Todavía
me siento consternado por lo ocurrido en el partido entre los Gallos del
Querétaro, en calidad de locales, y el equipo
visitante Atlas de Guadalajara. Un estadio mundialista se volvió escenario de
uno de los acontecimientos más vergonzosos de los últimos tiempos. La polémica
es el ingrediente sustantivo de este desagradable episodio de la historia del
deporte en México. Muchos podrían decir que no es así, que el elemento a
destacar es la violencia y no lo negaré pero en este caso me estoy refiriendo a
la polémica que se ha generado en torno al número de personas afectadas. Como
siempre, existen muchas dudas acerca del manejo real de la información. De
inicio corrió la versión que el resultado extraoficial era de diecisiete
fallecidos y decenas de heridos. Quienes vimos los videos que circulaban en los
medios de comunicación, oficiales y no oficiales, redes sociales y demás,
podíamos imaginarnos que hasta se quedaban cortos en la contabilidad.
Recién
hablábamos de la guerra en Ucrania y comentábamos de la barbarie que esas
acciones bélicas sugieren. Después de ver la saña, la fiereza y el odio con el
que agredían a una persona inerme, indefensa, caída, en realidad no sabría
precisar cuál de ellas es más cruel. Si analizamos las causas que dan origen a
los mencionados eventos violentos, me parece que resulta más inverosímil el de
Querétaro. Solo basta decir que la tremenda gresca en el estadio fue originada
por un antagonismo deportivo entre sus acérrimos seguidores, los violentos
grupos vandálicos denominados “Barras”.
Se
entiende que no es justificable el inicio de una guerra por razones de
ideología, cuestiones geopolíticas, económicas o motivos imperialistas, pero mucho
menos se podría entender que una batalla campal de esa magnitud, que pone en
riesgo la vida de muchas personas, entre los que se cuentan niños, mujeres,
ancianos y muchos aficionados que, en plan familiar, se divertían viendo el
popular deporte, se pueda generar por un estúpido fanatismo y una informe y
enfermiza pasión deportiva mal entendida; eso es realmente incomprensible.
Las
escenas que circulan en las redes sociales son impresionantes, no aptas para
personas sensibles. Cuesta trabajo creer que eso suceda en un estadio de futbol
repleto de aficionados ávidos de retornar al disfrute presencial de su
espectáculo favorito. Agresiones con
piedras, fierros, puñetazos, vallas metálicas, instrumentos punzocortantes y
dicen (yo no alcanzo a ver) hasta pistolas. Es repugnante ver la furia asesina
de sujetos, que parecen estar bajo los efectos de alguna sustancia
prohibida, perseguir a sus rivales de
equipo para golpearlos. Escenas de absoluta barbarie en las que se puede
apreciar hasta media docena de trogloditas que de manera inmisericorde patean
en el abdomen, espalda y cabeza a un hombre caído, completamente vencido,
indefenso e inconsciente al que incluso despojan de su ropa y lo dejan ahí
tirado, en calidad de muerto. Luego, unas tomas de video desde las alturas
donde se observan varios cuerpos semidesnudos tirados en el piso también
inermes, parecen muertos.
Un
espectáculo deprimente, incompresible e injustificable. Acciones violentas que
denigran desde cualquier punto de vista la naturaleza humana y el juego limpio
que debiera imperar en el deporte. Hordas asesinas de inadaptados que llenan de
oprobio y de luto los estadios, solapados por la indiferencia de las
autoridades que debieran actuar con dureza y oportunidad para controlar esos
desmanes. Pero no solo es negligencia
policial sino también empresarial, ya que los directivos del equipo son los
responsables de mantener el control y el orden. Vigilar que existan los
condiciones de seguridad, comodidad y respeto para los aficionados y sus familias
que pagan un boleto para divertirse sanamente. Nada de eso sucedió, al parecer
fue todo lo contrario, ya que parece que los pocos vigilantes que estuvieron en
la escena ayudaron a los vándalos.
Volviendo
a lo que me sigue pareciendo polémico, diré que después de que esos videos
circularon por todo el mundo, el gobernador del estado de Querétaro declara que
no se registró ningún fallecimiento, únicamente heridos y muchos de ellos ya
fueron dados de alta de los hospitales donde fueron atendidos. El periodista y
narrador de futbol David Medrano se desdice de haber comentado que hubo
diecisiete fallecidos en la tragedia,
también sale a dar conferencia de prensa la secretaria de gobierno del estado
de Querétaro informando que despidieron a cinco funcionarios por no
“funcionar”. A estas alturas, tres días después, nos enteramos del esperado
veredicto de la Federación Mexicana de Futbol respecto a los castigos a los
protagonistas de este inusitado acontecimiento, nada que resulte ejemplar. Las
barras (la mayoría auspiciadas por las propias directivas) seguirán existiendo,
la de Gallos Blancos solo fue vetada. Por un año no podrá asistir al estadio
Corregidora y tres como visitante. Sanción de un año al club, deberá jugar a
puerta cerrada cuando actúe como local. A la directiva se le inhabilitó por
cinco años, una multa de un millón de pesos al club que deberá ser vendido.
En
fin, desde mi punto de vista era la oportunidad de acabar con ese cáncer de los
estadios (las barras) pero para variar, les tembló la mano. Entiendo que están
de por medio muchos millones de dólares en este negocio, no solo en el ámbito
local sino en todo el engranaje que ya se está acomodando para que México sea de
nuevo sede de un mundial de futbol con toda la parafernalia millonaria que eso
implica. ¿Qué puede importar algo como lo de Querétaro, incluso si se comprueba
que sí se perdieron varias vidas, no? El mundo se sigue moviendo, en las
batallas de los estadios y en las ciudades de Ucrania, por el impulso
energético del factor económico. Ya veremos que resulta más adelante. Solo
queda esperar.
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA SIGUIENTE SEMANA - COMENTARIOS Y
SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.