"Espíritu navideño en jaque"
Cuando
este artículo esté en manos de mis amables lectores (los dos o tres que tengo),
también estará literalmente terminando el mes de noviembre, el penúltimo de
este 2017 que ha tenido de todo como en botica. El simple hecho de entrar en la
recta final de este año hace que muchas personas actúen o actuemos de diferente
manera a la que usualmente registramos en los meses previos. De hecho, el
ambiente parece cambiar como por arte de magia. Quizá la proximidad del
aliciente económico que significa el aguinaldo (para quienes tenemos la fortuna
de tenerlo), quizá la llegada de las posadas, que por cierto han perdido su
esencia y hoy sólo son un pretexto perfecto para parrandear. Quizá la felicidad
que nos provoca el poder ver y disfrutar a familiares y amigos que
habitualmente están lejos de nuestro alcance, o quizá, de plano, que empezamos
a sentir la presencia del espíritu navideño.
Cualquiera
de esas razones o quizá todas, generan una especie de tregua con la
cotidianidad, ese diario acontecer que, muchas de las veces, no es tan
agradable como quisiéramos. En todos los ámbitos del quehacer humano se nota
esta especie de pausa, de relajamiento y de encuentro amistoso. Los municipios
se preparan para la llegada de los visitantes decembrinos. Turistas nacionales
o extranjeros por un lado y por otro los hijos del pueblo que regresan
temporalmente a convivir con sus familias. Existe la ilusión de gozar de esa
temporada, que para muchos es la mejor del año. Desgraciadamente siempre hay un
pelo en la sopa y hoy mismo existe un temor muy bien fundado al interior de la
clase trabajadora de los poderes estatales y municipales, principalmente. El
temor de un posible episodio tenebroso en las finanzas, que pudiera amenazar el
pago de las percepciones de fin de año. En esa justificada incertidumbre, se
mueven los sectores estatales, municipales y la Universidad Autónoma de Nayarit
(UAN).
Sería
oneroso mencionar las causas de este deterioro de las finanzas públicas, ya que
es un affaire muy conocido por la sociedad nayarita, y resultaría casi doloroso
traerlo de nuevo a escena. El comentario se encamina más hacia un deseo poderoso
y positivo respecto a si podrá conservarse y realizarse la ilusión de las
familias de poder gozar de esas prestaciones prácticamente ya devengadas. No
queda otra opción que cerrar el año con fuerza, con gallardía y dignidad.
Apostarle a que, antes de que termine el año, habremos de recibir algunas
noticias que alienten la esperanza de que, al final del arco iris brilla la
justicia con fuerza y luz propia,
Algunos
estarán pensando que soy un idealista, un soñador empedernido. A quienes lo
crean así, permítanme felicitarlos por su acierto. Esa parte esencial de mi
personalidad es justamente la que me tiene aquí escribiendo y, a ustedes, unos
días después, leyendo. No concibo ninguno de mis pequeños logros sin tener un
sueño como antecedente. Las causas, todas, se forman desde la perspectiva de un
ideal. Por eso hay personas que viven o mueren por un ideal. Esa es la parte
emocional que me sustenta, sin dudar que el “realismo” económico que vivimos en
esta crisis de gobernabilidad, tenga un boleto de primera fila en el show de la
supervivencia presupuestal.
Hay una
parte que me dice que no hay que confiarse en que todo saldrá bien, pero hay
otra que me empuja a pensar que, pese a que todo se ve de “color de hormiga”,
los problemas financieros serán resueltos dentro de los estándares que se
requieren para pasar un fin de año tranquilo. Es la clásica “unión y lucha de
contrarios”, las contradicciones internas que ilustran los retos permanentes entre
el ser y el creer, las típicas polaridades entre el Yin y el Yang, lo blanco y
lo negro, Ormuz y Arimán.
En esas
grandes formas de entender la dialéctica, en cualquiera de las teorías que
implican una dualidad contradictoria y complementaria a la vez, debe aparecer
el concepto de equilibrio como un punto en el que pueden, si no reconciliarse
esos abismos conceptuales, por lo menos entenderse lo más real y sencillo
posible, situación que arrojaría el momento de mayor comprensión de esos
procesos intelectuales. Mejor dicho, en la lucha entre pensar positivo y pensar negativo, me
inclino al primero porque si me dejara llevar por el acechante y agresivo panorama
que nos plantea el “futuro inmediato” me llenaría de pánico y mi razonamiento
sería más gris de lo que ya es de por sí. Puesto en un gráfico, como el antiguo
juego del “Pac-Man”, mi ilusión y confianza, ilustrada por el “semi-queso”
amarillo que come bolitas y frutas, sería devorado de inmediato por los
múltiples fantasmas que nos acechan. Y sí sucediera de esa manera, no habría
esperanza alguna.
Si
quiero dejarles el mensaje de optimismo que había concebido al principio, como
que debo dejar mis desvaríos filosóficos y regresar al punto donde les
comentaba que, a pesar de lo difícil que se aprecia el panorama, aún creo que todo será puesto bajo control, en
referencia específica a los pagos de los sueldos y prestaciones de fin de año. Creo
que debemos confiar en nosotros mismos. Creer que los ciudadanos somos y
seguiremos siendo la fuente del poder. Los dueños de los recursos, los
propietarios de la riqueza nacional. Y si ahora mismo no es así, sí lo que digo
es sólo teoría, se debe justamente a que no nos hemos reconocido en nosotros
mismos esa calidad de dueños y hemos dejado que “nuestros administradores”, el gobierno y los representantes populares, se aprovechen de nuestra indolencia y
a veces, tristemente, de nuestra ignorancia.
No está
todo perdido, aún tenemos el poder ciudadano en nuestras manos. Debemos estar
más que unidos que nunca en torno a una figura, a un liderazgo que represente
los intereses verdaderos de la sociedad. Debemos abrigar las esperanzas de un
nuevo horizonte donde se respire la justicia social. No debemos permitir que
unos cuantos decidan el destino de todos los ciudadanos. Busquemos las
opciones, reivindiquemos los derechos humanos que han sido violentados y
luchemos por dejar un mañana digno a nuestros hijos, a las generaciones que
vienen pisando nuestros talones. No se trata de heredarles bienes materiales,
que si los hay que bueno, pero se trata de un legado aún mejor, dejarles el
ejemplo de la lucha solidaria por el respeto de la vida, de la salud, del
trabajo y de la dignidad. De lograr que se entienda eso, habrá siempre menos preocupaciones,
sobre todo los fines de año. Cuando nuestra mentalidad sea positiva y clara,
habrá siempre la posibilidad de lograr mejores soluciones.
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.