sábado, 1 de octubre de 2022

"Comentando la noticia"

 





JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"Comentando la noticia"


En esta ocasión surge en mí la tentación de comentar varias de las noticias que se han generado en los últimos días. Para ello no establecí ningún orden, ni cronológico, ni por volumen de importancia, ni nada que se le parezca. Únicamente les iré contando de acuerdo como mi frágil memoria me lo vaya indicando.

 Empezaré por mencionar la marcha que tuvo lugar el sábado próximo pasado. No puede pasarse por alto un acto de esa naturaleza. Lo digo por el significado social y político, por su magnitud, por el protagonismo y porque quizá marca el inicio formal de una lucha que sin duda pasará a la historia. No se puede ignorar la concurrencia de varias fuerzas sindicales que por sí solas tienen peso político y social en el estado. Debemos imaginar cómo se vigoriza su fuerza al mostrarse unidas.

 Por esa razón, me pareció increíble la ausencia de prensa local. Puede ser que pudiera equivocarme y no haya notado la presencia de algún medio o comunicador libre e individual, pero creo que la inmensa mayoría brilló por su ausencia. Un movimiento de esa magnitud es por sí mismo una noticia importante. Fueron pocos los que incluso opinaron en redes sociales y los que lo hicieron fue para denostar el movimiento sindical. Desde mi punto de vista, se notó una marcada sujeción, condicionada supongo, a los intereses propuestos por el gobierno. Creo que se vio el gran trabajo de “convencimiento” que ha realizado el encargado de controlar las voces que debieran ejercer la crítica imparcial y poner la verdad de los sucesos al alcance de la sociedad. Igual han llevado a cabo un tozudo trabajo en las redes sociales intentando convencer a la sociedad nayarita que los trabajadores son los culpables del quebranto del gobierno, que por su culpa no hay obra pública, que la clase trabajadora se da vida de rey y una sarta de babosadas que, muchas de las veces, por su exageración y marcada obstinación, resultan poco creíbles. Pero esto es parte íntima de la historia y esta se encargará de poner las cosas en su lugar, como siempre ha sido. Me gustaría ver esa contienda, pero verla como debe ser, en el ámbito del debate honesto y formal, sin tantas marrullerías, noticias falsas y tendenciosas, sin esa demagogia política que escurre miel y fantasía, pero creo que eso es mucho pedir.

 Comentaba recientemente que cambiar colores o quitar el escudo nacional a la bandera, desconocer o “arreglar” la letra del himno nacional y otro tipo de gazapos en los protocolos cívicos y/o patrióticos es una de las consecuencias de la exclusión de la materia de civismo en los programas escolares. Las nuevas generaciones no poseen la formación ni el conocimiento básico de esas cuestiones que antaño eran tan importantes. Por eso, los funcionarios jóvenes desconocen la importancia que tiene el respeto hacia los símbolos patrios.

 Hablando de respeto, llegó a mi mente el suceso que se hizo excesivamente popular (viral pues) en el inicio de esta semana. El caso del zafarrancho que se armó en el conocido centro educativo de Tepic, denominado “Cetis-100”. Como suele suceder en las redes sociales, existen varias versiones de la trifulca en la que participaron una maestra del plantel y dos de sus alumnos. Una chica que, en plan de Linda Blair actuando en la película “El exorcista”, agredió a la maestra, quien le había “decomisado” provisionalmente su teléfono celular por usarlo en clase.

Cómo dije antes, en las redes sociales siempre habrá polémica y se hará uso excesivo y sesgado de la información real, muchas de las veces debido a la falta de contexto por parte de los “opinadores” que se suben al carro de la discusión. El caso es que algo que tiene un origen simple (la disciplina) se hizo célebre (infortunadamente de forma negativa) dio vueltas al mundo por decirlo de una manera pomposa.

 Causó tanto revuelo este caso que hasta la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos para el Estado de Nayarit (CDDH) entró de manera oficiosa al quite, haciendo un exhorto al personal directivo y docente del CETIS-100, apuntando lo siguiente: "cumplir con la obligación fundamental que tienen de adoptar medidas necesarias para garantizar los derechos de las y los adolescentes; es decir, atender de manera integral el Interés Superior de la Niñez; por lo que resulta prioritario, se garantice su bienestar físico y moral entorno a las actividades que se desarrollan dentro de los planteles educativos; es decir, de garantizar a las y los estudiantes, el pleno respeto a su dignidad, vida, integridad física y moral dentro de la convivencia escolar; en consecuencia, generar las condiciones necesarias de protección contra toda forma de acoso escolar, sea como agresión física o psicológica, humillación, discriminación o burla por parte de las y los demás compañeros, profesores, trabajadores o directivos” (sic).

 En resumen, la bronca le cayó a la escuela y al personal, cuando el epicentro del temblor fue la rabieta de una jovencita que (según se ve en el video) requiere de ayuda profesional para controlar su conducta, un joven que salió en su defensa y al recibir “candela” tuvo que defender su integridad y una maestra que, avasallada por la violencia y el ataque sorpresivo sobre su “cola de caballo”, pensó que tenía que grabar el testimonio de los hechos para usarlo a favor en su momento. Acción que finalmente obró en su contra.

 En este caso, existen varios enfoques difíciles de definir en este momento. Yo estoy de acuerdo de que los planteles educativos deben contar con protocolos especiales que salvaguarden la integridad física y moral de los alumnos por parte de los docentes, pero también es cierto que esas exageradas descargas emocionales por parte de los alumnos y alumnas, deben ser controladas al interior de las familias. Será que soy ya un elemento de la vieja guardia, pero jamás había visto que un alumno, hombre o mujer, le levantara la mano a un maestro o maestra. ¿Será porque entonces no había celulares?

 Es un caso para la reflexión y el debate de nivel, pero desafortunadamente el espacio se terminó. Será en otra ocasión.

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