JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS /
Periodismo Nayarita
"Vacaciones de Verano"
Las
luces rojas traseras del elegante y moderno autobús azul se alejaban despacio
en la oscuridad. Mi hijo y yo, quedábamos atrás viendo desaparecer el vehículo
entre la negrura y la distancia. Allá iban nuestros jóvenes visitantes rumbo a
la Ciudad de México, a la mítica Chilangolandia.
Atrás
quedaban las risas, las travesuras y bromas surgidas de la pujante juventud de
esos cuatro estudiantes veintiañeros que, invitados por mi hijo Edson Geovanni,
su condiscípulo en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, fueron
huéspedes distinguidos en nuestro modesto pero inmensamente afectivo hogar, en
Tepic, Nayarit.
Pocos
días, pero muy intensos, los que repartimos entre el turismo gastronómico, los
paseos por sitios culturales y la infaltable visita a la playa. Como
estudiantes de la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas, la visita a
la Casa Museo de Amado Nervo era obligada. Estos poetas en ciernes, seguramente
encontrarían emocionante pisar los suelos y aspirar el mismo aire que llenó los
pulmones de nuestro ilustre bardo nayarita. A veces duele constatar que personas
de otras ciudades, estados o incluso países valoren más que los propios
nayaritas la importancia histórica, cultural y específicamente literaria de un
grande de las letras mundiales.
Evidentemente
que muchas de las conversaciones rondaban los vericuetos de las letras, pero
siempre trascendía más el gusto de disfrutar esos días de aventura, de brindar
por las hermosas cosas que nos ofrece la vida. La casa se llenó de risas
juveniles, sin faltar el típico chacoteo de un grupo de cinco jóvenes que comparten
ideales, gustos, sueños e ilusiones. Si a eso agregas, la “coincidencia
voluntaria” de poder celebrar el cumpleaños de nuestra visitante internacional,
la chica venezolana del grupo, pues se puede decir que se combinaron diversos
elementos que enriquecieron esta experiencia.
En
fin, había la posibilidad de lograr que esos chicos y chicas, dos y dos,
pudieran disfrutar, en la medida de lo posible, de unos días de inolvidables
vacaciones de verano, antes de regresar, unas semanas más adelante, a seguir
estudiando en una de las universidades más prestigiosas de Latinoamérica, la
UNAM.
En
la época de vacaciones de verano es muy difícil conseguir alojamiento y
servicios, lo que indica que son buenos tiempos para los empresarios turísticos
y para quienes se dedican a proveer insumos a la industria hotelera. Si la
economía se mueve, se favorece el mercado interno y le da vida a muchas
pequeñas y medianas empresas locales, lo cual es alentador y por supuesto que
me da gusto que así suceda. Pero, a veces como turista local, sufres de los
efectos de la saturación, máxime si tienes que alojar a cuatro visitantes, tu
hijo, tu esposa y obvio, el de la voz (escrita).
Nada
es imposible en esta vida y ahí estamos viajando a Bucerías, un buen lugar de
la costa nayarita de Bahía de Banderas. La idea era alojarnos en ese lugar,
visitar parte de la familia paterna y de ahí viajar a nuestro lugar hermano:
Puerto Vallarta, ya en los dominios del vecino Estado de Jalisco, en busca de
la vida nocturna. Pasear sin prisa alguna por el malecón, es una experiencia
inevitable. Nuestro gusto por la música nos hace tomar localidades en los
sitios de jazz o de un buen rock. Nada como sentarte en alguna terraza de un
bar y disfrutar simultáneamente de una buena bebida, una rola que te guste y la
caricia de la brisa que llega desde ultramar como un regalo de Dios.
Misión
cumplida. Todo estuvo dentro de los parámetros trazados con un optimismo
anticipado. Un lugar no muy elegante pero si con lo necesario para pasarla
bien. Amplias habitaciones con cocina, horno de microondas, un comedor grande,
un refrigerador espacioso, pantalla "Smart" y una alberca con área de estar con
verde pasto y muebles campestres. Muy cercano al alojamiento, dos lugares de
esos que abundan no sólo en Tepic, sino por todos lados, de esos negocios con
fachada pintada de amarillo y rojo, que no cierran ni por error y se reproducen
como hongos saprófitos.
Casi
en todos sentidos la pasamos muy bien, excepto por el vehículo, en el que no
podíamos movernos todos al mismo tiempo,
ya que es para cinco pasajeros y nosotros teníamos que mover siete. Quizá en la
ciudad no era tanto problema (hacíamos carro-sardina y listo) pero en carretera
si era un serio conflicto, tanto por el peligro como por la posibilidad de ser
“atorado” por la policía federal que vigila las carreteras y nos endilgara una
multa que saldría más cara que pagar los boletos de autobús de dos miembros de
la pandilla vacacional. Esa fue la solución razonada y consensuada.
Por cierto, que terrible resulta manejar en la carretera federal 200, siempre me ha dado flojera hacerlo, porque es sinuosa y muy peligrosa. Siempre existe un importante aforo vehicular, que hace insufrible el tránsito, pero esta vez que retornamos a Tepic, fue una auténtica tortura, un verdadero viacrucis, y eso que no son las vacaciones de semana santa. Dos accidentes que provocaron el bloqueo total en ambos sentidos de la circulación, durante un par de horas. Filas de muchos kilómetros de vehículos a ambos lados del accidente y otro incidente de un camión averiado que bloqueaba uno de los carriles de la mencionada vía de comunicación.
Por cierto, que terrible resulta manejar en la carretera federal 200, siempre me ha dado flojera hacerlo, porque es sinuosa y muy peligrosa. Siempre existe un importante aforo vehicular, que hace insufrible el tránsito, pero esta vez que retornamos a Tepic, fue una auténtica tortura, un verdadero viacrucis, y eso que no son las vacaciones de semana santa. Dos accidentes que provocaron el bloqueo total en ambos sentidos de la circulación, durante un par de horas. Filas de muchos kilómetros de vehículos a ambos lados del accidente y otro incidente de un camión averiado que bloqueaba uno de los carriles de la mencionada vía de comunicación.
Es
urgente contar con una buena carretera que dé servicio adecuado y accesible a
toda la demanda de seguridad y rapidez a miles y miles de vehículos que viajan por turismo y
negocios a esa bella zona que compartimos con Jalisco, la hermosa Bahía de
Banderas. Pero, carretera de verdad, de cuatro carriles, moderna y funcional,
no como las que están haciendo recientemente del tipo A-2, como la autopista de
cuota Tepic-Villa Unión, que es un ejemplo claro de lo que digo, carreteras
chafas y caras. Me pregunto, ¿Es eso lo que nos merecemos los mexicanos?
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO EN LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.