jueves, 8 de agosto de 2019

"El Caudillo del Sur"



JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"El Caudillo del Sur"



Estaba pensando que se aproximaba el cumpleaños de uno de mis hijos. Sería precisamente el día que el Semanario Gremio empezara a recorrer las variadas rutas de su distribución, el ocho de agosto. Como me encantan las efemérides, la numerología y esas curiosidades, mi juguetona mente me llevó al tobogán de los recuerdos y me paseó por una pequeña porción de las sendas del tiempo mexicano. No tuve que deslizarme mucho, ahí estaba a la vista, la coincidencia del natalicio de un hombre muy importante en la historia y en la vida de nuestro país, me refiero al prócer revolucionario Emiliano Zapata, el «Caudillo del Sur» quien nació en esa fecha, pero del año 1879.

En cuestión de efemérides es oportuno mencionar que este héroe revolucionario está siendo homenajeado en la vida pública actual estableciéndose que toda la documentación oficial deberá llevar la leyenda «2019, Año del Caudillo del Sur, Emiliano Zapata». Lo anterior, mediante decreto emitido por el gobierno federal y con el propósito de conmemorar el centenario de su muerte, acaecida el 10 de abril de 1919, hace un centenar de años. Inmediatamente se desdibuja mi rostro en una mueca irónica al tiempo que mi mente deletrea despacio: ¡Uy, que generosos somos con el caudillo!, es lo menos que podíamos hacer por él. (Nótese el sarcasmo).

En torno a este importantísimo personaje de la historia mexicana, existen muchos mitos y no pocas polémicas. Las más fantasiosas o misteriosas, dependiendo del punto de vista de quien las argumenta, son las que hablan de que él no murió asesinado en la emboscada de Chinameca. Los partidarios de esa hipótesis señalan que «Don Miliano», que era una chucha cuerera, se olió la trampa que le tendió, el entonces coronel, Jesús Guajardo y que en su lugar envió a un compadre suyo que era físicamente muy parecido a él. Los documentales históricos desmienten, según lo que se ha publicado, esos decires populares. Quizá yo les crea a esas publicaciones porque no puedo concebir que Emiliano Zapata hubiera sido tan ojete para sacrificar de esa manera a su compadre, al menos yo no haría algo así a ninguno de los míos. Esas historias se fueron complementando con las versiones de boca en boca y de alguno de sus parientes directos que aseguraban que el caudillo huyó del país y murió de viejo en un poblado italiano, aunque otros dicen que emigró hacia Arabia.

Lo cierto de todo eso es, que la figura de Zapata es muy poco valorada por una gran parte de los mexicanos. Desde mi punto de vista, el mismo sistema ha hecho lo posible por diluir la importancia y la necesidad de que exista siempre esa fuerza rebelde, esa oposición firme y auténtica que haga contrapeso a los gobiernos abiertamente autoritarios y desleales a la nación. Ya es tiempo que la figura de Zapata deje de banalizarse y encajonarse en los estereotipos  del charrito cantor, el típico montaperros y se convierta en lo que realmente representa: la fuerza de un pueblo cansado de la pobreza y la explotación. Que signifique lo que es, la hombría valerosa y no el machismo ridículo y biforme de charros con sombrero pero sin palabra (no me refiero a nadie en especial, pero si hay quien se ponga el saco, pues ni modo). Es tiempo también de que se dimensione en toda su valía la figura de Zapata, pero no en la imagen física, ya que cualquier actorcillo de quinta categoría puede escenificarlo en una película tan sólo poniéndole un buen mostacho o cualquiera puede simular su hombría y reciedumbre de hombre de a caballo mediante los artilugios y la magia del cine, bueno hasta «El Potrillo Fernández» lució como el hombrón de Anenecuilco, aunque nomás le faltó la interpretación ecuestre de la rola del Juanga: «En esta primavera».

Seguirán por años las polémicas, que porque Emiliano no era pobre, que era hacendado, que tenía ganado, y otras cosas de esas. Suponiendo que así haya sido, es aún más relevante y muy loable que abandonara su zona de confort y se levantara en armas para defender las causas campesinas y convertirse en el líder del movimiento agrarista más importante del siglo veinte, el único que defendió, hasta su muerte, el reparto de tierras a los mexicanos, hombres y mujeres, del campo.

Serían interminables los comentarios acerca de este legendario caudillo suriano, de hecho se han llenado documentales audiovisuales, libros, ensayos, series y películas y jamás dejará de ser un tema importante mientras exista la pobreza y la opresión en el campo y como está visto, después de un siglo de su muerte (o su desaparición voluntaria, según algunos)  que ese flagelo social sigue tan vivo como su imagen.

Debe ser un reclamo diario, consistente e irrenunciable, el rescate de la imagen histórica y los ideales de justicia del general Emiliano Zapata Salazar. No debemos conformarnos con poner su nombre a unas cuantas calles, o la hipocresía protocolaria de esa nimia leyenda burocrática en los papeles oficiales, sino rescatar sus ideas revolucionarias, sus conceptos de justicia a los campesinos, su visión de una auténtica revolución social. Revisar, analizar y enseñar los contenidos del Plan de Ayala, que representaban en su momento, y quizá sigan vigentes, las demandas por parte de la rebelión zapatista, de los agraristas de su Ejército Libertador del Sur.

En fin, este comentario inició pensando en la fecha del próximo cumpleaños de uno de mis hijos, el 8 de agosto, que coincide con el nacimiento de Zapata, pero ya empecé a tomar precauciones cuando recordé que uno de los partes oficiales, de la muerte del Gral. Emiliano Zapata, está firmado con fecha 15 de abril de 1919, entonces si sentí un escalofrío porque es precisamente el cumpleaños de otro de mis hijos, el primogénito, lo cual como que ya empieza a tornarse un poquito misterioso, así que mejor ahí lo dejé para su lectura y reflexión. -La tierra es de quien la trabaja. Los textos son de quien los lee-.

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