Comentaba
con un compañero de trabajo acerca de lo difícil que se va haciendo poder
jubilarse o pensionarse actualmente en la burocracia. No cabe duda que los
tiempos cambian. Antes no existía prácticamente ningún impedimento para
realizar tu trámite. Sin muchos escarceos se evaluaba el tiempo laborado, se
cumplían ciertas formalidades y sin más se autorizaba la pensión y listo para
gozar de la vida.
Hoy es
de una terrible complejidad aspirar a que se autorice el tan ansiado trámite,
al grado que muchas de las personas que lo han intentado han tenido que
recurrir al amparo y, aun así, conozco a varios que ni con la intervención de
un abogado especialista en la materia han logrado su aspiración. Hablábamos del
añorado pretérito cuando el fondo de pensiones era más solvente que el
aguarrás. En la actualidad ese llevado y traído fondo es un mítico dragón que
fue destruido por la malévola hechicería de ciertos señores feudales surgidos
de la poderosa alquimia de un mundo tenebroso, actualmente conocido como
corrupción.
Solo en
la generosa magia de un cuento con final feliz se podría concebir que en el
mundo escabroso de la política, o mejor dicho de la administración pública
dirigida por ciertos políticos, pudiera darse el milagro luminoso de la
justicia. A estas alturas, resultaría por demás ilusorio que las cosas que no
caminan como debieran, pudieran resolverse bajo los criterios de la razón, el
respeto y la equidad, pero es mucho hasta para desearlo o soñarlo. La nefasta
huella de las administraciones recientes (principalmente, aunque las anteriores
a ellas no cantaban mal las rancheras) sigue campeando en todas las esferas del
quehacer administrativo en casi todas las dependencias de la burocracia
estatal. Por todos lados se respira la tragedia y el dolor de la injusticia. En
todos los rincones de los centros de trabajo se puede sentir esa sensación de
malestar, inconformidad y resentimiento por los arteros y criminales atentados
ejercidos contra muchos de los y las empleadas de gobierno que afanosa y
pacientemente esperaban ser “recategorizados”.
Para no
ir tan a la prehistoria, me ubicaré en los tiempos donde el símbolo del poder
estaba depositado en el sombrero. Cuando este objeto funcionaba como un
auténtico fetiche. Primero, en uno de tipo vaquero, al intrépido estilo de John
Wayne, aquel imponente ídolo de las películas del género western en Estados
Unidos, pero que terminó peor que Cornelio Reyna. Luego, en uno de charro, al
estilo del rudo Pedro Armendáriz o el mismísimo “Indio” Fernández, pero este
gobernador terminó arrastrando por el fango el honor y la palabra de los charros, con una imagen
al estilo de Juan Gabriel cantando “En esta primavera”. Estas descocadas
descripciones son únicamente para poner en contexto a mis amables lectores de
los infaustos tiempos en que el poder corrompió (si no es que ya estaban) a
estos dos mandatarios que quedaron registrados en las estelas del tiempo como
dos de los más nefastos en la historia contemporánea de nuestro sufrido
Nayarit.
Retomo
pues el relato, justo donde todas aquellas personas que anhelaban mejorar no
solo su condición económica sino también la dignidad personal y profesional se
vieron humilladas y decepcionadas por las denigrantes y bajas acciones de esos tristemente
célebres personajes. Estos émulos de Calígula, escamotearon las bases de mayor
nivel en el escalafón y se las otorgaron a sus compinches (los que ya estaban
succionando como sanguijuelas el erario) así como a sus amigos y amigas,
sirvientes, choferes, caballerangos, etcétera, etcétera. En esta repartición
masiva de dádivas, muy pocos merecían la base laboral. La mayoría fueron
traídos y traídas de cualquier lugar, sin idea ni capacidad para el desempeño
de las labores que les serían encomendadas, mientras quienes esperaban por años
la justicia de la nivelación salarial, se quedaron con las manos vacías y el
corazón compungido.
En
aquellos tiempos (caray se escuchó como si alguien leyera un evangelio) al
asignar una base laboral se otorgaba el nivel uno o máximo el dos (en la
mayoría de los casos) aunque seguro se dieron excepciones, pero en esa ocasión
estamos hablando que los nuevos “basificados” recibieron de entrada niveles
seis y siete, mientras los que tenían años trabajando, haciendo méritos,
aportando conocimientos, capacidad y sacrificio, seguían y siguen con nivel
dos, no obstante muchos tener una carrera profesional. Entre los casos
sustancialmente patéticos, está una señora septuagenaria que entró con nivel
seis, con cargo de “operadora de maquinaria pesada” y que desde hace años solo
es apta para ir por las copias y entregarlas. (Aclaro que no es nada personal
contra esa señora) es solo el claro ejemplo de esta injusticia que muy
lamentablemente prevalece.
Esa
situación, que se replicó en el cuatrienio siguiente, vino a agravar la
situación de inequidad y descontento que sigue abonando al clima de tensión e
inconformidad. Sin contar los múltiples errores que siguen cometiendo los
actuales funcionarios que han adoptado posiciones beligerantes y prepotentes
con sus subalternos. Casos de acoso laboral y otras linduras existen por todos
lados. Son comunes y ostensibles el otorgamiento de privilegios a sus
consentidos y la discriminación a quienes no gozan de su simpatía. Casos de
obstrucción al desarrollo del personal que dejan de ser problemas de índole
laboral para convertirse en verdaderos casos de atentado contra los derechos
humanos. Este es solo un caso, el de una empleada de limpieza que ha mostrado
todo su empeño en superarse, estudiando una carrera, solicitando la oportunidad
de hacer labores administrativas que ha desempeñado sobresalientemente, le
aceptaron su oportunidad con la condición que primero hiciera sus faenas de
limpieza y una vez terminadas, asearse y entrar a las labores administrativas.
Era una prueba por unos dos o tres meses, pero a pesar que demostró su
capacidad y disposición, no le han otorgado su cambio y lleva más de un año,
haciendo las dos labores con todo lo que eso implica. Eso, desde mi punto de
vista, me parece inhumano, abusivo y grotesco.
!Ups!
me acabo de dar cuenta que agoté el espacio para algunos comentarios más sobre
el asunto de la dificultad para jubilarse, pero me enfrasqué en este último
tema. Espero me disculpen, bajo la promesa que en otra ocasión lo concluiré.
Podrán notar que aborrezco las injusticias.
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA SIGUIENTE SEMANA - COMENTARIOS Y
SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.