Sin
duda que el tema que más ha dado de qué hablar en los últimos días ha sido la
publicación de la tan llevada y traída “Ley de derechos y justicia laboral para
los trabajadores al servicio del Estado de Nayarit”.
Los impulsores de esta “generosa” ley no
pudieron elegir mejor nombre para la que ya es popularmente conocida como “Ley
Navarro”, sin olvidar que sería la reedición de la “Ley Toñito” corregida y
aumentada.
La
diferencia entre la vieja (me refiero a la ley anterior) y la actual, radica en
que fueron impuestas con métodos o formas muy diferentes. El “descocado”
exgobernador del inusual cuatrienio (que paradoja que sea el dueño de la
“Coca”) utilizó el albazo legislativo y una postura más que prepotente y
caprichosa, al grado que “ordenó” al congreso su aprobación a como diera lugar,
de manera que tuvieron que abandonar el recinto oficial y sesionar a
hurtadillas en las instalaciones de la Universidad Tecnológica de Nayarit,
lugar donde se parió el malhecho “engendro legislativo”, pero el tristemente
célebre Toñito, mantuvo su postura de cerrazón contra viento y marea, valiéndole
madre la cruda moral (o material, qué raro) que el hecho provocara.
Depende
del gusto de cada quien, pero la actitud de este congreso fue más tendenciosa
y, desde mi punto de vista, maquiavélica y malintencionada. Me refiero a la
forma en que manejaron la situación, haciendo creer a la opinión pública que, a
diferencia de la legislatura anterior (que pecó de prepotente y cerrada) esta
sería todo lo contrario, esta vez sería amable y gentil como la expresión
risueña y encantadora de su presidenta, escuchando en sesión especial las
opiniones, argumentos y razonamientos de los líderes de todos los sindicatos,
con el propósito de considerar esas aportaciones antes de publicar la dichosa
ley. Por supuesto que esa actitud fue bien recibida por los sindicatos, los
trabajadores y la mayoría ciudadana. Que muestra tan importante de civilidad y
democracia de los legisladores y, principalmente, de su risueña presidenta. Pero,
¡Oh, sorpresa! Nada de lo que “pacientemente” escucharon los democráticos
legisladores fue tomado en cuenta y la susodicha ley fue aprobada tal cual se
había diseñado con premeditada antelación.
No sé si fue una ilusión óptica
colectiva pero muchas de las personas que presenciamos la transmisión de la
sesión pública, vimos que la presidenta del congreso, la diputada Alba
Cristal Espinoza, mostraba una sonrisa
socarrona (burlona, pues) al momento de leer la sentencia fatal, digo el
dictamen final que aprobaba la multicitada ley. ¿Era acaso una sonrisa de
triunfo? “Cumplimos con el mandato del señor gobernador” ¡Friéguense los
trabajadores! ¿Fue eso lo que vimos o solo fue una ilusión colectiva?
No entraré en el análisis del contenido
jurídico de esta ley, cuyo solo nombre podría crear falsas esperanzas o altas
expectativas a quien no esté informado de su contenido. El rimbombante título
de verdad que incita a pensar que se trata de hacerle justicia a la clase
trabajadora pero que lejos está de ello. En esta ocasión solo daré cabida a las
generalidades de este asunto que seguirá causando mucho escozor entre distintos
sectores de la población y principalmente entre los trabajadores de la
burocracia que evidentemente tendrán que dar la batalla.
Es ya una tradición no solo en Nayarit sino en
todo el mundo que cuando se trata de hacer “sacrificios” se empieza por los de
abajo. La historia nos ha mostrado que siempre ha sido así, en cualquier
situación crítica en la que se tienen que hacer “ajustes” los que se tienen que
“apretar el cinturón” siempre son los más jodidos. En el caso que aquí nos
ocupa existe ya una tenaz campaña de desprestigio de que la crisis financiera
del gobierno es culpa de los trabajadores sindicalizados por sus “excesivas
prebendas”. Eso han pregonado los alfiles del gobierno durante años, haciendo
creer al pueblo que por esos gastos exorbitantes en prestaciones laborales no
se puede hacer obra, ni proporcionar mejores servicios públicos. Nada tan falso
y tendencioso como eso. Ningún ciudadano o ciudadana con dos dedos de frente
puede ignorar que los inmensos boquetes financieros en los presupuestos gubernamentales
son producto del saqueo indiscriminado por parte de “célebres” personajes de la
política y el quehacer administrativo que se robaron impunemente los activos
del erario estatal y, a veces, hasta federal. Los nombres de estos pillos son
de dominio público.
Culpar a los trabajadores de base de la
catástrofe financiera es como creer que los miles de ellos y ellas se hicieran
ricos cada tres o seis años, cuando todos sabemos que los “nuevos ricos” de
cada administración son los titulares del joder, perdón, poder ejecutivo y sus
“amigochos” los que amasan grandes fortunas al amparo de la impunidad que les
otorgan sus cómplices incrustados, a propósito, en el poder judicial. Esa es la
historia de muchos años en nuestro sufrido terruño y es conocida por todos
nosotros. En esta ocasión la “esperanza” estaba renovada y a flor de piel en la
figura del doctor Navarro y en la “franquicia” de la Cuarta Transformación, que
cada vez más se convierte en motivo de duda en cuanto a la sinceridad,
motivación y propósito en favor de algunas causas justas, o por lo menos en
nuestra entidad, en la que es de sobra conocida la historia de este problema de
los trabajadores. No existe ningún tipo de congruencia en el dicho y en el
hecho de parte del gobierno. Tan solo por citar un ejemplo, se habla de
austeridad y de ahorro para contrarrestar el peso económico de la nómina y
“ellos” siguen contratando personal de “confianza” en muchas de las
dependencias.
Creo que es necesario contextualizar bien este
asunto. Primero, decir que las prestaciones que los trabajadores han obtenido a
través de ochenta y dos años de lucha sindical, son compensaciones para
contrarrestar el raquítico sueldo que se devenga en la mayoría de los niveles
del escalafón y cada una de ellas corresponde a un momento de la historia en
que se peleó y se ganó. Que los horarios de trabajo actuales y el cambio de
otras condiciones que atentaban contra la dignidad de la persona tienen como
origen la lucha, la vida y la muerte de mártires como los de Chicago y muchos
otros que murieron por esas causas laborales. La idea principal de toda organización
de trabajadores es de carácter positiva, luchar por nuevas prestaciones que
mejoren su calidad de vida, nada en el sentido negativo, nada de restar. Por
eso es inconcebible que lleguen gobiernos retrógrados que quieren borrar de un
plumazo, la historia escrita con sangre y esfuerzo por miles de hombres y
mujeres que lucharon y siguen luchando por una vida mejor.
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA SIGUIENTE SEMANA - COMENTARIOS Y
SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY,
A.C.