JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS /
Periodismo Nayarita
"Semana aguada"
Casi
estoy seguro que las personas que lean el título de este artículo de inmediato
pensarán que hago referencia a siete días que pasaron desapercibidos, sin
acciones o hechos dignos de contar o comentar, ya que se suele usar ese término
como sinónimo de aburrida o sin chiste. En realidad estoy usando la palabra
aguada en la acepción que se refiere a «una avenida de aguas que inunda total o
parcialmente las labores de una mina» según el tumbaburros de la Real Academia Española de la Lengua (RAE).
Pero ¿Qué es lo que realmente quiero decir? Pues, simplemente que, la semana que
precede a la publicación de este texto, fueron días pasados por agua, de esos
que provocan las temibles inundaciones que desnudan las deficiencias de los
sistemas de alcantarillado pluvial de la capital del estado. ¿que ya he tocado
este tema, anteriormente? Por supuesto que sí. De distintas maneras. Pero, qué
importa, si es uno de los temas más recurrentes de la ciudad y sus alrededores.
Fue evidente
que la tormenta del día miércoles siete de agosto fue una de las más severas de
la temporada, pues bastaba con ver las embravecidas corrientes que atacaron
varios puntos de la ciudad, llevándose entre sus turbulentas aguas todo lo que
encontraban a su paso. Mirar con tristeza la desvanecida esperanza en los
colectores pluviales recién instalados frente al Instituto Tecnológico de Tepic
(ITT), que fueron tristemente rebasados en su capacidad por las caudalosas olas
de agua de cebada que inundaron, más
que antes, toda la zona aledaña a la institución educativa, quedando la
inquietud o la seguridad, mejor dicho, de que las obras recién ejecutadas bajo
los auspicios de la Comisión Estatal del Agua Potable y Alcantarillado de
Nayarit (CEAPA) fueron un rotundo fracaso.
Teníamos
la fortuna de estar resguardados en casa cuando el cielo se caía a pedazos. Al
principio no le dimos tanta importancia al aguacero que se abatía sobre la
mayor parte de la ciudad, al final de cuentas pues es la temporada. La
expectación empezó a dejarse sentir cuando nos asomamos por el ventanal del
balcón que da a la calle y vimos que las aguas se mecían inquietas y
amenazadoras. La corriente que se posesionaba de la calle donde vivimos, era un
claro indicador que por las dos calles principales de la colonia debía estar
pasando ya algo grave.
Efectivamente,
nuestros temores no eran infundados, pronto inició la movilización de los
vecinos que intentaban proteger su patrimonio. Cuando en nuestra casa las
oleadas, provocadas por el paso de vehículos, hacen que el agua empiece a
meterse un poco a la cochera, es casi seguro que las calles de Mar Báltico y
Mar de Japón están sufriendo algunas afectaciones. Esta tormenta no fue la
excepción, también causó muchos daños patrimoniales, principalmente en los
menajes y vehículos. El saldo de la tormenta relaciona cuantiosos daños
materiales ya que hubo familias que perdieron absolutamente todo lo que tenían
en sus casas, sobre todo las de una sola planta. También se registraron pérdidas
por las averías de sus vehículos automotores, sea en interiores o incluso en
motores, sin considerar que algunos tuvieron la mala suerte de tener
prácticamente pérdida total de sus carros.
La
pregunta que nos seguimos haciendo es ¿hasta cuándo se le dará una solución
realmente efectiva a este viejo problema
de las inundaciones? No quiero ser pesimista en relación a esa respuesta, pero
la solución no parece estar en la clase política ni en los despachos
legislativos locales. Para resolver un problema de esta naturaleza y antigüedad
será imperioso el financiamiento de un proyecto integral, con los estudios
hidrológicos, ambientales y demás, que necesariamente tendrá que autorizarse desde
palacio nacional y quizá esto sea, a su vez, una carta de recomendación para el gallo que vaya a gobernar el próximo
sexenio en Nayarit. De otro modo, a nadie se le ven hechuras para eso. Aquí
solo hay personajes grises, legisladores mediocres en su mayoría, que enseñan
el cobre por muy poco. Es prácticamente imposible imaginar un perfil de
estadista en la grotesca figura de Pedroza o en la controvertida reputación de
Mercado, o en muchos otros que creen que legislar es crear leyes para su
beneficio e intereses, o allanar el camino a los fines del patrón, aunque se
lleven entre las patas la seguridad económica de miles de familias.
En fin,
se puede decir tanto de eso, pero solo da tristeza ver el paupérrimo panorama
de las expectativas. La gente del pueblo sigue sufriendo por la pérdida de su
patrimonio cada temporada de lluvias y en muchos de los casos no encuentra
ninguna respuesta. En cuestión de infraestructura pluvial, los médicos de la política sólo recetan mejoralitos y siguen haciendo declaraciones de banqueta, en las que
achacan la culpa a sus antecesores. Y, si bien es cierto, que desde hace muchos
años se ha padecido una permisividad abusiva y corrupta, que propició un
anárquico desarrollo urbano, con asentamientos irregulares en sitios y zonas de
alto riesgo, las autoridades actuales poco han hecho para revertir ese estado
de cosas y, además, castigar las conductas dolosas y delictuosas de quienes les
antecedieron en sus cargos.
Las
lluvias, cada vez más severas por el cambio climático, desnudan por enésima vez
las deficiencias de la ciudad, en lo físico, la falta de una infraestructura
pluvial suficiente y eficiente, que los administradores del erario, la gestión
política y socio económica no han podido o no han querido brindarle a la
comunidad. En lo social, la falta de conciencia de la ciudadanía, la carencia
de una cultura de la limpieza y manejo de la basura que, cuando es mal
manipulada, termina siempre en las alcantarillas, obstruyendo la poca capacidad
de las mismas. La insuficiencia o escasez de camiones recolectores, material y
equipo para que los trabajadores de aseo público puedan desempeñar mejor su
trabajo, haciendo de mayor impacto sus labores realizadas en condiciones
deplorables.
Muchas
cosas por hacer para ayudar a que los vecinos de la capital no sigan sufriendo
las pérdidas anuales de patrimonio familiar, pero, muy poca la confianza en que
las autoridades las harán. A estas alturas, a los funcionarios mayores nada de
esto les interesa, al fin y al cabo a la temporada de lluvias solo le resta mes
y medio, y después la gente olvida esos asuntos. Mejor se siguen dedicando,
unos a hacer campaña y otros a sus espectáculos y sus negocios, aunque algunos de
estos últimos no sean tan ecológicos como parecen.
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO EN LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.