JEFES QUE NO SON JEFES
Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no
lo alumbre… “No somos patrones ni pretendemos serlo,
porque de quien más aprendemos es de ustedes y nuestra obligación es de
respeto, solidaridad y colaboración”, es una frase emitida por Polo Domínguez
hace mes y medio en Barranquitas, ante representantes sindicales y la lideresa
del Sutsem Agueda Galicia Jiménez, cuando el alcalde hizo uso de la palabra.
Pocos minutos antes, Galicia Jiménez le
refería al alcalde capitalino que en el Ayuntamiento que preside existen jefes
que se pasan de jefes, toda vez que muchos de sus funcionarios se comportan
como si estuvieran dirigiendo las empresas privadas que poseen. Polo atinó a reconocer que el activo más
valioso para el Ayuntamiento son sus trabajadores.
Pero al igual que en la administración
pública municipal, en otros órdenes gubernamentales existen jefes de todo tipo;
desde los muy narcisistas, los autoritarios, aquellos importavalemadristas, o
los que quieren pisotear a los trabajadores como también los hay aquellos que
requieren de una alfombra humana para caminar agusto y lucir sus costosos
zapatitos recién adquiridos en exclusivas tiendas departamentales del
extranjero.
En las más diversas oficinas y áreas
operativas podemos observar de todo; aquellos que llegan en vehículos de modelo
reciente con aire acondicionado y chofer disponible las 24 horas del día tan
sólo a supervisar lo que ya está hecho o dar órdenes a diestra y siniestra sin
importarles lo que sus subalternos piensen, sientan, crean o requieran.
Para ellos, la única palabra que tiene valor
es la suya y se cumple porque se cumple; so pena de echarse un ‘jarabe tapatío’
sobre la humanidad de plebeyo, del hijo del pueblo que recibe el mote de
‘empleado’.
No distinguen sexo, raza, colores ni sabores;
ellos, los ‘Gran Jefe Pluma Blanca’ pisan parejo… por encima de “sus”
empleados, o por un lado sin bajar ni desviar la mirada para verlos
sufrir. Son jefes que en realidad no son
jefes.
¿QUIÉN MANDA A QUIÉN?
Insistimos: hay de todo ‘como en la viña del
Señor’, y por ende, no pueden faltar aquellos ‘Jefes Buena Onda’ con sus
secretarias o asistentes, quienes dicho sea de paso, les sirven de bufones o
que están al ‘mande usted jefecito chulo’, como dice una querida amiga que
conozco y que, según ella, es de respeto y reconocimiento a la capacidad
intelectual del que afirma ella, es su jefe…
Existe un hilo tan delgado entre el ser buen
jefe, aquél que por sus capacidades intelectuales y experiencia tiene mucho que
enseñar, qué compartirles a sus compañeros de trabajo, tanto hombres como
mujeres por igual, y ser un jefe mediocre, aquél que es fácilmente pisoteable
por sus subalternos.
En alguna ocasión, un jefe de oficina de la
policía nos comentó que para ser un buen jefe policiaco “se debe infundir o
miedo o respeto; porque de otra manera, se te suben a las barbas y terminarás
siendo un don-nadie”…
Alguien más coincidió con nosotros en el
sentido de que “para poder mandar, primero hay que saber hacer las cosas”.
Ambos casos nos llevan a que, para ser un
buen jefe, se debe dar a respetar, se debe saber hacer las cosas en toda la
extensión de la palabra, y así, sólo así, se determinará quién manda a quien:
si el subalterno al jefe o el jefe a aquél…
JEFE vs. LÍDER
Existen diferencias muy marcadas entre ser
sólo jefe y ser un líder:
Mientras el primero manda a las personas, el
otro aconseja y guía. Uno inspira miedo
el otro entusiasmo. El jefe dice ‘mi
empresa’ mientras que el líder la cataloga como ‘nuestra empresa’.
El que sólo es jefe es ‘yoyito’, es decir,
para todo dice ‘yo soy, yo hice, yo, yo, yo’… el líder siempre se refiere a
“nosotros somos, hicimos…”.
Uno presume sus éxitos, el otro los
comparte. El que se preocupa por las
cosas es el jefe, quien se preocupa por las personas es un líder.
El jefe tiene empleados, pero el líder cuenta
con un equipo de trabajo… pero un equipo verdadero, en toda la extensión de la
palabra, y no sólo de los dientes para afuera.
Para el jefe todo es urgente para hoy, ¡a la
de ya!; el líder reparte el trabajo de manera equitativa y es justo entre su
decir y su hacer.
¿DE JEFE O DE PILMAMA?
En nuestro andar por las diversas empresas
públicas y privadas, hemos observado un poquito de todo. Hay escenas que quedan bien guardadas en la
memoria porque son chuscas, aberrantes o simplemente son ejemplo de vida.
Por ende, podemos afirmar que entre el trabajo y el relajo, está la presencia del jefe… o como
coloquialmente se dice que “en ausencia del gato, los ratones hacen fiesta”.
Esto es, que mientras que el jefe
está en la oficina o área de trabajo, todos al unísono se ponen a trabajar o
hacen como que hacen pero en realidad no hacen nada, pero eso sí: de relajo,
chistes y fuertes risas ni qué decir.
Todo mundo bien portadito.
Pero en cuanto el jefe se ausenta,
hasta parece que abren los escritorios y salen a relucir los confetis,
espantasuegras, serpentinas y la música a todo lo que da.
Ejemplos de estas escenas en
oficinas hay muchos… y en algunas ocasiones son muy frecuentes. A los empleados
(que dicho sea de paso, reciben su salario de dinero proveniente del pueblo, el
mismo al que se supone deben de servir) poco o nada les importa que los vean,
que los escuchen… simple y llanamente se disponen a disfrutar de su ‘rato libre
sin jefe’.
También hay aquellos que por evitar
problemas en las áreas de trabajo entre sus subalternos, por comodidad o porque
se dejaron convencer por sus más cercanos colaboradores, esos que están todos
los días muy cerca o a los hombres y mujeres que más palabras dulces y
rimbombantes le dirigen como “sí, licenciado; lo que usted diga licenciado;
usted ordena licenciado, yo obedezco; si, licenciado, se hizo tal como usted me
indicó licenciado…”, pues el sentir de los demás integrantes del área o
departamento ya no cuenta, es un cero a la izquierda, no hay voz ni
credibilidad para el resto del grupo…
Y por último, también hay
‘jefecitos’ que se dejan ‘mangonear’ por unos cuantos empleados, esos que son
los más problemáticos o los más zalameros, dependiendo del caso que se trate… y
hasta se dejan arrinconar en su propio escritorio; como un caso reciente que
presenciamos, y en verdad no dábamos crédito a lo que veíamos… un jefe estaba
siendo ‘bombardeado’ por dos chicas, las cuales se quejaban del proceder de una
tercera. Él les dijo que era el jefe, no
pilmama… y esa respuesta las enardeció y ‘enanchó’ más a las féminas, a quienes
‘sin querer queriendo’ como decía El Chavo, el jefe les dio armas para
despotricar aún más en contra de la ausente secretaria…
A usted, amable lector, ¿cuál de
todos los casos le parece más familiar?; ¿es buen jefe o es buen empleado?
è MIEMBRO ACTIVO DE FRECONAY, A.C. ç
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