lunes, 21 de octubre de 2019

Innovando los Estigmas en las Adicciones


JORGE LEONEL PAZ CORDERO / Periodismo Nayarita

 

Guadalajara, Jal.-  Se conoce como estigma a la marca o señal en el cuerpo. El estigma tiene su origen en Grecia, ya que así era llamado a las marcas en el cuerpo, realizada con hierro candente, en esclavos que intentaban huir.


En la sociología, estigma es visto como el comportamiento, rasgo, o condición que posee un individuo, y genera su inclusión en un grupo social cuyos miembros son visto como inferiores, o inaceptables. Las razones del menosprecio o discriminación son de orígenes raciales, religiosos, etnias, entre otros.

Con respecto a las enfermedades mentales, estigma es la etiqueta que se le aplica al individuo que padece de alguna de ellas, lo que genera reacciones negativas en la vida del ser humano ya que puede perder la confianza en sí mismo, en su recuperación, y capacidad de llevar una vida normal.

Lo anterior, se genera por ser identificado constantemente como “esquizofrénico”, “autista”, “depresivo”, también se derivan de un sistema a nivel general, como factores biopsicosociales, culturales, entre otras etiquetas acorde a su enfermedad, generando una inseguridad constante en la personalidad del ser humano, y creando una sensación de discapacidad.
En la botánica, estigma es el cuerpo glanduloso, en la parte final del pistilo, que recibe y retiene el polen para que desarrolle el tubo polínico y fecunde a la oosfera del óvulo. Por otro lado, en zoología, estigma o espiráculo, son cada una de las aberturas respiratorias de los insectos, los arácnidos, y otros artrópodos traqueales para que entre el aire.

Por último, el término estigma es de origen latín stigma, a su vez este proviene del griego, que significa “picadura” o “marca hecha”.
Los individuos estigmatizados sufren, en primer lugar, de un estrés psicológico, aunado de discriminación, insultos, ataques, asesinatos, entre otros aspectos de violencia.

Estigma en la religión.

 

El estigma es visto como una huella sobrenatural en el cuerpo de algunos santos, como símbolo de la participación que sus almas toman en la pasión de Cristo.
En relación al punto anterior, las heridas son similares a las infligidas por Jesús durante la crucifixión. Son heridas situadas en las muñecas, pies, cabeza, espalda, y costado.
A lo largo de la historia, se han documentado varias personas que padecen de estigmas, como es el caso de San Francisco de Asís.
ESTIGMA Y ADICCIÓN.

En estudio realizado por CT GUERREROS DE LA LUZ A.C. se ha dado cuenta, que todos los delitos, homicidios, suicidios, vejaciones, violaciones, el 70% tienen que ver con el consumo de sustancias psicoactivas, bajo este estudio a nivel global hemos sido muy constantes e insistentes en la innovación tanto de métodos, técnicas, en las diferentes áreas profesionales de salud, no solamente dirigidas a  adicciones, sino a desintegración familiar, bulimia, anorexia, conductas sociales, por lo que se ha dado a la tarea esta institución de ser muy enfático en nuestra propuesta en México Humanista, que con gran éxito ha logrado y en gran porcentaje las operaciones de todas estas patologías, atendidas por profesionales de la salud, se han hecho con gran éxito. Largo tiempo transcurrió antes de que las adicciones a sustancias psicoactivas fueran científicamente clasificadas como enfermedades crónicas y a quienes las sufren se les tratara como a pacientes. En lo cualitativo, ese paso, en el pedregoso campo social, equivale al del primer hombre llegado al pedregoso paisaje lunar.

Lamentablemente, no menos tiempo requerirá el proceso por el que amplias mayorías sociales dejen de ver en la adicción un vicio, una degeneración de la especie, una conducta delictiva, otra peste bíblica, y se ponga cese a la descalificación de quien la sufre como un vicioso, un degenerado, un delincuente, un apestado.

No es de extrañar. La historia de la humanidad es también la historia de la incomprensión humana acerca de su propia condición. En la historia de las sociedades, vastas páginas las ocupa el registro de los crueles castigos que la propia humanidad se inflige ante la ignorancia de sí misma. Por fortuna, la naturaleza del hombre es la del animal cuya evolución no cesa, que persiste y no deja de interrogarse por sí mismo, hasta hallar la luz, su luz, en una hazaña incesante que otras vastas páginas registran.

La célula social que es la familia tiende a reproducir por razones obvias el comportamiento del todo social. La sociedad castiga con dureza lo que falsamente atribuye a su propia culpa. La familia hace lo mismo. Así, dicho con intención de facilitar la comprensión de lo que decimos, cuando una familia normal se encuentra con que uno de sus miembros "está metido en la droga", lo más frecuente es que se den en diversos de sus integrantes o en uno solo de ellos, reacciones que van desde la negación ­"eso es imposible"­ pasando por la tristeza y la desilusión ­"quisiera morirme"­ hasta las explosiones de ira ­"a ese vagabundo lo voy a matar a palos"­.

Sinvergüenza, bandido, mal parido, puta, mal padre, mala madre son otras expresiones publicables de la ira y el desconocimiento. Otra sonora fórmula de flagelación es "adicto", proferida con carga que no trae el diccionario, pues "Eres un adicto" es latigazo o salivazo, frase cargada de hostilidad, despreciativa, insultante. Resulta un estigma, es decir ­y se halla en el diccionario­, una "Marca impuesta con hierro candente, bien como pena infamante, bien como signo de esclavitud".

Hoy día aumentan los centros que atienden adicciones y dependencias, en cuyas normas escritas no se lee "adicto" por ninguna parte para referirse a quienes consumen "drogas" o se han hecho dependientes de juegos de azar.

Tampoco se escucha esa palabra en dichos centros. Sencillamente porque se parte de que el marcado con hierro candente queda marcado para siempre, incluso con daño mayor en lo psíquico, en su autoestima, que en lo físico. Y es que, si con sinceridad no logra verse en el familiar afectado, en el paciente, un ser humano digno de respeto, el Tratamiento carece de sentido. Mi padrino, Jacinto Convit, lo advirtió hace siglos en el caso de los leprosos.

 

El estigma social en la adicción


Biosociales, preventivas, educativas, formativas, no solo y a los que ya padecen estos problemas existentes. El estigma social se refiere a las creencias de rechazo ante una determinada situación o hecho por parte de una sociedad, ya que dicha situación o hecho va en contra de las normas culturales establecidas. Uno de los retos que debemos Enfrentar dentro del campo de las drogodependencias es al estigma social ante personas que abusan o son adictas a sustancias adictivas, y condicionando la trayectoria vital de la persona consumidora como consecuencia de los prejuicios sociales existentes. Estos prejuicios producen en algunos miembros de la sociedad comportamientos de distanciamiento, rechazo, referencias negativas, excluyendo así a muchos drogadictos que pueden estar pasando por una rehabilitación, lo que puede provocar que esta se estanque o que fracase. Por otro lado, la exclusión social de una persona no tiene porqué aparecer una vez que esté en consumo, sino que puede que su consumo se deba a una exclusión social que esté sufriendo y que no tiene que ver con sustancias, cosa que también hay que abordar a la hora de intervenir con el sujeto en su tratamiento. El estigma social viene dado por la percepción de que los drogadictos son personas peligrosas, que no son personas normales, que están locos y, además, y, sobre todo, el hecho de que sufran enfermedades, como el VIH. La exclusión social en relación con el consumo puede establecerse a través de dos vías:

– La exclusión actúa como factor de riesgo para el abuso o dependencia de sustancias.

– El abuso o dependencia de sustancias es el que actúa como factor de riesgo o exclusión.

Aunque esta relación no es de carácter causal, ya que la exclusión social no afecta a todos los consumidores de drogas (Tomas, 2001), es importante tratar la drogodependencia mediante la rehabilitación, facilitando la reducción de los factores de Exclusión y viceversa, la reducción de la exclusión facilitando el tratamiento y superando la adicción, así como prever recaídas. 

El concepto de estigma en el área de las drogodependencias


El estigma no solo influye en las personas consumidoras antes de iniciar un tratamiento, sino también durante su realización y después de él. Tal como expresan Mota, Noto y Santos (2014) y Arctander en Prieto (2019), las personas que sufren un trastorno adictivo Son vinculadas usualmente, y de forma estereotipada, con la violencia, el narcotráfico y la prostitución sobre todo en el caso de las mujeres consumidoras. Además, se etiquetan a estas personas como responsables de su problema, se asocia con el concepto de “vicio” y la falta de voluntad, olvidando que un trastorno adictivo es un problema de salud (Mota, Noto y Santos, 2014). Asimismo, las consecuencias de dichos estigmas comportan un trato discriminatorio, una baja adhesión al tratamiento y el abandono e inicio continuo del tratamiento (Mota, Noto y Santos, 2014). 

Tipos de estigma y barreras asociadas

La autoestima, del que hablaremos posteriormente con mayor detalle, ocurre cuando las personas consumidoras interiorizan los estereotipos y existe una discriminación hacia sí misma.

La etiqueta estigmatizaste se convierte en la definición íntegra de la persona, pasando a interiorizar el estigma en su identidad e invisibilizando a la persona y el resto de esferas que conforman su identidad.  Se internalizan las creencias estereotipadas y, por ende, la persona se actúa autoexcluyéndose de ciertos ámbitos.  

Más aún, nos ayuda a entender y a establecer el impacto de dicha convergencia en situaciones de oportunidades y acceso a derechos, y a ver cómo las políticas, los programas, los servicios y las leyes que inciden sobre un aspecto de nuestras vidas están inexorablemente vinculadas a los demás.

 

El estigma en los servicios de atención y tratamiento

La OMS (2005) explicitó la necesidad de facilitar el acceso y la permanencia a los servicios de salud para las personas consumidoras de drogas, y hacer de mayor calidad servicios sanitarios mediante acciones como la visibilización del estigma e inclusión de Políticas contra el estigma que garantice servicios de calidad. El estigma juega un papel relevante en el ámbito de la prevención (campañas que pueden reproducir ciertos estereotipos, el sentirse alejado/a del perfil de “consumidor/a”), en la búsqueda de ayuda específica representando una barrera en el acceso y la permanencia en los tratamientos (reducción de daño, tratamientos de abstinencia, etc.), y en la reinserción (búsqueda de trabajo, acceso a vivienda digna, etc.). 

Sin embargo, el estigma genera en las personas usuarias desconfianza hacia los profesionales. Puede derivar en una atención y vinculo de peor calidad, más dificultad para establecer una adecuada relación con los profesionales y, además, conlleva un empeoramiento y el abandono del tratamiento. 

 El efecto Pigmalión es uno de los peligros de etiquetar a las personas usuarias, ya que de esa forma reproducen conductas en relación a lo que su alrededor sentencia sobre ellos (FCD, 2018). Esto se relaciona con lo expresado por Romaní en ASP (2018) relativo A que reproducir un discurso no veraz relacionado con las drogas, comporta una construcción de una realidad estigmatizada en la misma línea. Romaní destaca la importancia de cambiar el discurso y empoderar a las personas drogodependientes para poder des estigmatizar. Algunos estigmas de las personas que consumen drogas se vinculan con aspectos como el VIH, la inmigración, la baja clase social, la salud mental, la criminalidad, el género y la ausencia de un techo.  

El estigma en relación al consumo de drogas en los medios de comunicación


El consumo de drogas es un aspecto que preocupa a la ciudadanía, por lo cual, el análisis de la imagen mediática sobre este tema es de relevancia. La televisión, internet, radio, prensa, cine e incluso los videojuegos difunden mucha información e influyen en la sociedad y en el imaginario colectivo. Con el objetivo de analizar el proceso de estigmatización de los/las consumidores/as de drogas, debemos conocer qué trato recibe este tema por parte de los medios de comunicación y si la información proporcionada es veraz y libre de estigmas. 

Martín (2010) subraya la relación del uso de drogas con distintos temas en función del medio. En la prensa, las drogas se relacionan con narcotráfico y el consumo en colectivos juveniles. En el cine aparece una cierta normalización de las drogas con la marginalidad, violencia, delincuencia que reproduce estereotipos, y produce que se invisibilicen otros patrones de consumo. Pese que son contenidos de ficción, influyen en la sociedad y en los atributos negativos que se asocian a las personas consumidoras. 

El estigma y el género


 El género, al igual que lo hace en otros ámbitos de la vida de las personas, es un condicionante para la salud. Es una categoría compleja que hace referencia a un sistema de organización social que establece lo femenino y masculino en base a la dicotomía hombre-mujer, lo cual se relaciona en un sistema de poder. La variable género se ha tenido en cuenta de manera escasa en investigaciones epidemiológicas y clínicas, como en las acciones que se llevan a cabo en el ámbito de la salud, lo que ha dado lugar a interpretaciones reduccionistas de los resultados y de las observaciones de campo, lo que en ocasiones han ayudado a perpetuar ideas y estereotipos de género. 

El auto estigma

El estigma internalizado o autoestima, conlleva un seguido de consecuencias negativas para la persona consumidora que se dividen en sociales, de salud y psicológicas.

       En primer lugar, las consecuencias sociales se centran en problemas familiares, exclusión social, desempleo, y desigualdad. 
       Las consecuencias a nivel de salud son el empeoramiento de la condición, la negación a buscar ayuda y la baja adhesión al tratamiento. Además, tal como apuntan Ariel, Gallo, Soledad y Ruth, (2016), las condiciones de salud comúnmente de las personas consumidoras se relacionan de forma estigmatizada con problemas de salud mental o enfermedades de transmisión sexual. 
       Por último, las consecuencias psicológicas son numerosas, entre ellas los sentimientos de culpabilidad, vergüenza, ansiedad, rabia, auto reproche, disminución de autoestima y auto eficacia. 

El estigma en España y América Latina


Para observar de qué información dispone la población española y latinoamericana sobre el uso de drogas y si existen estereotipos respecto a las personas drogodependientes se debe estudiar su percepción de la población respecto a los trastornos relacionados con el uso de sustancias influirá en la formación de estereotipos y en la eficacia de la búsqueda de ayuda, adhesión al tratamiento e integración en la sociedad de aquellas personas consumidoras. 


En relación con el auto estigma y la discriminación, Mora-Ríos et al. (2013) aplicó la Escala de Percepción de Consecuencias del Padecimiento, (EPCP) a 59 consumidores y consumidoras en la Ciudad de México. Más del 90% de las personas que fueron encuestadas habían experimentado rechazo al menos una vez en sus vidas. La familia fue identificada como la principal fuente de discriminación, y los comportamientos como la existencia frecuente de menosprecio de las habilidades de la persona con el diagnóstico o las actitudes hostiles por parte de los familiares cercanos y extensos.

La relación que existe entre el estigma de la salud mental y el de las drogas y adicciones es demoledora. Ambas situaciones multiplican la vulnerabilidad de la persona en cuanto a la posibilidad de ser discriminada, tener menor acceso a recursos adecuados, menor red de apoyo y oportunidades socio laboral. Tanto los problemas de salud mental como las drogodependencias se asocian de manera estereotipada a la agresividad, la violencia, la criminalidad y sobre todo a la no predictibilidad de la conducta. La combinación de ambos fenómenos redunda en una situación mayor de desprotección y de mayores barreras para la recuperación.


 El fenómeno del sinhogarismo es una realidad amplia que incluye una gran variedad de situaciones, desde aquellas personas que viven en la calle hasta las que viven en “infra viviendas”. En la mayoría de las publicaciones que abordan esta problemática, se utiliza la definición propuesta por FEANTSA (Federación Europea de Asociaciones Nacionales Que Trabajan con Población Sin Hogar) que establece que las personas sin hogar (PSH) son aquellas que no pueden acceder o conservar un alojamiento adecuado, adaptado a su situación personal, permanente y que proporcione un marco estable de convivencia, ya sea por razones económicas u otras barreras sociales, o bien porque presentan dificultades personales para llevar una vida autónoma. Esta definición recoge diferentes realidades las cuales se establecen cuatro categorías: vivir a la intemperie (sin techo), no disponer de alojamiento (sin casa), vivir en una casa insegura y vivir en una casa inadecuada. Las personas sin hogar son más vulnerables que el resto de la población a determinadas enfermedades físicas y psíquicas debido a sus condiciones de vida, a sus hábitos y conductas. Por otra parte, suelen infravalorar/percibir o negar los problemas de salud que padecen lo que, añadido a las barreras de acceso al sistema sanitario que perciben, dificulta la resolución de los mismos. De acuerdo con la literatura, en el colectivo de personas sin hogar aparece una alta prevalencia de trastornos psiquiátricos y trastornos relacionados con sustancias. Es muy difícil determinar si el consumo de sustancias es causa o consecuencia de la situación de exclusión social. En muchas situaciones, el consumo actúa como un factor que, añadido a otros, puede precipitar la situación de vulnerabilidad social, mientras que, en otros casos, será la situación de sin hogar la que acabe derivando en el consumo. 

Edad

 La esperanza de vida ha aumentado a lo largo de la historia en los países desarrollados, como también aumenta de manera progresiva e importante el número de personas en este segmento poblacional. La edad sociológica de la jubilación considera como ancianos al grupo de población de más de 65 años, lo que cambiará en un futuro ya que esta edad es arbitraria y depende de factores político-económicos. Uno de los problemas más frecuente en cuanto a las drogas y adicciones en la tercera edad, está relacionado con el abuso o dependencia de fármacos hipnosedantes o ansiolíticos, así como analgésicos de tipo opiáceo, obtenidos principalmente mediante la prescripción. Este hecho remarca la necesidad urgente de formación médica adecuada para prescribir de manera adecuada e identificar la adicción en personas de la tercera edad. Por otra parte, también es muy frecuente identificar la problemática adictiva asociada al consumo de alcohol, según la literatura un porcentaje significativo de la población de la tercera edad cumple criterios para abuso y dependencia de esta substancia. Por el contrario, el uso de drogas ilegales no es tan frecuente en la población geriátrica, el consumo, medido como tasa de prevalencia, disminuye con la Edad para el cannabis para edades entre 65-69 años, reduciéndose aún más en personas de entre los 70-74 años. En el caso de Los opiáceos la prevalencia es poco frecuente en personas mayores de 60 años y es raro si no hay historia de consumo en la juventud o de problemas previos con el alcohol o benzodiacepinas. Aunque las adicciones a sustancias pudieran parecer “fuera” del campo de la gerontología debido a que se supone que las personas abandonan el consumo antes de llegar a la vejez o mueren antes de llegar a esta edad, la realidad es bien distinta, habiendo un segmento de la población consumidora que ha ido envejeciendo con las particularidades que esto conlleva. La detección y evaluación del Consumo es muy importante cuando estas personas entran en contacto con los dispositivos asistenciales, si no se evalúan adecuadamente la sintomatología y las alarmas asociados a esta población en específico, pueden no relacionarse con el consumo y no tratarse, inivisibilizando el problema y cronificando la situación. Por ello es necesaria una buena exploración clínica, para realizar un adecuado diagnóstico y un buen tratamiento, evitando tratar sólo los trastornos psicopatológicos y obviando el uso de una sustancia como posible factor determinante. 

Adicciones sin sustancia y estigma


Pese a ser estudiadas y tratadas por muchos estudios como “adicciones” desde hace más de 30 años, los trastornos conductuales carecen de consenso científico suficiente, a día de hoy. Ciertas adicciones sin sustancias, como por ejemplo el juego patológico y la adicción al sexo tienen una carga especialmente negativa en el imaginario social. 

Existe un riesgo de banalización de las adicciones conductuales, pues un uso desmedido del concepto puede llevar a convertir en adicción cualquier conducta excesiva, abusiva u obsesiva. De otro lado el riesgo de estigmatizar -incluso discriminar- conductas y elecciones personales diferentes del prescrito o “recomendado” por el estándar moral predominante.

En el caso de la ludopatía y la proliferación de apuesta por internet y casas de apuestas físicas, es necesaria una regulación firme que proteja a los/las menores y jóvenes de estar expuestos a publicidad y facilidades de acceso a tales factores de riesgo. Por otro lado, es de carácter urgente la inversión en prevención y detección temprana. Tal y como señalan desde APAL en cuanto a las implicaciones a corto y largo plazo en la importancia de la prevención sobre las nuevas tecnologías: 

       Es un fenómeno relativamente nuevo, es demasiado pronto para saber con certeza el número y características de las personas que pueden tener ese problema (las consultas por adicción a nuevas tecnologías aún son escasas).
       Internet es una gran herramienta de comunicación, cada vez más útil y necesaria, pero que requiere ciertas precauciones, especialmente en menores
       Es preferible detectar los factores de riesgo y tomar medidas antes de que surjan problemas.

Los grupos de ayuda mutua


Un Grupo de Ayuda Mutua (GAM) CT GUERREROS DE LA LUZ A.C., es un espacio en el cual diversas personas que comparten un mismo problema o dificultad se reúnen para Intentar superar o mejorar su situación. Surgen de la idea de que toda persona, con sus habilidades y su experiencia personal, tiene una valiosa capacidad para ayudar a los demás y, por extensión, ayudarse a sí misma; las personas que participan en los GAM Lo hacen de forma voluntaria y en ausencia de un profesional dentro del grupo, aunque puede dar apoyo puntual siempre que el grupo lo solicite, de manera que son los miembros del grupo los que constituyen el espacio y es el propio grupo quien toma las decisiones por mayoría democrática.
El objetivo de CT GUERREROS DE LA LUZ A.C.:

       Conocer el trastorno mental que sufren y ofrecer un espacio para hablar sobre los problemas que comporta o las decisiones que se deben tomar. 
       Resolver los problemas e incrementar la autoestima con el objetivo de tener control sobre la vida. 
       Compartir experiencias
       Comprender mejor la experiencia vivida y aprender a verbalizar y a pedir ayuda. 
       Descubrir recursos personales
       Escuchar a los/las demás participantes del grupo. Ayudar a otros, dar apoyo. 
       Contar con un espacio de confidencialidad y confianza para expresarse con libertad sin ser juzgado/a. 
       Relacionarse con otras personas que tienen las mismas dificultades. No sentirse solo/a. 

Las principales funciones de CT GUERREROS DE LA LUZ A.C.:

1.       Los miembros del grupo intercambian experiencias comunes
2.       El grupo proporciona apoyo emocional
3.       Se intercambia información, consejo y educación 
4.       En el grupo se favorece la reestructuración cognitiva. Se amplía el rango de percepciones alternativas a los problemas y acciones para manejarlos 
5.       El grupo cumple funciones de socialización y de participación en la comunidad. 
6.       Las acciones se realizan conjuntamente. Todos los miembros son participantes activos. 
7.       El grupo promueve sentimientos de control, autoconfianza y autoestima. 

El estigma estructural: El papel de las administraciones 

El Colectivo de Estudios Drogas y Derecho, CEDD realizó un estudio que evalúa las respuestas estatales a las drogas de uso ilegal en ocho países de América Latina: Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, México, Perú y Uruguay.

El estudio encontró que el enfoque de los gobiernos latinoamericanos en el uso de drogas sigue siendo predominantemente a través del sistema de justicia penal, no de las instituciones de salud. Incluso en países donde el consumo no es un delito, la criminalización persistente de las personas usuarias de drogas es común. En todos los países estudiados, el CEDD encontró que los/las usuarios/as de drogas son perseguidos penalmente, incluso en países donde el consumo no es un delito.


El tratamiento de la dependencia debe ser visto como una alianza entre administraciones, profesionales, usuarios/as de sustancias, familia y comunidad, sin que la responsabilidad por la recuperación se centre necesariamente en alguna de las partes. Antes de pensar en enfrentar el estigma, es importante que los profesionales de la salud reconozcan la forma de cómo perciben a las personas usuarias de drogas. Las percepciones estigmatizantes y estereotipadas pueden en afectar la motivación del profesional para lidiar con las personas usuarias.

En el ámbito de la acción número 30, se respaldó la creación de un portal dedicado a los programas de prevención con base empírica aportada por la organizaciónSocidrogalcoholy, en este momento, se está construyendo otro portal de buenas prácticas dedicado a la reducción de la demanda. Por su parte, en el ámbito de la acción número 31 del plan, se aprobaron una serie de criterios mínimos de calidad en relación con los programas de reducción de la demanda. 


 Las personas usuarias de sustancias legales o ilegales deben ser reconocidas e informadas/atendidas de manera adecuada en los sistemas sanitarios que estén a disposición. Recalcar y recordar en la propia actividad profesional el derecho a la autonomía y al libre desarrollo de las personas usuarias.

-       Desde las direcciones de los servicios incentivar la actitud abierta de los equipos de trabajo y de las personas voluntarias en cuanto a hablar sobre estigma. Animar a realizar una auto revisión de las propias actitudes y creencias, y a generar un Consenso en cuanto a la manera adecuada de relacionarse con las personas usuarias. Promover los espacios de revisión adecuados para que esto suceda.
-       Revisar las relaciones de poder que se pueden generar en el binomio profesional usuario/a, dado que esta tipología de relación acentúa las diferencias, colabora en aumentar el estigma y es la base para intervenciones directivas que frecuentemente no tiene en cuenta la voz de la persona usuaria infantilizándole o minando su capacidad de toma de decisiones.
-       Revisar el diseño de los programas y servicios, así como las derivaciones y las vías de acceso, con el objetivo de garantizar la equidad en el acceso y la permanencia de los dispositivos específicos.
-       Revisar el lenguaje que se utiliza para referirse a las personas usuarias y sus situaciones personales, para relacionarse con ellas y entre los miembros del equipo de intervención.
-       Garantizar el uso de lenguaje inclusivo, no estigmatizante y no sexista en la documentación y material existente como el de nueva creación (Dípticos, páginas webs, comunicados de prensa, etc.).
-       En cuanto a la intervención terapéutica, potenciar y propiciar grupos terapéuticos dentro del programa/servicio que aborden la temática del estigma y todas sus implicaciones. 
-       Garantizar que las actividades terapéuticas dirigidas a paliar el estigma sean regulares y suficientes, y que sean impartidas per una/a persona/s formada y con perspectiva de derechos en el ámbito de las drogas y adicciones. Subrayamos la importancia de la formación y la revisión personal de la persona que imparta las actividades por tal de no perpetuar estereotipos en el propio discurso que acentúen el estigma.
-       Potenciar reuniones de supervisión de equipos y hablar de cuestiones relacionadas con los ejes de vulnerabilidad y discriminación de las personas que están teniendo una afectación directa en su salud. 
-       Trabajar en red con otros dispositivos y coordinarse para dar mejor respuesta terapéutica a las personas que están en el programa/servicio.
-       Reflexionar sobre el concepto de interseccionalidad y tenerlo en cuenta como marco analítico en el actuar profesional.
-       Tener en cuenta las barreras de acceso y permanencia, así como el doble o triple estigma por género, raza o clase social como otras orientaciones sexuales no heteronormativas.
-       Importar y reproducir buenas prácticas que hayan funcionado previamente para paliar el estigma asociado a las drogas y adicciones desde el propio lugar.
-       Trabajar con los/las familiares de las personas usuarias el concepto de estigma y como esto influye en la recuperación de la persona y en la carga mental familiar.


Participar en el diseño y el desarrollo de actividades dirigidas a paliar el estigma. Hacer oír la voz de las personas a quienes van dirigidas las actuaciones, permitiendo construir nociones de identidad, autoestima, habilidades de enfrentamiento e integración social:
-       Participar en grupos terapéuticos que ayuden a mejorar la autoestima y el empoderamiento personas reduciendo los efectos del estigma interiorizado.
-       Participar y potenciar grupos terapéuticos de ayuda mutua ya que favorece la motivación para adherirse al tratamiento y se crea un sentimiento de pertenencia y de derecho al acceso a los servicios y recursos. Estos grupos permiten a los miembros compartir sus experiencias generando un flujo de información directo.
-       Interiorizar y hacer propia la perspectiva de derechos humanos en cuanto al uso de sustancias. 
-       Revisar la propia concepción en cuanto a las personas consumidoras, identificar estigma y auto estigma, así como el propio lenguaje y discurso estigmatizante.
-       Participar en el contacto de la comunidad a partir del intercambio de experiencias, así como la posibilidad de cuestionar creencias erróneas. Participar en charlas educativas, mesas redondas, actividades informales, etc.
-       Participar del tejido asociativo de la propia comunidad, visibilizando la situación de las personas usuarias.

La experiencia de actividades comunitarias y la implicación en primera persona otorga legitimidad y credibilidad: No puede existir estrategia de lucha contra el estigma y la discriminación sin la implicación de personas del colectivo. La experiencia en primera persona es más efectiva en el cambio positivo de actitudes y comportamientos. Debido al efecto de empoderamiento las personas participan defendiendo sus propios Derechos y de este modo se sienten más seguras para poder hablar y hacer frente a la estigmatización y la discriminación. Gracias el efecto “movimiento”: el hecho de crear una red de equipos anti estigma, nos puede ayudar a crear de un auténtico movimiento social, al cual pueda ser más atractivo sumarse.

Adicción a sustancias psicoactivas: Uso repetido de una o varias drogas que conlleva en la persona consumidora la aparición de una intoxicación periódica o crónica, el desarrollo probable de tolerancia y el consumo compulsivo, que cuando se intenta interrumpir Generalmente deriva en la aparición del síndrome de abstinencia, y, cuando falta la sustancia, en el inicio de una búsqueda compulsiva para obtenerla.

Género: Es un término técnico específico en ciencias sociales que alude al «conjunto de características diferenciadas que cada sociedad asigna a hombres y mujeres». Entonces, al hablar de género se está remitiendo a una categoría relacional y no a una simple clasificación de los sujetos en grupos identitarios. Según la Organización Mundial de la Salud, se refiere a «los roles socialmente construidos, comportamientos, actividades y atributos que una sociedad considera como apropiados para hombres y mujeres.

Factores de protección: Son las características de carácter individual, ambiental o social que reducen la probabilidad de que una persona se implique en el consumo de drogas o que este consumo llegue a causar problemas importantes, a ella o a otras personas. Los factores de protección presentes atenúan el impacto de los factores de riesgo, pero no son la parte opuesta de un mismo continuo. 

 Factores de riesgo: Son las características de carácter individual, familiar, ambiental o social que incrementan la probabilidad de que una persona se implique en el consumo de drogas o que este consumo llegue a causar problemas importantes, bien de carácter conductual (conductas desadaptativas o problemas relacionales, entre otros), sanitario (morbilidad o mortalidad evitables) o social (violencia y disturbios, entre otros). 

Grupo de ayuda mutua: Grupo en el que los participantes se ayudan mutuamente a recuperarse o a mantener la recuperación de la dependencia del alcohol u otra droga, de los problemas relacionados o de los efectos de la dependencia de otra persona. Los grupos más destacados son Alcohólicos Anónimos, Narcóticos Anónimos y Al-Anon (dirigido a familiares de personas alcohólicas).

Población en situación de riesgo: Grupo de población que, por distintas circunstancias, se encuentra más expuesto a uno o más factores de riesgo para desarrollar problemas relacionados con las drogas que cualquier persona de la población general. A menudo, se utiliza de manera inadecuada la expresión población de riesgo, que no es apropiada porque la mayor parte de factores de riesgo no son intrínsecos sino circunstanciales. El concepto de riesgo solo implica la existencia de una probabilidad relativa, nunca una Certeza, con respecto a un determinado resultado. Por lo tanto, la identificación de una persona como “de riesgo” es inadecuada y peligrosa ya que puede llevar a estigmatizaciones sociales. No hay personas ni poblaciones “de riesgo”, sino personas o poblaciones que están “en situación de riesgo”.

Política preventiva: Conjunto de estrategias, planes, programas y actividades impulsados por un gobierno, a través de la Administración pública, para conseguir los objetivos preventivos previamente establecidos y definidos en estrategias y planes de actuación.

Reducción de daños: Se trata de un enfoque que sustenta las políticas y los programas que tienen como finalidad disminuir significativamente las consecuencias negativas resultantes del consumo de alcohol, tabaco y otras drogas, tanto para las personas de Forma individual como para la comunidad en general, sin requerir necesariamente la abstinencia.

Reducción de la demanda: Son las políticas o programas dirigidos a reducir la demanda de drogas psicoactivas entre los/las consumidores/as. Fundamentalmente se aplica a las drogas ilegales, sobre todo en referencia a las estrategias de educación, tratamiento y rehabilitación, en oposición a las estrategias basadas en el cumplimiento de la ley con el objetivo de prohibir la producción y la distribución de drogas (reducción de la oferta).

Reducción de la oferta: Hace referencia a las políticas o los programas dirigidos a prohibir la producción y la distribución de drogas, especialmente, las estrategias para hacer cumplir las leyes reduciendo el suministro de drogas ilegales.

Reducción de riesgos: Acciones individuales y colectivas, tanto médicas como sociales, orientadas a minimizar los efectos negativos del consumo de drogas. Los objetivos se focalizan en los problemas asociados al consumo y no al hecho de consumir.

Rehabilitación: Proceso con el que una persona con problemas de consumo de drogas alcanza un estado de salud, una función psicológica y un bienestar social óptimos.

Sinhogarismo: Una persona sin hogar es aquella que no puede acceder o conservar un alojamiento adecuado, adaptado a su situación personal, permanente y que proporcione un marco estable de convivencia, ya sea por razones económicas y otras barreras sociales, o bien porque presentan dificultades personales para llevar una vida autónoma. 

Uso de drogas: Término que en algunas ocasiones se utiliza como sinónimo de consumo no perjudicial de drogas, como en el caso del consumo de medicamentos bajo prescripción facultativa. También puede incluir el consumo de alcohol en dosis Bajas por parte de personas que por su edad y estado de salud no se prevea ningún efecto nocivo. En otros casos, se utiliza como sinónimo de abuso de drogas.

Uso controlado de drogas: Mantenimiento de un uso regular, no compulsivo, de sustancias psicoactivas, que no interfiere con el funcionamiento cotidiano de la vida de una persona. Puede ser el resultado de la utilización de un método de reducción de riesgos que minimiza los efectos adversos de la droga consumida.

Uso recreativo: Consumo de una droga, normalmente ilegal, en situaciones sociales o relajantes, que implica que no existe dependencia ni otros problemas. 

Vulnerabilidad. Característica psicológica de un individuo con dos significados diferentes. Por una parte, describe la susceptibilidad objetiva de un individuo frente a las exigencias físicas, sociales y psicológicas. Por otra parte, representa una característica estable de una persona. Es una disposición vulnerable que una persona desarrolla a lo largo de su vida.  

El estigma social de las adicciones

Las adicciones y dependencias a sustancias de tipo psicoactivas vienen de larga data, aunque ha tomado mucho más tiempo del esperado lograr que este tipo de trastornos fueran considerados por la comunidad científica y se les diera el lugar que se merecen. Lamentablemente, aun habiendo conseguido un lugar dentro de las patologías psicológicas existentes, la sociedad actual conserva algunos prejuicios y visiones sobre el adicto que no son del todo correctas y que pueden resultar muy perjudiciales para quienes los padecen.

Aún hoy en día, a cierto sector de la sociedad le cuesta percibir al consumidor de drogas como lo que realmente es: una persona con una
patología psicológica que necesita ayuda para poder salir del agujero en el que se encuentra. Estas personas terminan siendo estigmatizadas y clasificadas por los demás dentro de las categorías más nefastas, rozando casi la criminalización de estos individuos.

• Criminalización de los usuarios de drogas. Uno de los principales problemas que surgen a nivel social en relación a las personas drogadictas tiene que ver con la criminalización que se hace de su condición. Como consecuencia de la falta de información, se realizan campañas de desprestigio a quienes padecen de este trastorno poniéndolos en el lugar de culpables cuando en realidad están padeciendo una relación de dependencia que termina siendo más perjudicial para ellos que para Cualquier otra persona.

• La autoestima del usuario. Por lo general, tanto los drogadictos como los individuos recuperados, logran una conciencia de estigma que termina por afectar de una manera muy importante su autoestima. Saber que se encuentran en la lupa de la sociedad y que sus conductas llegan a ser vistas hasta de manera criminal en algunos casos puede afectar muy negativamente a la confianza de la persona y a las ganas de recuperarse para mejorar sus condiciones de vida.

La integración laboral para el cambio

Otra de las consecuencias negativas del estigma social que se pone sobre los consumidores de drogas recae directamente en la imposibilidad de conseguir un empleo Digno aún luego de su recuperación. Si bien para muchos puede resultar algo complicado, haber sufrido de una adicción a una sustancia no significa transformarse en una persona incapacitada y el trabajo es algo fundamental para poder llevar una vida digna. Tener un empleo es importante para cualquier ciudadano, sobre todo para quienes constantemente llevan la cruz del estigma social y son observados por sus conductas previas.

Las investigaciones demuestran que se pueden modificar las CT para tratar a personas con necesidades especiales, como son los adolescentes, las mujeres, los indigentes, personas con trastornos mentales graves y personas que están dentro del sistema de justicia penal., a la vez de cierto tiempo de internamiento se le da al usuario de tener medio camino, que consiste a ir a trabajar y regresar al Centro Comunitario, Por lo que generaría tener una COMUNIDAD TERAPEUTICA DE PUERTAS ABIERTAS., entrando y saliendo de la misma, “libremente”.

El Centro Especializado en Adicciones, Guerreros de La Luz A.C.
Nosotros desde el punto de adicciones debe ser tipificado por profesionistas de la Salud, que tengan esta Licenciatura en México, esto sería con la finalidad de atender a jóvenes y pacientes crónicos a causa de las Adicciones, darles la atención necesaria para que estas personas tengan la oportunidad de vivir en un Mundo Mejor a la vez integrándose satisfactoriamente a sus Familias y a la Sociedad.

CT GUERREROS DE LA LUZ A.C. LinkedIn emplea cookies para mejorar la funcionalidad y el rendimiento de nuestro sitio web, así como para ofrecer publicidad relevante. Si continúas navegando por ese sitio web, aceptas el uso de cookies. Consulta nuestras Condiciones de uso y nuestra Política de privacidad para más información.
es una Institución Humanista adaptado a las necesidades mundiales, ofrece internamiento para Hombres y Mujeres, con un trato digno y respetuoso por lo que otorgan servicios profesionales de psicoterapia individual, grupal, familiar, espiritualidad, psicológica, nutricional y médica., está a la atención de la Sociedad en General, a Nivel Nacional e Internacional, los 365 días del año., el teléfono es: 33-31351330 y el celular es: 044-3314014014 y 044-3313176953 y 3322808907.