Esta es una cita imprescindible con la historia y el
compromiso. El día de mañana se festeja el "Día del Niño". Con la historia, porque considero que ningún
país puede tener una historia
digna si no cuenta con una niñez feliz, y con el compromiso, porque el
punto de partida y condición sine qua non para ello es,
precisamente, el compromiso social
Cuando pienso en el concepto de una infancia feliz, de manera mágica e
instantánea vuela mi imaginación hacia mi pueblo. A simple vista quizá parezca
una contradicción pensar que aquellos viejos tiempos pudieran ser mejores que
los actuales. En el entendido de que, según los expertos, se han dado pasos
gigantescos en la protección de los derechos de la niñez. Dicen que los
sistemas educativos modernos son más que eficaces. Que la infancia de hoy goza
de muchas ventajas en comparación con los que éramos niños en la década de los
cincuentas, por ejemplo. No voy a polemizar a fondo en eso, pero si considero
necesario hacer algunas precisiones.
Todo ha evolucionado y eso es natural, lógico y necesario. Por ejemplo,
antes se medía de manera diferente la pobreza. Simplemente los ricos eran los
que tenían dinero y los pobres los que no tenían ni para comer. Sé que a lo
mejor no puede ser tan simple, que existen parámetros. Pero la terminología
actual es casi un lenguaje desconocido para la mayoría de la gente, ahora hay
pobreza multidimensional (vaya palabreja) que incluye diez indicadores, que si
la gente que no le llega al 30% de esos indicadores ponderados pues
automáticamente hay que decirle pobre y cosas por el estilo. Pero ya dije que
no iba a entrar en esa controversia que me parece más factible manejar en
artículo aparte. Sólo intentaba contextualizar mis afirmaciones.
Antes, pensábamos que la única obligación que tenían los infantes era ser
felices y de alguna manera lo eran o lo éramos. Rara vez se hablaba de estrés,
la vida era muy simple, transcurría con una quietud envidiable. No andábamos a
las carreras para que nos alcanzara el tiempo, eso siempre nos alcanzaba, cosa
que no sucedía con el dinero, pero tampoco preocupaba tanto.
En las escuelas no había el acoso o Bullying, al menos no
como ahora se ve. Antes no se unían varios niños o niñas para pegarle a un
compañero o compañera. Eso sí, siempre había un bravucón o abusón, que
generalmente era el más "grandote" y el más menso de todos. En mis tiempos sí nos
uníamos, pero todos los enanos para defendernos del "Gulliver" del
salón, lo que deja una encomiable moraleja, la unión hace la fuerza. No sé si
se pueda aplicar el término, pero el ambiente escolar en aquellos años era más
bohemio. Las competencias, en todos los sentidos, eran leales. Cada quien
ejercía y compartía lo mejor de sus habilidades, pero respetando las carencias
de los demás. En cuestión física, pues sí había uno que otro pleito, pero eran
"tiros" muy derechos y digamos que reglamentados. Se trataba de
que se desquitara cierta afrenta pero sin llegar a las lesiones.
Incluso en aquellos ambientes escolares, había oportunidades de
demostrar aptitudes para "ganarte la vida". En mi caso, cuando no me
alcanzaban las monedas para el refrigerio del día, que era muy seguido por
cierto, abría mi propia empresa editorial y me dedicaba a realizar historietas
(cuentitos les decíamos) usando páginas, de los mismos cuadernos para las
materias, que con dos líneas dividía en cuatro partes. El procedimiento era
sencillo se hacían las historietas en base a un catálogo de personajes creados
por mi imaginación dispuestos al gusto del cliente (mis condiscípulos). Obvio
cuando necesitaba más dinero que el usual, pues hacía la continuación de la
historieta, que muy a propósito había dejado en un tremendo suspenso, sumamente
emocionante, de tal manera que el lector no pudiera soportar la curiosidad
hasta el día siguiente y más si se atravesaba el fin de semana. Evidentemente
ya un segundo pedido, urgente, inmediato, pues ya tenía un precio más alto. En
mi repertorio de personajes, había detectives, vaqueros, "superhéroes", karatecas, caricaturas y muchos más. Hasta se hacían personajes
sobre pedido. ¡Bendita imaginación!
Los juegos de antaño, los del diario, la mayoría eran de carácter
físico, jugábamos a correr, ya sea mediante el futbol o
el beisbol, pero también a la "roña" o los
"encantados", será por eso que casi no había niños "gorditos" (Aquí hago la aclaración que cuando digo niños me refiero a niñez). Éramos
niños muy dinámicos, corríamos en los campos de cultivo, en la arena del río,
éramos fuertes, nada delicados. Podíamos andar descalzos en las candentes
calles del pueblo, hacíamos mandados a distancias que hoy me parecen
kilométricas, montábamos bicicletas y caballos. Fabricábamos nuestras propias
"avalanchas" (carros de tabla con ruedas de baleros y dirección de
mecate), el sello de la casa era el ingenio, la creatividad para los juegos y
los juguetes, cualquier cosa podría ser un buen elemento lúdico, un palo, un
tacón de zapato, una botella de plástico, etc. Pescábamos en el río, sabíamos
sembrar y cortar maíz, frijol y hasta jícamas.
Los de mi generación éramos obedientes y asustadizos. Aún nos asustaban
nuestros padres con el petate del muerto. El respeto por los mayores y por los
padres era una auténtica religión y el entorno familiar era increíblemente
unido, siempre alrededor de una figura patriarcal o matriarcal. Por
desgracia hoy somos testigos de algunas situaciones que nada tienen que ver con
lo que les contaba. Las sociedades actuales están siendo presas de una terrible
descomposición. Cada vez existen más familias de las llamadas disfuncionales.
El colorido casi mágico que les presenté, recogido de mi pueblo y mi propia
vida, es cada vez más difícil de encontrar. Los tiempos actuales son muy
diferentes, si son mejores o peores que cada quien saque sus propias
conclusiones.
Nada en contra de la tecnología, pero la inteligencia del ser humano
debiera demostrarse, en parte por el dominio de aquella, entendiendo esto como
el aprovechamiento de las utilidades que hacen la vida más confortable, pero
también por la capacidad de inhibir sus efectos negativos. No es posible por
ejemplo que un niño pase hasta 12 horas ante una pantalla en un juego de video
y que sus únicos ejercicios los haga montado en un bólido virtual, pero sí es
posible que tengamos el primer lugar mundial en obesidad infantil. No es
posible que el uso abusivo de un teléfono celular se presente hasta en la hora
de la comida, pero si es posible que se pueda eliminar la charla entre los
miembros de una familia hasta su desintegración.
Situaciones como esas, el incremento de los suicidios en la población
infantil, el alcoholismo, la drogadicción, el maltrato, el abuso laboral,
sexual, el abandono, la desnutrición, son elementos de juicio que deben llamar
nuestra atención. ¿Tenemos una historia digna de contar? ¿Somos un país con una
niñez feliz? ¿Podemos decir sin remordimientos, Feliz Día del Niño?
Esa es la gran interrogante, es parte de la autocrítica que debe
prevalecer en cada uno de nuestros actos, individuales y sociales, personales y
colectivos, como una forma de reflexión constante y activa. Debemos realizar el
máximo esfuerzo por cuidar a nuestra niñez, porque tenemos el compromiso
familiar y social de ofrecerle un mundo digno donde realizar la magia de sus
sueños.
Con cariño y respeto deseo a todos los niños y niñas, que pasen un
¡Feliz Día!
RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS
Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO
FRECONAY, A.C.