POSDATA
Por
Sara Lovera
La
Violación a Cinco Españolas
El
ataque criminal y la violación sexual a cinco turistas españolas la madrugada
del 5 de febrero en un búngalo de la Colonia San Andrés del poblado
Alfredo B. Bonfil, muy cerca o pegado al puerto de Acapulco,
Guerrero, ha sacado a flote hechos y situaciones que hemos documentado en
los últimos 30 años. Pero sobre todo ha puesto en claro la miseria humana e
ideológica de quienes nos gobiernan.
La
frase del presidente municipal Luis Walton de que esto sucede en todo el mundo,
en ese tono de “no le echen mucha crema a sus tacos”, reveló de cuerpo entero
lo que son y piensan los personajes del poder, sobre una realidad que vivimos
las mujeres y que les importa bien poco.
Para
quienes se colocan en la esfera del poder real y tienen en sus manos la
posibilidad concreta de mitigar y no sólo combatir sino erradicar la violencia,
todas las violencias, incluyendo la sexual, resulta insultante que les parezca
natural, sobre representado o insustancial un hecho como el sucedido a las
turistas españolas.
Luis
Walton hace casi nada era el dirigente del ahora partido Movimiento Ciudadano,
antes Convergencia, el partido “Naranja” que fundó el ex gobernador de
Veracruz, Dante Delgado.
Walton,
un recio hombre común, autoritario, sin sensibilidad política ni social, como
dirigente de ese partido, fue el primero en resistirse a que las mujeres en ese
partido de “izquierda” pudieran desarrollarse. Fue el principal dique para
crear un movimiento nacional de mujeres al interior del partido naranja;
responsable de hacer triquiñuelas para evadir la ley en lo que se refiere
a la obligación de los partidos a promover el liderazgo femenino.
Cuando
pretendía llegar a la posición que hoy tiene, siendo precandidato, un grupo de
ingenuas le organizaron una gran reunión con mujeres indígenas. Enorme, como de
tres o cuatro mil mujeres. Él lo desestimó y su partido hizo caso omiso de tal
promoción. Acusó a las organizadoras de confundir su partido, casi familiar y
como sabemos, pretender quién sabe qué, para quitar algo, porque ahí sólo hay
cierta clase de negocios que se hacen para encumbrar a los menos y no
hacer realmente política, menos social, menos comprometida y mucho menos con
perspectiva de género, como se dice.
Se
sirvió de ellas. Y ellas, en esas instancias de género que existen en los
partidos, nunca tuvieron recursos, ni reconocimiento. Todo lo contrario.
Por
eso no me llama la atención que esa expresión haya “indignado” a tantas
personas y sobre todo que ha generado expresiones de muchos comunicadores
televisivos dándose golpes de pecho, porque consideran esto
“horrible e inaceptable”. Y lo es, pero ellos no lo sienten.
Durante
años hemos llevado la cuenta, que ahora también se coloca como noticia: 15 mil
denuncias anuales de violación en este país, donde no se investiga o muy poco y
dónde la mayoría de los responsables están libres. No hay justicia, pero
eso no altera las conciencias, sólo que ahora se trata de un asunto
mediático, tanto en México como en España, tanto que los diarios
españoles están sorprendidos y reclaman; tanto como las autoridades consulares
españolas y lo que genéricamente llamamos opinión pública.
La
violencia contra las mujeres es un hecho real que crece, que afecta a todas las
mujeres, que ha arrancado en los últimos lustros una docena de leyes, decretos
y modificaciones a los códigos penales, pero que sin embargo no disminuye, no
hay seguridad para las mujeres, no existe una verdadera y creciente
indignación. Menos se trata de un asunto de Estado o prioritario para la tan
llevada y traída vida democrática de México.
También
escuché a algunos “opinadores” que esto que ha sucedido, no es admisible y que
nos parecemos a países tan allá, lejanos, y raros, como la India o los países
musulmanes.
Pero
qué es cierto. Que teniendo todo el conocimiento de lo que sucede, 15 mil
denuncias, una cifra negra que podría duplicar los atropellos, que sabiendo que
las mujeres son violentadas sistemáticamente en un proceso que se llama
violencia feminicida y que en muchos casos resulta en homicidios, casi 2 mil al
año en México; que teniendo en sus manos tal vez unos 200 manuales de cómo
prevenirla, tratarla, atenderla, disminuirla y buscar su desaparición, se
resisten a reconocer a las mujeres como iguales y con las mismas oportunidades.
Hay
una lista infinita de expresiones privadas y públicas de las personas con poder
que son idénticas a ésta que resulta ilustrativa, la del macho cabreo,
fortachón y elemental de Luis Walton, un dirigente sin historia y con mucho
dinero. Un ejemplo de lo que son los mismos que ahora se golpean el pecho.
Basta con mirar las declaraciones de los dirigentes de todos los partidos,
todos ellos haciendo trampas para no promover a las mujeres, disminuyendo los
presupuestos en las Cámaras en los asuntos de la mitad de la población.
Algunos
han pretendido incluso cambiar las leyes. Otros ponen a mujeres incondicionales
en los puestos ahora conocidos como de género, los mismos que se opusieron a
que por ley se consideren a la violación y al abuso dentro del matrimonio.
Todavía
recuerdo que en Colima, hace muchos años, cuando Griselda Álvarez fue
gobernadora, los hombres se organizaron para poner obstáculos a lo que sería el
primer acto de gobierno que reconocía la violencia contra las mujeres. Y
echaron piedras y jitomates a la primera institución que sólo pretendía atender
a las víctimas.
Qué
decir de las enormes dificultades para conseguir las normas de atención
sanitaria en las instancias de Salud para las mujeres violentadas. Ni qué decir
de quienes se desde el poder minimizan las dificultades familiares, donde
las mujeres reciben discriminación y castigos.
Ahora
en esta orquesta de vanidades, porque el tema es que se trata de cinco
españolas, ya hablan de lo mal que queda el país, de lo feo que es tener una
imagen tan deplorable, son los mismos que propician en sus medios de
comunicación el trato indigno y disminuido de las mujeres. Total son las reinas
del hogar, pero son las esclavas de sus apetitos más inconfesables. Esos medios
propician la trata, el desprecio por las diputadas y se han encargado de ofender,
disminuir, mal tratar a las mujeres políticas.
La
violencia contra las mujeres impide que ellas, nosotras, tengamos la
posibilidad de acceder a nuestros derechos, escritos en papel, pero derribados
una y otra vez en la práctica cotidiana. Yo diría que estamos en presencia, una
vez más, sólo de discursos y simulación. Nada concreto.
Hay
quienes escriben que se acaba de hacer un estudio, y que es sorprendente.
Mentira. Recuerdo hace 30 años que Rafael Ruiz Harrel, un eminente
investigador y uno de los primeros encuestólogos, decía que sólo se denuncia
una de cada cinco violaciones y que este era un asunto de Estado.
Los
organismos internacionales han documentado prolijamente este gravísimo
problema. Tres de cada 10 mexicanas han vivido escenarios de violencia. Y eso
es cierto, todo mundo lo sabe, pero todo mundo lo olvida.
Un
locutor de esos que todas y todos conocemos, se sorprende porque no hay una
reacción, fíjense ustedes, “de las mujeres frente a los hechos de Acapulco”,
como si hubo, recordó, una movilización en la India recientemente. ¿Será? Es un
tipo ignorante. Las mujeres hemos salido a la calle, con el silencio de los
medios, desde hace décadas, reclamando el cese de la violencia contra las
mujeres, nos hemos sumado con lápiz en mano a armar leyes, a modificar otras, a
llevar los casos tanto a la Suprema Corte como a los organismos
internacionales, sólo que no hay eco en los medios televisivos e “importantes”,
para entrar al problema y coadyuvar a reconocerlo y enfrentarlo. Los políticos
responsables se hacen que la virgen les habla.
Luis
Walton sintetiza lo que los hombres del poder piensan, por eso no cesa la
violencia contra las mujeres, porque programas, acciones, instituciones, van y
vienen, pero realmente ninguna autoridad se ha comprometido a parar este horror
y simulan. En su fuero interno piensan “y qué más quieren estas viejas”.
No
hace mucho que el periódico El País recodaba al nuevo gobierno de México, que
nuestro país es uno donde ser mujer es vivir en las peores condiciones, entre
el número 15 y 18, sólo por arriba de los países musulmanes. Y también
ese diario español ponía como ejemplo de la falta de dignidad a las
mujeres, que las trabajadoras de Televisa que informan sobre el tiempo, se las
presenta como un objeto sexual más que como una profesional.
Walton
debería avergonzarse de sus palabras realmente y encontrar esta vez a los
responsables del crimen contra 14 personas, 6 mujeres –ojo una no ultrajada- y
7 hombres, a quienes se les amenazó, robó, ultrajó impunemente, porque “esto
pasa en todo el mundo”, es decir, no hagan olas.