
mundo, se convertía por eliminación, en la candidata que podía ofrecer
situaciones más prometedoras para nuestros migrantes.
Yo compartía
el ánimo de nuestros paisanos “náyaros” arropados bajo la membresía de la
Organización NAY-USA, a través de su dirigente, mi amigo J. Pedro González
Ramírez, que dejaba sentir la seguridad sobre el triunfo de la candidata
demócrata. Todo parecía indicar que sólo era cosa de tiempo y que así sería el
resultado. Al día siguiente de la elección, las palabras del dirigente de dicha
organización lo resumían todo: “Del plato a la boca, se cae la sopa”. Así caía
el telón de una esperanza fallida. El panorama de pronto se volvía sombrío y
más amenazador que antes. Quedaba la sensación del retroceso de muchas décadas
de paulatino avance en la democratización de las relaciones migratorias y el
respeto a la diversidad cultural en USA. Pero, con sólo tomar un respiro y acomodar los ojos y el corazón en su lugar,
vuelven a la carga nuestros paisanos. No se declaran de ninguna manera
derrotados. Sólo se sacuden el polvo y vuelven a la lucha. Cómo debe ser,
porque tienen el espíritu indomable de la raza de bronce y la fuerza guerrera
de la sangre azteca. Lo que es una verdadera lástima es que muchos grupos de
latinos hayan demostrado tan poca solidaridad con sus hermanos migrantes
votando por el racista de Donald Trump. Eso sin considerar la inequitativa
forma de contabilizar los votos en el sistema electoral gabacho.
Por la
forma intrincada en que se mueven los hilos del neoliberalismo, que coexiste en
algunas regiones con los remanentes del capitalismo bastardo en México, es
difícil vaticinar la magnitud del impacto de la llegada de Trump al poder, en
términos de las probables afectaciones a la economía nacional mexicana. Por lo
pronto, los efectos inmediatos se dejaron sentir en el mercado cambiario, que
se movió considerablemente en los recientes cinco días, afectando la paridad
del peso mexicano con las divisas más usadas como el dólar americano y el euro.
No es necesario decir que se necesitan hoy más pesos para completar cualquiera
de esas divisas mencionadas que antes de la elección gringa. Pero no hay que
preocuparnos, si ya lo dijo nuestra célebre analista, la economista Andrea
Legarreta: “A nosotros no nos afecta la subida del dólar, nosotros usamos el
peso”.
Hay que
esperar los embates que puedan venir un poco más adelante. Ya todo mundo ha
comentado que hay que fortalecer el mercado interno. Que hay que proteger a las
pequeñas y medianas empresas mexicanas comprando sus productos hechos en
México, volver a las formas tradicionales de “hacer el mandado” en mercados y
abarrotes, anteponiendo eso a la comodidad de los grandes centros comerciales extranjeros.
No deja de ser positiva esa medida, lo difícil es ver hasta donde es posible.
Tanto en la cuestión de la capacidad de solventar la demanda cómo en la
disciplina de nosotros para llevar a cabo un propósito. Pero eso no es todo.
Hoy más que nunca debemos cuidarles las manos a nuestros flamantes
“representantes” populares, sean senadores, diputados, gobernadores, etcétera.
Porque creo que sí ahora mismo estaban fungiendo como facilitadores de los
intereses imperialistas en el jugoso y productivo negocio de quitarnos “hasta
los calzones”, pues no me queda más que imaginar que con el rigor del nuevo
látigo del “Tío Sam”, las cosas podrían empeorar.
Y
finalmente, ahora resulta que dicen los “expertos” de la política que tendremos
que pedir una disculpa a Peña Nieto por no haberle reconocido su excelsa
intuición política, para ver más allá de lo normal, anticipando que el vencedor
de la contienda seria Trump y por eso lo invitó a México en plena campaña y que
a Videgaray le regresarán la confianza y hasta le darán una gran recompensa. Vaya
forma de lucrar con las oportunidades. Para mí no sucedió así. Peña Nieto no lo
invitó porque creía que ganaría sino todo lo contrario, fue una forma de
catapultar su campaña que se moría de nada. Entonces a ese absurdo acto de
complicidad y perversión, hoy lo pretenden transformar en un círculo virtuoso,
donde lo más destacado es la sublime inteligencia de nuestro tristemente
célebre mandatario. ¡No manchen, que visto de blanco!
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.