martes, 18 de octubre de 2022

Día Internacional de la Hepatitis C y clasificaciones de este virus así como repercusiones.

SAÙL ARMANDO LLAMAS LÒPEZ / Periodismo Nayarita

Guadalajara, Jal.-  El 1 de octubre es el Día Internacional de la Hepatitis C, una celebración que nació debido principalmente a que en el mundo existen más de 170 millones de personas que la padecen, lo que la convierte en el virus más común de hepatitis que se puede transmitir y contagiar, si no se conoce su padecimiento o no se toma el tratamiento adecuado.

Realmente el 1 de octubre es una fecha caída en desuso desde la proclamación oficial por parte de la OMS del Día Mundial contra la Hepatitis Vírica que se celebra el 28 de julio.

La principal razón por la que el virus de la hepatitis C se encuentre tan diseminado por el mundo, es que este se puede contagiar a través de relaciones sexuales sin protección, por inyectarse alguna sustancia en el cuerpo con una jeringa, por tratar una herida o hemorragia teniendo un corte en el cuerpo o incluso, realizándose un tatuaje o tratamiento estético en un lugar poco adecuado, también por el exceso del consumo de alcohol.

¿Qué es la hepatitis C?

La hepatitis C es una variante del virus de la hepatitis, que se contagia por medio de la sangre, es decir, cuando la sangre de un portador de la enfermedad entra en contacto con la sangre de una persona sana. Se trata de una dolencia del hígado que puede ser aguda o crónica y cuya gravedad varía entre una dolencia leve de solo algunas semanas a una grave, con secuelas de por vida.

En un principio la única manera de detectar es virus, es por medio de un análisis de sangre, pero con el paso del tiempo la enfermedad va agudizándose produciendo una inflamación en el hígado que puede terminar desencadenando una cirrosis o incluso cáncer hepático.

Síntomas de la hepatitis C

Por lo general el periodo de incubación de la hepatitis C, puede variar de entre 2 semanas hasta 6 meses, y durante ese tiempo, la persona infectada puede ir presentando los siguientes síntomas:

  • Fiebre.
  • Cansancio.
  • Inapetencia.
  • Nauseas.
  • Vómitos.
  • Dolor abdominal.
  • Dolores articulares.
  • Y coloración amarillenta en piel y ojos (ictericia).

La hepatitis C requiere de un tratamiento con antivíricos de acción directa

Tratamiento de la hepatitis C

La OMS recomienda que a toda persona mayor de 12 años que presente hepatitis C en su organismo, se le trate como si fuese un caso grave o crónico, por lo que se le debe suministrar un tratamiento con antivíricos de acción directa (AAD) pangenotípicos, que es el tratamiento adecuado para aquellos que han desarrollado cirrosis producto del virus.

En la mayoría de los casos este tratamiento cura por completo al paciente y su duración varía entre 12 a 24 semanas, dependiendo de lo aguda que sea la patología.

También hay casos en que el mismo sistema inmune de la persona destruye por completo el virus sin necesidad de ningún tipo de tratamiento, pero las estadísticas de estos casos son muy reducidas porque la persona suele no enterarse de que en algún momento tuvo el virus (VHC) en su cuerpo.

En la actualidad no existe ninguna vacuna contra la hepatitis C aunque la investigación en este campo continua.

Actividades que puedes realizar para celebrar el Día Internacional de la Hepatitis C

La principal actividad que puedes realizar es hacerte una analítica de sangre para descartar este tipo de enfermedad en tu cuerpo, porque incluso existen portadores silenciosos del virus, que no padecen los síntomas, pero se lo puede contagiar a otros.

Otra buena manera de conmemorar este día, es asistiendo a eventos educativos donde te expliquen todo lo relacionado con el virus (VHC) o ayudar a un amigo que lo padece.

Días mundiales contra la hepatitis

Hay otras fechas en el calendario dedicadas a distintos tipos de hepatitis:

19 de mayo - Día Mundial de la Hepatitis
28 de julio
Día Mundial contra la Hepatitis Vírica

Causas de la Hepatitis Vírica

Las hepatitis víricas están causadas por virus. Los virus son microorganismos pequeños con un tamaño de 20 a 500 milimicras de diámetro y constituidos por una molécula de ADN (ácido desoxirribonucleico, que contiene toda la información genética) o una molécula de ARN (ácido ribonucleico que permite que la información genética sea comprendida por las células). Los virus solo pueden crecer y reproducirse en el interior de células. En el caso de las hepatitis víricas lo hacen en el interior de las células del hígado, los hepatocitos.

Existen 5 tipos diferentes de virus que causan la hepatitis vírica: virus de la hepatitis A (VHA), hepatitis B (VHB), hepatitis C (VHC), hepatitis D (VHD) y hepatitis E (VHE).

Virus de la hepatitis A (VHA). Es un virus ARN. Es la causa más frecuente de hepatitis aguda en el mundo, raramente causa una hepatitis grave, nunca se cronifica y se resuelve de manera espontánea. Su único reservorio es el ser humano y se encuentra en agua y alimentos contaminados.

--Virus de la hepatitis B (VHB). Descrito en 1963 es un virus pequeño de ADN circular y parcialmente de doble cadena. El VHB no es un virus citopático, lo que significa que no causa daño directo a las células del hígado  (hepatocitos). Sin embargo, el VHB puede causar daño al material genético dentro de las células del hígado, alterar su funcionamiento y activar el sistema inmunitario que produce una reacción específica para combatir el virus, con la consiguiente inflamación del hígado que puede dar lugar tanto a un cuadro agudo como a una enfermedad crónica.

--Virus de la hepatitis C (VHC). Es un virus ARN pequeño, descubierto en 1989. Habitualmente no da síntomas y pasa desapercibido para la persona infectada. En más del 80% de las ocasiones se convierte en una enfermedad crónica.

--Virus de la hepatitis E (VHE). Es un virus ARN. Es causa de epidemias de hepatitis en Asia y África asociado a su transmisión por agua y alimentos contaminados lo que produce una hepatitis aguda. Sin embargo, en Europa se ha descubierto que también se encuentra en animales como el cerdo y los ciervos. En personas sanas produce únicamente una hepatitis aguda que se resuelve de manera espontánea, pero en pacientes inmuno deprimidos puede causar una hepatitis crónica.  

Hepatitis A, B, C, D y E: las cinco letras que clasifican esta enfermedad

En relación a la hepatitis C, la OMS se ha propuesto la erradicación mundial para el 2030.

A propósito de que el pasado 28 de julio fue el Día Mundial contra la Hepatitis, la OMS alerta sobre el grave problema de salud pública que representa esta patología.

La hepatitis es una enfermedad causada por virus, responsable de altos niveles de morbilidad y mortalidad en todo el mundo.

De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) se estima que el 57% de los casos de cirrosis hepática y el 78% de cáncer primario de hígado son causados por los virus de la hepatitis B y C siendo, por lo tanto, potencialmente prevenibles.

Se trata de una enfermedad que provoca una inflamación del hígado, un órgano vital que se encarga, entre otras funciones, de filtrar la sangre, producir bilis, procesar nutrientes, descomponer sustancias químicas y controlar el nivel de hormonas. Cualquier cosa que lo “moleste”, puede ser perjudicial. Y la hepatitis puede ser una de esas molestias, ya que es capaz de interrumpir estas funciones: un hígado inflamado o dañado no puede ejecutarlas bien.

Esta patología puede estar causada por: un virus (hepatitis viral); por el consumo de alcohol, drogas o fármacos; por una disfunción del sistema inmunológico que hace que ataque las células hepáticas.
Los cinco tipos de virus de la hepatitis son los siguientes:

Hepatitis A (VHA)

Es una de las dos que se transmite por el consumo de agua o alimentos contaminados (aunque también puede propagarse por ciertas prácticas sexuales). Este tipo de virus suele provocar una infección leve, con una recuperación completa al cabo de unas semanas. La mayoría de las personas infectadas puede sufrir una amplia gama de síntomas (entre dos y siete semanas después de haberse infectado): fiebre, pérdida de apetito, calambres en el estómago, ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos); orina oscura y fatiga.

Le invitamos a leer: Trasplante de hígado: ¿Cuál es su importancia? Léalo aquí

En casi todos los casos, la recuperación no requiere tratamiento y suele desaparecer al cabo de unas semanas o; en los casos más graves, varios meses, lo que tarde el cuerpo en expulsar la infección. Pero la enfermedad no se vuelve crónica. La prevención pasa por lavarse las manos tras usar el baño y cambiar pañales y antes de preparar alimentos.

Hepatitis B (VHB)

En todo el mundo hay casi 260 millones de personas con infección crónica por el virus de la hepatitis B, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se transmite, sobre todo, cuando la sangre, el semen u otros líquidos corporales de una persona infectada, incluso en cantidades microscópicas, entra en el cuerpo de una persona no infectada.

Se puede transmitir a través de prácticas sexuales sin protección, compartiendo equipos contaminados como agujas, jeringas, e incluso, equipos médicos como monitores de glucosa y artículos personales como cepillos de dientes; o por vía perinatal, es decir, de la madre infecte al bebé en el momento del parto.

Hepatitis C (VHC)

Se transmite casi siempre por la exposición a sangre contaminada, que suele producirse por transfusiones, al compartir jeringuillas o hacerse piercings o tatuajes con instrumentos contaminados.


Aunque la transmisión sexual también es posible, esta posibilidad es más excepcional. A diferencia del resto de los virus, el de la hepatitis C no tiene vacuna.

El tratamiento puede variar. En algunos casos, no será necesario porque el sistema inmunitario elimina la infección de forma espontánea. En otros casos, pueden necesitarse antivíricos de acción directa.

La mejor manera de prevenirla es reducir el riesgo de exposición al virus, como la higiene de las manos, un uso seguro de las inyecciones en la atención sanitaria y una correcta manipulación y eliminación de objetos afilados. También, el uso del preservativo, reconoce la Federación Nacional de Enfermos y Trasplantados Hepáticos (Fneth).

La particularidad de la hepatitis C recae en la posibilidad de hacerse crónica. A este respecto, la hepatitis B y C, que son crónicas, afectan a más de 300 millones de personas en todo el mundo. La World Hepatitis Alliance las califica como “epidemias silenciosas”, porque la mayoría de las personas que viven con esos virus lo desconocen.

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Es importante destacar que la hepatitis C es una infección de larga duración. Si no se trata, puede durar toda la vida y causar graves problemas de salud, como daño al hígado, cirrosis (cicatrización del hígado), cáncer de hígado e incluso, la muerte. Por tanto es la más peligrosa.

Hepatitis D (VHD)

Esta enfermedad afecta sólo a personas infectadas ya por la hepatitis B, ya que necesita el virus de tipo D necesita el B para sobrevivir.

La simultaneidad de ambos virus, hace que pueda aparecer una afección más grave. Se transmite, sobre todo, por vía sanguínea, a través de jeringuillas usadas por personas infectadas (tatuajes, consumo de drogas, o por compartir objetos de higiene personal, como cepillos de dientes, máquinas de afeitar, en transfusiones sanguíneas, contacto sexual sin protección y de madre a hijo.

Este tipo puede hacer empeorar una infección por hepatitis B y hacer más graves los síntomas.

Hepatitis E (VHE)

Se transmite, igual que la hepatitis A, a través del consumo de agua o alimentos contaminados (hielo, frutas y verduras crudas sin lavar…). A diferencia de la A, no cuenta con una vacuna. Su prevención pasa por extremar las medidas higiénicas y evitar el consumo de bebidas y alimentos contaminados. Esa variante tampoco causa enfermedad crónica.

OMS anima a centrar atención en los pacientes

Para prevenir:

Con motivo del Día Mundial de la Hepatitis, en 2022 la OMS se centra en el tema de acercar la atención a los pacientes y pide que se simplifique la prestación de los servicios relativos a las hepatitis víricas. Es importante comentar que existe una vacuna segura y eficaz que confiere una protección del 98% al 100% contra la enfermedad de hepatitis A y B. Prevenir la infección por el virus de la hepatitis B, permite evitar las complicaciones que pueden derivarse en cirrosis y cáncer hepático.

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El consumo de alcohol es elevado en la mayoría de los países occidentales. Según el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, quinta edición (DSM-5), el 8,5% de los adultos estadounidenses tendrían un trastorno por uso de alcohol en un período dado de 12 meses (véase Trastornos con el consumo de alcohol y la rehabilitación). La relación entre hombres y mujeres se aproxima a 2:1. Los trastornos del hígado que se producen en personas con trastorno por consumo de alcohol, a menudo en secuencia, incluyen:

 

·         Esteatosis hepática (hígado graso; en > 90%)

·         Hepatitis alcohólica (en el 10 al 35%)

·         Cirrosis (en el 10 al 20%)

 

(Véase también the 2019 American Association for the Study of Liver Disease’s practice guidelines for Alcohol-Associated Liver Disease.)

También puede desarrollarse un carcinoma hepatocelular en pacientes con cirrosis, especialmente si coexiste con depósito excesivo de hierro.

 

Factores de riesgo para hepatopatía alcohólica

 

Los principales factores de riesgo para la hepatopatía alcohólica son

·         Cantidad y duración del alcoholismo (en general, > 8 años)

 

·         Sexo

·         Rasgos genéticos y metabólicos

·         Obesidad

Cantidad de alcohol

 

En individuos susceptibles, se observa una correlación lineal entre la cantidad y la duración del consumo de alcohol y el desarrollo de hepatopatía.

El contenido de alcohol en una bebida se estima mediante la multiplicación del volumen de la bebida (en mL) por su porcentaje de alcohol. Por ejemplo, el contenido de alcohol en 45 mL de una bebida con 80 grados de alcohol (40% de alcohol) es 18 mL por volumen. Cada mililitro contiene alrededor de 0,79 g de alcohol. Aunque los valores pueden variar, el porcentaje de alcohol oscila en promedio entre 2 y 7% en la mayoría de las cervezas y entre 10 y 15% en la mayoría de los vinos. En consecuencia, un vaso de 354 mL (12 onzas, oz) de cerveza contiene entre de 5 a 20 g de alcohol, y un vaso de 148 mL (5 oz) de vino contiene entre 12 y 18 g, y un trago o shot de 44 mL de bebida blanca (1/2 oz) contiene cerca de 14 g de alcohol.

El riesgo de enfermedad hepática aumenta en forma significativa en los hombres que beben > 40 g, en particular > 80 g de alcohol por día (p. ej., unas 2 a 8 latas de cerveza, 3 a 6 tragos de bebida alcohólica blanca o entre 3 y 6 copas de vino) durante > 10 años. Para que se desarrolle cirrosis, el consumo suele tener que superar 80 g/día durante > 10 años. Si el consumo supera los 230 g/día durante 20 años, el riesgo de cirrosis se aproxima al 50%. No obstante, sólo algunos alcohólicos crónicos desarrollan hepatopatía. Por lo tanto, las variaciones en la ingesta de alcohol no explican por completo las diferencias en la susceptibilidad, lo que implica que hay otros factores comprometidos.

 

Sexo

Las mujeres son más susceptibles a la hepatopatía alcohólica, incluso después de ajustar los valores para el tamaño corporal. Este grupo sólo requiere entre 20 y 40 g de alcohol/día para que su riesgo de hepatopatía aumente, valor que representa la mitad del asociado con un aumento del riesgo en los hombres. En las mujeres, el riesgo podría incrementarse debido a la existencia de una menor concentración de alcohol deshidrogenasa en la mucosa gástrica, lo que aumenta la cantidad de alcohol que llega intacto al hígado.

Factores genéticos

A menudo se identifican familias con hepatopatía, lo que sugiere la existencia de factores genéticos (p. ej., deficiencia de enzimas citoplasmáticas que eliminan el alcohol).

Estado nutricional

Una dieta alta en grasas insaturadas aumenta la susceptibilidad, como lo hace la obesidad.

Otros factores

 

Otros factores de riesgo abarcan la acumulación de hierro en el hígado (que no se relaciona en forma necesaria con la ingesta de hierro) y la hepatitis C concomitante.

 

Fisiopatología de la hepatopatía alcohólica

 

Absorción y metabolismo del alcohol

El alcohol (etanol) se absorbe con rapidez en el estómago, pero la mayor parte se reabsorbe en el intestino delgado. El alcohol no puede almacenarse. Una pequeña cantidad se degrada durante su tránsito a través de la mucosa gástrica, pero la mayor parte se cataboliza en el hígado, en forma predominante por la acción de la alcohol deshidrogenasa (ADH) pero también por la citocromo P-450 2E1 (CYP2E1) y el sistema enzimático de oxidación microsómico.

El metabolismo por la vía del sistema enzimático de oxidación microsómico consta de los siguientes elementos:

·         La ADH, una enzima citoplasmática, oxida el alcohol en acetaldehído. Los polimorfismos genéticos en la ADH son responsables de las diferencias individuales en la alcoholemia después de la ingesta de la misma cantidad de alcohol, pero no de la susceptibilidad de un individuo a desarrollar hepatopatía alcohólica.

·         Luego, la acetaldehído dehidrogenasa (ALDH), una enzima mitocondrial, oxida el acetaldehído en acetato. El consumo crónico de alcohol estimula la síntesis de acetato. Los asiáticos, que tienen concentraciones más bajas de ALDH, son más susceptibles a experimentar los efectos tóxicos del acetaldehído (p. ej., tuforadas); las acciones son similares a las del disulfiram, que inhibe a la ALDH.

 

·         Estas reacciones oxidativas generan hidrógeno, que convierte a la nicotinamida-adenina dinucleótido (NAD) en su forma reducida (NADH), lo que a su vez aumenta el potencial redox (NADH/NAD) en el hígado.

·         El incremento del potencial redox inhibe la oxidación de los ácidos grasos y la gluconeogénesis, lo que a su vez promueve la acumulación de lípidos en el hígado.

El consumo crónico de alcohol induce al sistema microsómico que metaboliza el etanol (principalmente en el retículo endoplasmático), lo que aumenta su actividad. La principal enzima comprometida es CYP2E1. Cuando se induce, la vía del sistema enzimático de oxidación microsómico puede representar el 20% del metabolismo del alcohol. Esta vía genera especies reactivas nocivas de oxígeno, lo que aumenta el estrés oxidativo y la formación de radicales libres del oxígeno.

Acumulación de lípidos en el hígado

 

Los lípidos (triglicéridos) se acumulan en todos los hepatocitos debido a las siguientes razones:

·         Disminuye la exportación de lípidos desde el hígado debido a que se reducen la oxidación de los ácidos grasos y la producción de lipoproteínas.

·         Aumenta el contenido de grasa debido a que la exportación de lípidos procedentes del hígado estimula la lipólisis periférica y la síntesis de triglicéridos, lo que a su vez genera hiperlipidemia.

 

La acumulación de lípidos en el hígado podría predispone al desarrollo subsiguiente de lesión oxidativa.

Endotoxinas en el intestino

 

El alcohol modifica la permeabilidad del intestino, ya que incrementa la absorción de endotoxinas provenientes de las bacterias intestinales. En respuesta a las endotoxinas (que el hígado afectado ya no puede detoxificar), los macrófagos hepáticos (células de Kupffer) liberan radicales libres que, a su vez, incrementan el daño oxidativo.

Daño oxidativo

 

El estrés oxidativo aumenta en presencia de

·         Hipermetabolismo hepático, causado por el consumo de alcohol

·         Daño lipídico peroxidativo inducido por radicales libres

·         Reducción de los antioxidantes protectores (p. ej., glutatión, vitaminas A y E), causada por la desnutrición relacionada con el alcohol

·         Unión de los productos de oxidación del alcohol, como el acetaldehído, a las proteínas de los hepatocitos para formar neoantígenos y provocar inflamación

·         Acumulación de neutrófilos y otros leucocitos, atraídos por el daño lipídico peroxidativo y los neoantígenos

·         Citocinas inflamatorias secretadas por los leucocitos

Si se acumula hierro en el hígado, se agrava la lesión oxidativa. El hierro puede acumularse en pacientes con hepatopatía alcohólica cuando ingieren vinos fortificados con hierro, pero esta acumulación suele ser escasa. Este transtorno debe distinguirse de la hemocromatosis hereditaria.

 

Inflamación resultante, muerte celular y fibrosis

 

Se desarrolla un círculo vicioso que empeora la inflamación: la necrosis celular y la apoptosis promueven la pérdida de hepatocitos y los intentos subsiguientes de regeneración estimulan el desarrollo de fibrosis. A continuación, proliferan células estrelladas (de Ito), que tapizan los canales sanguíneos (sinusoides) hepáticos, y se transforman en miofibroblastos, responsables de la producción de un exceso de colágeno tipo I y matriz extracelular. Como resultado, los sinusoides se estrechan, lo que a su vez limita el flujo sanguíneo. La fibrosis disminuye el diámetro de las vénulas hepáticas terminales y ésto compromete la perfusión hepática y contribuye al desarrollo de hipertensión portal. La fibrosis generalizada es el resultado de un intento de regeneración, que conduce a la formación de nódulos hepáticos. Este proceso culmina con el desarrollo de cirrosis.

 

Anatomía patológica de la hepatopatía alcohólica

 

La esteatosis hepática, la hepatitis alcohólica y la cirrosis suelen considerarse manifestaciones diferentes y progresivas de la hepatopatía alcohólica. No obstante, sus características suelen superponerse.

La esteatosis hepática es la consecuencia inicial más frecuente del consumo excesivo de alcohol. La esteatosis hepática puede ser reversible. Los lípidos macrovesiculares se acumulan en grandes gotas de triglicéridos y desplazan al núcleo del hepatocito, en forma más notable en los hepatocitos perivenulares. Luego, el hígado se agranda. La hepatitis alcohólica (esteatohepatitis) es una combinación de esteatosis hepática, la inflamación hepática generalizada y la necrosis hepática (a menudo localizada) con diversos grados de gravedad. Los hepatocitos dañados se presentan tumefactos con citoplasma granular (degeneración balonizante) o contienen proteína fibrilar en el citoplasma (cuerpos de Mallory o hialinos alcohólicos). Varios hepatocitos dañados sufren necrosis. El diámetro de los sinusoides y las vénulas terminales hepáticas se reduce. También puede identificarse cirrosis.

 

La cirrosis alcohólica es una hepatopatía avanzada caracterizada por fibrosis amplia que compromete la estructura hepática normal. La cantidad de grasa en el hígado es variable. Puede coexistir con hepatitis alcohólica.

 

El débil intento compensador de la regeneración hepática produce nódulos relativamente pequeños (cirrosis micronodular). Como consecuencia, el tamaño del hígado suele disminuir. Con el paso del tiempo y aunque el paciente deje de consumir alcohol, la fibrosis forma bandas anchas, que separan el tejido hepático en nódulos grandes (véase Cirrosis: fisiopatología).

 

Signos y síntomas de la hepatopatía alcohólica

 

Los síntomas suelen evidenciarse en los pacientes entre la cuarta y la quinta década de vida, pero los problemas graves surgen alrededor de una década más tarde.

La esteatosis hepática suele ser asintomático. En una tercera parte de los pacientes, el hígado está aumentado de tamaño y es liso, aunque no suele ser doloroso a la palpación.

 

La hepatitis alcohólica puede ser desde leve y reversible hasta peligrosa para la vida del paciente. La mayoría de los pacientes con enfermedad moderada están desnutridos y experimentan fatiga, fiebre, ictericia, dolor en el cuadrante superior derecho, hepatomegalia dolorosa y, en ocasiones, un soplo hepático. Alrededor del 40% de los pacientes se deteriora poco después de la hospitalización, con consecuencias que pueden ser desde leves (p. ej., ictericia progresiva) hasta graves (p. ej., ascitisencefalopatía portosistémica, hemorragia varicosa, insuficiencia hepática con hipoglucemia y coagulopatía). Asimismo, pueden identificarse otras manifestaciones de la cirrosis. Si lacirrosis está compensada, podría ser asintomática. El hígado suele ser pequeño, pero cuando es grande, debe considerarse esteatosis hepática o hepatoma. Los síntomas abarcan desde los ocasionados por la hepatitis alcohólica hasta las complicaciones de la hepatopatía terminal, como hipertensión portal (a menudo con várices esofágicas y hemorragia digestiva alta, esplenomegalia, ascitis y encefalopatía portosistémica). La hipertensión portal podría promover la formación de una derivación arteriovenosa intrapulmonar con hipoxemia (síndrome hepatopulmonar), que podría causar cianosis e hipocratismo digital. También podría desarrollarse una insuficiencia renal aguda secundaria a la reducción progresiva del flujo sanguíneo renal (síndrome hepatorrenal). El carcinoma hepatocelular se desarrolla en el 10 al 15% de los pacientes con cirrosis alcohólica.

 

El consumo crónico excesivo de alcohol, causa contractura de Dupuytren en la fascia palmar, arañas vasculares, miopatía y neuropatia periférica más que hepatopatía. En los hombres, el consumo crónico excesivo de alcohol causa signos de hipogonadismo y feminización (p. ej., piel lisa, falta de calvicie de patrón masculino, ginecomastia, atrofia testicular, disminución del vello corporal). La desnutrición podría ocasionar múltiples deficiencias proteicas (p. ej., de folato y tiamina), el aumento de tamaño de las glándulas parótidas y coloración blanca de las uñas (leuconiquia). En los individuos que experimentan consumo crónico excesivo de alcohol, la encefalopatía de Wernicke y la psicosis de Korsakoff se deben sobre todo a la deficiencia de tiamina. La pancreatitis es común. En > 25% de los alcohólicos, se identifica hepatitis C; esta combinación empeora en forma significativa la progresión de la hepatopatía.

 

En forma inusual, los pacientes con esteatosis hepática o cirrosis desarrollan un síndrome de Zieve (hiperlipidemia, anemia hemolítica e ictericia).

Contractura o retracción de Dupuytren del dedo meñique

DR P. MARAZZI/SCIENCE PHOTO LIBRARY

Diagnóstico de la hepatopatía alcohólica

 

·         Anamnesis confirmada de consumo de alcohol

·         Hepatograma y hemograma completo

·         En ocasiones, biopsia hepática

Debe sospecharse que el alcohol es la causa de la hepatopatía en todo paciente que consume una cantidad excesiva en forma crónica, en particular > 80 g/día. Cuando hay dudas acerca del consumo de alcohol del paciente, la anamnesis debe avalarse a través de cuestionarios a miembros de la familia. Es posible la evaluación del alcoholismo en los pacientes mediante el empleo del cuestionario CAGE [necesidad de Corte, Alterado por las críticas, Guilty (culpable en inglés) por el consumo de alcohol y necesidad de beber un Eye-opener (abridor de ojos) por la mañana]. No hay una prueba específica para diagnosticar la hepatopatía, pero si se sospecha el diagnóstico, debe solicitarse un hepatograma [tiempo de protrombina (TP), concentración sérica de bilirrubina, aminotransferasa y albúmina] y un hemograma completo para identificar signos de lesión hepática y anemia.

 

Las elevaciones de las concentraciones de aminotransferasas son moderadas (< 300 UI/L) y no reflejan la magnitud de la lesión hepática. La relación entre aspartato aminotransferasa (AST) y alanina aminotransferasa (ALT) es  2. La razón por la cual disminuye la concentración de ALT es la deficiencia dietética de piridoxal fosfato (vitamina B6), necesario para el funcionamiento de la ALT. Sus efectos sobre la AST son menos notables. La razón del aumento de la concentración sérica de gamma-glutamil transpeptidasa (GGT) es sobre todo la inducción de esta enzima por el etanol y en menor medida porque los pacientes experimentan colestasis o lesión hepática o porque consumen otros fármacos. La concentración sérica de albúmina puede ser baja, lo que en general refleja la desnutrición del paciente, pero en ocasiones indica una insuficiencia hepática con síntesis deficiente. La macrocitosis con volumen corpuscular medio > 100 fL refleja el efecto directo del alcohol sobre la médula ósea y la existencia de anemia macrocítica secundaria a deficiencia de folato, que es frecuente en los alcohólicos desnutridos. Las variables que indican la gravedad de la hepatopatía son las siguientes:

 

·         Concentración sérica de albúmina, que representa la función secretora

·         Tiempo de protrombina o índice internacional normalizado, que refleja la capacidad sintética

La trombocitopenia puede ser secundaria a los efectos tóxicos directos del alcohol sobre la médula ósea o puede deberse a la esplenomegalia generada por la hipertensión portal. La leucocitosis neutrófila podría ser el resultado de la hepatitis alcohólica, aunque también debe sospecharse una infección coexistente (en particular, neumonía y peritonitis bacteriana espontánea).

 

Las pruebas de diagnóstico por imágenes del hígado no se indican en forma habitual para el diagnóstico. Si se solicitan debido a otras razones, la ecogragía abdominal o la tomografía computarizada (TC) podrían sugerir una esteatosis hepática o mostrar esplenomegalia, evidencias de hipertensión portal o ascitis. La elastografía ecográfica mide la rigidez del hígado y de esta manera detecta a fibrosis avanzada. Esta útil herramienta auxiliar puede evitar la necesidad de obtener una biopsia hepática para identificar cirrosis y ayuda a evaluar el pronóstico. Su papel exacto aún se encuentra en evaluación.

 

Si el hallazgo de alteraciones sugiere una hepatopatía alcohólica, deben solicitarse pruebas de cribado en busca de otras formas tratables de hepatopatía, en especial virales.

Como las características de la esteatosis hepática, la hepatitis alcohólica y la cirrosis se superponen, la descripción de los hallazgos específicos es muy útil para asignar a los pacientes a una categoría determinada, que sólo puede confirmarse con biopsia hepática. No todos los expertos concuerdan con las indicaciones de biopsia hepática. Las indicaciones propuestas son las siguientes:

 

·         Diagnóstico clínico incierto (p. ej., hallazgos ambiguos en la evaluación clínica y de laboratorio, elevaciones persistentes de las concentraciones de aminotransferasa de causa desconocida)

·         Sospecha clínica de > 1 causa de hepatopatía (p. ej., alcohol y hepatitis viral)

 

·         Deseo de predecir con precisión el pronóstico

La biopsia hepática confirma la hepatopatía, ayuda a determinar si el consumo excesivo de alcohol es la causa probable y establece el estadio de la lesión hepática. Si se identifica acumulación de hierro, la medición de su contenido y la evaluación genética pueden excluir el diagnóstico de hemocromatosis hereditaria como causa.

 

En los pacientes estables con cirrosis, la American Association for the Study of the Liver Diseases (AASLD) recomienda la realización de ecografía hepática, con o sin medición de la concentración de alfa-fetoproteína (AFP) cada 6 meses para la búsqueda sistemática de un carcinoma hepatocelular. También sugieren que no se vigilen los pacientes con cirrosis clase C de Child a menos que estén en listado de espera de trasplante debido a la baja supervivencia prevista para estos pacientes (1).

 

Referencia del diagnóstico

 

·         1. Heimbach JK, Kulik LM, Finn RA, et al: AASLD guidelines for the treatment of hepatocellular carcinoma. Hepatology 67(1):358-380, 2018. doi: 10.1002/hep.29086

 

Pronóstico de la hepatopatía alcohólica

 

El pronóstico depende del grado de fibrosis hepática y de la inflamación. La esteatosis hepática y la hepatitis alcohólica sin fibrosis se revierten si el paciente deja de consumir alcohol. Con la abstinencia, la esteatosis hepática puede resolverse por completo en 6 semanas. La fibrosis y la cirrosis suelen ser irreversibles.

Algunos hallazgos de la biopsia (p. ej., neutrófilos, fibrosis perivenular) indican un peor pronóstico. Los índices cuantitativos propuestos para predecir la gravedad y la tasa de mortalidad emplean sobre todo las pruebas de laboratorio para la insuficiencia hepática, como el tiempo de protrombina, la creatininemia (para el síndrome hepatorrenal) y la bilirrubinemia. 

Cuando el paciente desarrolla cirrosis y sus complicaciones (p. ej., ascitis, hemorragia), la tasa de supervivencia a 5 años es de alrededor de 50%, y la tasa de supervivencia es mayor en pacientes que dejan de consumir alcohol y menor en los que siguen bebiendo. La acumulación de hierro o la hepatitis C crónica coexistente aumentan el riesgo de desarrollar carcinoma hepatocelular.

 

 

Tratamiento de la hepatopatía alcohólica

 

·         Abstinencia de alcohol

·         Tratamiento de sostén

·         Corticosteroides y nutrición enteral para la hepatitis alcohólica

·         En ocasiones se requiere trasplante

Restricción de la ingesta de alcohol

 

La abstinencia es el pilar fundamental del tratamiento, dado que previene la lesión adicional generada por la hepatopatía alcohólica y de esta manera prolonga la vida del paciente. Como el cumplimiento es complicado, el abordaje en equipo de una manera comprensiva resulta fundamental. Las intervenciones conductuales y psicosociales pueden ayudar a los pacientes motivados y constan de programas de rehabilitación y grupos de apoyo (véase Trastornos con el consumo de alcohol y la rehabilitación), intervenciones breves a cargo de médicos de atención primaria y terapias que exploran y definen la motivación del paciente para la abstinencia (terapia de refuerzo motivacional).

 

Si se decide utilizar fármacos, éstos sólo deben suplementar otras intervenciones. Los antagonistas de los opioides (naltrexona o nalmefeno) y los fármacos moduladores de los receptores de ácido gamma-aminobutírico (baclofeno o acamprosato) parecen producir algunos beneficios a corto plazo al reducir los síntomas de ansiedad y abstinencia. El disulfiram inhibe a la aldehído deshidrogenasa, lo que permite la acumulación de acetaldehído y determina que al ingerir alcohol dentro de las 12 horas siguientes al consumo de disulfiram el paciente experimente tuforadas y otros efectos desagradables. No obstante, no se demostró que el disulfiram promueva la abstinencia y, en consecuencia, sólo se recomienda para pacientes seleccionados.

 

Tratamiento de sostén

 

El tratamiento general destaca las medidas de sostén. Una dieta nutritiva y el aporte de suplementos vitamínicos (en especial vitaminas del grupo B) son importantes durante los primeros días de abstinencia. Los síntomas de abstinencia de alcohol se tratan con benzodiazepinas (p. ej., diazepam). En los pacientes con hepatopatía alcohólica avanzada, la sedación excesiva podría desencadenar una encefalopatía portosistémica y debe evitarse.

 

La hepatitis alcohólica aguda grave suele requerir hospitalización, con frecuencia en unidad de cuidados intensivos, para facilitar la alimentación enteral (que puede ayudar a corregir las deficiencias nutricionales) y para manejar las complicaciones específicas (p. ej., infección, hemorragia procedente de várices esofágicas, deficiencias nutricionales específicas, encefalopatía de Wernickepsicosis de Korsakoff, desequilibrios electrolíticos, hipertensión portalascitisencefalopatía portosistémica).

 

Tratamiento específico

 

Los corticosteroides (p. ej., 40 mg de prednisolona por vía oral por día durante 4 semanas, seguidos de dosis decrecientes) pueden mejorar la evolución en pacientes con hepatitis alcohólica aguda grave (función discriminante de Maddrey ≥ 32) pero sin infección, hemorragia digestiva, insuficiencia renal ni pancreatitis (1). En un ensayo prospectivo, aleatorizado y controlado a gran escala, la prednisolona tendió a disminuir la mortalidad a los 28 días, pero no logró significación estadística (2). Como consecuencia, los corticosteroides pueden suspenderse antes de completar un curso de 4 semanas si no se obtiene una respuesta según lo determinado por la puntuación de Lille del día 7 (3).

 

Además de los corticosteroides y la nutrición por vía enteral, hay pocos tratamientos específicos documentados. Los antioxidantes (p. ej., S-adenosil-l-metionina, fosfatidilcolina, metadoxina) resultan promisorios para la reducción de la hepatopatía en pacientes con cirrosis inicial, pero requieren más estudios. Los tratamientos destinados a citocinas, en particular TNF-alfa, y a la reducción de la inflamación, produjeron resultados controversiales en ensayos clínicos pequeños.

 

La pentoxifilina, un inhibidor de la fosfodiesterasa que bloquea la síntesis del TNF-alfa, produjo resultados mixtos en ensayos clínicos en pacientes con hepatitis alcohólica grave. Cuando se utilizan agentes biológicos que inhiben al TNF-alfa (p. ej., infliximabetanercept), el riesgo de infección supera los beneficios. Los fármacos administrados para reducir la fibrosis (p. ej., colchicinapenicilamina) y los fármacos destinados a normalizar el estado hipermetabólico del hígado alcohólico (p. ej., propiltiouracilo) no revelaron beneficios. Los antioxidantes, como la silimarina (cardo mariano) y las vitaminas A y E, son ineficaces.

 

El trasplante de hígado

 

Puede considerarse si la enfermedad es grave. Con el trasplante, las tasas de supervivencia a 5 años son comparables a aquellas en las cuales la enfermedad hepática no está relacionada con el alcohol, y son tan altas como del 80% en pacientes sin enfermedad hepática activa y del 50% en aquellos con hepatitis alcohólica aguda. Dado que hasta el 50% de los pacientes vuelve a beber después del trasplante, la mayoría de los programas requiere 6 meses de abstinencia antes de realizar este procedimiento; informes recientes sugieren que la realización del trasplante antes de este plazo podría ofrecer una ventaja en la supervivencia, pero actualmente este abordaje no forma parte de la atención estándar.

 

Referencias del tratamiento

·         1. Rambaldi A, Saconato HH, Christensen E, et al: Systematic review: Glucocorticosteroids for alcoholic hepatitis—A Cochrane Hepato-Biliary Group systematic review with meta-analyses and trial sequential analyses of randomized clinical trials. Aliment Pharmacol Ther 27(12):1167-1178, 2008. doi: 10.1111/j.1365-2036.2008.03685.x

·         2. Thursz MR, Richardson P, Allison M, et al: Prednisolone or pentoxifylline for alcoholic hepatitis. N Engl J Med 372:1619-1628, 2015. doi: 10.1056/NEJMoa1412278

·         3. Forrest EH, Atkinson SR, Richardson P, et al: Application of prognostic scores in the STOPAH trial: Discriminant function is no longer the optimal scoring system in alcoholic hepatitis. J Hepatol 68(3):511-518, 2018. doi: 10.1016/j.jhep.2017.11.017

 

Conceptos clave

·         El riesgo de hepatopatía alcohólica aumenta notablemente en los hombres si ingieren > 40 g, en particular > 80 g de alcohol/día (p. ej., aproximadamente 2 a 8 latas de cerveza, unos 3 a 6 vasos de vino o 3 a 6 tragos de bebida blanca) por > 10 años; en las mujeres, dicho riesgo aumenta notablemente si ingieren alrededor de la mitad de esa cantidad.

·         Pesquisar a los pacientes con el cuestionario CAGE, y en caso de duda sobre el consumo de alcohol del paciente, considerar la consulta con los miembros de la familia.

·         Para estimar el pronóstico, considere los hallazgos histológicos desfavorables (p. ej., neutrófilos, fibrosis perivenular) y el uso de una fórmula (p. ej., la función discriminante de Maddrey, la puntuación MELD).

·         Poner énfasis en la abstinencia, proporcionar cuidados de apoyo, hospitalizar y administrar corticosteroides a pacientes con hepatitis alcohólica aguda grave.

·         Considere la posibilidad de un trasplante para los pacientes con abstinencia.