viernes, 20 de julio de 2018

"El fanatismo en el fútbol"



JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"El fanatismo en el futbol"



Qué la selección de Francia se corone campeona del mundo, pues está bien, y creo que es muy merecido, dado que esta oncena desplegó uno de los mejores niveles de juego. Desde las primeras participaciones “se le vio la zanca al pollo” como suele decirse en el rancho para resaltar que desde un principio dio muestras de algo en concreto. Su juego muy balanceado, con un buen equilibrio en sus líneas de defensa y de ataque. La mayoría,  jugadores muy rápidos y fuertes, con una gran visión de la cancha de juego.

Quizá había mucha simpatía por el once mundialista de Croacia, debido a que, al menos en el papel, era la víctima segura de los franceses. Mientras que Francia fue favorita para ganar el mundial casi desde el inicio del torneo, la selección croata fue considerada un “caballo negro” que vino de menos a más, creciendo partido a partido y arrastrando simpatías por su juego vertical, pero también por su altísimo nivel de competitividad, por su garra y pasión al defender sus colores. Esas características le abrieron la puerta y, aunque hubo situaciones un poco inusuales, realizaron la mejor participación de su historia futbolística, al obtener el subcampeonato mundial.

Estas circunstancias son dignas de mencionarse, pero en realidad el asunto que me trajo hasta aquí es, primero, la injustificable violencia que se suscitó en la capital francesa en el marco de los festejos del campeonato mundial obtenido por su representación nacional. No puede ser posible que los aficionados desborden su alegría a tal grado de vandalizar algunos edificios de París y saquear comercios. Me parece una euforia mal encaminada, al terminar enfrentando a las fuerzas de seguridad policiaca. Sí eso fue lo que hicieron estando felices, no quisiera imaginar de que serían capaces con un sentimiento de enojo o de furia.

Ese tipo de sentimientos o reacciones de los aficionados de las selecciones mundialistas, suelen ser extremistas en muchos casos. El fanatismo es algo que se debe de tomar con mucho cuidado. Existen muchos casos en que el apasionamiento deportivo les llevó a tener conflictos de carácter político que terminaron en la ruptura de relaciones e incluso hasta tener enfrentamientos bélicos, situación que me parece simplemente inconcebible. Algunas simpatías por Croacia, se desprenden de la situación histórica a la que ha sobrevivido y que, con una dignidad plausible, ha logrado superar. Siendo éste un país pequeño, y teniendo que luchar por su soberanía, padeciendo guerras y otras calamidades del mismo orden.

Se han registrado en la historia de los mundiales, algunos casos que son inverosímiles. Me refiero a los hechos en que el fanatismo es el actor principal. Recuerdo en este momento, el caso de un futbolista colombiano que fue asesinado con varios disparos de arma de fuego. ¿La causa? Anotar un autogol en el partido que su selección fue eliminada por los Estados Unidos, ese gol, en su propia meta, le costó la vida. Las primeras versiones señalaban que lo asesinó un fanático colombiano, después se supo que los asesinos fueron unos apostadores del futbol, que perdieron una fuerte suma de dinero por esa infortunada jugada. Que fue el chofer de esos apostadores quien fue encarcelado, mientras que los autores intelectuales del homicidio jamás pisaron la cárcel. Cualquiera que sea la razón, se puede decir que ninguna de las dos situaciones se justifica. Quitarle la vida a un deportista por haber cometido un error (por supuesto que involuntario) me parece una acción reprobable, cruel y extremista. Ese recuerdo cobra vigencia, ya que en este mundial, del de Rusia 2018, dos jugadores colombianos que erraron en sus tiros de penalti, para perder ante la selección inglesa, fueron amenazados de muerte por fanáticos anónimos. Es increíble que esta pesadilla del fanatismo sea aún una realidad, una aberrante realidad de nuestros tiempos.

En fin, sería imposible mencionar tantos casos de tragedias individuales o multitudinarias debido al fanatismo en torno al futbol. Mi espíritu positivo me inclina a comentar la antítesis de estos lamentables casos y me lleva a festejar las actitudes ejemplares que dieron la buena nota en el reciente y finalizado certamen mundialista, me refiero a algunos personajes como la señora presidenta (caray, sonó a obra de teatro) de Croacia, que contagió con su entusiasmo  a los jugadores de su selección, a los aficionados croatas que estuvieron presentes en los estadios, e incluso a muchos aficionados neutrales (o ya eliminados). Su alegría y su entusiasmo fueron de verdad encomiables. Más subieron sus bonos cuando se hizo de conocimiento público que solicitó licencia sin goce de sueldo en su puesto gubernamental y pagó de su bolsillo pasaje, viáticos y demás gastos de su viaje como porra oficial de su selección. (Igualito que en México, dije para mis adentros).

Este mundial nos dejó muchas enseñanzas o nos confirmó cosas que ya sabíamos. La selección mexicana seguirá mucho tiempo añorando llegar al quinto partido y ganarlo. Aunque ahora el libreto fue escrito de otra manera, el final fue la ya sospechada eliminación. Uno de los aprendizajes es, que estamos en niveles aún inferiores a los que siempre ganan finales, que nuestra mentalidad deportiva es limitada en estos torneos, que nos sigue faltando el equilibrio mental y la concentración efectiva en los partidos decisivos. Que somos de categoría mundial para “chupar” cerveza y hacer desfiguros, y también para pagar, con nuestros impuestos, los viáticos de muchos funcionarios y/o de sus familias. Que somos una extraña sociedad que grita un gol de la selección mexicana hasta desgañitarse, pero se calla ante las injusticias y atropellos de la clase política. Algún día descubriremos esos extraños comportamientos del mexicano promedio. Por ahora, hay que festejar que se acabaron las campañas políticas y se acabó el mundial, en las primeras ganó México y en la segunda nos pusieron una “madrina” más. Tenemos un pequeño receso, en espera de ver qué cosas nuevas debemos esperar. Digo esto, para estar atento. (Por si acaso).

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