JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / Periodismo Nayarita
"De regreso al combate"
Siempre
he tenido la sensación de que el tiempo transcurre más rápido cuando estoy de
vacaciones. Me parece que apenas acabo de llegar a la ciudad y ya mañana tendré
que emprender el retorno a mi querido terruño. No me apura indagar la razón de
esa apreciación. Mucho menos polemizar si será acaso porque el tiempo es una
magnitud vectorial y no una escalar. Lo único cierto es que el regreso a casa
es un asunto inminente y a eso, pues ni cómo sacarle la vuelta.
No sé
si realmente descansé, pero estoy seguro que el “cambio de aires” siempre es
bueno. Descansar de la rutina laboral es algo indispensable para mitigar el
estrés. Por esa razón, quiero suponer que regreso con un nuevo semblante y una
nueva vitalidad, convencido que, por el simple hecho de suponerlo, ya es un
avance anímico.
Cuando
aparezca este artículo ya tendré al menos cuatro días de haber regresado. Desde
ahora me envuelvo en el deseo de que las cosas estén mejor por allá en mi
querida patria chica. Este deseo comprende a la naturaleza, al aspecto
económico, la situación política, los conflictos sindicales y a todo lo que
esté pendiente de resolver. Respecto a la naturaleza, pues que no haya más
desastres ni afectaciones. En lo económico, que los ciudadanos logremos
sobrevivir después de tanto mandarriazo que nos ha asestado el gobierno, como
los gasolinazos y los impuestos. En la situación política, que por fin abramos
los ojos y nos demos cuenta de quienes son los culpables de tanta pobreza,
corrupción e impunidad, y por ende, los castiguemos como se merecen. En lo
sindical, que se fortalezca la resistencia y la lucha en torno a las causas y a
la dirigencia y, entre lo pendiente de resolver, que al fin se entregue la toma
de nota al SUTSEM, se reclamen y se paguen los adeudos a los trabajadores.
Estoy
muy consciente que los problemas no se resuelven por el solo hecho de desearlo.
Si bien es cierto que toda acción o proyecto debe surgir del más fervoroso de
los deseos por su consecución, necesariamente entre su concepción y su
realización debe mediar una acción perfectamente definida y encaminada a lograrlo.
En ese punto es donde entran las líneas de esta especie de reflexión.
Desde
mi punto de vista, en nuestro país tenemos una particular visión de las cosas. No
es fácil distinguir entre el desconocimiento y la desidia para hacer las cosas.
Muchas de las veces me imagino que hay situaciones que la gente pasamos de
largo porque la ignorancia no nos permite percibirlas. Pero también es cierto
que hay otras en las que a pesar de tenerlas enfrente, verlas y sufrirlas, no
hacemos nada por enfrentarlas y cambiarlas.
Es
necesario detenernos a pensar que de por sí es difícil que nos demos cuenta de
la realidad que tenemos enfrente, lo es aún más cuando existe un aparato
mediático que nos impide hacerlo. El aparato del que hablo es el que integran
los medios de comunicación que, en su mayoría, trabajan a favor del gobierno y
sus impulsores. Son ellos quienes, a través de la televisión y otros recursos a
su alcance, mantienen obnubilada la conciencia de la ciudadanía. Recursos
mediáticos hay muchos. Éstos van desde las telenovelas lacrimógenas de Telerisa
hasta la compleja organización de los juegos olímpicos que se han
comercializado y politizado al extremo. El acomodo de calendarios futboleros
para distraernos de la aprobación de las reformas. Noticieros que presentan un
mundo distinto al que nosotros vemos a diario. Programas de análisis cuyas
conclusiones siempre hablan bien de quien mueve los hilos de la economía y la
política financiera. Trasmisiones de bodrios televisivos que exaltan la chunga
y se alejan de los contenidos culturales.
Las
anteriores son solo algunas de las formas de control que se ejercen sobre el
colectivo mexicano, pero en realidad existen muchas más. Me atrevo a decir que
de las más despreciables son las que se ejecutan a través de los partidos
políticos. Estoy convencido que ese sistema de partidos ha sido el más nefasto
propulsor de la insoportable situación que vive el pueblo mexicano. Los
partidos políticos sin excepción, sin importar su tendencia ideológica, han
contribuido al caótico estado de cosas que vivimos en la actualidad. Han sido
auténticas mafias que se han confabulado en contra de los intereses populares,
verdaderos caldos de cultivo que generaron nocivos especímenes que durante
décadas le han chupado la sangre al pueblo.
Pero
los mexicanos seguimos sido grandes especialistas en “hacernos bueyes” y,
aunque me salga de mi estilo, prefiero esta expresión un poco más fuerte que
“hacernos pato” porque que culpa tienen los pobres patos. En cambio, como que
queda mejor esta frase de los bueyes porque somos como toros, según muy bravos,
pero a la hora de la verdad somos toros pero castrados que es justamente lo que
significa la palabra buey. Con todo esto quiero decir que la mayoría somos muy
habladores, o muy “echadores” como decimos coloquialmente, pero en el momento
cumbre somos más “sacatones” que la Cruz de Zacate.
Cuando
se defiende una causa o se representa a una organización, no basta con ser
bravo o estar vociferando en todo momento. Hay que ser lo suficientemente
valientes para afrontar las situaciones que se presenten pero sensatos y
prudentes a la hora de proteger la imagen, la información y la seguridad de quien
está al frente de las causas. Todos tenemos alguna virtud que sobresale a
nuestros defectos. Esa es la que debemos utilizar para servir, puesto que si
usamos los defectos, que generalmente salen a la luz debido a nuestros impulsos
viscerales, no ayudamos en nada, ni a la causa, ni a quienes la encabezan.
Todos
servimos para algo, algunos para hablar, otros para escribir, otros para
pensar, otros para organizar, otros para motivar, etcétera. Así que más allá
del apoyo presencial tan necesario, también es conveniente identificar nuestras
fortalezas individuales para sumarlas a las causas y no creer que podemos
abarcar todos los espacios y todas las tareas, eso sería muy vanidoso de
nuestra parte. Somos muchos los que estamos hartos de sufrir las consecuencias
de un modelo económico improcedente, grotesco e inhumano. Por tal razón, creo
que debemos unir nuestras capacidades particulares en torno a la búsqueda de la
justicia social, a sabiendas que conquistar ese ideal lleva implícito acabar
con esa casta despreciable de políticos corruptos que desde el poder están
hundiendo al pueblo en la peor de las ignominias.
RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA
PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y
SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.