JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS /
Periodismo Nayarita
"La gloria y el infierno"
En
muchas ocasiones he comentado acerca de los famosos contrastes o polaridades
que existen en la vida y en eso precisamente me quedé pensando una vez que
realicé el análisis de las noticias más relevantes que tuvieron lugar en días
recientes.
No
podía ocultar la satisfacción de ver que, aunque de manera modesta, se
realizaron varios eventos conmemorativos en honor de nuestro poeta mayor Amado
Nervo, al cumplir casi siglo y medio de haber nacido en estas tierras y habitar
algún tiempo por las calles céntricas de la capital nayarita. Diversas
convocatorias al homenaje, lectura de sus poesías, conferencias acerca de su
vida familiar, su árbol genealógico, música, entre otras actividades. Un gusto
saber de reconocimientos a distinguidos nayaritas en los ámbitos ciudadano,
profesional; cultural y artístico, en las personas de Julián Gascón Mercado, J.
Jesús Antonio Madero Pacheco y Jorge Partida Brizo, respectivamente.
Posteriormente, un merecido reconocimiento por su excelente trayectoria a
nuestro bardo nayarita contemporáneo Octavio Campa Bonilla, por parte de una
asociación de nayaritas radicados en los Estados Unidos. Esas y otras noticias
de la misma índole en actos y eventos similares, me hacían concebir momentos
agradables y muy cercanos a pensar que nuestra sociedad daba pasos firmes hacia
la salvación o incluso a pisar los umbrales de la gloria.
Pero,
no pasó mucho tiempo para que la vida me mostrara su otra cara, su lado oscuro,
el reverso de la moneda. Una incontrolable ola de violencia por todos los
rumbos nacionales. Macabros eventos en distintos sitios de nuestro país, que
horrorizan por su violencia extrema. Diecinueve asesinados en Uruapan, seis en
Veracruz, luego otra masacre que involucró a veintiocho personas fallecidas en
un antro de Coatzacoalcos, Veracruz. Posteriormente, tres jovencitas
acribilladas junto a su tío, en Ciudad Juárez, luego un enfrentamiento más
entre grupos armados, de nuevo en Michoacán, en Tepalcatepec, deja nueve
muertos y once heridos y así, sucesivamente, se va tejiendo la historia de
sangre y muerte en estas queridas tierras mexicanas. Si agregamos la lista
interminable de desaparecidos, que generalmente llegan a aparecer pero en fosas
clandestinas que, a fuerza de su frecuencia, son ya casi parte del paisaje
mexicano.
He ahí
los dos polos de una sociedad en decadencia pero que se niega a morir, a pesar
de todo. Por un lado, parece que hemos perdido la batalla contra nosotros
mismos. La degradación humana es visible y comprobable sin mediar siquiera un
análisis someramente serio. Esto puede ser observado a simple vista, ni
siquiera hay necesidad de inferirlo ya que es demasiado ostensible. Basta y
sobra con ver el grado de devastación en que tenemos sumido a nuestro planeta. Hemos
ejercido una brutal depredación de los recursos y descuidado la naturaleza al
grado de estar a punto de colapsar si no se detienen los abusos y se da un
cambio inmediato de rumbo. Lo más absurdo del caso es que la sobreexplotación
de los recursos del subsuelo, el petróleo, la minería, por mencionar algunos,
ni siquiera han sido obra de todos, mucho menos el beneficio de esas inmensas
riquezas. Estas nada tienen algo que ver con la mayoría social, son parte del
monopolio de unas pocas familias nacionales y mundiales que son quienes
obtienen las plusvalías de esas actividades, mientras que una gran parte de la
población vive en la pobreza extrema. Lo imposible de creer es que los millones
y millones de personas ajenas a ese lucro ofensivo hayamos permitido esos
excesos.
Me
detengo un momento e intento reflexionar acerca de todos estos elementos que se
circunscriben en torno a cada uno de los polos, la gloria y el infierno. De un
lado, la precaria situación económica de millones de mexicanos que resbalan
vertiginosamente de la pobreza eventual a la pobreza extrema y permanente. Una
juventud sin oportunidades que es presa fácil del reclutamiento criminal, un sistema educativo
con discapacidades producidas por la corrupción de los caciques enquistados en
el magisterio, una sociedad confundida que no encuentra los valores que perdió
paulatinamente. Una criminalidad solapada durante muchos años por gobiernos
corruptos que finalmente fueron rebasados. La inseguridad extrema que
actualmente se vive en muchas regiones del país fue incentivada por la
impunidad que se vivió y se sigue viviendo en la procuración de justicia, donde
vemos que los inocentes están en la cárcel y los criminales libres y felices.
Somos un país de dolorosas contradicciones sociales y culturales. Un país en el
que sabemos más de la vida y hazañas de los futbolistas o boxeadores que de los
héroes que nos dieron patria y de los científicos y artistas que nos
proyectaron a nivel mundial. Somos un país en el cual el hecho de que la selección
nacional de futbol sea eliminada de un campeonato nos aflige mucho más que la
desgarradora noticia de que nos aumentan los impuestos, nos impongan una
reforma estructural leonina que nos va a desgraciar la vida para siempre o
incluso que estén violando y matando a las mujeres mexicanas.
Del
otro lado, sigo pensando que el mundo de la luz y el entendimiento, la gloria,
en sentido figurado, sigue siendo la educación, el arte y la cultura. Esa es la
cara buena de la moneda si queremos ganar este último volado. Si queremos
rescatar este mundo y este país que se está cayendo a pedazos, debemos voltear
nuestra mirada hacia la literatura, la música, la danza, las artes plásticas y
a todas las expresiones del conocimiento y la creatividad y acercarlas a la
niñez, principalmente.
Debo aclarar que no estoy en contra de los deportes
mencionados, al contrario me encantan esos y todos los deportes y suscribo su
importancia en la formación de una ciudadanía saludable, en la integración de
las familias y en mitigar las conductas antisociales y las adicciones, además
de formar a los deportistas de alto rendimiento y nivel competitivo. Digo, que
debe haber un equilibrio y un conocimiento cabal de lo que significan cada uno
de esos elementos formativos. Hablo de no caer en el fanatismo pernicioso y la
idolatría estúpida que nos haga perder la estabilidad individual y la
congruencia social, esa que nos hace creernos el cuento de que es más
importante el “Canelo” Álvarez que el Dr. Ernesto Galarza o el Químico Luis
Ernesto Miramontes Cárdenas. Los tres tienen una connotación mundial, pero
jamás podrá compararse el impacto y el beneficio de las acciones y las obras de
los dos últimos con lo que el primero pudo o puede aportar a la humanidad.
Aunque una prueba de lo que comento es que una gran mayoría de personas
conocerán al boxeador, pero algunos ni siquiera habrán oído hablar de estos
ilustres paisanos, coincidentemente tocayos, Ernesto Galarza nacido en
Jalcocotán Municipio de San Blas y Luis Ernesto Miramontes en Tepic, Nayarit,
mucho menos de lo trascendental que fue la obra de ambos a nivel mundial,
eso se los dejaré de tarea, porque este
espacio se agotó. ¡Vaya usted a creer!
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO EN LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.