viernes, 20 de marzo de 2020

"Crisis de la salud y la economía"



JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"Crisis de la salud y la economía"



Resulta poco menos que imposible soslayar la importancia mediática que tiene en este momento la pandemia del coronavirus. Ya había explicado en uno de mis artículos la diferencia que hay entre ese término y el de epidemia. No resulta ocioso confirmar que la principal está en el alcance de cada una de ellas, siendo la de mayor rango la pandemia, que se refiere a una propagación de carácter internacional.

Es por demás lógico el proceso de crecimiento de este tipo de brotes infecciosos, iniciando el problema en cualquier región o localidad de un país, extendiéndose paulatinamente hacia otras regiones para, posteriormente, propagarse hacia otros países, principalmente por el flujo de turistas que se infectan y llevan consigo la fuente o cepa del contagio. Esa suele ser la típica evolución de estos problemas mundiales de salud pública catalogados con el carácter de pandemia. Se puede mencionar de esa manera atendiendo las experiencias que se han tenido con otros casos a través de la historia, como el VIH-Sida, la gripa asiática y, más recientemente, la Influenza A (H1N1) en el año 2009.

No importa cuáles sean las características de estas enfermedades, técnicamente o médicamente hablando, pero creo que todas tienen algo en común, además de su rápida expansión, me refiero al miedo que provocan en la población. Desde mi punto de vista, es muy natural que exista un factor de esa naturaleza en las personas que estamos eventualmente expuestos al contacto con la infección en turno, pero es muy importante también intentar mantener la calma. Es muy común que en estos casos circule mucha información tendenciosa y errónea. Por esa razón, es recomendable buscar siempre las fuentes oficiales como la Secretaría de Salud y otras entidades afines que gocen de credibilidad, ya que es de sobra conocido que las denominadas fake news se propagan aún más rápido que las propias enfermedades.

Además de la salud y, por ende, la vida misma, sin duda los más importantes valores humanos, ambos en riesgo en esta nada agradable aventura, entran en crisis los mecanismos de la economía mundial que se ven influenciados por varios factores. El temor, que empieza a apoderarse de la población, sobre todo en los países donde se han detectado un número considerable de infectados, sospechosos y lamentablemente muchos decesos también, se convierte en un elemento de peso para el surgimiento de la especulación comercial, que genera las llamadas compras de pánico. Este fenómeno, muy común en situaciones de riesgo, consiste en que las personas se vuelcan en los centros comerciales a comprar, sin mesura alguna, alimentos enlatados, agua embotellada y algunos otros artículos para solventar el aislamiento en sus casas ante la inminencia de un cerco sanitario provocado por el cierre temporal de escuelas, oficinas, espacios públicos y otros servicios. En esta parte, vale la pena preguntarnos si no es posible que este temor sea inducido veladamente por los dueños de las cadenas comerciales para lograr ganancias extraordinarias y expeditas, por las ventas exageradas y tumultuarias que vacían de manera rápida sus anaqueles.

El asunto no para ahí, es todavía más grave. El escenario mundial es una amenaza, si no apocalíptica, sí es al menos muy peligrosa. La razón, que lo que era una crisis de salud se ha tornado una crisis económica. En ese sentido hay que dejar muy claro que el coronavirus no es la causa fundamental de la crisis económica pero, por el momento de su aparición, sí se constituye en un catalizador importante para su advenimiento. 

Los factores económicos relevantes se empezaron a ver desde mucho antes que apareciera esta emergencia de salud, al grado de parecer todavía leves secuelas de la crisis anterior, la de 2008. Por lo anterior, podemos decir que el coronavirus no tiene ninguna relación directa con el comportamiento de los precios del petróleo, los elevados índices de inflación en los Estados Unidos (USA), ni la guerra comercial empujada por el presidente Trump, contra China, Europa, México y Canadá. Tampoco se puede asociar a la reducción de la liquidez global que propició una tendencia a la alza sobre las tipos de interés. Más actual, la estrepitosa caída de las bolsas de valores más importantes del mundo, y así una serie de factores o variables económicas que ya se habían previsto en el Foro Económico Mundial de Davós, Suiza.

Los considerandos anteriores permiten separar con absoluta facilidad ambos fenómenos, el de salud y el económico, desde el punto de vista de sus diferentes génesis. Pero, en este momento es inevitable la interacción de ambos en el contexto mundial. La amenaza sanitaria causó un considerable temor de los inversores en los mercados bursátiles quienes mostraron una justificada inquietud ante la probabilidad de una recesión económica y la pérdida de rentabilidad en el mundo corporativo. Por lo demás, es evidente que, desde que la emergencia sanitaria asumió el grado de pandemia, muchas de las actividades comerciales importantes, que son puntales de la economía de varios países, se vinieron abajo; entre estas se pueden mencionar principalmente al turismo (hoteles, líneas aéreas, restaurantes, etcétera) como por ejemplo la prohibición del arribo de vuelos de Europa a USA, la suspensión de los torneos deportivos más relevantes como la NBA, la MLS, la Fórmula Uno, partidos de la Champions League, la Liga de Italia, conciertos y espectáculos de primer nivel, entre muchos otros, de tal manera que se han originado pérdidas millonarias por esta enfermedad. En este contexto, es imposible decir que la crisis sanitaria no ha afectado a la situación económica. Reitero que no es la causa principal de una posible recesión pero, de presentarse esta, tampoco se podría negar que el coronavirus le dio el último empujoncito que le faltaba.

Solo queda esperar que México siga siendo uno de los países menos afectados en casos de personas contagiadas y que Nayarit siga siendo, hasta el momento de escribir este artículo, una de las cuatro entidades federativas que no registran todavía ningún caso de esta enfermedad. Pero aún más deseable es que pronto se logre superar esta contingencia sanitaria mundial, con los menores daños posibles.


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