miércoles, 3 de junio de 2020

"Regreso peligroso"



JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"Regreso peligroso"



La voz entre amelcochada y androide del gobernador se escuchaba en el altoparlante. Era un momento solemne y crítico, pues los habitantes del estado esperaban con cierta angustiosa lo que diría esa mañana de pandemia. Los números oficiales de la federación indicaban aún un futuro incierto y amenazador, pero siempre, como en todos los ámbitos, existía una ligera esperanza de buenas noticias, muy a pesar de lo escarlata del semáforo.

Cuando dijo que a partir de junio se regresaba a la nueva normalidad y listó una cierta cantidad de giros comerciales y de servicios. Un señor que estaba por ahí, escuchando atentamente el aviso gubernamental, no perdía detalle de lo que mencionaba, seguro esperaba la luz verde para los antros, porque cuando dijeron que aún no se abrirían, frunció el ceño sin disimular su frustración.

Sigue prevaleciendo un gran velo de incertidumbre acerca de la situación actual, se ensancha y se magnifica la polémica configuración del binomio indivisible de la salud y la economía. Es indudable que las voces internas del comercio se expresan a grito abierto y reclaman por la supervivencia. El sector de los servicios es también un solidario acompañante y activo promotor del regreso. Es un asunto que ya he tratado en específico pero que, sin embargo, sigue igual o más vigente que antes. La razón es muy  simple y radica en la prolongación del tiempo de distanciamiento y confinamiento social, derivado de la Jornada Nacional de Sana Distancia establecido por la Secretaría de Salud federal.

Esta situación es muy entendible, por más aristas que tenga. El problema siempre será encontrar el justo equilibrio, el punto de convergencia donde se den la mano el irrestricto derecho a la salud y el indispensable sustento de la familia, el empleo y la estabilidad social necesaria para el desarrollo de los pueblos. Es más que claro que hasta ahí no existe ningún conflicto de opiniones. Entiendo que el gobierno federal está enfrentando el embate de los sectores económicos en una más que justificada necesidad de regresar a sus actividades, los grandes empresarios, los centros comerciales y, por supuesto, los que más carga crítica soportan actualmente que son los pequeños negocios y los asalariados que viven al día. Además de lo anterior, es innegable que existen otros elementos que presionan diariamente al ejecutivo nacional, como los acérrimos antipejes, algunos miembros de la burguesía nacional y varios partidos que anhelan la inestabilidad política del régimen actual.

El tema que hoy traigo ante ustedes, no es precisamente la cuestión política aunque, por razones de contextualización, les comenté lo anterior. Desde mi punto de vista, el gobierno federal no aguantó la presión de la economía, la presión política y social como se esperaba. Eso se explica desde un estricto ejercicio de lógica elemental o sentido común, que nos indica como improcedente la apertura parcial, de varios comercios y servicios cuando el famoso semáforo de contagios está más colorado que un jitomate sinaloense. ¿Por qué acceder a la nueva normalidad cuando el noventa y siete por ciento de los estados está en semáforo rojo? Cuando la única excepción, Zacatecas, está en anaranjado, o sea casi llegando al rojo que significa NIVEL MÁXIMO de riesgo. Creo, que la respuesta a este cuestionamiento está en el comentario que antecede a este párrafo. Necesariamente tiene que ser una presión muy importante, en la que existen vertientes naturales y otras no tan naturales, ya explicadas también.

Más allá de todas las polémicas habidas y por haber, centrándome en lo que concierne al ámbito local, nuestro estado para precisar, asumo que existe el riesgo de que los contagios se multipliquen, pero no porque sea un mal esquema el propuesto por gobierno federal a las entidades, que obviamente tienen sus particularidades, sino porque está más que comprobado que los que habitamos la tierra de Amado Nervo, padecemos, no todos pero sí muchos, el más terrorífico de los males, más letal que el coronavirus, se llama irresponsabilidad, mejor conocida coloquialmente como «valemadrismo».

Creo que si tuviéramos un alto sentido de responsabilidad no harían falta muchas campañas de difusión del peligro que entraña el virus, con algo moderado que informara de lo que hay que hacer sería suficiente, pero, desgraciadamente no es así. Justificando a quienes salen por trabajo necesario, una cuestión ya comentada que disculpa y exime a quienes tienen que salir a ganarse el pan, a las personas que trabajan en las actividades esenciales, debo decir que la movilidad en la entidad sigue siendo caprichosa e irresponsable. Ese es el punto, el asunto que me hace temer situaciones complicadas de salud. Sigo viendo gente completamente escéptica a la pandemia, también muchos fiesteros, familias que se reúnen a tomar y muchos jóvenes que se la pasan bebiendo cerveza en vehículos llenos, que van de un lado a otro. Dicen que las reuniones no deben pasar de diez personas, decían luego que veinte, etcétera; pero yo observo y pienso que aunque sólo sean seis o diez, pero no toman ninguna precaución, como el caso de mi colonia donde se reúnen con mucha frecuencia algunos grupos de jóvenes que toman, bailan, se abrazan, jamás he visto ninguna protección, y luego trajinan en ciertas giras etílicas nocturnas que pudieran tener un efecto polinizador. 

En fin, esperemos a ver qué resultados arroja el proceso de retorno paulatino a la nueva normalidad, aunque insisto que éste pudiera ser más factible y alentador si todos hiciéramos, en la medida de lo posible, la parte que nos toca. Qué asumiéramos con responsabilidad las medidas que se indiquen y ser solidarios con los demás. Al cuidarnos a nosotros, cuidamos a nuestras familias y a los demás.

RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA SIGUIENTE SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.