Con la
puntualidad que me caracteriza arribé al edificio de la Comisión de Derechos
Humanos del Distrito Federal. (Ya sé que hoy es Ciudad de México, pero pues así
se llama aún ese lugar). El registro de asistentes apenas iniciaba y estaba ya
entre las primeras cinco personas que acudían a la convocatoria para el evento
del día 25 de marzo, “Llamado por México” en el seno del espacio social y
político “Por México Hoy”.
No
estaba aún muy convencido, ni de la conveniencia de mi presencia ni del éxito
de esa reunión de carácter nacional. Quizá eso se debía a mi falta de
conocimiento sobre este proyecto y un tanto también, aunque en menor grado, al
dolor abdominal que me acompañaba desde las veinticuatro horas anteriores. En
el primer punto ni dudar que la responsabilidad sea totalmente mía, de lo
segundo pues no sé si adjudicarlo a los tacos de “suadero”, gorditas de
chicharrón o cualquiera de los antojitos típicos que habían sido parte del menú
de esta nueva visita a la “Gran Tenochilangolandia”.
Transcurridos
los primeros quince minutos después de la cita, empezaron a desfilar distintos
personajes que recogían sus materiales de la reunión, libros y volantes
informativos. Basado en mi gran experiencia en conceptos fisonómicos me puse
mentalmente a jugar una especie de quiniela. “Este que va entrando es un líder
de la izquierda oaxaqueña”, “el de traje azul es catedrático de la UNAM”, “ese
de la cola de caballo es artista” y así fui armando mi plana. Cuando ya conocí
a los participantes me di cuenta que hubiera ganado si hubiese sido concurso.
Mis
compañeros llegaron al fin, el retraso no era mucho. Sonrisas y abrazos de
bienvenida. El protocolo de la entrada, aun cargando maletas, colocando
nuestras etiquetas auto adheribles, con nuestro nombre de pila, cerca del
corazón, clásico de los cursos o talleres. Líneas y líneas de gente llegando,
saludos, risas, fotografías. Nosotros, el grupo de nayaritas de nueve
elementos, muy unidos tomando lugar en las primeras filas de lo que sería la
primera sesión plenaria.
Una vez
instalados con lugares “reservados” con maletas, libros y otros, nos acercamos
a la zona de refrigerio. No podía faltar el aromático café, las galletas,
jugos, las aguas frescas y los refrescos. Más allá los recipientes con
manzanas, peras, duraznos y guayabas. De pronto estando muy tranquilo parado en
uno de los accesos principales a los salones del edificio, me sentí rodeado por
la prensa. Un enjambre de reporteros de medios nacionales se arremolinaban a mí
alrededor, al grado que pensé: “Ya me descubrieron”, craso error, porque atrás
de mí se encontraba el señor Cuauhtémoc Cárdenas, que era finalmente el
objetivo de los periodistas. ¡Oh decepción!
Un
Cuauhtémoc Cárdenas sonriente, muy elegante. Vestido con un traje oscuro,
camisa clara a rayas y corbata de color tinto. Nos saludó a la señora María
Eugenia Jiménez y a mí afectuosamente, no alcancé ver si a los demás compañeros
también porque de pronto la marabunta con cámaras y micrófonos se apoderó del
escenario. Un instante anterior se había acercado Porfirio Muñoz Ledo quien
también nos saludó. Él vestía también de traje aunque de color claro, digamos
que beige.
La
convocatoria era sin lugar a dudas muy atractiva. Se respiraba la libertad
ciudadana, aunque debajo de la atmósfera se percibía, y era obvio, un pequeño
olor izquierdoso. Nadie podría negarse, o poner en tela de duda, al menos de
inicio, a una invitación a la unidad ciudadana en pos de un proyecto democrático.
Nadie que se precie de querer a su país y aspira a cambiar el estado de cosas
actual podría decir que no a la pretensión de un nuevo proyecto de país. Así
que de entrada resultaba muy alentador encontrar un espacio incluyente donde
cualquier pensamiento, cualquier tendencia política que esté de acuerdo en
detener la violencia, erradicar la corrupción y la impunidad, combatir y
destruir el modelo económico neoliberal que está acabando con los recursos de
la nación y llevando a la clase trabajadora a los regresivos estadios de la
esclavitud.
Una vez
ahí, en las entrañas de la reunión, entre cientos de personas, como yo, o como
tú, que de verdad queremos que cambie nuestro país, me sentí bien, como pez en
el agua. Una propuesta para construir una mayoría social no debe ser soslayada.
Una propuesta organizada para un proyecto de país en el que cabemos todos es
bienvenida. Un proyecto de país que propone revertir las reformas estructurales
que tanto daño están haciendo a la nación es muy bien visto. Se está convocando
a los ciudadanos, individuales y en colectivos, a colaborar en la elaboración y
el desarrollo de un proyecto de nación diferente al que nos ha sido impuesto
por la oligarquía. Un país en el que el ejercicio del poder sea de verdad democrático
y transparente y la participación ciudadana sea mayor y más efectiva.
En fin,
sería imposible en este espacio analizar los alcances pretendidos, pero se
trata, entre otras cosas, de romper la indolencia de los ciudadanos y sumarse
al proyecto, aportar ideas, tanto de carácter técnico, científico y jurídico
quien los tenga y pueda sustentarlos, y de ideas simples y llanas pero que
tengan congruencia social. Implementar círculos de trabajo, grupos organizados,
que comenten, discutan y propongan soluciones objetivas para resolver las
problemáticas locales, en las universidades, en los sindicatos, los
profesionistas, las organizaciones campesinas, comerciantes, etc. Plantear
formas de comunicación y de organización desde lo local, hasta generar la
vinculación regional y nacional, sin jerarquías patentes pero sí con
disciplina, con orden y respeto por las personas y los grupos. Todo esto en el
entendido que “Por México Hoy” no es en sí una plataforma electoral, pero que
de lograr el objetivo de ser una mayoría social estaría en posibilidad de
apoyar en comicios a aquellos candidatos que comulgaran y se comprometieran con
el proyecto de nación que esta organización propone.
Se
suscitó una gran confluencia. Un gran encuentro de personas y personalidades,
de tal manera que no se podía distinguir quienes eran unas y quienes otras. De
los que recuerdo, los protagonistas principales del evento Cuauhtémoc Cárdenas
y Alejandro Encinas Rodríguez, éste último por cierto nos atendió con mucha
calidez. Estuvo también Porfirio Muñoz Ledo, ya mencionado, y tuve la oportunidad
de convivir con los Padres Alejandro Solalinde y Miguel Concha, grandes
defensores de los derechos humanos; artistas como Karina Gini, Daniel Jiménez
Cacho, Sophie Alexander y el poeta Javier Sicilia; políticos como Emilio Álvarez
Icaza, Javier González Garza y Enrique Alfaro; personajes como Félix Hernández
Gamundi, uno de los líderes del “Movimiento Estudiantil México´68”; distinguidos
académicos de la UNAM y del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE)
como Carlos Heredia Zubieta, con quien compartí en mi mesa de trabajo:
“Soberanía e Inserción Global”, entre otros.
Una
gran amalgama de perfiles, todos con un mismo sentimiento y un mismo objetivo,
unir nuestras capacidades individuales para cambiarle la cara a este México que
se está cayendo a pedazos, aportar algo de cada uno de nosotros para refundar
un país al que le urge recuperar su identidad, sus recursos y su dignidad.
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.