No cabe
duda que una de las cosas más bellas e interesantes en la vida es el deporte.
No importa si se practica por diversión, por salud o como profesión. Con sus
evidentes diferencias en las formas de abordarlo, es algo que resulta inherente
a la naturaleza humana y ha estado ligada a ella en todos los trayectos de la
historia.
Puede
verse su importancia como una forma básica de mantenerte sano, funcionando como
medicina preventiva para evitar enfermedades cardiovasculares, diabetes,
obesidad, entre otras, que son propias
del estilo de vida sedentario. Puede verse como la diversión preferida de
millones de personas en calidad de espectadores ya sea en los escenarios
físicos (cuando se podía) como son estadios, pistas, cuadriláteros, albercas o
frente a una pantalla de televisión los fines de semana, principalmente. Puede
verse también como una auténtica industria que maneja cifras estratosféricas e
inimaginables de millones y millones de dólares en el mundo. El deporte es eso,
un inmenso y diversificado caleidoscopio de formas, colores y sensaciones que
de una manera u otra forman parte de nuestra vida diaria.
La
competencia deportiva tiene una historia remota y se puede decir que siempre ha
existido. Desde las escaramuzas bélicas en las que se preparaban los guerreros
en el uso de la espada, lanzas o jabalinas y el manejo del arco y la flecha,
hasta los juegos olímpicos modernos en el que participan más de doscientas
naciones regularmente, pasando por los juegos de la antigua Grecia en los que
honraban a sus dioses y se realizaban principalmente en la ciudad de Olimpia,
de donde deviene el nombre de dichos juegos.
Esta
actividad humana genera miles de historias de vida. Proezas maravillosas y
acciones inusuales que exaltan la generosidad del espíritu humano y en esencia
debiera ser ese el sello de las competencias antiguas y modernas pero no faltan
los detalles negativos que ensombrecen esos ideales. Hay muchas historias que
son ejemplo de ello. Basta recordar el caso de Jesse Owens que después de ser
un héroe mundial al obtener cuatro medallas de oro en los juegos olímpicos de
Berlin 1936, fue tratado de peor manera en su propio país que en la Alemania de
Hitler que en ese tiempo era la máxima expresión del racismo supremacista. El
velocista Owens, por el solo hecho de ser negro, no fue invitado a la Casa
Blanca a saludar al presidente Franklin D. Roosevelt, ni fue reconocida su
hazaña de derrotar humillantemente a los deportistas alemanes que representaban
a la raza aria, hasta muchos años después.
En la
época actual resulta peculiar ver unos juegos olímpicos sin público. Lo cual
ocurre en Tokyo, Japón, además de otra particularidad muy interesante, el hecho
de que sean los juegos 2020 y se estén realizando en el año 2021, no deja de
ser curiosa esa circunstancia provocada por la pandemia actual. Además de las
marcas históricas que se irán rompiendo en el transcurso del evento, se han
visto detalles inusuales como el hecho de que dos hermanos (hombre y mujer)
conquisten medalla de oro en competencias individuales (Judo) en un mismo día,
o que un país se adjudique las medallas de oro, plata y bronce (el famoso
1-2-3) en la misma competencia, en el mismo evento, como lo hizo Suiza en la
disciplina de Ciclismo de Montaña Femenil. También resulta alentador y casi
increíble que, aunque no es la primera en lograrlo, ocurra en esta máxima
deportiva que una chica de trece años conquiste la medalla de oro en una
competencia. Esas son algunas de las cosas que llaman la atención hasta ahora en
este evento internacional, aunque dejé al último este suceso, por no ser
específicamente deportivo, pero es una de las cosas bonitas que existen en el
mundo mágico del deporte y lo hacen entrañable. Me refiero al suceso
protagonizado por la esgrimista argentina María Belén Pérez Maurice, quien
perdió la oportunidad de ganar medalla olímpica en Tokyo al ser derrotada por
su rival húngara. Momentos después, en medio de una entrevista, su novio y
entrenador Lucas Guillermo Saucedo le pide matrimonio mediante una nota
escrita, ella acepta y se funden en un beso que sella el romántico momento. El
amor siempre está presente, el deporte no es la excepción.
El
mundo deportivo tiene miles de historias que contar. Las hay de todo tipo,
felices, épicas, oscuras, grandiosas, increíbles, románticas, chuscas, tristes y
demás. Hay muchas cosas que podemos inferir a través de la actividad deportiva
y de estos eventos mundiales que se realizan cada cuatro años. Podemos darnos
cuenta del nivel de organización y otras capacidades que tienen los países,
tanto los que organizan como los que compiten en calidad de invitados. Se puede
apreciar la cultura, el potencial económico, la vocación, el espíritu de
competencia, las formas de vida, el respeto y la disciplina, todo eso y más con
sólo ver cómo se comportan los atletas, hombres y mujeres, dentro y fuera de
las canchas. También se desnuda el quehacer de los distintos gobiernos y el
interés que tienen por esa actividad. Los resultados siempre te cuentan su
propia historia, la fría y cruel realidad. Los números finales en el medallero siempre
dictan la última palabra y te señalan como triunfador o perdedor. Situaciones
que justifiquen o mitiguen la pena del fracaso siempre van a existir y son
insumos de la eterna polémica: ¿Quién es el culpable? ¿Los deportistas que no
son capaces de tener el nivel de esas competencias o los gobiernos que no
apoyan a los deportistas?
Desde
mi punto de vista, es un binomio inseparable y ambos son corresponsables,
porque no me gusta usar el término de culpabilidad y tiene que ver más con el
trabajo de fondo, de largo alcance, que con la eventualidad de una competencia
olímpica o sus antecedentes similares como los panamericanos. He visto muchas
ocasiones, a nivel nacional y estatal, la falta absoluta de apoyo a los
deportistas por parte de las autoridades correspondientes y sin embargo,
obtienen resultados decorosos y, a veces, hasta sobresalientes. En el caso que
esta vez nos ocupa, Tokyo 2020, al parecer será difícil llegar a la meta
proyectada. Se supone que nuestro país está en posibilidad de ganar diez
medallas (de cualquier color) y apenas llevamos dos de bronce (Tiro con arco
mixto y Clavados sincronizados, femenil, 10 metros) al momento de escribir este
texto, en el quinto día de competencias. Aún nos quedan doce jornadas más,
varios participantes activos y otros por entrar en acción. Ojalá que se cumplan
al menos las expectativas. ¡Suerte!
RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA SIGUIENTE
SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO
ACTIVO FRECONAY, A.C.