No cabe
duda que los tiempos electorales están entre nosotros y con ellos la famosa
“guerra sucia”, entendida ésta como el glorioso y poco ético arte de tirarle
estiércol al adversario político antes que presentar propuestas atractivas y
viables que alimenten la simpatía y la esperanza, ojalá que fuera real, de los
potenciales votantes en la jornada electoral.
Es de
esperarse que los secretos mejor guardados de los protagonistas electorales estarán
en algún momento en los medios de comunicación y las redes sociales con lujo de
detalles. El copioso arsenal de información privada cuyo valor electoral se
magnifica en las manos equivocadas se convierte en una bomba de tiempo que
explotará justamente en el momento que el poseedor lo necesite.
Aunque
no está prohibida por la ley electoral esa guerra sucia en la que los
contendientes se vapulean a su antojo y se dicen mutuamente hasta de lo que se
van a morir, desde mi punto de vista es un ejercicio poco afortunado. Estoy de
acuerdo en exhibir a los corruptos, saqueadores y a todo tipo de vivales, pero
preferiría que, si existe información y pruebas fehacientes, fueran usadas
oportunamente y de acuerdo con los preceptos y jurisdicciones pertinentes para
que fueran castigados de acuerdo a sus delitos, y no guardar esa información
como botín político o como cartas comodines para ser usados por las mafias
políticas.
En este
caso entran situaciones como las que el gobernador actual protagonizó cuando
declaró públicamente que su antecesor saqueó el estado, el palacio y la casa de
gobierno (dijo que hasta las puertas se robaron) y tardó cuatro años en usar la
información; claro que el momento fue cuando a él le convino hacerlo (y un
poquito que lo empujó el gobierno federal).
El
anterior es tan solo un ejemplo de los muchísimos que hay. La ciudadanía ha
visto reiteradamente en la historia político-electoral de nuestro estado que
cuando se acercan las elecciones empiezan a darse cosas raras, poco usuales o
que no hubieran sucedido si no hubiese un beneficio que sacar de ellas. Así
hemos presenciado que los gobiernos por ejemplo cuando saben que su
contabilidad electoral es deficitaria empiezan a realizar muchas acciones que
resultan halagüeñas para los ciudadanos, desde obras rápidas, bacheos,
iluminación y otras acciones visibles. Otras de las cosas comunes es la
aprehensión de funcionarios que se encontraban prófugos o la
resolución de problemas añejos que les congracian con algunos sectores de la
población.
En fin,
hay un añejo y amplio catálogo de historias en las que el gobierno es
protagonista principal, muchas veces artero y abusivo, en el uso de información
privilegiada; pero también del uso indebido de la fuerza y las argucias para
someter a personajes incómodos que representan a sectores de la sociedad que no
se pliegan a sus intereses, como es el caso de algunos líderes sindicales como
la señora Águeda Galicia y Luis Manuel Hernández Escobedo, por citar solo algunos. En el primero de los casos, la lideresa
se ha enfrentado no sólo al actual gobernador y muchos anteriores sino que
incluso no dio un paso atrás ante la intimidación que intentó el propio
exfiscal Veytia que ya son palabras mayores. A ella uno de los gobiernos, a
través de la procuraduría de justicia, intentó fincarle cargos hasta de robo de
vehículo, cosa que a todas luces resultó irrisoria y jamás procedió.
El día de hoy somos testigos de la aprehensión del líder del SETUAN,
Hernández Escobedo, casualmente a unas horas de que inicie la huelga promovida
precisamente por su gremio sindical. Con los antecedentes que les mencioné y lo
tenebroso que ha resultado ser el actual gobierno estatal ¿No resulta bastante
sospechosa esa acción? Si partimos de que el gobernador Echevarría siempre ha
deseado acabar con la universidad pública (o de perdis refundarla) y que tiene como operador a un personaje sui géneris,
que si fuera chile sería Serrano, que también tiene intereses al interior de la
máxima casa de estudios al igual que su cónyuge, ¿No podría ser acaso una
jugada orquestada por los mencionados, usando la posibilidad de asociarse con
gente que también les conviene acabar con el sindicalismo?
Los dos
ejemplos son similares. A la señora Águeda la han querido sacar de circulación
porque representa la fuerza y la cohesión de sus agremiados. Unidad histórica
que ha trascendido a la sociedad porque es escuela de la rebeldía y la protesta
ante la injusticia y la inequidad de los gobiernos autoritarios que han
lastimado sistemática e impunemente al pueblo. Vencerla y sacarla de
circulación sería un gran paso en la consecución de sus aviesos intereses
antipopulares, cosa que no han podido lograr y ahora que políticamente ha
crecido tanto, menos lo harán.
El caso
se repite en la universidad. El sindicalismo fuerte, el que suma, une y
multiplica en la comunidad universitaria es sin duda el que representa desde
hace varias décadas Luis Manuel Hernández Escobedo, el SETUAN, una permanencia
muy similar a la de Águeda Galicia en el SUTSEM. De similares características,
donde ambos son queridos y respetados por sus representados y gozan de un voto
garantizado para continuar al frente de sus dirigencias.
¿Será
que es una jugada para sacar de circulación al líder del SETUAN y acabar con el
sindicalismo en la UAN, como preludio del ataque final del equipo de perpetradores
que la quieren de botín? Hoy sucedió
eso, veremos que resulta. Por lo pronto muchos agremiados se reunieron frente
al CERESO Venustiano Carranza a manera de protesta por tener incomunicado a su
líder. Esperemos que no sea algo
maquinado aunque quedan las dudas porque el boletín de la fiscalía señala,
entre los delitos, el de daños en las cosas (léase incendio del edificio de
finanzas de la UAN) lo que resulta contradictorio o incongruente dado que de
ese caso ya se tienen procesados y declarados culpables desde hace mucho
tiempo. (Información que la propia fiscalía señaló en boletín oficial también).
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