En
nuestro estado hay muchísimas cosas capaces de llamar nuestra atención.
Desafortunadamente no todas son tan bonitas o buenas como quisiéramos. En esta
ocasión me referiré a las noticias que a diario escuchamos en los distintos
servicios noticiosos de la televisión o los medios digitales. Ojalá la mayoría
de noticias fueran agradables o buenas o al menos que no fueran tan malas, pero
eso es algo que no está en la posibilidad de pedirse a la carta. Una de las
noticias recurrentes en los medios de comunicación son los accidentes
vehiculares que cada vez se dan con mayor frecuencia y particularmente los que
se relacionan con motocicletas (motos).
Me
preocupa mucho el incremento indeseable de accidentes viales en los que
participan motociclistas. Siempre ha sido un rubro importante pero he notado
que se ha incrementado mucho en los últimos meses, particularmente en la
capital nayarita, aunque es un fenómeno que aparece en todos los municipios.
Según
declaraciones del Secretario de Movilidad, Luis Alonso Tahuahua González (“El
Occidental”, jueves 21 de enero de 2021) se han disparado las cifras de
accidentes en los que participan motocicletas. Dijo que tan solo en Tepic, se
suscitan dieciocho accidentes a la semana, de los que se registran al menos
tres muertes. Es fácil inferir el incremento de las cantidades que resultan si
sumamos los siniestros en todos los municipios. Lo alarmante de estas estadísticas
es que en la gran mayoría de los casos los involucrados son jovencitos, menores
de edad. No digo que no exista el mismo dolor cuando se trata de una persona
mayor pero es innegable que existe una dosis mayor de dramatismo cuando fallece
un chico o chica que está como se dice coloquialmente “en la flor de la vida”.
El
problema (que ya lo es y muy serio) de estos accidentes tiene una génesis
multifactorial desde mi punto de vista. Uno de los factores que inciden en
estos cada vez más frecuentes accidentes es la velocidad. He sido testigo
muchísimas veces que ruedan por las calles tepicenses muchas motos conducidas
por chavos principalmente que parecen auténticos kamikazes. Suelen ir a muy
altas velocidades, serpenteando entre los coches, rebasando por la derecha y
apareciendo por los sitios y momentos menos esperados. En esta descripción se
cuentan en gran número los repartidores (también más abundantes, por la
pandemia) que se desplazan como bólidos fustigados por el apremio del escaso
tiempo disponible para entregar los pedidos (supongo que existe presión por
parte de los patrones).
Otro
elemento sustantivo en este recuento es la falta de un adecuado equipo de
seguridad en los conductores de motos. Es difícil precisar la cantidad pero aún
existen muchos que ni siquiera usan casco, mucho menos protectores de codos,
botas, etcétera, por lo que es remota la posibilidad de salvar la vida en un
accidente ya que la mayoría de casos presentan traumatismo craneoencefálico con
consecuencias fatales, a veces inmediatas.
Algo
más que podemos señalar en la descripción de causales es la falta de educación
vial que aún prevalece en nuestra geografía nayarita. Es de lamentar que existan
un alto grado de impericia, imprudencia o falta de precaución y empatía por
parte de conductores de automóviles en perjuicio de vehículos menores como
bicicletas o las multicitadas motocicletas. Esta es una vieja y triste
historia, desde que la educación vial en las escuelas primarias fue desalojada
por los paladines de la educación
como si ésta fuera una inquilina morosa e indeseable. En mis tiempos (humm
puedo adivinar su sonrisa burlona) era una materia que, aunque no estaba
registrada en las boletas de calificaciones, si no la pasabas no te entregaban
tu papelito, de modo que todas esas generaciones fuimos capacitados como
excelentes conductores y peatones. Algo similar ocurrió con la materia de
educación cívica y ahí están los resultados, una sociedad amorfa, indecente y
falta de valores, pero pues ya lo dije antes, se la debemos a los genios que se
encargaban de los programas escolares.
Regresando
al punto, antes de que me suelte repartiendo imprecaciones, creo que es
oportuno señalar un aspecto muy importante en la progresión de estos
siniestros, me refiero al aumento de motos en circulación. Según la fuente señalada en párrafo anterior,
durante la pandemia las compras de motocicletas se incrementaron en un cien por
ciento, lo que nos da una idea del cariz que tomó la problemática en cuestión.
Es más que evidente que a mayor número de motos rodando mayor probabilidad de
accidentes. Es un fenómeno un tanto peculiar que a pesar de la crisis económica
causada por la contingencia hayan aumentado las compras de esos bólidos sobre
ruedas, pero es fácil imaginar (en contraparte) que la intención de esas
personas era hacer el esfuerzo (principalmente a través de créditos con abonos
chiquitos) para que esas motocicletas fueran una herramienta de trabajo e
integrarse a la fuerza laboral, ya que la misma pandemia creó o empujó la industria de los mandaditos debido a la
necesidad básica de las entregas a domicilio. Muchos padres permitieron que sus
hijos de dieciséis años en adelante entraran como fuerza de trabajo a la floreciente industria de la entrega (de
pedidos).
No
quiere decir que sean únicamente estos chavos los que están falleciendo en esos
accidentes, existen muchos otros que perdieron la vida en trayectos de otra
índole y otras circunstancias, en calles, caminos y carreteras, en zonas
urbanas y rurales, en muchos escenarios lamentables con una periodicidad
alarmante. Están ahí a la orden del día (y la noche) en las coberturas
noticiosas: “Motociclistas perdieron la vida, atropellados en la avenida
México, en el bulevar Colosio, en la avenida Insurgentes, en la autopista
Tepic- San Blas, en la carretera Federal 15 por el puente “Los Lobos”, en el
municipio de Santiago Ixcuintla, en la carretera Tepic-Guadalajara cerca del
crucero de Heriberto Jara en Ahuacatlán y así sucesivamente. Sería interminable
listar el grandísimo número de accidentes en los meses recientes.
Es alarmante,
triste y desalentador ver como los casos son cada vez más frecuentes. Quizá
haya más factores que provocan o inciden en esta tétrica estadística, esperemos
que las autoridades hagan lo conducente y los ciudadanos también para
disminuir la incidencia, en este punto entrarían también la precaución y evitar
el alcohol al manejar. Mientras eso sucede, no queda otra que encomendarnos a
Dios porque la muerte viaja en dos ruedas.
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA SIGUIENTE SEMANA - COMENTARIOS Y
SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.