JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS /
Periodismo Nayarita
"Regreso peligroso"
La voz
entre amelcochada y androide del gobernador se escuchaba en el altoparlante.
Era un momento solemne y crítico, pues los habitantes del estado esperaban con cierta
angustiosa lo que diría esa mañana de pandemia. Los números oficiales de la
federación indicaban aún un futuro incierto y amenazador, pero siempre, como en
todos los ámbitos, existía una ligera esperanza de buenas noticias, muy a pesar
de lo escarlata del semáforo.
Cuando
dijo que a partir de junio se regresaba a la nueva normalidad y listó una cierta cantidad de giros comerciales y
de servicios. Un señor que estaba por ahí, escuchando atentamente el aviso
gubernamental, no perdía detalle de lo que mencionaba, seguro esperaba la luz
verde para los antros, porque cuando dijeron que aún no se abrirían, frunció el
ceño sin disimular su frustración.
Sigue
prevaleciendo un gran velo de incertidumbre acerca de la situación actual, se
ensancha y se magnifica la polémica configuración del binomio indivisible de la
salud y la economía. Es indudable que las voces internas del comercio se
expresan a grito abierto y reclaman por la supervivencia. El sector de los
servicios es también un solidario acompañante y activo promotor del regreso. Es
un asunto que ya he tratado en específico pero que, sin embargo, sigue igual o
más vigente que antes. La razón es muy
simple y radica en la prolongación del tiempo de distanciamiento y
confinamiento social, derivado de la Jornada
Nacional de Sana Distancia establecido por la Secretaría de Salud federal.
Esta
situación es muy entendible, por más aristas que tenga. El problema siempre
será encontrar el justo equilibrio, el punto de convergencia donde se den la
mano el irrestricto derecho a la salud y el indispensable sustento de la
familia, el empleo y la estabilidad social necesaria para el desarrollo de los
pueblos. Es más que claro que hasta ahí no existe ningún conflicto de
opiniones. Entiendo que el gobierno federal está enfrentando el embate de los
sectores económicos en una más que justificada necesidad de regresar a sus
actividades, los grandes empresarios, los centros comerciales y, por supuesto,
los que más carga crítica soportan actualmente que son los pequeños negocios y
los asalariados que viven al día. Además de lo anterior, es innegable que
existen otros elementos que presionan diariamente al ejecutivo nacional, como
los acérrimos antipejes, algunos
miembros de la burguesía nacional y varios partidos que anhelan la
inestabilidad política del régimen actual.
El tema
que hoy traigo ante ustedes, no es precisamente la cuestión política aunque,
por razones de contextualización, les comenté lo anterior. Desde mi punto de
vista, el gobierno federal no aguantó la presión de la economía, la presión
política y social como se esperaba. Eso se explica desde un estricto ejercicio
de lógica elemental o sentido común, que nos indica como improcedente la
apertura parcial, de varios comercios y servicios cuando el famoso semáforo de
contagios está más colorado que un jitomate sinaloense. ¿Por qué acceder a la
nueva normalidad cuando el noventa y siete por ciento de los estados está en
semáforo rojo? Cuando la única excepción, Zacatecas, está en anaranjado, o sea
casi llegando al rojo que significa NIVEL MÁXIMO de riesgo. Creo, que la
respuesta a este cuestionamiento está en el comentario que antecede a este
párrafo. Necesariamente tiene que ser una presión muy importante, en la que
existen vertientes naturales y otras no tan naturales, ya explicadas también.
Más
allá de todas las polémicas habidas y por haber, centrándome en lo que
concierne al ámbito local, nuestro estado para precisar, asumo que existe el
riesgo de que los contagios se multipliquen, pero no porque sea un mal esquema
el propuesto por gobierno federal a las entidades, que obviamente tienen sus
particularidades, sino porque está más que comprobado que los que habitamos la
tierra de Amado Nervo, padecemos, no todos pero sí muchos, el más
terrorífico de los males, más letal que el coronavirus, se llama irresponsabilidad,
mejor conocida coloquialmente como «valemadrismo».
Creo
que si tuviéramos un alto sentido de responsabilidad no harían falta muchas
campañas de difusión del peligro que entraña el virus, con algo moderado que
informara de lo que hay que hacer sería suficiente, pero, desgraciadamente no
es así. Justificando a quienes salen por trabajo necesario, una cuestión ya
comentada que disculpa y exime a quienes tienen que salir a ganarse el pan, a
las personas que trabajan en las actividades esenciales, debo decir que la
movilidad en la entidad sigue siendo caprichosa e irresponsable. Ese es el
punto, el asunto que me hace temer situaciones complicadas de salud. Sigo
viendo gente completamente escéptica a la pandemia, también muchos fiesteros,
familias que se reúnen a tomar y muchos jóvenes que se la pasan bebiendo
cerveza en vehículos llenos, que van de un lado a otro. Dicen que las reuniones
no deben pasar de diez personas, decían luego que veinte, etcétera; pero yo
observo y pienso que aunque sólo sean seis o diez, pero no toman ninguna
precaución, como el caso de mi colonia donde se reúnen con mucha frecuencia
algunos grupos de jóvenes que toman, bailan, se abrazan, jamás he visto ninguna
protección, y luego trajinan en ciertas giras etílicas nocturnas que pudieran
tener un efecto polinizador.
En fin, esperemos a ver qué resultados arroja el
proceso de retorno paulatino a la nueva normalidad, aunque insisto que éste
pudiera ser más factible y alentador si todos hiciéramos, en la medida de lo
posible, la parte que nos toca. Qué asumiéramos con responsabilidad las medidas
que se indiquen y ser solidarios con los demás. Al cuidarnos a nosotros,
cuidamos a nuestras familias y a los demás.
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA SIGUIENTE SEMANA - COMENTARIOS Y
SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.