Cada
vez me parece más confuso el tema de la pandemia y veo muchas cosas que me
preocupan. Una de ellas es la reciente declaratoria del semáforo de riesgo
epidemiológico de color verde. Puede ser que resulte contradictorio que en vez
de darme gusto que entremos a ese color me llegue una profunda preocupación.
Intentaré explicar lo más claro posible.
Hay
varios factores que influyen en mi personal preocupación acerca de la pandemia.
Entiendo perfectamente que las decisiones que toma cada semana la comisión
federal encargada de llevar el control de esta temática se base en estadísticas
y que, de acuerdo al comportamiento de éstas, se decida el color que se asigne
a cada entidad federativa así como algunas medidas especiales si fuera el caso.
No sé si en todos los estados suceda lo mismo que en Nayarit, pero supongo que
no debe variar mucho, con las consabidas excepciones.
Dicen
que los números hablan y puede que tengan razón. De acuerdo con las cifras que
escuchamos en las noticias ha habido una disminución de contagios y de
fallecimientos en nuestro estado, sin embargo no dejan de estar presentes en el
día a día. En mi opinión, cuando se avanza a favor en los estados, es decir
cuando disminuyen los casos de contagios y muertes, sería el momento oportuno
de dar el apretón definitivo para
llegar a la victoria final, hasta el punto de erradicar por completo el riesgo
epidemiológico. ¿Qué sucede en la realidad? Qué en cuanto se ve un avance se
otorga una especie de flexibilidad con las consecuencias lógicas, se pierde lo
ganado y, a veces, se regresa más atrás de dónde estaba. En otras palabras es
lo mismo que sucedió en los tiempos de fiestas decembrinas y en el mes del
“amor y la amistad” en que se incrementaron los contagios y las muertes debido
a ese lógico dislate.
Esta semana
es la primera vez que Nayarit está en semáforo color verde, justo en semana
santa. Casi me atrevo a pronosticar que dos semanas después estará de nuevo en
amarillo tal como sucedió con Sonora. No me gusta ser el agorero de la semana
ni mucho menos pero me jacto de conocer a mi
gente y sé que la llegada del color verde al semáforo será exactamente como
la expresión: ¡Yupi, ya la hicimos, vámmonosssss! Y se olvidarán de medidas de
precaución y todo lo que antes hizo que se llegara a esa coloración epidémica.
Digo eso porque existen demasiadas evidencias de la falta de empatía entre los
vecinos de las colonias en Tepic. A los vecinos les siguen valiendo un
cacahuate los de enfrente. Siguen haciendo fiestas escandalosas, sin sana
distancia, sin cubre bocas ni nada que se le parezca, cierran las calles, jalan
la banda y hacen todo lo que no deben hacer hasta con mayor ahínco. Me da miedo
pensar, que irán hacer con la salvedad que otorga el semáforo verde.
Otro
tema preocupante es la lentitud manifiesta del programa de vacunación contra el
coronavirus. Además de resultarme incomprensibles los elementos considerados en
la estrategia general y la logística específica en nuestro estado, no entiendo
por qué la lentitud del abastecimiento, porque es indudable que dichas dosis
han llegado a cuenta gotas. Somos un estado que ni siquiera llegamos al uno por
ciento de la población nacional. Si fuera ese un factor y la supuesta súper relación del gobernador con el
presidente de la república era para que al menos ya se hubiera vacunado a todos
los adultos mayores, una vez que hubieran cubierto al personal de salud, pero
en Tepic, municipio con la mayor densidad poblacional y movilidad urbana y, por
ende, con mayor cantidad de contagios ni siquiera han iniciado.
Veo
muchos aspectos que no auguran buenas cuentas en estas próximas semanas.
Entiendo perfectamente la necesidad de activar la economía nacional y local,
pero es deprimente observar la poca responsabilidad que acompaña a ese
justificado empeño. No existe correspondencia alguna entre esos dos elementos.
Se carece de la responsabilidad necesaria para equilibrar esas dos fuerzas que
luchan una contra la otra. Es indispensable la vida económica pero sin
arriesgar la vida física, la única que permite todo lo demás. Desde mi punto de
vista es prácticamente imposible domeñar a esa terrible bestia que se
convulsiona furiosa buscando los espacios públicos, las playas, los pueblos y
otros sitios donde saciar la sed de diversión, esparcimiento y locura. Basta
ver las multitudes que abarrotan terminales aéreas y terrestres, la saturación
de lugares relacionados con los viajes, haciendo trizas inmisericordes a una
trillada “Susana Distancia” que se debate entre la vida y la muerte. Dios nos
agarre confesados. ¿Apelar a que la semana santa es tiempo de recogimiento y
reflexión? Ni soñarlo, nunca ha sido considerado y hoy, sumidos en la ansiedad
de abandonar el supuesto confinamiento general, pues menos.
Nada
parece ser lo adecuado. Nadie respeta a nadie. Los partidos políticos, la
mayoría de ellos, han sucumbido a la tentación de mostrar el músculo antes que privilegiar la salud y el respeto a la
norma. He visto aglomeraciones en varios de los eventos de registro de
candidatos a diversos cargos de elección popular, principalmente los que
hicieron esas tremendas alianzas se han reunido con muchos de sus
simpatizantes. Espero que entiendan que aglomerar tanta gente a muchos no nos
simpatiza, por tanto podrían encontrarse con efectos muy contrarios a los que
hubieran querido lograr.
En fin,
no queda más que encomendarse a Dios y esperar los resultados de esta avalancha
humana que se volcará en los lugares turísticos más socorridos y populares de
siempre. También que el gobierno federal acelere la entrega de dosis de vacunas
a nuestro estado y termine de una vez por todas por dar cobertura al menos
a los adultos mayores, suponiendo que el
personal de salud haya sido ya atendido al cien por ciento; porque de seguir a
este ritmo vamos a quedar vacunados hasta el año 2023 o 2024, casi cuando AMLO
se esté despidiendo de su sexenio. Yo espero que no sea así y que las buenas
noticias empiecen a aparecer, así como los luminosos amaneceres y el sol
brillante de playa que buscan nuestros compulsivos turistas nacionales y
locales. El porqué del título de este comentario, es que yo veo así nuestro
semáforo, como una sandía: -Verde por
fuera, pero rojo por dentro-. ¡Sea por Dios!
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA SIGUIENTE SEMANA - COMENTARIOS Y
SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.