martes, 19 de abril de 2016

"Buscando el paraíso"


JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / Periodismo Nayarita



"Buscando el paraíso"


Quizá una de las sentencias más conocidas es aquella que señala que los que actúan de manera correcta merecerán el paraíso. Si la visualizamos desde una óptica religiosa, es probable que sea muy congruente con los preceptos que se deben observar dentro de alguna de las tantas modalidades doctrinarias que existen en el mundo.

La inmensa mayoría entendemos sin necesidad de consulta alguna lo que significa la palabra paraíso. Me atrevo a decir que la usamos como sinónimo de cielo o de gloria, ya que estos términos nos dan a entender que sólo se puede llegar a ellos en un “estado de gracia”.

Pero que sucede si nos apartamos de las cuestiones divinas o dogmáticas. Como que este asunto da un tremendo giro si nos ponemos al nivel del mar, es decir con los pies en la tierra. Aquí ya la cosa cambia, porque entonces el actuar bien no sólo depende del comportamiento que sujetamos a la moral sino entra en juego ya otro tipo de código. En este ámbito, nuestra conducta ya no se basa únicamente en nuestra conciencia sino en el temor al aspecto punitivo de los códigos, ya sea el civil o el penal.

Es justamente en este vericueto de situaciones, en el que muchos se debaten por cumplir los mandamientos de los códigos morales y penales, aspirando a merecer el paraíso algún día, sobre todo en calidad post mortem. Mientras que otros, sin tomarse la molestia de voltear a ver el polvoso sitio donde descansan esos mamotretos cargados de reglas, disfrutan de sus paraísos particulares dándose la gran vida, antes de su muerte.

Quiero aclarar que lo anterior no es una especie de crítica contra aquellas bulas papales que otorgaban indulgencias a quienes pagaban por ellas. Me estoy refiriendo categóricamente a los paraísos fiscales que gozan los “pobres angelitos” que amasan fortunas descomunales y las depositan en esos lugares, llamados así por su casi perfección de mantenerlas ocultas y disfrutar de los beneficios que esa situación les reporta.

Por supuesto que el tema deriva del revuelo causado recientemente por “Los Papeles de Panamá” o “The Panamá Papers” para quienes “mastican” el idioma de Shakespeare. Pero no es un análisis profundo del suceso que desnudó a poseedores de grandes capitales (muchos de ellos de origen turbio) lo que pretendo compartirles. Mi propósito es ofrecerles mi opinión y algunos datos que pueden apoyar la comprensión de estos fenómenos.  

Este tipo de operaciones “financieras” las han realizado personas acaudaladas desde hace muchos años. Algunos capitales proceden de actividades legales pero otros no. Dentro de las ilegales se podría hablar del narcotráfico y de la política, entendida ésta última en la actualidad como una “organización criminal” que puede llegar a ser más peligrosa incluso que la primera.

Desde hace mucho tiempo era un secreto a voces ese flujo de capitales desde muchas naciones hacia países como Panamá, Islas Caimán, Suiza, Mónaco, Bahamas, Chipre y muchos más, pero, como siempre sucede, hacía falta el detonador para hacer estallar la bomba. Todos sabíamos de la existencia de esos lugares donde se podía lavar el dinero sucio con extrema facilidad, muchos ignorábamos cómo. Hoy con la importante filtración de información, producto de la intromisión en los archivos del despacho panameño Mossack Fonseca, se puede apreciar de manera muy sencilla.

Pero se preguntarán ustedes ¿Qué es realmente lo importante de esto? ¿De qué puede servir esa información a la mayoría de los ciudadanos? Es justo en ese sentido donde quiero compartirles mi punto de vista.

Ya dijimos que no es nada nuevo eso de los paraísos fiscales, incluso en un sentido estricto no son necesariamente ilegales. Esto tiene que ver con el régimen jurídico que prevalece en el país en donde se sitúan, como es en este caso Panamá. Precisamente esa laxitud de la ley permite que se puedan crear empresas fantasmas que sirven de pantalla para que los “inversores” extranjeros muevan su dinero con suma facilidad, bajo los auspicios de un notable secreto bancario y sin pagar los impuestos que tendrían que reportar en su país de origen.

Así de fácil es ocultar un dinero mal habido. Pagas un módica cantidad anual, a cambio el despacho especializado te “abre” tu empresa, usando el nombre de un testaferro cualquiera, y estás listo para disfrutarlo. Se podría decir que no te piden ni tu “CURP” ya que tu nombre no va a aparecer en ningún documento. Seguramente se siguen preguntando. ¿Si no son ilegales por qué entonces tanto escándalo? Hay varias respuestas  para esa pregunta, pero sólo traeré aquí las más elementales.

En el caso del crimen organizado, se aprovecha la confidencialidad de la información para que el mero capo no sea detectado, su nombre se oculta bajo el del “presta nombre”, pero sí puede realizar todas las operaciones financieras que desee hacer desde donde se encuentre, puede comprar bienes muebles e inmuebles, divisas, abrir cuentas, etcétera. De esa manera puede operar con toda impunidad, además de no mermar con impuestos su capital.

Cuando se trata de políticos corruptos que se han apoderado del dinero del pueblo, sucede algo similar. Si la ley les exige presentar sus declaraciones, lo pueden hacer con toda tranquilidad ya que sus patrimonios reales no serán detectados porque sus inmensas fortunas reposan tranquilamente en Panamá o en algún otro lugar de esa índole, salvo las excepciones en las que les gana el ego y lo muestran hasta en videos.

En algunos de los expedientes filtrados aparecen algunos nombres que están muy ligados a políticos de primer nivel. En México al presidente Peña Nieto, en la persona de Juan Armando Hinojosa, dueño del Grupo Higa, su constructor favorito y autor de la “Casa Blanca” el palomar de “La Gaviota” y en Rusia el Presidente Putin, a través de un amigo cercano llamado Sergei Roldugin. Estos dos casos bien podrían ilustrar el típico uso de los testaferros. Quien sabe, no podría afirmarlo pero tampoco negarlo. Ni tampoco dudo, que si le siguen rascando a los expedientes esos, pueda aparecer en esas listas algún miembro distinguido del “Gobierno de La Gente”.

Y que decir en el asunto de los impuestos. Ya dijimos que los paraísos fiscales son el medio idóneo de evadirlos, pero que tal en nuestro país, mientras a los grandes consorcios comerciales el gobierno no sólo les condona cantidades estratosféricas sino que les otorga incentivos. En nuestro estado a las industrias les regalan terrenos y otros activos para que se establezcan, con el pretexto de que van a crear fuentes de empleos, que no es otra cosa que el ofrecimiento de mano de obra barata sujeta a explotación. Estas industrias obtienen ganancias millonarias, riqueza que jamás se queda en nuestra entidad y tampoco dudo que vaya a parar a algún paraíso fiscal.

Ah, pero no se tratara de algún simple mortal, no digamos un trabajador sindicalizado, porque le buscarían la manera de hacerlo pagar impuestos obsoletos como la tenencia vehicular y otras ocurrencias. Incluso son capaces de manipular al Sistema de Administración Tributaria (SAT) para agredir con nuevas cargas impositivas la muy deteriorada economía de las familias nayaritas.

No cabe duda que hay de paraísos a paraísos. ¿No cree usted amable lector?

RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.