"Y pasarán los años..."
“Y
pasarán los días y pasarán los años…” reza la letra de una vieja canción. Así
me parece que es la historia de la Secretaría de Obras Públicas de Gobierno del
Estado. No sé si esta inspiración es por la tristeza o es por una tremenda
decepción, pero lo real es que está aquí entre mis líneas y no puedo evitar
contarla.
Aún
recuerdo, como si fuera ayer, el día en que llegué a las oficinas de la
Dirección General de Planeación y Desarrollo Urbano, en ese entonces
capitaneada por el hoy fallecido Arquitecto Flores, quien me entrevistó para
enseguida contratarme. El sexenio era el de Antonio Echevarría padre.
Recuerdo
que el Departamento de Planeación contaba con muy poco personal, al grado que
sólo estábamos la jefa y tres personas más, pero el trabajo salía y salía bien.
Recuerdo, y esto si con mucha nostalgia, el gran prestigio que teníamos en
aquellos tiempos. La SOP, junto con la Secretaría de Salud éramos las
dependencias estrellas. Orden, certeza, capacidad, formalidad y responsabilidad
eran las principales virtudes de nuestra secretaría. Hoy me da mucha tristeza
ver en lo que nos hemos convertido.
En esta
ocasión sólo tocaré el tema de las inundaciones frecuentes que se suscitan en
nuestra dependencia. Creo que nunca en mi vida le había tenido aversión a este
tipo de meteoros. Pero, hoy tan sólo de pensar o ver que empieza a llover
fuerte inmediatamente pienso en el desastre en que se convertirán nuestras
instalaciones.
Cada
vez es más difícil la situación. Eso lo puedo asegurar porque en los más de
quince años que tengo de trabajar ahí, nunca había visto algo similar. De que
el agua nos visita en cada temporada de lluvias eso si es común, pero los
niveles no se comparan a los que se han registrado recientemente. Al grado de
entrar a las oficinas administrativas y alcanzar la altura de los escritorios. En
las zonas más bajas, como el Departamento de Construcción y Conservación de
Carreteras, ha alcanzado el metro con sesenta centímetros de altura el agua. (A
lo mejor por eso no se para por ahí el Ingeniero Gianni, porque lo tapa el agua
y no sabe nadar).
Que por
las diversas obras que ha hecho el tristemente célebre “Gobierno de la Gente”,
que por el Parque Lineal, que porque se han tapado los cauces naturales del
agua, o por lo que sea, pero de que la SOP debe ser declarada zona de desastre
eso sí es cierto. Se han perdido escritorios, sillas, computadoras,
herramientas, cámaras y muchos documentos, quizá esto último no sea tan
inconveniente como lo demás, ya que, pensando mal, sea la oportunidad de los
funcionarios que han incurrido en alguna desviación de recursos o que no tengan
manera de comprobar algunos gastos, de justificar con el siniestro la falta de
esos documentos comprobatorios.
El caso
es que existe una situación de crisis en la secretaría. Esos acontecimientos,
los fenómenos naturales, han desnudado la ineficiencia, la dejadez y la falta
de voluntad política de resolver problemas de fondo que tienen en entredicho la
seguridad, la integridad física y el patrimonio personal de los trabajadores y
trabajadoras de esta dependencia.
Nunca
como ahora se ha dejado ver la ineptitud, la falta de sensibilidad y el
compromiso social de las autoridades con la ciudadanía, porque somos ciudadanos
además de empleados de gobierno. Salvo contadas excepciones, no existen
funcionarios que se solidaricen con sus subordinados en desgracia. Es triste
ver que, una vez pasada la tormenta, estemos todos (casi todos) sacando agua y
lodo de las oficinas. Ayudados con el personal de brigada, a quienes desde aquí
les hago llegar mi agradecimiento y mi puntual reconocimiento a su digna y
encomiable labor, se multiplican los esfuerzos, se intenta volver a la
normalidad los espacios laborales, a sabiendas que es imposible. Nada será
igual. Las razones son fáciles de entender. Una vez que se inundan las áreas
laborales nada queda igual porque no sólo es la bendita agua pluvial la que
visita, moja y siniestra los lugares y las cosas, sino que es un líquido negro,
pestilente y nauseabundo, emanado del drenaje, vil suciedad, estiércol
propiamente dicho.
No sé
qué sea más triste, si ver las cosas materiales, equipo y mobiliario, flotando
en ese fluido asqueroso o ver la cruda indolencia de los funcionarios ante el
problema. No recuerdo haber visto al secretario en esos días de contingencia.
Mucho menos haber recibido algún apoyo con agua embotellada, materiales de
limpieza, escobas, trapeadores, cloro, guantes o tapabocas. Todos esos materiales
fueron adquiridos con el desembolso y la colaboración de nosotros, los
empleados, que con actitud solidaria y comprensiva, sufragamos dichos gastos.
Es inconcebible que después de tantos años,
tan solo yo tengo quince ahí, pero si no mal recuerdo estas instalaciones
fueron inauguradas hace 35 años, no se haya intentado siquiera resolver este
problema. Lo peor de todo es que le sucede a la secretaría que tiene el perfil
técnico para ello. No entiendo cómo se puede dejar pasar tanto tiempo, tantos
daños y tanta angustia. Ya no es solamente los efectos devastadores en el
aspecto económico, las pérdidas se vuelven incalculables, sino el inmenso y
latente riesgo de la salud de los empleados. Cuesta pensar que no valoren la
salud y la vida de las personas. Después de esto siniestros, por más que se
limpie a base de agua y jabón, quedan las secuelas de la contaminación. Mobiliario,
pisos, documentos y demás cosas llenas de residuos de drenaje, bacterias,
microbios, gérmenes patógenos que respiramos de manera habitual en esa
podredumbre, que sin afán de ser abstracto o poético, ejemplifica de manera
ideal lo que se vive en el entorno general, en el sello de esta administración
estatal.
Hartazgo
e impaciencia, antipatía y desencanto, coraje y decepción, son algunas de las
sensaciones que se respiran (además de miles de bacterias nocivas) en mi
golpeada secretaría. Sólo describiré la impaciencia porque las otras se
explican solas y ésta tiene que ver con el contar uno a uno los días que faltan
para que se larguen.
Es en
mi secretaría donde más se ha ensañado el gobierno. Donde más se han visto las
injusticias, el “valemadrismo” del gobernador corrupto y sus secuaces. Siguen
dando bases de manera irregular y arbitraria, ya tenemos en nuestra nómina a
Larry Cañonga (Payaso), Jesús Escalante (Locutor de TV) Gerson De León (Locutor
de Radio), Dinora Georgina Ortega Cervantes (Subdirectora General
Administrativa del DIF Estatal) y otros directores más como mi directora
general Gabriela Ávalos Lemus, que le dieron el nivel seis y ya funge ahora como
flamante Encargada de la Dirección General de Planeación y Desarrollo Urbano.
En fin,
esperemos que pronto resplandezca la justicia, si no la jurídica al menos la
divina, y se acomoden las cosas de tal manera de que no quede impune una burla
más en contra del sindicato mayoritario y de la misma sociedad. Que alguien
tenga la voluntad de resolver la situación crítica de la SOP y ayuden a las
personas que resultaron afectadas, como el compañero Raymundo, de Desarrollo
Urbano, con su automóvil. Que las autoridades recapaciten y vean en lo que están
convirtiendo esa antes digna secretaría, que se ha visto invadida de seres del
inframundo que pululan y deambulan como zombis (léase “basificados nuevos de la
“N”) por las oficinas sin siquiera saber cómo solicitar su recibo de nómina. Es
triste y enojoso ver que mientras unos nos la partimos trabajando tanto en
nuestras labores habituales como en limpiar y sacar agua de las instalaciones
ellos y ellas como “princesos y princesas” sólo te miran con cierta
indiferencia por no decir desprecio, y están en grupos relajados usando sus
celulares. En fin no queda más que esperar que sucederá en el próximo capítulo.
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.