JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS /
Periodismo Nayarita
"El Caudillo del Sur"
Estaba
pensando que se aproximaba el cumpleaños de uno de mis hijos. Sería
precisamente el día que el Semanario Gremio empezara a recorrer las variadas
rutas de su distribución, el ocho de agosto. Como me encantan las efemérides,
la numerología y esas curiosidades, mi juguetona mente me llevó al tobogán de
los recuerdos y me paseó por una pequeña porción de las sendas del tiempo
mexicano. No tuve que deslizarme mucho, ahí estaba a la vista, la coincidencia
del natalicio de un hombre muy importante en la historia y en la vida de
nuestro país, me refiero al prócer revolucionario Emiliano Zapata, el «Caudillo
del Sur» quien nació en esa fecha, pero del año 1879.
En
cuestión de efemérides es oportuno mencionar que este héroe revolucionario está
siendo homenajeado en la vida pública
actual estableciéndose que toda la documentación oficial deberá llevar la
leyenda «2019, Año del Caudillo del Sur, Emiliano Zapata». Lo anterior,
mediante decreto emitido por el gobierno federal y con el propósito de
conmemorar el centenario de su muerte, acaecida el 10 de abril de 1919, hace un
centenar de años. Inmediatamente se desdibuja mi rostro en una mueca irónica al
tiempo que mi mente deletrea despacio: ¡Uy, que generosos somos con el
caudillo!, es lo menos que podíamos hacer por él. (Nótese el sarcasmo).
En
torno a este importantísimo personaje de la historia mexicana, existen muchos
mitos y no pocas polémicas. Las más fantasiosas o misteriosas, dependiendo del
punto de vista de quien las argumenta, son las que hablan de que él no murió
asesinado en la emboscada de Chinameca. Los partidarios de esa hipótesis
señalan que «Don Miliano», que era una chucha
cuerera, se olió la trampa que le tendió, el entonces coronel, Jesús
Guajardo y que en su lugar envió a un compadre suyo que era físicamente muy
parecido a él. Los documentales históricos desmienten, según lo que se ha
publicado, esos decires populares. Quizá yo les crea a esas publicaciones
porque no puedo concebir que Emiliano Zapata hubiera sido tan ojete para sacrificar de esa manera a su
compadre, al menos yo no haría algo así a ninguno de los míos. Esas historias
se fueron complementando con las versiones de boca en boca y de alguno de sus
parientes directos que aseguraban que el caudillo huyó del país y murió de
viejo en un poblado italiano, aunque otros dicen que emigró hacia Arabia.
Lo
cierto de todo eso es, que la figura de Zapata es muy poco valorada por una
gran parte de los mexicanos. Desde mi punto de vista, el mismo sistema ha hecho
lo posible por diluir la importancia y la necesidad de que exista siempre esa fuerza
rebelde, esa oposición firme y auténtica que haga contrapeso a los gobiernos
abiertamente autoritarios y desleales a la nación. Ya es tiempo que la figura
de Zapata deje de banalizarse y encajonarse en los estereotipos del charrito cantor, el típico montaperros y se convierta en lo que
realmente representa: la fuerza de un pueblo cansado de la pobreza y la
explotación. Que signifique lo que es, la hombría valerosa y no el machismo
ridículo y biforme de charros con sombrero pero sin palabra (no me refiero a
nadie en especial, pero si hay quien se ponga el saco, pues ni modo). Es tiempo
también de que se dimensione en toda su valía la figura de Zapata, pero no en
la imagen física, ya que cualquier actorcillo de quinta categoría puede
escenificarlo en una película tan sólo poniéndole un buen mostacho o cualquiera
puede simular su hombría y reciedumbre de hombre de a caballo mediante los
artilugios y la magia del cine, bueno hasta «El Potrillo Fernández» lució como
el hombrón de Anenecuilco, aunque nomás le faltó la interpretación ecuestre de
la rola del Juanga: «En esta
primavera».
Seguirán
por años las polémicas, que porque Emiliano no era pobre, que era hacendado,
que tenía ganado, y otras cosas de esas. Suponiendo que así haya sido, es aún
más relevante y muy loable que abandonara su zona de confort y se levantara en
armas para defender las causas campesinas y convertirse en el líder del
movimiento agrarista más importante del siglo veinte, el único que defendió,
hasta su muerte, el reparto de tierras a los mexicanos, hombres y mujeres, del
campo.
Serían
interminables los comentarios acerca de este legendario caudillo suriano, de
hecho se han llenado documentales audiovisuales, libros, ensayos, series y
películas y jamás dejará de ser un tema importante mientras exista la pobreza y
la opresión en el campo y como está visto, después de un siglo de su muerte (o
su desaparición voluntaria, según algunos)
que ese flagelo social sigue tan vivo como su imagen.
Debe
ser un reclamo diario, consistente e irrenunciable, el rescate de la imagen
histórica y los ideales de justicia del general Emiliano Zapata Salazar. No
debemos conformarnos con poner su nombre a unas cuantas calles, o la hipocresía
protocolaria de esa nimia leyenda burocrática en los papeles oficiales, sino
rescatar sus ideas revolucionarias, sus conceptos de justicia a los campesinos,
su visión de una auténtica revolución social. Revisar, analizar y enseñar los
contenidos del Plan de Ayala, que representaban en su momento, y quizá sigan
vigentes, las demandas por parte de la rebelión zapatista, de los agraristas de
su Ejército Libertador del Sur.
En fin,
este comentario inició pensando en la fecha del próximo cumpleaños de uno de
mis hijos, el 8 de agosto, que coincide con el nacimiento de Zapata, pero ya
empecé a tomar precauciones cuando recordé que uno de los partes oficiales, de
la muerte del Gral. Emiliano Zapata, está firmado con fecha 15 de abril de
1919, entonces si sentí un escalofrío porque es precisamente el cumpleaños de otro de mis hijos, el primogénito, lo cual como que ya empieza a tornarse un poquito
misterioso, así que mejor ahí lo dejé para su lectura y reflexión. -La tierra
es de quien la trabaja. Los textos son de quien los lee-.
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO EN LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.