JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS /
Periodismo Nayarita
"2 de Octubre, no se olvida"
Estoy
parado sobre una fecha que encierra un gran significado para mí y,
coincidentemente, el día de hoy se conmemora uno de los acontecimientos más
trágicos que se registran en la historia del México del siglo pasado, la
tristemente célebre «Matanza de Tlatelolco».
En el
primero de los casos, la relevancia personal del día tiene que ver con la fecha
del natalicio de mi señora madre que si viviera estaría celebrando, con bombo y
platillo, sus ochenta y una primaveras. En la segunda de las opciones, la
coincidencia pues, es que la vergonzosa agresión del estado mexicano a los
estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas de la hoy Ciudad de México, se
suscitó precisamente el 2 de Octubre de 1968. De ese hecho lamentable se derivó
una vieja consigna que nadie hemos podido olvidar que reza: «2 de Octubre, no
se olvida» así que yo siempre utilicé esa frase como una carta comodín, con dos
significados, ambos relevantes, el primero quizá solo para mí, pero pues era un
poco la idea de jugar respetuosamente con esa sentencia de protesta, siempre
decía: 2 de Octubre, no se olvida; mis amigos
me preguntaban ¿Por lo de México 68? y yo contestaba: —No, por mi mamá.
Actualmente
sigo sin olvidar esa fecha, aunque hayan pasado 51 años de la cruel matanza
estudiantil y sigo recordando con cariño el cumpleaños de mi madre, aunque ella
no se encuentra en este plano terrenal, desde hace catorce años, cuando
falleció, faltando unos cuantos meses para cumplir sus 67 años.
De mi
madre he escrito muchas cosas, muchas veces, y sigo atesorando en mi alma
dolorida todas sus virtudes y todos los
lindos recuerdos que supo sembrar en mí. La vida es sabia y Dios omnipotente,
ahora recuerdo el dolor lacerante que rompía mi corazón en mil pedazos, y no
veía cómo seguir caminando en la vida sin su presencia. Hoy, aunque la recuerdo
con inmenso cariño y gratitud, su evocación trae inevitablemente una sonrisa
plena de ternura a mi rostro. La extraño mucho, sin duda, pero ya no hay aquel
dolor insoportable en mi alma, hay una especie de comunicación secreta,
mediante un vínculo amoroso y transparente que nos une más cada día que pasa y
lo digo por el sentimiento que me inspira, no por el acercamiento en sí, ya que
éste es, literalmente, un hecho inexorable.
Me
encanta comentar cosas de mi madre, aunque la melancolía me muerda el alma, como
si ese sentimiento fuera una perra rabiosa. Yo me imagino que a todas las
personas les ha de pasar lo mismo y aman a sus mamás y no las apartan de sus
pensamientos y oraciones. Pero, mi madre es punto y aparte. ¿Se fijaron que no
dije fue, sino dije es? Pues así es. No lo digo en el sentido figurado ese de
que vive en mi corazón o en mi alma, que también es cierto, sino que lo digo
porque todas las cosas que me heredó, sea por la genética o por la vía de la enseñanza, están en mí, más vivas
que nunca y hago un uso cotidiano y privilegiado de ellas. Unas, son dotes
heredadas por su generoso ejemplo de vida, la bondad y la solidaridad con la
familia, amigos o hasta desconocidos. Otras, que aún no sé si es aprendizaje o
es la fuerza de la genética, me refiero
a la fina ironía de la que hacía gala. Era genial en ese tema, a pesar de los
años que pasaron, sigo admirando ese sarcasmo tan refinado, tan suave como
envolvente, que pocas personas pueden manejar con esa maestría. Creo que ese
don es una de las cosas que más le he agradecido como legado ya que me ha
servido mucho en mi vida personal y creo que aún más en mi carrera de escritor
y periodista.
Ella
era una persona que se lo merecía todo porque supo ganárselo a pulso. A pesar
de su escasa escolaridad y la precaria situación económica que envolvía a la
familia, jamás se arredró por lo oscuro del panorama. Fue siempre una mujer
fuerte y decidida. Fuerte, porque, aunque era tierna y juguetona, sabía sacar la
fuerza de su interior para resolver problemas propios y le alcanzaba para los
ajenos. Decidida, porque siempre tomó las decisiones con la frente en alto y el
corazón por delante, por más ominoso que se viera el horizonte. Fue una mujer
ejemplar en muchos sentidos. Alegre, generosa, solidaria, activa, tierna,
fuerte y valerosa.
A pesar
de los años que han pasado desde que nos dejó en la tierra, le siguen
recordando con mucho cariño todos los vecinos y habitantes de nuestro barrio
popular y en general de la localidad, por sus atenciones, su sonrisa, su
alegría y su bondad. Obvio que su familia jamás la olvidaremos.
Existen
cientos de anécdotas en torno a ella. A pesar de que su vida no fue lo larga
que hubiésemos querido, se podría decir que la vivió con mucha intensidad. Fue
una mujer muy trabajadora que supo apoyar a sus padres y familiares a salir
adelante en una vida materialmente difícil. Desempeñó diversos trabajos como cocinera, conserje doméstica, ama de
llaves, labores agrícolas, corte de frijol, chile y jamaica, ensarte de tabaco,
posteriormente productora tabaquera, entre otros empleos y actividades. La
generosidad era un sello especial de su vida, apoyó económicamente a muchas
personas, a algunas otras les dio empleo digno. Incluso fue enfermera voluntaria en el hospital de Tecuala.
No
alcanzaría el espacio de varios artículos para hablar de sus acciones y su
legado. En este texto en particular, tenía la idea de hablar de ambas cosas, de
mi madre y de la matanza estudiantil, ya que ambas son en la fecha de hoy, pero
pues resultó más una breve crónica acerca de mi madre, lo que quiere decir que
me ganó el amor por ella. Situación que, supongo, ustedes mis amables y
considerados lectores, podrán disculpar con relativa facilidad. Me cobijo
también, en el hecho de pensar con seguridad que en esta vida no hay nada más
importante que el amor. Espero que haya quedado muy clara la explicación del
significado que tiene para mí la fecha de hoy y la razón del porqué «2 de
Octubre, no se olvida»
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO EN LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.