SAÚL ARMANDO LLAMAS LÓPEZ /
Periodismo Nayarita
Guadalajara, Jal.- Comprender nuestros sueños
resulta difícil, aunque es innegable el gran interés que “despiertan”, pues a
ciencia cierta todavía no hemos podido dominar esta actividad del cerebro.
Conocemos como sueños las manifestaciones mentales que aparecen mientras
dormimos, aunque el término correcto para estas es “ensueño”. En ese momento,
nuestro cerebro es capaz de recrear situaciones que anteriormente ha
vivenciado, basándose en nuestros órganos de los sentidos, por lo que así
podemos experimentar sabores, escuchar canciones, observar bellos paisajes,
disfrutar de exquisitos aromas o abrazar a seres queridos, siendo una de las
mayores expresiones del poder de nuestro cerebro, al recrear las funciones de
los sentidos.
El soñar es un proceso mental involuntario dirigido por nuestro
inconsciente, dándole utilización a recuerdos, aunque sin una lógica directa.
Todo proceso de sueño tiene una dramaturgia, cuenta con personajes y existe una
comunicación Donde, por lo general, el durmiente no es “consciente” de su
estado, asumiendo la historia como real. Controlar este plano del cerebro
resulta complejo, y el dominio del inconsciente se manifiesta en un ejercicio
sencillo que podemos realizar todos; mientras soñamos, en ocasiones, nuestro
consciente puede tomar el control e indicarnos que no es más que una realidad
alternativa, pero esta acción por lo general termina con el sueño en cuestión y
despertamos, como si el cerebro se negara a ceder ese espacio a nuestro
consciente.
Terapéuticamente existe un método de control del ensueño: el
sueño lúcido, donde se aprende a controlar pesadillas recurrentes, siendo
notable su resultado en pacientes con estrés postraumático y víctimas de
violaciones. Al igual que nuestra personalidad es única e irrepetible, cada
persona en el mundo sueña de forma particular, e incluso es muy importante la
sociedad a la que pertenecemos. Este acto psico-fisiológico depende para su
realización de nuestras acciones mientras estamos despiertos, pues todas las
personas que aparecen en los sueños, las hemos visto por lo menos una vez en la
vida, aunque su contacto con nosotros fuera irrelevante o desapercibido. El
cerebro almacena mucha información a la cual no le prestamos atención, pues no
es trascendente, pero igual está ahí, pasando a formar parte del “elenco”
de nuestro inconsciente.
El llamado padre de la psicología, Freud, publica en 1900 su
famoso libro La
interpretación de los sueños, el cual fue muy influyente en su
época. En la práctica, Freud desarrolló como una de sus principales técnicas
precisamente la interpretación de los sueños mediante asociaciones libres, o
sea, mientras los pacientes le contaban sus sueños, les pedía que relacionaran
las situaciones oníricas con lo primero que les venía a su mente, y así
concatenaba una larga serie de elementos hasta aflorar al consciente la pena
que los agobiaba, porque el lenguaje de los sueños no es directo. El mundo
onírico está dominado por las emociones, no por la razón, aunque depende
directamente de quiénes somos o cómo pensamos. Las personas con una vida
equilibrada, de buenos sentimientos, sinceras con ellas mismas y con quienes
las rodean, generalmente experimentan ensueños agradables, reparadores. Llevar
una vida saludable de alma y cuerpo es necesario hasta para cuando dormimos…
Piénsenlo, piénsalo.
Marlon Frank Espinosa Requesens (psicólogo)
La
Teoría de Sigmund Freud sobre la interpretación de los sueños
Sigmund Freud, el hombre que dió significado a los sueños
Sigmund
Freud fue sin duda uno de las personas más influyentes dentro del desarrollo
del pensamiento durante el siglo XX. Su teoría que nuestras mentes guardan
recuerdos y emociones en nuestro subconsciente transformó la forma en la que
los humanos estudiaban la mente humana.
Freud
decía que a lo largo de la historia, hubo tres grandes humillaciones. El
descubrimiento de Galileo que no somos el centro del Universo; el
descubrimiento de Darwin que no somos la corona de la creación; y su propio
descubrimiento que no controlamos nuestra propia mente.
La
tendencia de terapias que utilizan la existencia de dificultades en la infancia
o emociones reprimidas para explicar problemas emocionales actuales empieza con
Freud.
Uno de
los descubrimientos más importantes de Freud es que las emociones enterradas en
la superficie subconsciente suben a la superficie consciente durante los
sueños, y que recordar fragmentos de los sueños pueden ayudar a destapar las
emociones y los recuerdos enterrados.
A lo
largo de su obra más conocida, La
Interpretación de los Sueños, Freud utiliza sus propios sueños
como ejemplos para demostrar su teoría sobre la psicología de los sueños. Freud
distingue entre el contenido del sueño "manifiesto" o el sueño
experimentado al nivel de la superficie, y los "pensamientos de sueño
latentes", no conscientes que se expresan a través del lenguaje especial
de los sueños.
Freud
mantiene que todos los sueños representan la realización de un deseo por parte
del soñador, incluso los sueños tipo pesadilla. Hay
sueños negativos de deseos, donde lo que aparece es el incumplimiento de un
deseo. Para esto se dan varias explicaciones, entre las cuales está la
satisfacción de una tendencia masoquista. No obstante sigue en pie la
conclusión general de Freud: los sueños son realizaciones disfrazadas de deseos
reprimidos. Según su teoría, la "censura" de los sueños producen una
distorsión de su contenido. Así que lo que puede parecer ser un conjunto de
imágenes soñados sin sentido puede, a través del Análisis y del método
"descifrador", ser demostrado ser un conjunto de ideas coherentes.
Freud propone que al valor del análisis de los sueños se radica en la
revelación de la actividad subconsciente de la mente.
La
teoría de interpretación de los sueños de Freud representa las primeras teorías
de este con relación a la naturaleza de la psicología de sueños inconscientes,
la importancia de las experiencias de la infancia, el lenguaje
"hieroglífico" de los sueños y el método que él llama
"psicoanálisis"
Todo sueño es interpretable
Freud
considera que todo sueño es interpretable, es
decir, puede encontrarse su sentido. La labor de interpretar no recae sobre
todo el sueño en su conjunto sino sobre sus partes componentes basándose en una
especie de libro de los sueños, donde cada cosa soñada significa tal otra cosa
en forma rígida, sin considerar la peculiaridad de cada sujeto. Primero se
descompone el relato en partes, y recién al final surge la interpretación final
o global, en la cual se nos revela el sueño como una realización de deseos.
El
sueño no es meramente actividad somática: es un acabado fenómeno psíquico de
realización de deseos, y por tanto debe ser incluido en el conjunto de los
actos comprensibles (no incomprensibles) de nuestra vida despierta,
constituyendo el resultado de una actividad intelectual altamente complicada.
El
deseo aparece disfrazado en el aspecto manifiesto del sueño, en lo
efectivamente soñado, proceso denominado 'deformación onírica'. Freud se
pregunta porqué tiene que haber una deformación, ya que podría haber ocurrido
que el sueño expresara el deseo en forma directa, sin deformación. Esta
deformación es intencional y se debe a la censura que el sujeto ejerce contra
la libre expresión de deseos, por encontrarlos censurables por algún motivo.
Psicología en directo: Las tres fuerzas de la
psicología
Hoy les quiero comentar sobre tres sistemas
psicológicos de fuerte influencia en el desarrollo de los estudios de nuestra
subjetividad.
En 1896, el médico austriaco (en la actualidad habría sido
checo) Sigmund Freud dejó atónitos a muchos al proponer una teoría con sus
respectivos métodos de Trabajo y tratamientos para el estudio del inconsciente,
ganándose el apelativo de “el padre de la psicología”.
Por su formación clínica, Freud llamaba pacientes a las personas
que atendía; y a diferencia de lo que popularmente se cree, no era entusiasta
de la hipnosis, utilizando tres métodos de exploración principales: el análisis
de los sueños, las asociaciones libres y los actos fallidos. El psicoanálisis
clásico aportó una estructura de personalidad basada en tres niveles: el Ello,
el Yo y el Superyó, sin dudas la más influyente. Relacionó la energía
psicológica con nuestros deseos sexuales, dando pie a sus famosos complejos, el
de Edipo y Electra.
Para muchos, el psicoanálisis era como leer ciencia ficción,
siendo muy difícil de comprobar en la práctica. Uno de sus casos más
escandalosos fue el relacionado con un supuesto hombre lobo (el señor sufría
una enfermedad mental). El psicoanálisis trató de controlar una serie de
aspectos de nuestro inconsciente que ya de por sí suponía ambigüedad,
relacionándose directamente con el sexo, la frustración, la vida y la necesidad
de morir.
En los inicios del siglo XX y en contraposición al
psicoanálisis, John Broadus Watson nos propone estudiar la psicología, desde lo
observable y medible: nuestro comportamiento.
El Conductismo, que se refería a las personas como sujetos, se
apoya en el entorno sociocultural y en cómo este afecta nuestro desarrollo,
entiéndase que los conductistas de la época se jactaban diciendo: «denme
un niño y lo convertiré en lo que yo desee». Si bien se le daba importancia a
la educación, lo cual constituía su parte buena, en los inicios, propusieron
terapias que iban en detrimento de la ética científica.
Propuestas como la «frazada eléctrica», dirigida a combatir la
enuresis, o su terapia de aversión al sexo, centrada en suprimir conductas
homosexuales… constituyeron verdaderas torturas.
El Conductismo, en principio, se apoya en la capacidad de
responder ante distintos tipos de estímulos, lo cual podemos guiar de forma
positiva mediante un reforzamiento (premio) de las buenas conductas; entonces
esta visión psicológica es muy actual, pues nuestra vida está estructurada
sobre infinidad de estímulos que condicionan respuestas, a la vez que en la
dirección correcta nos hace crecer individualmente.
Por último, hablar de la Escuela Humanista, de raíz
estadounidense al igual que la anterior, se da a conocer en las figuras de Carl
Rogers y Abraham Maslow; esta se enfocó en brindar herramientas al “cliente”,
pues el potencial de autorrealización está presente en todos, así, entonces el
terapeuta es solo un mediador en el camino a la “curación”; la idea resulta
atrayente y brinda un papel protagónico a la persona, algo que no se manifiesta
en las propuestas anteriores. El propio Maslow propone en su famosa “Pirámide”
una serie de necesidades a cumplir para lograr nuestra “Autorrealización”.
La grandeza de estas escuelas clásicas radica en que fueron
capaces de poner a la psicología en el contexto científico y, si bien no tenían
la verdad absoluta, tampoco estaban equivocadas del todo, pues la unión de
ellas dio paso a la psicología moderna, tan necesaria para mantener nuestra
salud. Piénsenlo, piénsalo.
Marlon Frank Espinosa Requesens (psicólogo).
En la Comunidad Terapéutica Guerreros De La Luz A.C., he comprendido
la psicología directa de mis sueños, por lo que agradezco al Psicólogo
Magdaleno (MALÉ), por su apoyo terapéutico para conocer más este tema
interesante, de igual forma agradezco a la Directora de esta Institución,
la L.C.P. ANA OLIVIA LARES, sus finas gentilezas hacia mi persona.