Los
clásicos ademanes y apuros previos al inicio de un evento cultural no podían
faltar en esta ocasión. Me refiero al hecho de estar oteando el horizonte con
la esperanza de ver llegar a los espectadores: “Allá vienen dos más…qué bueno”
ya somos varios. Pero es de justicia decir que así como al inicio es difícil lograr las audiencias para enriquecer estas presentaciones también es un hecho
contundente que en éstas siempre se logran finales felices.
En
esta ocasión me tocó el privilegio de disfrutar de esta tarde/noche de bel
canto, en el marco del “Festival Internacional de Canto Tepic 2021”, la fecha, el
lunes seis de diciembre del año en curso, en la pequeña plaza denominada
“Plazuela Hidalgo” que da cobijo al famoso y añoso “Ures Café”, un espléndido,
romántico y nostálgico lugar que se conserva y se renueva en la confluencia de
las calles Ures e Hidalgo, en el centro de nuestra capital nayarita.
Dejaré
esta vez de lado las lamentaciones por la eterna falta de apoyo que se incuban
justificadamente en la mente y el sentir de quienes deseamos mejor suerte para
la cultura y las artes en todas sus manifestaciones. Es mejor dar sitio de
privilegio al gozo estético que sentí al escuchar las logradas interpretaciones
de los artistas que integraron el reparto de esta noche mágica. No estoy
exagerando cuando hablo de magia en estos logros, porque no podría explicarse
de otra manera lo que sucede. No puedo calificar de otra forma que, a pesar de
todas las limitaciones de sonido, equipo, espacios, atriles, luces y todo lo
que se puedan imaginar, se pueda concretar una función operística de tal
calidad.
Esta
presentación y las demás que conforman el programa general de este evento, que
se ha instituido en Tepic desde hace varios años, se han logrado por el
esfuerzo de muchos artistas e impulsores del arte, cuya cabeza visible es
nuestro barítono internacional Pablo Akuma Atahualpa, nayarita de cepa, a quien
reconozco su inquebrantable espíritu de lucha y su apasionado empuje en favor
de las nuevas generaciones de voces nayaritas, desde mi punto de vista conforman
el “acta constitutiva” del amor por esa bella profesión que estremece el alma,
provoca emociones y transmite sentimientos.
Quise
escribir esta modesta nota porque consideré necesario rendir tributo a la
pasión y la entrega que demostraron este fantástico grupo de artistas en el
afortunado evento que tuve la suerte de disfrutar de manera gratuita (por
increíble que parezca) hecho que demuestra de manera irrefutable su inmensa
generosidad. Esta función estuvo integrada por los extraordinarios cantantes
Cesia Moroyoki, Patricia Pérez, Félix Garduño, Guido Rochín, Emmanuel Martín
Del Campo, Erick Rodríguez y Marco Muñoz, todos ellos acompañados por un
excelente pianista, el maestro Héctor Armando Gutiérrez Haro y capitaneados por
el talentoso barítono Pablo Akuma Atahualpa.
Fue
una noche gozosa, en un ambiente popular aunque discreto, que se empezó poco a
poco a llenar de personas de todas las edades, desde adultos mayores cuyas
sonrisas iluminaban la incipiente oscuridad en torno a las mesas de cuyas
superficies se elevaban serpenteantes estelas de vapores aromáticos del
delicioso café hasta los niños boquiabiertos por la sorpresa que les causaba
que de ese jovencito tan pequeño y delgado surgiera esa voz tan grave y potente
que estremecía los modestos entresijos de la única bocina portátil que prestaba
sus dificultosos servicios.
El sitio se llenó de comensales bebedores de café
cuyo bono era la tertulia musical o quizá ésta era la prioridad y la bebida sólo
el complemento. Al final de cuentas eso no importa. Lo que vale la pena es que
la magia llegó, el éxtasis emocional del deleite auditivo se dejó sentir y
querer. El prodigio de la voluntad y la buena fe se fundieron en un abrazo
amoroso. El acechante fresco de la noche fue vencido por la esplendorosa
calidez del sentimiento y la admiración. La comunión esperada, el anhelo del
artista y la esperanza del espectador se convirtieron en una sola respiración,
un solo sentimiento, de gozo, de amor, de inspiración. La noche sonrió
estremecida por el aplauso generoso de pocas manos pero con mucha fuerza. El
milagro se había logrado.
No
queda más que aplaudir a raudales, celebrar que el talento está presente en
nuestras voces nayaritas y gargantas invitadas que se trasladaron desde Sonora,
Toluca y Mazatlán a unirse al equipo, a formar la hermandad de voces educadas
que pregonan calidad, futuro, éxito y felicidad. Admirar desde cualquiera de
los ángulos que se mire, el empeño y la dedicación, el esfuerzo y el gusto, el
placer de vivir el sueño, el camino, la vocación. Celebro con admiración y
entusiasmo a este grupo de talentosas voces, barítonos, tenores, sopranos,
bajos y demás que se montan en el quijotesco jamelgo de la humildad y trabajan,
sufren y gozan, sin mayor equipo que sus manos y un par de amigos coadyuvantes,
auténticos artistas que no pierden un ápice de fulgor si cargan el piano o
arrastran los cables y las partituras. Es admirable ver el deleite con el que
colaboran, se apoyan y se complementan entre bromas y sonrisas, siempre con la
fe puesta en sus capacidades y en los dioses del escenario.
En
resumen, un gran espectáculo que merece mejor suerte, y seguro la tendrá,
porque no hay poder humano que pueda vencer el entusiasmo, la pasión y la
vocación de estos artistas, aunque sería mejor, quizá un poco más accesible si
todos pusiéramos un poco más de atención en el asunto. Pero, como dije al
principio, hoy no habrá lamentos, hoy sólo felicitaciones, admiración y
reconocimiento para estos estupendos cantantes que nos deleitaron en esta noche
especial, con el concierto de ópera y música napolitana. Muchas felicidades a
todos y cada uno de los participantes y gracias por compartirnos su
extraordinario talento.
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA SIGUIENTE SEMANA - COMENTARIOS Y
SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.