Se
terminó prácticamente este cuatrienio de gobierno y es el momento de rendir cuentas.
Empezaré por decir que, al momento de escribir esto, está en proceso el
ejercicio constitucional de la glosa del informe de gobierno y como parte final
la comparecencia de los titulares del gabinete saliente ante la actual
legislatura en la Cámara de Diputados.
Por
supuesto que no he visto el total de la pasarela en el congreso pero sí me di
el tiempo de ver algunas de las presentaciones sólo para verificar, mediante esa
muestra, lo que imaginaba que sucedería. Por lo que he visto en anteriores ejercicios,
se entiende que el último de los informes de los gobiernos salientes siempre
está revestido de una especie de salvoconducto de tranquilidad, al menos por el
momento. Esto estriba en que, por un lado, pues ya están casi fuera del juego y
se respira la sensación del ¡Ya vámonos! Es decir, existe una percepción de que
los miembros del gabinete están ansiando salir de la habitación y cerrar la
puerta por fuera. Por el otro lado, salvo las contadas excepciones de quienes
que ya fueron legisladores, los nuevos miembros de la cámara local acusan un
alto grado de inexperiencia tanto en el análisis técnico y político del informe
como en la forma de manejarlo en la tribuna, hecho que confirmé en las
comparecencias que pude ver.
Es un
hecho que ha ocurrido casi siempre. El último informe resulta ser el más fácil
para el o la titular de una secretaría o dirección general, porque ya aprendió
el arte de la escaramuza política y domina la mejor forma de salir librado o librada
de esa circunstancia, lo cual no es reprochable ya que considero que es un
acierto acudir lo más preparado que se pueda a esa presentación final. Por su
parte, los diputados y diputadas todavía no tienen la malicia política, ni el tiempo necesario para estudiar a fondo los
números de esos anexos estadísticos que a veces no resultan tan fáciles de
interpretar. Por esa razón, este examen final resulta, provisionalmente, más
cargado a la felicitación y al reconocimiento que a la crítica acre y la
impugnación, aunque el gobierno en turno dejase mucho que desear.
Generalmente
los senderos de estos ejercicios llevan a cuestionar principalmente el rubro
material, es decir, a poner en entredicho la efectividad o la poca capacidad de
realizar obra pública de acuerdo con los presupuestos recibidos para el tema de
infraestructura, ya sea carretera, hospitalaria, turística o agrícola, por
mencionar algunas, y en muchos de los casos el debate se resume a “se hicieron
muchas o pocas obras” cuando el ejercicio gubernamental pasa por muchísimas
otras áreas que deberían ser fundamentales como por ejemplo el mismo
funcionamiento interior de cada administración.
Se
entiende que por las características de esos eventos sería imposible generar un
debate que incluyera el análisis profundo de todas las circunstancias que se
produjeron durante la gestión gubernamental pero se espera que se ejerza en
tiempo y forma la facultad del poder legislativo de fiscalizar no sólo las
cuestiones presupuestales sino también el comportamiento lesivo en contra de los
intereses de la burocracia estatal a quienes se les adeudan prestaciones que
figuraban tanto en el presupuesto como en los convenios laborales, además de la
promulgación unilateral y al vapor de la ley burocrática. Así como esas deberán
salir a flote muchas otras cosas de grueso calibre, como dilucidar el grave
caso del fondo de pensiones, mediante una auditoría exhaustiva que revele con
precisión el estado actual en que se encuentra y rastrear los movimientos
históricos que permitan determinar el o los culpables del presunto desfalco de
ese dinero, de los varios miles de millones que les pertenecen a los
trabajadores.
Los legisladores,
hombres y mujeres, que han asumido el cargo deberán asumir también la
responsabilidad de darle viabilidad al proyecto gubernamental del nuevo
sexenio. Esto no quiere decir que se pongan a la orden del nuevo gobernador y
sean sus vasallos ejecutantes de las bajezas que a éste se le ocurran, como
sucedió muchas veces con el que está por salir, sino cumplir su función como
poder autónomo analizando con imparcialidad y sentido patriótico las
iniciativas que les propongan y diseñando también las que fueran de utilidad pública.
La
sociedad ansía que se termine con esa infame costumbre o mejor dicho esos
pactos de impunidad entre los gobiernos salientes y entrantes, sean estatales o
municipales. Hablo de un ejercicio de legalidad y transparencia no de una
persecución política. Cuando existen elementos jurídicos y las pruebas
fehacientes de un delito JAMÁS existirá persecución política, esta figura solo
se daría si se intentara perseguir y condenar a alguien que fuera inocente. No
hay forma de confundirse. La situación es clara y no hay manera de hacernos
tontos. Todos los ciudadanos esperamos mucho del gobierno del doctor Navarro
Quintero y será una prueba de fuego para la continuidad del partido que lo
postuló. Estamos ansiosos de ver una auténtica transformación. Que ésta sea no
solo un eslogan en nuestra entidad sino un ejercicio verdadero de confianza, de
trabajo, orden y honestidad. Se ha dejado crecer la bola de nieve del desastre
presupuestal del gobierno mientras las investigaciones, pruebas y demás
condiciones brotan a raudales por todos lados. ¿Acaso creen que la sociedad
seguirá creyendo la estúpida falacia que el desastre económico del gobierno del
estado es culpa de los trabajadores?
Es de
dominio público lo que ha sucedido en los sexenios anteriores, la corrupción,
los saqueos, la deuda pública y todos los elementos que existen para juzgar y
tomar decisiones históricas de gobierno. Es el momento de hacer efectivo el
rimbombante eslogan “Juntos haremos historia”. La nueva administración tiene
precisamente, a pesar del difícil panorama general, la oportunidad histórica de
dar un golpe de timón para desechar el nauseabundo lastre de la corrupción
política que ha mermado a Nayarit como un cáncer maligno que mata poco a poco a
quien lo padece. La mesa está puesta, el doctor Navarro y su equipo de trabajo tienen la última palabra. Los términos claves de la nueva administración
deberán ser la honestidad, el trabajo y la justicia.
Habrá
que esperar lo que nos depara el tiempo pero, por lo pronto, esta es mi
opinión, mi comentario y mi expectativa. En el impredecible mundo de la
política todo puede pasar pero siempre hay que recordar que tarde que temprano
deberás rendir cuentas en tu examen final.
RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA SIGUIENTE
SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO
ACTIVO FRECONAY, A.C.