domingo, 4 de junio de 2023

"Cosas de la vida"

 



JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"Cosas de la vida"


  La vida es una suma de momentos. A veces nos toca vivir situaciones difíciles que no resultan nada agradables, pero también disfrutamos otros que gratifican el alma. Las situaciones no muy gratas, entre las que se pueden mencionar aquellas que tienen que ver con momentos trágicos o situaciones de salud, debemos intentar dejarlas de lado lo más rápido que sea posible para poder seguir dando pasos firmes en la vida. En contraparte, los momentos gratificantes o alentadores debemos atesorarlos en nuestra conciencia, en nuestros recuerdos buenos, en el corazón y en el alma.

 Para mi forma de sentir la vida, las cosas que tienen que ver con la salud y la felicidad de la familia son los elementos que se localizan en la cúspide de la lista de prioridades. Todo aquello que implica bienestar, estabilidad económica y emocional, desarrollo personal y el cumplimiento de los sueños, siempre serán bien recibidos.

 A veces decimos que la vida no es justa y parece ser esto una premisa indiscutible. Se requeriría de un profundo ejercicio de reflexión que quizá no nos llevaría a la consecución de una conclusión convincente.  Los análisis de esta naturaleza suelen ser subjetivos, individuales y hasta filosóficos. Por esa razón, a veces es más saludable (o práctico) hacer las ponderaciones personales de acuerdo con el bagaje que cada quien llevamos en nuestras alforjas vivenciales.

 En el balance que se suele hacer acerca de qué tan justa es la vida, yo he preferido ponderar las pequeñas cosas que integran el nimio universo de la cotidianeidad. Siempre digo que para contrarrestar la angustia que genera a veces la “injusticia de la vida”, es preferible encontrar el sabor y el valor de las “pequeñas cosas”. Es en ese ejercicio que he encontrado una forma de “ser feliz”. He dejado de buscar los grandes logros personales y decidí encontrar recompensas en los elementos cotidianos. El poder abrir los ojos por las mañanas, respirar sin dificultad, sentir la presencia amada a tu lado, levantarte y ver la brillantez del sol, esos ya son premios suficientes que agradecer a la vida. Si a eso le sumo los privilegios de tener el amor de una gran familia y el cariño de varios amigos sinceros, siento que eso ya es un invaluable caudal, una pequeña gran fortuna.

 Discernir a fondo este tipo de conceptos quizá no sea nada fácil, pero tampoco debemos tomarlo como un examen forzoso. Únicamente se trata de una simple (que no sencilla) reflexión que pudiera, en su momento, darnos luz en el intrincado y difícil universo de la búsqueda de la verdad.

 Debo advertir que no es muy común que aborde este tipo de temáticas, convencido que es un tópico por demás controversial y muy difícil de consensuar, dada la pesada carga de subjetividad que, por necesidad natural, tendrán las opiniones que pudieran originarse. Aunque por otro lado, resulta muy positivo generar la chispa del debate de ideas, por el solo hecho de ser un buen pretexto para pensar.

 Creo también que no es la vida quien nos da la justicia o nos la quita. Quizá cuando decimos eso nos estemos refiriendo a la parte azarosa, la parte trágica que ya había mencionado, pero para ser sinceros, en la mayoría de los casos no es la suerte o “la vida” quien define las situaciones de cada persona sino son las decisiones personales que se toman en un momento determinado de nuestra existencia. Citaré un ejemplo para este caso. Si yo digo que la vida es muy injusta conmigo porque en mi trabajo no he tenido el reconocimiento, ni han valorado las aportaciones de mi trabajo profesional durante tantos años de servicio y sufro una situación de inequidad y humillación, quizá debiera reconocer que no tomé las decisiones correctas en determinados momentos de mi trayectoria laboral o tal vez dejé que las cosas llegaran a esos extremos permitiendo que, después de muchos años de ser factor importante en el desarrollo de mi dependencia, con preparación profesional y abundante experiencia laboral, actualmente siga teniendo un bajo nivel en el catálogo o tabulador de sueldos y gane casi igual que un peón de limpieza (sin querer ser peyorativo) o mucho dinero menos que la persona que saca las copias o la que las recoge y las lleva a la oficina, siendo en ambos casos, su única responsabilidad.

 La vida entonces no es injusta, los injustos son los que toman las decisiones para asignar esos niveles, los funcionarios que han pasado por alto todos esos elementos con los que fácilmente pudieron hacer un acto de justicia. La vida no es injusta, la injusticia procede de los funcionarios de la institución que han generado la ignominiosa situación laboral que sigo esperando me resuelvan.

 Espero que la verbigracia utilizada sea lo suficientemente clara para explicar el asunto de la vida justa o injusta, pero sobre todo que, cualquiera que sea el resultado de esta lectura, sirva para ampliar los horizontes de pensamiento y acción de mis amables lectores. Así pues, concluyo diciendo que esa es la intención que subyace en este texto. Además de dejar en sus manos algunas líneas que resulten atractivas y propositivas, sean también una fuente de  reflexión.

RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA SIGUIENTE SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.