jueves, 4 de abril de 2019

"No es de Ley..."



JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"No es de Ley..."


Llegó el fin de semana. ¡Qué alegría! Es el momento de hacer planes divertidos. Descansar, comer rico, a la hora que quieras. Algo de deporte, una botana con una cerveza helada. En fin, es un buen momento, bastante bien aderezado con el estímulo mundano, pero muy oportuno, de la llegada de la quincena. Todo es propicio para disfrutar en compañía de mi adorable compañera. Pero, como reza aquel viejo dicho,  no falta un pelo en la sopa. Ya les contaré más adelante el porqué del dicho.

Acudimos con muchos bríos a la Plaza de Álica, debíamos comprar unas provisiones y no era un asunto de elegir dónde hacerlo, ya que a los trabajadores sindicalizados del poder ejecutivo no les está permitido eso. Todo lo que ingresa por concepto de apoyo de despensa y la devolución convenida del Impuesto Sobre la Renta (ISR) de aguinaldo y prima vacacional, tendrá que ser consumido en la tienda Ley (Gooool). Vinieron a mi mente momentos pretéritos en los que la situación era distinta. La tarjeta para despensa era casi universal, restringida sólo a los lugares en que no hubiese terminal electrónica para tarjetas de crédito o débito. Podíamos, incluso, adquirir gasolina, ropa y muchas otras cosas que daban versatilidad y oportunidad de consumo al trabajador. En la actualidad, el gobierno del estado, no ha querido acceder a otorgar esa libertad de compra, reduciendo todo a comprar en Ley, por la ley de sus… deseos.

¿Por qué estoy hablando de esa tienda en esta ocasión? Ah, pues por lo del pelo en la sopa que mencioné en el proemio de este texto. No es algo grave, o al menos no tanto, lo que les quiero comentar en esta ocasión, aunque material de ese tipo no me faltaría. Y cuando digo tipo no me estoy refiriendo al término en su acepción de clase, o naturaleza de una cosa, sino al concepto de persona, sujeto.
Después de pasar por el área de frutas y verduras, nos encaminamos hacia la pescadería. Un espacio pequeño, por cierto, muy limitado en su abastecimiento, aunque suficiente para satisfacer el antojo de ceviche de pescado a mi más puro estilo tecualeño.

Solicité el producto, filete de tilapia grande, para ser preciso. Cinco filetes grandes serán suficientes para amansar el antojo botanero. El despachador atendió mi pedido con prontitud, y enseguida tenía mi paquete etiquetado. Me llamó la atención el precio final porque por lo que había visto antes de pedir, el precio por kilogramo era de $ 79.90, según un letrero, justo donde estaba el producto. Pensé, en primera instancia, que los cinco filetes habían sobrepasado el kilogramo, luego vi que eran un poco más de 900 gramos. Voltee a ver el área de los pescados y, sí, había otro letrero, incluso más grande, que decía que el producto que yo había adquirido estaba rebajado de ciento y tanto a ochenta y cuatro cincuenta. Regresé unos pasos y, hablando cortésmente, le pregunté al despachador, ahora acompañado de una señora de edad avanzada también empleada en el área de pescadería, que cuál precio me había aplicado, porque había uno de 79.90 y otro de 84.50. Él me contestó, en un tono medio agresivo, que ese, el de 79.90 tenía vigencia hasta el 29 de marzo, o sea ayer, hoy es 30 de marzo. Le dijo yo, en tono comprensivo y conciliador, en primer lugar que las letras de la vigencia no se alcanzaban a ver desde el ángulo del consumidor, además de ser muy pequeñas. La segunda razón, fue que si ya no está vigente, que necesidad de que esté a la vista, sólo pueden confundir al cliente, como fue mi caso. El despachador del pescado, se puso alterado, cosa que pude percibir a través de su mirada brillosa y su tono de voz, ya que su tapaboca, no permitía observar sus gestos, parecía más un encapuchado a punto de atacar. La señora mayor, entendió muy bien la situación e intentó retirar el precio obsoleto, diciendo tiene razón el señor, pero el terco y exaltado empleado, bajó de su peldaño y la volvió a colocar diciendo, por qué, así déjelo. Bien, le dije, es mejor hablar con tu gerente que contigo, y la respuesta, palabras más, palabras menos, fueron casi un me vale mad… el gerente y usted. En ese momento, pensé que la felicidad en que amanecí envuelto el día de hoy era más importante que darle una lección a ese sujeto, que no era digno de su trabajo.

Mi esposa me observó cuando le pregunté con mi mirada qué opinaba del caso, me dijo con su sonrisa, que era mejor seguir adelante con nuestros planes y darle la espalda a ese individuo que en realidad no valía la pena. Le di la razón, la tomé de la mano y seguimos caminando en el entrevero de anaqueles y pasillos. En el fondo, me quedó el gusanito, de qué otra reacción pude haber tenido, la de experto conocedor de las lides comerciales, por mi tremenda formación y experiencia nacional en la PROFECO que, con facilidad hubiera puesto a parir chayotes a la tienda, al gerente y al empleado, por esa falta, y, por otra, mi ancestral gallardía tecualense para responder ante cualquier situación, pero creo, estuve seguro, que ésa no valía la pena.

No es la primera vez que me he encontrado con este tipo de empleados altaneros y muy mal capacitados en el trato a la clientela. He registrado, además, eventos varios en los que se infringe la Ley Federal de Protección al Consumidor, que, si fuera el funcionario nacional de PROFECO, que antes fui, tal vez hubiera aparecido por ahí algún sello de clausura.

Pero, ¿Cuál es la moraleja de esta historia? Pues, encontrar remedios a esas acciones. Por un lado, contrarrestar la cerrazón del gobierno de imponernos la tarjeta de Ley. No creo que sea porque tienen intereses directos en que ese dinero quede en esas arcas. ¿O sí? Por otro, que la empresa de la que estamos hablando se ponga las pilas y capacite bien a los empleados y empleadas, tanto en el trato a la clientela como en las disposiciones normativas del comercio, en la información de sus productos y en el respeto a los precios marcados. Ni que decir de otros aspectos, que se modernicen, que actualicen sus existencias de ropa, etcétera.

Por lo menos en lo que he podido experimentar en varias ocasiones, más los comentarios de varios amigos y amigas, en esa dichosa tienda suelen pasar muchos incidentes de ese tipo. Lo que convierte esto en una extraña ecuación: Lo que sucede en LEY, no es de LEY.

RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO EN LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.

“Alas de Papel”



 “Alas de Papel”


Por: José Manuel Elizondo Cuevas/Periodismo Nayarita.


No hay mejores alas para volar que las de la imaginación. Y para encontrar a esta ocurrente señora, no hay  una manera mejor que las alas que nos proporcionan nuestros mejores amigos. No, en esta ocasión, aunque amo a los perros, no me refiero a ellos. Hablo, a través de mis líneas, de esos maravillosos compañeros de vida que son los libros. Ellos son quienes, a través de sus alas de papel, nos prestan la alfombra mágica que nos hace viajar por mundos fantásticos y escenarios inimaginables. Son ellos, precisamente, los que nos hacen vivir las más intrépidas aventuras y despojarnos de los miedos e inhibiciones que en nuestra vida real pudiéramos padecer.

Son los libros las armas invencibles que te harán triunfar en los épicos combates contra la ignorancia. Son los sabios consejeros que iluminarán tu entendimiento, tu pasaporte a mundos desconocidos y misteriosos, tu brioso corcel blanco que cruzará valientemente los senderos malignos de la oscuridad y te llevará sano y salvo hasta el reino de la luz y el pensamiento. Nuestros amables amigos de papel son la piedra filosofal de la sociedad, la piedra de la sabiduría, la que convierte a una persona común y corriente en un ser humano dorado, pleno, lúcido, iluminado y feliz.

Todos esos conceptos vinieron a mi mente al momento de cruzar el umbral de un santuario de la imaginación y el conocimiento: una librería. Pero, no me refiero a una librería cualquiera, estoy haciendo referencia a una que me emociona y me hace sentir parte de un hermoso y solidario sistema social y cultural que tiene como prioridad el impulso a la lectura, se trata de la librería “Alas de Papel”.

Ansiaba conocer sus nuevas instalaciones, ahora en la calle de Brasilia N° 42-A en Ciudad Del Valle, sentía una gran curiosidad por indagar como había quedado después de su mudanza reciente desde la calle de Turín, en la misma colonia. Por fin pude hacerlo y quedé gratamente sorprendido de lo que pude ver. A pesar de no ser un perímetro muy grande, se hizo gala de la capacidad de distribución, con un excelente aprovechamiento del espacio y las formas, además de una hermosa iluminación que le da un toque mágico, dimensional y un tanto artístico. Es de verdad un lugar que acaricia la mirada y te vuelve loco de imaginar cuantas historias, conceptos, datos y emociones hay en esas miles de páginas y cientos de litros de tinta.

Fue una grata experiencia. Una más de las que he podido vivir bajo la calidez del apoyo de esta librería, tanto en su local como en su versión móvil, otro proyecto que me robó el corazón por su originalidad, su efectividad en la tarea de acercar la lectura a los niños escolares y lo generoso de sus alcances.

Escribo este artículo especial, fuera de mi periodicidad y mi ámbito periodístico regular, porque me nació, profundo y espontáneo, el deseo de rendir un modesto reconocimiento a la labor tan generosa e impactante en pro de la sociedad y, muy especialmente, por apoyar con tanta energía y convicción el trabajo de los autores nayaritas. En mi caso, he recibido un cálido acompañamiento y un decidido apoyo, en la promoción y venta de mis libros. Me consta que lo mismo ha sucedido con algunos otros colegas escritores, en distintas temáticas. Entiendo que reconocer es agradecer y no me cansaré de hacerlo. Estoy convencido que la carrera de las letras es ciertamente un camino difícil. En mi experiencia, podría decir que he caminado mucho tiempo en la soledad de mis esfuerzos viendo, casi como un espejismo, el apoyo de las autoridades culturales, de tal manera que encontrar en mi sendero, este tipo de apoyo, como el de mi querida amiga, la Maestra Luisa Díaz de “Alas de Papel”, ha sido como arribar a un oasis en medio del desierto.

Dejo pues, constancia de mi agradecimiento por el apoyo recibido en mi carrera literaria,  por el estímulo de su experiencia y calidez personal, así como mi felicitación y admiración por su extraordinaria labor en el ámbito de la cultura y en particular del impulso a la lectura.

Como prueba de lo dicho, les comparto unas imágenes para que se animen a visitar el nuevo local.

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