Iniciando
el último de los meses del año, el muy especial mes de diciembre. Frases como
“Ya huele a Navidad” y “Se nos fue de plano el año” se dejan escuchar entre las
personas que frecuento. Por un lado, la nostalgia que se siente porque los años
pasan volando y por otro, la sensación de ilusión y esperanza que genera el
saber que quizá el próximo, el que viene, será un gran año en muchos sentidos.
Aún
no es tiempo de hacer el balance que acostumbro por estas fechas, aunque falta
poco para salir de vacaciones, pero sí es quizá oportuno comentar que me da
gusto que se acabó la campaña extraordinaria para ocupar el escaño que dejó
vacante en el senado el doctor Miguel Ángel Navarro Quintero. Me refiero en
especial a ésta porque me pareció completamente desangelada, monótona y hasta
simplona.
En
general no hay campaña política que sea agradable, al menos las más recientes.
Desde mi punto de vista la mayoría, además de aburridas, mediocres y faltas de
creatividad, suelen ser muy negativas, porque muchas de ellas se basan en el
ataque a sus adversarios y no en la propuesta seria y convincente. Pero en esta
ocasión me parecieron más insulsas que siempre y muy repetitivas. No sé si por
los tiempos otorgados o por sus características emergentes, pero me parecieron
odiosas. Cada rato, sea en la televisión o en la radio, los anuncios de todos
los partidos y candidatos hasta dos o tres veces CONSECUTIVAS provocando el
fastidio de los electores potenciales, logrando que en vez de motivarte a votar
por ellos termines odiando sus nombres y sus colores. La verdad que esa
estrategia, si es que lo es, de meterte a fuerza por la cabeza el nombre del
candidato o candidata, no es para nada aconsejable ya que, como dije
anteriormente, terminas con un sentimiento de aversión hacia todos ellos y
ellas.
En
muchos sentidos me ha parecido de poca calidad esa campaña. Con todo respeto,
pero desde los personajes, no me ha convencido del todo. Si tuviera que utilizar las viejas frases de
antaño tendría que decir que “Está flaca la caballada”, espero se entienda el
contexto y no se malinterprete el dicho. Creo que las personas que les gusta la
política o han estado enteradas de sus historias lo entenderán sin sentir de ninguna
manera algún tono peyorativo. No entraré en profundidad en cuánto a esa parte,
porque no hay nada personal en contra de ninguna de las personas que se la
“están jugando” pero, refiriéndome estrictamente al puesto al que aspiran, por
su importancia y lo delicado del papel que juega en el destino no sólo de la
entidad federativa que aspiran a representar sino que en muchos casos se trata
de asuntos de carácter nacional e incluso internacional, se debe tener un
perfil de mayor relevancia.
Desde
el punto de vista constitucional, todos tenemos el derecho de aspirar a esos
puestos de elección popular pero no todos tenemos la capacidad de poder
desarrollar ese trabajo. Es cierto, que muchas veces solo se necesita sentido
común y mucha honestidad para ser un buen político o un buen funcionario, pero
sería ideal que las personas que lleguen a esas curules tuviesen un poco más de
perfil, sea de experiencia y/o preparación. En el caso que comento, estamos
hablando de una de las representaciones populares más importantes, es el caso
de estar en la palestra nacional, la más alta tribuna del país, donde se toman
las decisiones más importantes de la vida política, económica, social y demás
ámbitos que conforman la vida de la sociedad mexicana.
Si
bien es cierto que quien llegue a esa curul tan sólo estará vigente por menos
de tres años, culminando su ejercicio con la LXV Legislatura hasta el 31 de
agosto de 2024, me parece un poco relajado o incierto que estemos hablando de
aspirantes que sólo tienen experiencia a nivel de regidor o regidora y uno de
ellos de presidente municipal y de ahí daría (uno o una) el salto cualitativo
hasta la máxima tribuna, el Senado de la República, cuando muchos o muchas han
recorrido un largo camino de posiciones electorales, como diputados locales,
diputados federales y de ahí el brinco sustantivo a senador. Obvio que ni así
se puede garantizar una gestión exitosa de esa representación pero, al menos en
teoría, se puede decir que con esa experiencia existen mayores probabilidades
de éxito. Es evidente que en cuestiones políticas todo es posible y cualquier
cosa puede suceder, pero ya tantas experiencias vividas durante tantos años de
espera, me hacen dudar y no crearme tantas expectativas.
Ya
pronto veremos qué sucede y eso intentaba decir respecto al tiempo en el
proemio de este texto. Se siente eso, ilusión y esperanza en que todo pueda
cambiar para bien. Pero por favor, sean más creativos con sus campañas, eso de
fusilarse la rola de Joan Sebastian para intentar concretar una rima, muy lastimera
por cierto: “la gente rumora”, espero no
rumoren otra cosa de ese candidato, o la onda de decir que si votas por
determinado candidato o candidata van a cambiar y resolver todos los problemas de México,
como si el hecho de ganar esa curul le diera una varita mágica para ello. Otras
campañas que hablan de tratarte con amor, con cariño… etcétera; por favor, no
manchen, quien se va creer esas propuesta tan afectivas, yo creo que ni en su
familia se la compran.
En
fin, no queda más que esperar a que nuestro padre tiempo nos muestre sus
bondades y despeje los nubarrones que hoy existen, que descubra las incógnitas
que a más de uno tienen en vela sufriendo sus ansiedades. Mejor vaya
previniendo la ley seca de rigor que habrá por la elección extraordinaria el
próximo domingo 5 de diciembre. ¡Ah, por cierto! Dicen las malas lenguas que
esta vez no será cómo suele aplicarse a las cero horas del sábado sino entrará
en vigor hasta las tres de la mañana, dizque para darle chance al que organiza
el “toquín” del Julión Álvarez y sus compas “Los Tucanes de Tijuana”. ¿Usted
les cree, eso?
RECIBAN
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