"Balance Navideño"
Esta
edición que estás leyendo, será la última de este año que vive el último de sus
meses. Los que colaboramos en este semanario, estaremos “fuera del aire”
durante tres semanas y regresaremos el día diez de enero del año que ya asoma
su copete. Tres semanas de asueto, debido a que la mayoría de las dependencias
gubernamentales tomarán su periodo vacacional decembrino. Los extrañaré mucho,
pero de alguna manera podremos estar en contacto, sobre todo en las redes
sociales.
Es
casi una norma que el último artículo del año lo dedique a realizar una especie
de balance del mismo. Los comentarios en
esa temática han sido por demás variados. A pesar de tal variedad, habrá
coincidencias importantes entre ellos. Eso es muy natural, tratándose de un
asunto que pasa por un concepto fundamental: La Felicidad.
Desde
mi punto de vista, la felicidad debiera ser el indicador principal de cómo te
fue en cada año. Más allá de lo ambiguo que pudiera ser el término y más allá
de las diversas interpretaciones que pudiéramos tener acerca de ella. Esto
pudiera causar alguna polémica, pero, qué sería el mundo sin sus
contradicciones. A mí me gusta decir que un año fue feliz porque así me sentí.
Porque tuve muchas razones para ello. Habrá quienes digan que fue un año feliz
porque hizo grandes negocios y ganó mucho dinero. Otros dirán que alcanzaron la
felicidad porque lograron una meta académica, terminar la carrera universitaria,
por ejemplo. En fin hay muchos motivos y cada quien tomará para sí el que a su
juicio considere que es un motivo de felicidad. En cualquiera que sea el caso
de mis amables lectores, deseo que este año les arroje números muy
favorables.
El
escrito de hoy es prácticamente una tarjeta navideña para quienes me hacen el
favor de seguir las líneas de esta columna. Es una inmejorable oportunidad de
agradecer su apoyo y acompañamiento durante estos años de vida de este humilde rincón
del ejercicio periodístico denominado “De todo como en botica”. Ya he mencionado
la satisfacción que se siente cuando, de manera casi mágica, se logra esa
conexión entre quien escribe y quien lee. He disfrutado mucho ver la evolución
en estos años, tanto del periódico, de la columna y de la propia audiencia. He
recibido grandes sorpresas en muchos lugares que he visitado y he podido saludar
a muchas personas que me conocen, no en persona, pero sí por mis líneas. Hay
cientos de anécdotas muy bonitas, a veces emotivas, inspiradoras, otras más de
tipo jocoso. He recibido también muchos comentarios de lectores asiduos, que
tienen amplio conocimiento de los asuntos económicos y políticos del país, y
muchos otros de distintos tipos, la mayoría de ellos muy motivadores.
En
cuanto al balance en sí, este año ha sido muy difícil en el aspecto económico.
La carestía de la vida ha sido un agresivo aguijón que se le ha encajado sin
misericordia al pueblo. El modelo neoliberal ha hecho de las suyas, con la
ostensible complicidad de la clase política. La nación ha recibido los
ofensivos embates de un sistema económico que lo único que le importa es el
lucro. Enriquecer más a los ricos actuales a costa de la sangre y del
patrimonio de los mexicanos desprotegidos que siguen caminando inevitablemente
al abismo ignominioso de la pobreza extrema. Nuestro país se debate en una
negra tormenta que se agita cada vez más. Nuestras entidades federativas siguen
siendo víctimas del terror criminal, de la corrupción galopante y de su amiga
inseparable, la impunidad. El balance general de este año desgraciadamente
arrojaría números rojos, si lo tratáramos como contabilidad. La violencia y la
inseguridad, el narcotráfico, las reformas estructurales lesivas al pueblo, los
impuestos excesivos e injustos, la inequidad económica, los feminicidios,
asesinatos de periodistas y defensores de derechos humanos, y un gran rosario
de calamidades inducidas por un gobierno desleal y corrupto, conformarían la
parte negativa de este corte de caja.
Pero,
a pesar de la negra estela de podredumbre que deja el gobierno actual este año,
siempre queda la contraparte blanca. Esta vida está llena de matices, ni todo
es negro ni todo es blanco. Aunque, por el abusivo uso del poder de este
nefasto gobierno, tal pareciera que ni siquiera existe un punto de equilibrio.
Pero no todo es así, siempre hay opciones, el problema es que tardamos muchos
en darnos cuenta de ello. A pesar de todo, tenemos mucha gente buena que no
pierde la esperanza de poder cambiar este negativo estado de cosas.
Afortunadamente no todo en la vida son políticos corruptos y malos ciudadanos.
Tenemos la ilusión de un mundo mejor, tenemos gente de bien, maestros,
profesionistas, artistas, investigadores, escritores, empresarios, estudiantes,
periodistas y ciudadanos, miles de ciudadanos ansiosos de hacer algo, de
participar en la reconstrucción de nuestro país, desde los cimientos hasta el
último de los detalles, una sociedad que está sedienta de justicia y a la
espera de la confección de un nuevo proyecto de nación.
Con
lo anterior, quiero decir que no todo está perdido, que hay muchas
posibilidades. Más de lo que parece. La clave está en no perder ese espíritu
decidido y mantener la unidad de la sociedad en torno a liderazgos y proyectos
que comulguen con la justicia social, conscientes de que se puede lograr a
través de la mayoría social, como única posibilidad de arrebatarle el poder y
el control de la nación a la oligarquía y acabar con la nefasta
“partidocracia”.
Por
ahora les invito a consolidar su unión básica, inmediata, que es su familia. Les
invito a que, en la medida de lo posible, reivindiquemos la importancia de la
felicidad basada en el amor, la comprensión y la alegría. Les invito a suavizar
la actitud ante la vida. A intentar aprovechar la oportunidad de reunión con
familiares y amigos, en estas fechas hermosas en que se respira siempre algo
intangible pero sensible, cálido y prometedor.
Quiero
desear a los estimados seguidores, familiares y amigos, que en estas fiestas
decembrinas se reconcilien con la vida. Que valoren la maravillosa experiencia de
estar vivo. El prodigio de despertar cada mañana y ver la luz del sol que te
acaricia la piel. El poder sentir el abrazo de quien te aprecia y, sin palabras, establecer un diálogo afectuoso en la magnificencia del silencio. El pensar en
tu pareja, en tus hijos, si los tienes. Ver en sus miradas la chispa de la
esperanza de una vida mejor. Encontrar en la sonrisa discreta de un abuelo el
canto de paz y sabiduría que habla de la extraordinaria magia de andar los
caminos. En los niños, la ternura inigualable de un corazón inocente. Ver en
cada amanecer la inmensa y generosa sonrisa de Dios, que te extiende sus brazos,
como si fueran la puerta dorada hacia horizontes más promisorios, en donde
reine la paz, la bondad, la alegría y el amor. FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO
2018.
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO EN LA PRÓXIMA EDICIÓN - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.