miércoles, 16 de noviembre de 2016

"Trompetas lo anuncian"


JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / Periodismo Nayarita



"Trompetas lo anuncian"


Esta semana sucedieron varias cosas que merecen ser comentadas. En realidad estas noticias o acontecimientos de la vida local, nacional e internacional constituyen una gran cantidad de material que valdría la pena analizar para emitir un punto de vista. Es evidente que en un espacio de esta naturaleza no es posible desmenuzar todo lo que ocurre en cierto periodo, pero también es cierto que mi intento por traer algunas de esas cosas que suceden en nuestro entorno, sobre todo aquellas que impactan de manera directa o indirecta, es con el propósito de entregar algo que sea útil, además de oportuno.

En este contexto, considero que una de las noticias más relevantes de la semana es la relativa a la elección del próximo ocupante de la Casa Blanca (le puse letras mayúsculas para diferenciarla de la casa blanca de La Gaviota). El evento en sí, significaba un suceso que acaparaba reflectores de la prensa y le daría de manera natural un auditorio ansioso. Un gran número de espectadores se declaraba ávido de conocer el desenlace de este suceso político electoral de los vecinos del norte. Razones hay muchas para decir eso.

Una de esas razones que llamaba mucho la atención es el tipo de campaña que realizó quien a la postre resultó ganador de la elección, el extravagante empresario Donald Trump. Creo que no es necesario explicar que dicha campaña se distinguió por el espíritu racista del discurso del magnate inmobiliario que, si no ocurre un milagro, se convertirá en el presidente número 45 de los Estados Unidos de América.

Cuando este artículo esté al alcance de mis amables lectores, este tópico estará más seco y roído que un hueso de gobernador saliente y por el tiempo que pasó, el suceso estará más visto que las películas de Pedro Infante. Pero aun así quise dejarles mi opinión o compartirles mis preocupaciones.

El discurso amenazaba de facto el futuro de los migrantes y particularmente el de nuestros paisanos. Digo esto en razón de que, no obstante que manifestó el odio a los latinos en general, a los mexicanos les endilgó de manera directa epítetos muy ofensivos, además que la idea emblemática de esa campaña electoral fue la construcción del famoso muro fronterizo con nuestro país. Esto es ampliamente conocido por toda la gente, pero no encuentro otro modo de contextualizar el asunto si no es dando un panorama muy general de la situación. Pero en aras de avanzar diré que me daba la impresión que el tono xenofóbico del discurso “Trumpiano” le hacía campaña gratuita a la Sra. Clinton que, aunque no es exactamente una perita en dulce para los mexicanos ni para el mundo, se convertía por eliminación, en la candidata que podía ofrecer situaciones más prometedoras para nuestros migrantes.

Yo compartía el ánimo de nuestros paisanos “náyaros” arropados bajo la membresía de la Organización NAY-USA, a través de su dirigente, mi amigo J. Pedro González Ramírez, que dejaba sentir la seguridad sobre el triunfo de la candidata demócrata. Todo parecía indicar que sólo era cosa de tiempo y que así sería el resultado. Al día siguiente de la elección, las palabras del dirigente de dicha organización lo resumían todo: “Del plato a la boca, se cae la sopa”. Así caía el telón de una esperanza fallida. El panorama de pronto se volvía sombrío y más amenazador que antes. Quedaba la sensación del retroceso de muchas décadas de paulatino avance en la democratización de las relaciones migratorias y el respeto a la diversidad cultural en USA. Pero, con sólo tomar un respiro  y acomodar los ojos y el corazón en su lugar, vuelven a la carga nuestros paisanos. No se declaran de ninguna manera derrotados. Sólo se sacuden el polvo y vuelven a la lucha. Cómo debe ser, porque tienen el espíritu indomable de la raza de bronce y la fuerza guerrera de la sangre azteca. Lo que es una verdadera lástima es que muchos grupos de latinos hayan demostrado tan poca solidaridad con sus hermanos migrantes votando por el racista de Donald Trump. Eso sin considerar la inequitativa forma de contabilizar los votos en el sistema electoral gabacho.

Por la forma intrincada en que se mueven los hilos del neoliberalismo, que coexiste en algunas regiones con los remanentes del capitalismo bastardo en México, es difícil vaticinar la magnitud del impacto de la llegada de Trump al poder, en términos de las probables afectaciones a la economía nacional mexicana. Por lo pronto, los efectos inmediatos se dejaron sentir en el mercado cambiario, que se movió considerablemente en los recientes cinco días, afectando la paridad del peso mexicano con las divisas más usadas como el dólar americano y el euro. No es necesario decir que se necesitan hoy más pesos para completar cualquiera de esas divisas mencionadas que antes de la elección gringa. Pero no hay que preocuparnos, si ya lo dijo nuestra célebre analista, la economista Andrea Legarreta: “A nosotros no nos afecta la subida del dólar, nosotros usamos el peso”.

Hay que esperar los embates que puedan venir un poco más adelante. Ya todo mundo ha comentado que hay que fortalecer el mercado interno. Que hay que proteger a las pequeñas y medianas empresas mexicanas comprando sus productos hechos en México, volver a las formas tradicionales de “hacer el mandado” en mercados y abarrotes, anteponiendo eso a la comodidad de los grandes centros comerciales extranjeros. No deja de ser positiva esa medida, lo difícil es ver hasta donde es posible. Tanto en la cuestión de la capacidad de solventar la demanda cómo en la disciplina de nosotros para llevar a cabo un propósito. Pero eso no es todo. Hoy más que nunca debemos cuidarles las manos a nuestros flamantes “representantes” populares, sean senadores, diputados, gobernadores, etcétera. Porque creo que sí ahora mismo estaban fungiendo como facilitadores de los intereses imperialistas en el jugoso y productivo negocio de quitarnos “hasta los calzones”, pues no me queda más que imaginar que con el rigor del nuevo látigo del “Tío Sam”, las cosas podrían empeorar.

Y finalmente, ahora resulta que dicen los “expertos” de la política que tendremos que pedir una disculpa a Peña Nieto por no haberle reconocido su excelsa intuición política, para ver más allá de lo normal, anticipando que el vencedor de la contienda seria Trump y por eso lo invitó a México en plena campaña y que a Videgaray le regresarán la confianza y hasta le darán una gran recompensa. Vaya forma de lucrar con las oportunidades. Para mí no sucedió así. Peña Nieto no lo invitó porque creía que ganaría sino todo lo contrario, fue una forma de catapultar su campaña que se moría de nada. Entonces a ese absurdo acto de complicidad y perversión, hoy lo pretenden transformar en un círculo virtuoso, donde lo más destacado es la sublime inteligencia de nuestro tristemente célebre mandatario. ¡No manchen, que visto de blanco!

RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.