SAÚL ARMANDO
LLAMAS L / Periodismo
Nayarita
Guadalajara, Jal.- Hace algún tiempo el
fotógrafo Alejandro Robles Barrón dio a conocer a otro nivel la leyenda de
Carlitos (conocida por algunos pueblerinos), él vino a este pueblo a tomar
algunas fotos para la revista QPX de Tepic.
Estando realizando su trabajo por los
distintos pasajes de la Fábrica Textil, sentía una sensación de que alguien lo
vigilaba, pero el prosiguió tomando fotos de la hermosa factoría, preguntándose
cómo Habría sido la época en la que trabajaba y qué cosa habrían ocupado
ciertos cuartos, ahora vacíos.
Al recorrer los pasillos la sensación
de que alguien estaba presente seguía, y al voltear la mirada hacia atrás una
voz infantil le pregunto — ¿Quién eres tú? - impactado y paralizado el
fotógrafo (pues nadie había entrado a la fábrica más que él y el cuidador),
Alejandro le respondió con la misma pregunta ¿quién eres tú? A lo que el
infante respondió “Yo soy Carlos”, aproximadamente de 6 años de edad. Menciona
Alejandro en su publicación de la revista:
A - De dónde saliste para
poder darme este susto — contestó de una manera resignada.
B - Estaba jugando. (Esa
respuesta pareció extraña, pues el lugar no es apropiado para que un niño
juegue).
C - Lo que pasa es que trabajo
mucho y ya era tiempo de… (Y antes de decir la última palabra el niño
volteaba a todos lados como si fuese a
decir algo prohibido)… Salir a tomar un poco de aire.
Carlitos se notaba preocupado de que lo
descubrieran “descansando” así que para aminorar la tensión caminamos unos
pasos…
D - Y dime Carlos ¿eres vago en
la escuela?
E - No voy a la escuela, yo
trabajo para ayudar a en mi casa.
Siguieron platicando, el niño le dijo
el proceso de la manta, mientras que Alejandro se sorprendía de cómo un niño
tan pequeño se supiera con tal detalle la historia. Al pasar un buen rato y
atravesar varios cuartos y pasillos el niño se perdió, y aunque el fotógrafo lo
nombraba el niño no aparecía, creyendo que se había ido a su casa.
Al entrar a la parte del museo el cuidador de la fábrica, Profr. Juan
Cañas (D.E.P.)., le contó que en este lugar ahorcaron a un niño, - ¿y cómo
era el niño? - preguntó Alejandro, - pues en la oficina de recursos humanos
está la noticia del periódico de aquellos tiempos, de 1900, un niño que
trabajaba aquí y se tomó un descanso y el capataz lo mandó a buscar; el niño
estaba jugando en la parte trasera y cuando vio a los hombres que lo buscaban
se echó a correr por toda la fábrica como si fuera un juego de alcanzadas,
cuando lo agarraron se lo llevaron al capataz y éste invadido de ira,
ordenó que lo colgaran del roble. Se dice que el niño murió con una sonrisa
de incrédulo nunca pensó que el capataz hablara enserio, hasta que el último
aliento que exhaló de su boca. Él se llamaba Carlos… - Dijo el cuidador, Profr.
Juan Cañas (D.E.P.).
Al escuchar esto el fotógrafo ya no hizo preguntas, dio las gracias y
se fue. Días después publicó su artículo con su historia. |