JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / Periodismo Nayarita
"Vacaciones de terror"
Tanto
tiempo esperando por ellas, si hubiera sabido lo que pasaría mejor ni las tomo.
Me estoy refiriendo a mis vacaciones.
Planes
había de sobra. Pero los obligados eran ir a Chilangolandia, la capital de los
tlacoyos y los tacos de suadero. Asuntos importantes entre los que destacaban
los preparativos del examen de admisión a la UNAM por parte de mi hijo menor.
Otro, del mismo protagonista, su entrevista en la División de Postgrado de Odontología
de la misma universidad para continuar su tratamiento de ortodoncia y demás. Y así
varias cosas de mi hijo, otras de mi mujer y una que otra mía.
Así que
allá vamos animosos y dispuestos a la aventura. Pero de pronto, como si fuera
el mal argumento de una pésima película, todo parece volverse en mi contra.
Casi
llegando empecé con los indeseables síntomas de un fuerte resfriado que se
convirtió en algo muy parecido a una bronquitis.
Pensé
que eso no sería ningún problema pero que lejos estaba de la verdad.
Aparecieron
la tos, las expectoraciones y la fiebre. Tumbado en cama tres días. Malísimo,
incomunicado como El Chapo (Ajá). Una tremenda sensación de invalidez en todos
los sentidos.
Pero si
pensaban que eso era lo más escalofriante de esta historia pues ahora los
equivocados son ustedes. Lo peor estaba por venir.
Una
llamada de un familiar llenó de angustia mi corazón. Mi padre sería trasladado
a una clínica para que le realizaran unos estudios porque presentaba síntomas de una
probable obstrucción intestinal. Ahí comenzó la verdadera pesadilla.
Esta no
es una crítica al servicio de la institución médica en la que fue atendido por
eso ni mencionaré su razón social. Debo decir, por un lado, que la atención se
dio en buenos términos y por otro, que conociendo mi estilo de escribir pueden
leer entre líneas cual es la institución de referencia.
Lo
verdaderamente cruel del asunto es que lo que parecía un estudio de rutina
arrojó resultados de extrema gravedad. Mi padre tendría que ser intervenido
quirúrgicamente a la brevedad posible, mientras tanto yo, enfermo a más de
ochocientos kilómetros de él, estaba sin la mínima posibilidad de acompañarlo
antes de su operación.
La
operación terminó pero mi padre salió en estado de coma. Mientras yo, un tanto
tambaleante aún, lograba viajar en un avión a Tepic, donde me esperaba mi hijo
para llevarme en coche hasta el poblado donde se encontraba mi padre. El resto
de la historia me llena de tristeza. Ver a mi padre lleno de tubos y aparatos
no fue nada agradable.
Su
sonrisa de galán jaliscience había desaparecido. Su boca, deformada por un enorme tubo, estaba inerme, silenciosa. Su voz, esa voz
amable que me hizo sentir tan a gusto
desde niño ya no se escuchaba. Sus ojos, color verde aceituna, cerrados, sin brillo.
Aquí,
junto a él, después de llamarle muchas veces al oído, de besar su sudorosa
frente, después de decirle padre santo sonríe una vez más para tu hijo
consentido, me quedé quieto, con una plegaria en mi corazón y una lágrima
triste en mis ojos, esperando la última oportunidad, el último milagro de Dios.
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.