JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / Periodismo Nayarita
"Vaya inicio de año"
Empezaré
por decir a mis estimados seguidores de este espacio de opinión, que es un
auténtico placer estar de regreso con ustedes. Además de agradecer su amable
preferencia, que ha mantenido vigente esta columna por casi seis años, quiero
desear que este año que comienza traiga para ustedes y para sus familias salud
y prosperidad.
Sin
duda que es difícil ser optimista y decir ese tipo de frases estando nuestro
país en medio de una crisis evidente y terrible. Sé que incluso pudieran leerse
como palabras trilladas o como un feliz estereotipo, pero no es así. Lo que
rompe de manera tajante este esquema de cosas es precisamente la intensidad del
deseo. El desear algo de esta naturaleza con todo el fervor y la pasión posible,
es algo que va más allá de un cliché.
Este deseo
no es como un gracioso “jingle”, sino que tras bambalinas está soportado por la
acción individual y colectiva de personas que luchan porque ese deseo de
prosperidad se convierta en una realidad social plena de justicia.
Todos
hemos sido testigos de los sucesos de inicio de año. Aún no terminábamos de
darnos los abrazos de feliz año cuando una puñalada trapera lastimaba la
estabilidad de las familias mexicanas. El gobierno de la república (así en
minúsculas) asestaba un cruel golpe bajo al pueblo, al sufrido pueblo mexicano,
con el aumento del precio de los combustibles. Siempre he criticado el
conformismo de la ciudadanía, pero esta vez parece que esa sacudida hasta la
borrachera le bajó. Por primera vez en mucho tiempo vi el rictus del coraje en
el rostro de muchos mexicanos, muchos nayaritas. Hacía tiempo que no veía que
todo mundo se quejara, aunque algunos aún en voz baja, pero se animaron a
criticar.
Hay
ejemplos de la inconformidad y el hartazgo por todos lados. Manifestaciones de
todas formas y de distintas intensidades. Opiniones encontradas, informaciones
confusas por parte del gobierno que, a través del presidente, todavía pretende hacer creer a los ciudadanos que el
“gasolinazo” es una medida necesaria para evitar un desastre mayor. Desde mi
punto de vista es un cinismo galopante el que destila y usa en su discurso el
nefasto y tristemente célebre Peña Nieto. Lo peor del caso es que ya se le
había advertido a la gente que esto pasaría con la reforma energética, que no
es otra cosa que “darle la vuelta a la tortilla” al acto patriótico del Gral.
Lázaro Cárdenas de nacionalizar el petróleo, en aquel entonces en manos de los
extranjeros. No es el término lo que hace daño sino el sentido del acto en sí.
Se puede decir que aquel patriota hizo también una reforma energética, pero a
favor de la nación y éste traidor actual hizo otra reforma energética para
regresarle el petróleo a los extranjeros. Así de sencillo es esto.
Ya
habíamos visto los resultados de las “otras reformas”. La que usted elija,
educativa, laboral, hacendaria, la que guste, todas han demostrado su
ineficacia en el repunte del desarrollo y el bienestar de la clase mayoritaria,
pero sí se ha visto de manera ostensible que ha beneficiado a los grupos de
poder que siguen mangoneando la política y la economía. Está dicho y redicho
que cada una de esas reformas son parte de un proyecto integral que pretende privatizar
todos los recursos de la nación, desmantelar los sistemas educativo y de salud,
acabar con la garantía de la previsión social para los jubilados y pensionados,
etcétera. Todo esto bajo la fantasmagórica sombra del Neoliberalismo.
Este
modelo económico, impulsado por el gobierno peñista, a través del PRI, apoyados por los otros partidos dizque
contrarios como el PAN y el PRD, ha sentado sus reales en México desde el
sexenio de Salinas de Gortari y pretende apoderarse de toda la riqueza de
nuestro país antes de que finalice el año 2030. Todos los partidos políticos
que firmaron con bombo y platillo el maquiavélico “Pacto por México” son
culpables de traición a la patria, ya que, a través de ese libelo, le dan el
visto bueno a la plutocracia para saquear “legalmente” los bienes que son patrimonio
de la nación.
Ese es
el contexto. Las circunstancias son diversas. Unas, las históricas, van
caminando al paso que marca el sufrimiento del pueblo. Otras, las inducidas,
son las que el gobierno manipula mediante el aparato publicitario, la prensa escrita
y la televisión, principalmente. Es triste y delicado haber llegado a estos
extremos de indiferencia ante la visión de un país que se nos cae a pedazos. Es
doloroso comprobar tanta razón en las advertencias de la insistente crítica
objetiva. Parece una pesadilla de terror, pero de manera inversa, es decir, que
en la generalidad de los malos sueños, se quiere despertar y no se puede. En
esta analogía, al pueblo le está pasando lo contrario. Está viviendo una
pesadilla atroz y puede despertar pero no quiere.
Parecía
imposible que se diera alguna reacción por parte de la ciudadanía. Le pasaban
por encima y sólo sacudía el polvo de su ropa y seguía adelante. Los sablazos
del gobierno se sucedían uno tras otro sin que las voces se alzaran. Era lógico
pensar que el sentimiento de rabia ya estaba incubado pero también era evidente
que seguía faltando el catalizador. Se podían percibir señales aisladas de
resistencia y de rebelión, aunque era triste prever que se trataba de
llamaradas de petate.
Hoy, en
este año que inicia, como al niño perezoso que la madre levanta a coscorrones,
así despertaron al pueblo, al menos de manera relativa. Lo levantaron a punta
de gasolinazos. Protestas por aquí protestas por allá. Marchas pacíficas de
organizaciones, sindicatos y civiles. Pancartas, sonido, gritos, rechiflas y
hasta la interpretación del himno nacional mexicano, principalmente frente a
los congresos estatales.
No
todas las protestas fueron en santa paz. En varias entidades se registraron
acciones más drásticas como tomas y hasta quema de gasolineras. En otros sitios
se tomaron casetas de peaje en diversas autopistas, incluso en algunos lugares
se llegó al enfrentamiento de policías y protestantes. Lo peor de todo fueron los saqueos de comercios, los cuales
desde mi forma de ver las cosas, son inducidos por la secretaría de gobernación
(también en minúsculas). Esas famosas acciones de rapiña no es la primera vez
que se usan por parte de las brigadas de inteligencia de dicha dependencia. El
propósito es derivar parte de la culpabilidad a los supuestos protestantes, así
como desviar la atención del verdadero problema que originó esa incidencia. En
cierto momento, muy bien calculado, actúan las corporaciones policiacas para “recuperar
la paz” y quedan como héroes, mientras que los ciudadanos que protestan por la
injusticia se convierten en vándalos o delincuentes. Estas tácticas del
gobierno ya son muy conocidas y un tanto quemadas. El antídoto viable a eso es
la unidad del pueblo.
No sé
qué vaya a suceder más adelante, pero de lo que sí estoy seguro es que no
debemos dar marcha atrás. Debemos atizar la yesca que se acaba de prender y no
dejar que se ahogue, mucho menos permitir
la ignominia a la que nos quieren condenar estos tiranos, traidores a la
patria.
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.