JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS /
Periodismo Nayarita
Los últimos días han estado cargados de noticias interesantes en nuestra
entidad. Las hubo de todo tipo, unas muy extrañas, otras pesimistas y algunas
que nos dejaron una dolorosa sensación en el alma.
Entre las que suelen causar algo de angustia puedo considerar el
silencioso regreso de los rebrotes de Covid-19. Aunque no exista una alarma
generalizada, sí empieza a ser de dominio público que las estadísticas de casos
registrados han empezado a causar escozor. Primero unos pocos, ni siquiera una
decena de casos y en los últimos días, en el registro del día 21 de junio, ya
estamos por los 147 contagios. Hacía tiempo que no hablábamos sobre el
coronavirus. Parecía que ya había pasado a ser una anécdota, cruel, dolorosa y
mortal, pero una anécdota al fin y al cabo. Pero las cosas empezaron a tomar
revuelo de nuevo con los cierres temporales de planteles educativos como fue
la Universidad Tecnológica de Nayarit (UTN) que paró durante siete días y, más
reciente la Universidad Tecnológica de la Sierra (también por siete días) y
parcialmente (dos grupos) en la universidad de Bahía de Banderas. El dato que
nos da mayor certeza que sí existe riesgo sanitario es que se acorta el ciclo
escolar de educación básica y de la normal superior, anticipando dos semanas su
finalización.
De las noticias un tanto raras o hasta chuscas sin duda que fue la del
tigre de bengala que se paseaba tranquilamente por las calles de mi pueblo
natal, Tecuala “La Orgullosa”. Fue algo inusitado. Se hizo viral el video
subido a las redes sociales, ya que prácticamente fue visto en todo el mundo y
se convirtió en nota relevante en varios diarios y programas de televisión
nacionales. Afortunadamente no hubo nada grave que lamentar ya que se trataba
de un ejemplar felino completamente domesticado, condición que no garantiza que
en un momento determinado pueda aflorar el instinto salvaje en este animal. No
sé si se pueda considerar este caso como un final feliz, ya que el jovencito
que recogió con pasmosa tranquilidad al tigre y lo llevó a su domicilio, de
donde seguramente había escapado, no pudo acreditar su legal procedencia y le fue confiscado
por personal de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA).
Digo lo anterior, porque aún no se sabe la suerte que correrá el felino, que se
veía muy bien atendido, sin lesiones y un estado físico adecuado, porque
pudiera ser que corriera mayor peligro en poder de las autoridades. ¿Qué raro,
no? Ya lo veremos un poco más adelante.
Otra noticia nada agradable fue la relacionada con las recientes
inundaciones que se suscitaron en días pasados en la capital nayarita. Lluvias
sorpresivas, provocadas por los remanentes del huracán Blas, pusieron a temblar
a varias colonias de Tepic. Las redes sociales se llenaron de imágenes en
impresionantes fotografías y videos que mostraban la furia terrible de las
corrientes que se apoderaron de las ya de por sí maltrechas calles
capitalinas. Realmente fue conmovedor, angustiante y revelador presenciar la
tragedia de muchos ciudadanos que vieron como sus vehículos eran arrastrados
por las furiosas corrientes de “agua de cebada” que buscaban ansiosas sus
cauces originarios. Todo ello sin poder hacer nada para evitarlo so pena de
exponer la vida inútilmente. Otro cuadro desgarrador, dantesco para muchos que
lo sufrieron, fue ver como las briosas andanadas de aguas contaminadas por las
fugas de drenaje acosaban sus puertas y amenazaban sus patrimonios familiares.
La lucha fue infructuosa, dispar, sufrida, angustiosa y perdida. Ni la
solidaridad de los vecinos, ni la suma de manos parentales y amigas fueron
suficientes para evitar la dolorosa perdida de sus menajes. Otra vez, la
pérdida total, otra vez la angustia de tener que empezar de cero. Una vez más
tener que vivir la pesadilla de la impotencia, del coraje, de la ira en contra
de quien resulte responsable. Panorama triste y desolador. Escenario poco
halagüeño si consideramos que apenas son las primeras de las tempestades que
habremos de sufrir en esta temporada de lluvias que cada vez son más
devastadoras, inciertas y amenazadoras.
Por último, el más extraño, cruel e indigno de todos los casos, la peor de las noticias: un bebé (o un feto) tirado a la basura. Así con la simplicidad y contundencia de las palabras directas. Cuesta trabajo digerirlo pero así como se escucha o se lee de simple, así sucedió. Dejo aquí, antes que nada, mi sorpresa, mi perplejidad, ante un caso de esta naturaleza que me parece abominable, por más motivaciones que pudieran encontrarse en una suma de elementos de información confiable que se agreguen a la investigación. Todavía no sabemos mucho del caso, desconocemos la contextualización del mismo, las circunstancias, las agravantes y los descargos, que podrán darnos un poco de luz para entender este hecho que a simple vista luce como algo detestable. Por ahora, seguramente no tardará mucho en circular por el infinito océano cibernético y por las olas de las frecuencias hertzianas la infausta noticia que nos quitará el “orgulloso título” de la “Ciudad que sonríe” y nos dará el de la "Ciudad donde se tiran los bebés a la basura”.
Obvio que ni de broma
podemos ser pasivos, ni tampoco permitir que se pierda la capacidad de asombro,
esa cualidad humana que nos mantiene en los linderos positivos de la
sensibilidad. Perder esa capacidad tan especial sería tanto como darle
constancia o reconocimiento a cualquier acto de barbarie, de violencia, de
terror. De ninguna manera debemos normalizar los actos despreciables que
resquebrajan el tejido social, los hechos que nos aterran y nos ofenden en lo
más íntimo de nuestra cohesión e integridad ciudadana. Ya tenemos demasiados
flagelos sociales como la pobreza, la violencia de género, la corrupción y la
impunidad, por mencionar algunos, como para seguir sumando otros al fatídico
catálogo moderno que nos oprime y amenaza.
RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA SIGUIENTE SEMANA -
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FRECONAY, A.C.