JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / Periodismo Nayarita
"Don Panchito y el centenario"
Don
Panchito Mogotes le dio una gran fumada a su puro antes de responder la
pregunta que le hizo su compadre Melitón Tovar. Los ojillos grisáceos del
famoso nonagenario del pueblo de pronto se llenaron de lágrimas. No se sabía a
ciencia cierta si era por el humo del gran cigarro de hoja de tabaco que fumaba
el anciano o era por los recuerdos que llegaban a su cansada pero prodigiosa
memoria.
Según
la versión del conocido ancianito su edad era de noventa y nueve, aunque una
gran cantidad de personas que conocían bien su historia afirmaban que superaba
con facilidad los ciento cinco años. Jamás se sabría cuál era la teoría más
acertada porque no existían acta de nacimiento ni fe de bautismo en ese ni en
ningún otro pueblo. Esa era sólo una leyenda más de las que circulaban como
tradición oral entre la gente de aquel lugar.
La
pregunta del taimado compadre era si recordaba algo de la historia de “Tata
Lázaro” cuando éste se aventó la gran puntada de expropiarle el petróleo a los
gabachos. Vaya pregunta que se aventó don Melitón. Ni él mismo podría saber si
fue con la intención de fastidiarlo o de verdad lo hizo por una natural
curiosidad histórica. El caso es que don Panchito, ni tardo ni perezoso, empezó
a platicar del asunto al mismo tiempo que se alisaba nerviosamente el fino
bigote de cochero que lucía.
“Yo era
un jovencito y trabajaba arreando mulas, sin agraviar lo presente, dijo el
viejito con voz nostálgica a su amigo de tantas batallas. Recuerdo como si
fuera ayer el alboroto que se armó cuando corría la noticia como pólvora en
todos los rincones del país. Se estaba preparando una de las hazañas más
recordadas que haya realizado cualquier presidente de la nación. Tener el valor
de arrebatarles de sus manos a los gringos la explotación del otrora denominado
oro negro no era algo que se diera todos los días".
"A la
gente le gustaba decirle “Tata Lázaro” al Gral. Cárdenas. Esto era por el
respeto y el cariño que el pueblo le profesaba, por eso le querían como un
padre. Quizá a Peña Nieto también podrían decirle padre del pueblo, aunque con
la diferencia que si así fuera, todos desearíamos ser HUÉRFANOS".
Volviendo
al relato del prehistórico personaje del pueblo, decía él que cuando su padre
regresó ese día a casa lo hizo apresurado. Llevaba dos gallinas ponedoras abrazadas
contra su pecho. Entró con prisa y llamó a doña Juana, su esposa y madre del
ahora relator. Estando reunidos les dijo de manera muy sencilla lo que estaba
sucediendo y que todos, adultos, niños, mujeres, hombres, todos, tenían la
obligación de apoyar a ese presidente que quería hacer algo bueno por el
pueblo. Acordaron aportar, ante la falta de efectivo, esas dos gallinas que
llevaba y el marranito cachetón que estaban engordando para “darle chicharrón” el
mero día del santo de la doña, la jefa de la casa.
Así
como ellos, actuaron todas las familias de la localidad, de la región y del
país. Los de clase media y los más pudientes cooperaron con billetes y monedas.
Los que no tenían ni esperanza de liquidez, le entraron con todo de lo que se
pudieron desprender. Entregaron animalitos domésticos, semillas, herramientas y
cualquier cosa que pudiera venderse para juntar lo que sería la indemnización
para los extranjeros que dejarían de ser los dueños de los recursos energéticos
para regresarlo a sus auténticos propietarios, los mexicanos.
Con
cierto dejo de amargura, el viejito comentaba, que sentía muy feo ver la
indiferencia que existe en estos tiempos actuales. Decía a su compadrito que
antes, los hombres y hasta las mujeres, eran muy “entrones” y no se rajaban
para jalar con lo que fuera necesario para defender sus derechos, incluso
llegar hasta tomar las armas como lo hicieron para darle forma a la revolución
mexicana. Enseguida comentó:
“Hoy
veo con tristeza que son muy “sacatones”. El gobierno, junto con una bolita de
malparidos explotadores, les pican hasta los ojos y ni si alteran. Les quitan
sus tierras y nada. Les quitan sus casas y nada, les quitan su dinero y nada. Les
quitan sus playas y nada. Les quitan sus ríos y nada. Es más, les quitan a sus
viejas y no hacen nada. Nosotros, por menos de eso ya estábamos echando bala.
Bien dice el dicho que ya no los hacen como antes. Hoy en día hasta los
hombrones bigotones, esos que dizque presumen de machotes se la pasan viendo la
novela de las ocho de la noche, y se ponen a “moquear” chillando más que las
mismas mujeres “telenoveleras”.
"Se
enganchan con las historias lacrimógenas de la televisión y sufren y lloran con
sus personajes protagónicos y antagónicos, pero no se dan cuenta, y ese es el
chiste de las novelas de la tele, que la vida real, sus propias vidas, son más
dramáticas y tristes que cualquier culebrón de esos. Para ellos, en sus mundos
de reflectores e historias melosas, pierden de plano la perspectiva de la vida,
toda noción de la realidad por injusta y miserable que se la sigan haciendo los
gobiernos y sus cómplices. Qué novela más dramática puede haber que la que está
viviendo en carne propia el pueblo. Qué historia puede ser más triste que a
diario aumente la cantidad de personas en pobreza extrema. Qué puede resultar
más indignante que el saqueo indiscriminado del erario y los recursos naturales
de la nación".
"Ahorita
vamos a celebrar el centenario de la constitución, pero muy pocos pueden o
podemos sentirnos orgullosos de nuestros actos y actitudes, ante lo que ha
sucedido en torno a nuestra carta magna. El esfuerzo jurídico y republicano del
constituyente de 1917 por enaltecer la soberanía nacional mexicana, el
patriotismo con el que se estudió cada posibilidad, cada paso seguro para que
nuestro documento rector protegiera nuestra integridad, nuestra seguridad, nuestros
derechos humanos fundamentales en lo individual y lo colectivo. Y hoy ver la
indiferencia con la que se permite que unos cuantos aprovechados, desleales a
su juramento y traidores a la patria, mancillen el espíritu republicano de la
constitución y la remienden con trozos argumentativos que favorecen el interés
personal de unos cuantos. Qué la reformen y la mutilen, quitando los candados
que protegían a la patria, de la rapiña y la iniquidad de aquellos buitres que
juraron en un acto solemne honrarla con sus actos".
"Que
tristeza me da ver a los jóvenes en la apatía y en la búsqueda de opciones
lucrativas antes que revolucionarias, lo cual es ya, por sí sola, una grave
contradicción. A pesar de mi edad, siento coraje. Me dan ganas de montar mi
brioso corcel, tomar mi machete y mi carabina y salir a partirles el alma, uno
por uno, a esos que no respetaron la decisión del pueblo y están validando
reformas que lo perjudican. Pero recuerdo que mi corcel ya se murió, mi machete
se amelló y mi carabina se oxidó. Lo único que sigue intacto es mi coraje, mi
valor, mi respeto y mi amor a mi país".
En ese
momento el de la voz volvió su rostro para ver qué opinaba su compadre Melitón,
pero gran sorpresa que su fiel escudero dormía plácidamente con su cabeza
postrada sobre la mesita del dominó, usando sus brazos como almohada. Ante eso,
el legendario Panchito Mogotes, sólo acertó a decir: “No pues, así cómo. No les
digo”. Y se fue caminando lentamente por
el callejón.
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.