¿ME DÁ PA' UN TACO?
Durante mucho tiempo, al visitar un lugar para ingerir los
sagrados alimentos o bien, para tomar algún aperitivo o algo refrescante o
cálido, hemos podido observa cómo a la gran mayoría de estos lugares se acercan
personas de las más diversas edades y condiciones físicas para ir en cada mesa
e ir pidiendo “¿me dá pa’ un taco?”.
Y podemos observar cómo la mayoría de los comensales les niega ese
apoyo, o en el mejor de los casos, sólo se hacen ‘de la vista gorda’ e ignoran
a la persona que se acercó a su mesa a pedirles, ya sea comida, dinero o en su
defecto, ofreciendo productos como chiclets, dulces u otros productos, con un
mismo fin: llevar algo a su boca para comer esa persona o incluso la familia de
ésta.
Las excusas para no dar el apoyo pueden ir desde las más lógicas y
sencillas hasta las más complejas: que si es joven como para andar pidiendo en
lugar de ponerse a trabajar, que si anda andrajosa esa persona y da mal
aspecto, que si no huelen bien, o bien, que si es parte de un clan bien
organizado y por ahí andan vigilándole para luego ‘pedirle cuentas’ de lo que
obtuvo en su peregrinar por los restaurantes y fondas del área.
E incluso, el hecho de tomar algunas monedas para dárselas puede
ser molesto porque entonces se debe asear las manos nuevamente para tomar los
alimentos…
El hecho es que, mientras esperábamos que nos acercaran tortillas
recién hechas para degustar una olorosa y apetecible sopita de letritas, se nos
ocurrió un mecanismo para evitar que esas personas acudan a las mesas, pero
asegurándonos que puedan tener acceso a algo también rico y calientito que
puedan llevar a su estómago.
Algo así como que inicie con una “propina extra” que deje el
comensal y que vaya directamente a la creación de un fondo para un ‘Banco de
Comida’ a indigentes y personas de escasos recursos económicos, en lugar de que
pasen a las mesas a pedir “pa’ un taco”.
Si damos pa’ un taco, por ejemplo 5 pesos por comensal en una
fonda donde una comida corrida puede costar entre 40 y 60 pesos, al final del
día puede reunirse una cantidad suficiente como para que se ofrezcan 5 paquetes
de comida ‘para llevar’, mismos que serán entregados a personas indigentes que
pasen por ahí. De manera indirecta pero
segura, estaríamos apoyando a quienes lo único que tienen es hambre, como
miles, quizás millones de mexicanos en este país.
Restaurantes, fondas, cafeterías, loncherías y hasta refresquerías
o neverías podrían ser parte de este gran proyecto. Se requiere mucha
honestidad, pero también ofrecer esos alimentos a los indigentes y personas
vulnerables, con la misma higiene y esmero que ofrecen a los clientes que pagan
por el servicio.
El comercio, una vez organizado, podría ‘transparentar’ el recurso
aportado por los comensales, poniendo un letrero donde se indique la cantidad
de dinero aportado durante la semana o mes, así como la cantidad de paquetes de
comida o cafés, entregados en ese mismo período a las personas. En su fachada colocar un letrero que diga
algo así como “Aquí sí damos pa’ un taco”; un simple letrero que nos motive a
consumir y al mismo tiempo que sepan quienes andan deambulando por las calles
que ahí encontrará algo de comida para saciar su hambre…
¿Que existe el riesgo de que se llene de indigentes el lugar?
Podría ser que sí; pero será tarea de cada negocio el encontrar el mecanismo
para que esto no afecte sobremanera, ya sea poniendo horarios (mañana, tarde o
noche) para entrega de alimentos, o un área específica y alejada de los
comensales o bien, llevando esos paquetes de comida y alimentos a un lugar
específico como una plaza pública, donde prestadores de servicio social podrían
hacer la otra parte, la entrega de alimentos donados de manera altruista por
personas que quizás nunca conocerán o que tal vez sea un vecino…
¿Que esta idea no es nueva? Tal vez no, porque ya existe el
llamado “Café Pendiente”; pero en Mi Rancho podría ser una forma de
verdaderamente aminorar el hambre que hay entre los mexicanos que, como
indicamos anteriormente, lo único que tienen es eso precisamente: hambre, mucha
hambre todos los días de su vida.
DEL ‘CAFÉ
PENDIENTE’…
Como
comentamos en el párrafo anterior, en México hay hambre y mucha; los programas
federales como la “Cruzada Nacional contra el Hambre” quizás sea buena, pero no
ha sido suficiente para erradicar el hambre que padecen muchos mexicanos. Quizás sea hora de que, como siempre lo ha
demostrado, el pueblo mexicano tome cartas en asunto para que tenga la
efectividad que se requiere.
Si
los nayaritas dan pa’ un taco,
sería un interesante ejercicio de altruismo puro.
Y
como ya mencionábamos, quizás la idea no sea nueva, pues ya existe el programa
“Café Pendiente”, una costumbre napolitana que data del siglo 18, sin embargo
se retomó después de la segunda guerra mundial. En el 2008 un grupo de 5
restauranteros napolitanos le volvió a dar fuerza al juntarse y crear el día
del “Caffè Sospeso” el
10 de Diciembre. “Cuando un napolitano está
feliz por cualquier razón, en vez de pagar solo un café, paga dos, uno para él
y otro para el cliente que viene después. Es como ofrecer un café al resto del
mundo. El
Caffè Sospeso es más que una costumbre napolitana, es una filosofía de vida”.
En México, esta es una iniciativa que
invita a realizar una acción solidaria, basada en la confianza. Consiste en
pagar anticipadamente un café a alguien que no tiene recursos para comprar una
taza de café caliente. Surgió en Nápoles, Italia, con el nombre de “Caffè Sospeso” y, gracias a
las redes sociales, ya se ha extendido a varios países, con muy buena
aceptación.
Existe una asociación civil, www.cafependiente.org.mx,
son mexicanos
que creen en una sociedad incluyente, solidaria y empática. Quieren que esta
iniciativa esté presente en todos los rincones de México.
Primero
se invita a Cafeterías y Establecimientos a que se sumen al proyecto. Cada
establecimiento tendrá un logo de “Café Pendiente”, un póster explicando la
iniciativa y un pizarrón anunciando el número de cafés o platillos pendientes y
los entregados.
Cada
cliente que ingrese al lugar identificado, podrá consumir su café o platillo y
dejar pagado otro para alguien que lo necesite y no lo pueda pagar, ya sea que
esté en situación de calle o pobreza extrema.
Participa:
todo local gastronómico (restaurante, bar, cafetería, etc.) que sirva comida, cualquier
persona que pueda y quiera abonar un café o platillo Pendiente y voluntarios
que ayuden a difundir e invitar establecimientos.
Cada
establecimiento es libre de poner sus reglas o limitaciones, siempre y cuando
cumpla con el compromiso solidario asumido y lo comunique tanto a los compradores
como a los consumidores (ejemplo: el “café o platillo pendiente” podrá tener un
precio más accesible o se repartirá en un determinado horario, o se entregará
un vale para que el que compró lo pueda dar a quien desee).
Existen
infinidad de posibilidades, variantes e ideas para realizar este proyecto.
Esta
organización civil registra en su página web un total de 720 establecimientos
en el país; en Nayarit, sólo había uno: “Oliver Café”, y durante un año entregó
567 ‘Cafés Pendientes’, es decir, 1.5 cafés por día, en promedio. Los contactamos y nos informaron que
recientemente cambiaron su residencia a la ciudad de Morelia, Michoacán.
Por
ende, quizás sea hora de que los nayaritas empecemos a dar pa’ un taco, ¿no
cree usted, estimado lector?
** MIEMBRO FUNDADOR DE FRECONAY, A.C.**
Agradeceremos sus comentarios y sugerencias en el celular y WhatsApp
(311) 910 77 77 o bien, en el correo electrónico enriquelibre@gmail.com